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21 junio 2012

Huematzin: El Guardián de El Libro Divino de Mesoamérica

Celestino Villalobos, tradujo este interesante artículo donde  Bruce W.Warren  hace un paralelo entre la historia de “Huematzin”, el guardián de El Libro Divino de Mesoamérica y Mormón, el guardián de los registros Nefitas....

Por  Bruce W. Warren
Traducción Celestino Villalobos


El conocimiento de la existencia de antiguos libros sagrados fue ampliamente conocido en México y Centro América, cuando los primeros Europeos llegaron, después del descubrimiento de América por Cristóbal Colón.

Ixtlilxochitl, un príncipe Indio, que vivió cerca de la ciudad de México, conocía de estos libros en Mesoamérica desde una época muy temprana. Él nos relata de la compilación de un “Libro Divino” realizada por uno llamado Huematzin.

Antes de seguir adelante, quiero hacer un relato de Huematzin, el astrólogo. Antes de morir Huematzin, reunió todas las historias que los Toltecas tenían, desde la creación del mundo hasta el tiempo de 1115 DC. Él las tenía escritas en un libro grande, donde registró todas sus persecuciones y sus tribulaciones, su prosperidad y bendiciones. Reyes y señores, leyes y buen gobierno de sus ancestros, viejos dichos, y buenos ejemplos, templos, ídolos, sacrificios, ritos y ceremonias que ellos tenían, astrología, filosofía, arquitectura, y otras artes buenas como también malas, y un resumen de todas las cosas de ciencia y conocimiento, prósperas y adversas batallas, y muchas otras cosas mas. El pueblo llamó a este libro Yboamoxtli, que bien interpretado significa “Varias cosas de Dios y libro Divino”. Los nativos ahora le llaman las Sagradas Escrituras Tsoamoxtli, porque es casi lo mismo, principalmente en persecuciones y tribulaciones mías. (Hunter y Ferguson 337-38)

Ixtlilxochitl da una fecha particular para el tiempo de vida de Huematzin, que fue el año 400 después del verdadero nacimiento de Cristo. De acuerdo con Ixtlilxochitl, el Libro Divino de Hematzin, cubre un período desde la creación hasta su tiempo en el siglo XII DC. La declaración de Ixtlilxochitl del contenido de estos libros sagrados, es corroborada con una declaración reveladora del padre Católico Dionisio José Chomay. En 1834 el padre Chonay tradujo al Español un antiguo documento Maya de Totonicapan, Guatemala. 

En el preámbulo decía lo siguiente:

"El manuscrito consiste en 31 y un cuarto de páginas; pero la traducción de las primeras páginas se omitieron pues hablaban de la creación del mundo, de Adán, el paraíso donde Eva fue engañada, no por la serpiente, pero por Lucifer mismo como un ángel de luz. (Recinos y Goetz 166-67). 
Quizás los paralelos entre “Huematzin” el guardián de el Libro Divino de Mesoamérica y Mormón, el guardián de los registros Nefitas y compilador de lo que luego sería el Libro de Mormón, sea digno de una investigación profunda...

14 junio 2012

Lo que los manuscritos y los testigos nos dicen en cuanto a la traducción del Libro de Mormón

Este interesante artículo nos muestra aspectos de la traducción del Libro de Mormón, que demuestran que José Smith fue el traductor de este antiguo texto.

                                                    
por Daniel C. Peterson

Traducción libre por Walter Iván Cruz, Perú


Royal Skousen ha dedicado una década y media a un estudio intensivo del texto del Libro de Mormón, y de manera especial al manuscrito original y al del editor. Es su fuerte opinión que la evidencia del manuscrito apoya el relato tradicional del origen del Libro de Mormón, y que no apoya la idea de que José Smith elaboró por sí mismo el texto o lo copió de cualquier otro manuscrito existente. Todos los testigos creían que de alguna manera José Smith veía las palabras y se las leía a los escribas. Tomados en conjunto, estos dos hechos son altamente significativos. Examinemos brevemente algunos datos relevantes.


Ante todo, la evidencia apoya fuertemente el relato tradicional que narra que el manuscrito original fue dictado oralmente. Las clases de errores que ocurren en el manuscrito son claramente las que ocurren cuando un escriba no escuchó bien; en vez de ser errores de mala lectura cuando se copia de otro manuscrito. (Por contraste, el manuscrito del impresor muestra precisamente la clase de anomalías que uno esperaría de los errores de un copista). El análisis meticuloso de Royal aún sugiere que José estuvo trabajando con más de veinte o treinta palabras a la vez.


Es aparente que José podía ver el deletreo de los nombres desde donde sea que los leía. Cuando el escriba había escrito el texto, él (o ella en el caso de Emma Smith) evidentemente lo leía en voz alta a José Smith para su corrección. De manera que el Profeta evidentemente tenía algo con él, desde donde dictaba, y con lo cual podía corregir lo que sus escribas habían escrito. Pero, ¿qué era esto? Los testigos son unánimes en cuanto a que él no tenía ningún libro, manuscrito o documento con él durante el proceso de traducción, el cual comprendía largos períodos de dictado.


En una entrevista con su hijo, José Smith III, poco antes de que ella muriese, Emma Smith insistía en que José no tenía ningún texto con él durante la obra de traducción:


P. ¿No tenía él un libro o manuscrito desde donde a usted le leía o dictaba? 

R. Él no tenía ningún manuscrito ni libro desde donde leía. 

P. ¿No podía tenerlo sin que usted lo supiera? 

R. Si él hubiese tenido alguna cosa parecida no podría haberla ocultado de mí. 


Emma Smith pudo hablar con autoridad con respecto al período durante el cual ella misma sirvió como escriba. Pero ¿qué hay sobre el período más prolongado cuando Oliverio Cowdery estaba tomando el dictado? De hecho, Emma podía hablar de una experiencia personal con respecto a ese tiempo también. Mientras estaban en Harmony, Pennsylvania – donde la mayor parte del texto del Libro de Mormón fue escrito – Emma dijo que José y Oliverio no estaban lejos de ella:


P. ¿Dónde escribían papá y Oliverio Cowdery?

R. Oliverio Cowdery y tu padre escribían en el cuarto en donde yo estaba trabajando.


Ella dijo: “Las planchas a menudo descansaban en la mesa sin ninguna intención de ser escondidas, envueltas con un pequeño mantel de lino, que yo le había dado a él para envolverlas. Una vez sentí las planchas cuando estaban en la mesa, trazando su borde y su forma. Parecían ser apilables como papel grueso, y emitían un sonido metálico cuando se movían los bordes con el pulgar, como cuando uno pasa los dedos por los bordes de las páginas de un libro.”


No mucho después de hablar con ella, José Smith III escribió una carta en la que  resumió algunas de las respuestas que ella dio a sus preguntas. “Ella escribió para José Smith durante la obra de traducción, como también lo hicieron Rubén Hale, su hermano y O. Cowdery; que la mayor parte de esta obra fue hecha en su presencia, y en donde ella podía ver y saber lo que se estaba haciendo; que mientras duró, José Smith no tuvo ningún mss. [manuscrito] o libro de ninguna clase desde donde pudiese leer, o dictar, excepto las planchas metálicas, las cuales ella sabía que él tenía.”


Un corresponsal del Chicago Times entrevistó a David Whitmer el 14 de Octubre de 1881, y obtuvo la misma historia: “El Sr. Whitmer afirma enfáticamente, como lo hicieron Harris y Cowdery, que mientras Smith dictaba la traducción, éste no tenía notas manuscritas u otros medios de conocimiento salvo la piedra vidente y los caracteres que se veían en las planchas, y que él [i.e., David Whitmer] estuvo presente y presenció como se realizaba.”


De manera similar, el St. Louis Republican, basado en una entrevista a mediados de Julio de 1884, informó que “Papá Whitmer, quien estuvo presente muy frecuentemente durante la escritura del manuscrito [i.e., de el Libro de Mormón], afirma que José Smith no tenía ningún libro o manuscrito frente a él del cual éste pudiera leer como se afirma que lo hizo, habiendo tenido él (Whitmer) la oportunidad de saber si Smith tenía el romance de Salomón Spaulding, [i.e., una novela] o el de cualquier otra persona, como para leer de éste.”


David Whitmer repitió insistentemente que el proceso de traducción ocurrió a plena vista de los familiares y amigos de José Smith. (La imagen común de una cortina que colgaba entre el Profeta y sus escribas, vista algunas veces en ilustraciones de la historia del Libro de Mormón, está basada en una mala interpretación. Si existió una cortina, al menos en las últimas etapas del proceso de traducción, sin embargo, esa cortina no estaba suspendida entre el traductor y el escriba sino cerca de la puerta delantera de la casa de Peter Whitmer, con el fin de prevenir que los caminantes y mirones interfieran con la obra.)


Una evidencia adicional que demuestra que, sea lo que estuviera pasando, José Smith no estaba simplemente leyendo de un manuscrito, proviene de un episodio relatado por David Whitmer a William H. Kelley y a G. A. Blakeslee en enero de 1882:


Él no podía traducir a menos que fuese humilde y poseyese los sentimientos correctos hacia todos. Se los ilustraré para que vean. Una mañana cuando él estaba alistándose para continuar con la traducción, algo estuvo mal con la casa y él se molesto por esto; era algo que Emma, su esposa, había hecho. Oliverio y yo subimos las escaleras y José se nos unió rápidamente para continuar con la traducción, pero él no pudo hacer nada. No pudo traducir ni una simple sílaba. Él bajó las escaleras y fue a un jardín en donde oró al Señor; estuvo fuera por casi una hora, y cuando volvió a la casa le pidió perdón a Emma y entonces subió las escaleras a dónde estábamos y la traducción continuó sin problemas. Él no podía hacer nada a menos que fuese humilde y fiel. 


Whitmer le contó la misma historia a un corresponsal del Omaha Herald durante una entrevista el 10 de octubre de 1886. En lo que tal vez es un lenguaje sobredimensionado, el reportero del Herald resumió el acontecimiento de la siguiente manera:


Él [José Smith] fue de nuevo a orar a la arboleda, y esta vez se fue por una hora completa. Sus amigos llegaron a estar bastante preocupados, y estaban a punto de organizar una búsqueda, cuando José entró pálido a la habitación, habiendo padecido un severo castigo de las manos del Señor. Fue directamente a su esposa en humildad, pidiendo y obteniendo su perdón, volvió a la obra, y con mucho gozo para él mismo y para los ansiosos amigos que lo rodeaban, la piedra volvió a mostrar las letras de fuego. 


Parecería ser de esta anécdota que José Smith necesitaba estar espiritual o emocionalmente preparado para que continuase el proceso de traducción, algo que hubiese sido completamente innecesario si simplemente él lo hubiese leído de un manuscrito preparado. En este punto un escéptico podría tal vez sugerir que las distracciones emocionales interferían con la habilidad de José Smith para recordar un texto que él había memorizado la noche anterior para dictárselo a sus inocentes secretarios, o que los devaneos personales lo distraían como para poder improvisar un texto original que pueda ser escrito como si le hubiese ocurrido a él. Pero tales potenciales contra-explicaciones sufren de serios defectos: Si fuera remotamente posible imaginar a José Smith o a cualquier otra persona memorizar o componer casi 5000 palabras diarias, día tras día, semana tras semana, en la producción de un libro complejo y voluminoso es una pregunta que los lectores pueden meditar por sí mismos. También uno podría preguntarle al mismo escéptico por qué José simplemente no escribió el libro por sí mismo si estaba en verdad fingiendo la recepción del texto por revelación.


Una anécdota relatada por Martín Harris a Edward Stevenson da evidencia de que la traducción no era un simple dictado de un texto memorizado o la lectura mecánica de un manuscrito ordinario introducido subrepticiamente en la habitación. Al hablar Harris de los primeros días de la obra, antes de la llegada de Oliverio Cowdery, cuando él servía como escriba, “dijo que el Profeta poseía una piedra vidente, mediante la cual él era capaz de traducir, así como también por el Urim y Tumim, y que por conveniencia él usaba la piedra vidente.” La piedra vidente era colocada en un sombrero para oscurecer la luz circundante y hacer legibles las palabras escritas en ella. Al contrario, por supuesto, el escriba necesitaba luz para poder escribir el texto. Esta situación, aunada al hecho de no existir una cortina divisoria, puede haber hecho muy difícil, si no imposible, que José escondiese un manuscrito, o libros, o las planchas mismas. El relato de Stevenson continúa:


Con la ayuda de la piedra vidente aparecían las oraciones y eran leídas por José y escritas por Martín, y cuando terminaba de escribir él decía: “Escrito”, y si estaba correctamente escrito, la oración desaparecía y aparecía otra en su lugar, pero si no estaba escrita correctamente esta permanecía hasta que se corrigiese, de manera que la traducción era tal como fue grabada en las planchas, precisamente en el lenguaje que se usaba entonces. Martín dijo que después de continuar con la traducción cuando ellos se cansaban, bajaban al río y se ejercitaban tirando piedras, etc. En una ocasión mientras lo hacían, Martín encontró una piedra que se asemejaba mucho a la que se usaba para traducir, y al reasumir la obra de traducción, Martín reemplazó la piedra vidente con la que había encontrado. Él dijo que el Profeta permaneció en silencio, y se esforzaba de manera inusual por ver en la obscuridad, sin que aparecieran trazos de las habituales oraciones. Muy sorprendido, José exclamó: “¡Martín! ¿Qué es lo que pasa? ¡Todo está tan obscuro como en Egipto!” El rostro de Martín lo delató, y el Profeta le preguntó por qué lo había hecho, a lo que Martín respondió que para tapar la boca de los necios que le habían dicho que el Profeta se había aprendido todas esas oraciones y que solo las estaba repitiendo, etc. 


Además, resulta claro por medio de un cuidadoso análisis del manuscrito original que José no sabía de antemano lo que el texto iba a decir. Los cortes de capítulos y las divisiones de los libros aparentemente lo sorprendían. Evidentemente él veía alguna indicación de un corte en el texto, y, cada vez que ocurría, le decía al escriba que escribiese “Capítulo” y más tarde se agregaban los números. Por ejemplo, en lo que ahora reconocemos como el final de 1 Nefi, el manuscrito original primero indica que iba a empezar un nuevo capítulo (En las divisiones de capítulos original el texto que continuaba estaba marcado como “Capítulo VIII.) Cuando José y Oliverio subsecuentemente descubrieron que en vez de eso estaban ante el inicio de un libro completamente distinto, 2 Nefi, la especificación original del capítulo fue tachada y colocada después del título del nuevo libro. Esto es muy instructivo. Indica que José podía solo ver el final de una sección pero que no sabía si la siguiente sección sería otra porción del mismo libro o, por el contrario, el comienzo de un libro enteramente nuevo.


Inclusive, había partes del texto que él no entendía. Su esposa Emma recordaba de las primeras etapas de la traducción: “Cuando llegaba a los nombres propios que él no podía pronunciar, o a palabras largas, las deletreaba”, y evidentemente ella mencionó su experiencia a David Whitmer o a cualquier otra persona que supiese de este fenómeno de manera independiente. Whitmer le contó a E. C. Briggs y a Rodolfo Etzenhouser en 1884 que “cuando José no podía pronunciar las palabras las decía letra por letra.” Briggs también recordó una entrevista de 1856 en la que Emma Smith “hizo hincapié en la limitada educación de su esposo mientras él traducía el Libro de Mormón, cuando ella era su escriba, ‘Él no podía pronunciar la palabra Saríah.’ Y en una ocasión cuando estaba traduciendo, cuando se mencionaron los muros de Jerusalén, él se detuvo y dijo: ‘Emma, ¿Jerusalén tenía muros que la rodeaban? Cuando le dije que así era me respondió: ‘Oh, pensé que había sido engañado.’” Como se resumió del testimonio de David Whitmer en 1885 en el Chicago Tribune, éste confirmó la experiencia de Emma: “Al traducir los caracteres, Smith, quien era iletrado y muy poco versado en la historia bíblica, a menudo era compelido a deletrear las palabras, no sabiendo la pronunciación correcta, y el Sr. Whitmer recuerda el hecho de que en ese tiempo Smith ni siquiera sabía que Jerusalén era una ciudad amurallada.” (El uso del término iletrado es potencialmente engañoso puesto que José Smith era letrado, según el uso actual de la palabra, ya que él podía leer y escribir. Pero José no era una persona instruida; no era un hombre de letras. Según esto, en un sentido de la palabra, él era iletrado.)


En la noticia de la muerte de David Whitmer, e indudablemente basados en sus entrevistas anteriores a él, el número del Chicago Times del 24 de enero de 1888 volvió a hacer alusión a las dificultades que tenía José Smith con el texto que dictaba: “Smith, siendo iletrado, a menudo tropezaba con palabras grandes, las que el maestro de la villa [Oliverio Cowdery] se las pronunciaba, de tal manera que la obra prosiguiera.”


Así vemos que José Smith parecía haber estado leyendo desde algo, pero que no tenía ningún libro, manuscrito o documento con él. Parece ser que era un texto nuevo y extraño para él, y que requería cierto enfoque emocional o mental antes de poder leerlo. Todo esto es completamente consistente con las afirmaciones de José Smith, de que él estaba dictando el texto por revelación mediante un instrumento interpretativo, y no concuerda con las afirmaciones de que él había creado el texto previamente, o que estaba leyendo de una copia fraudulenta de algún manuscrito perteneciente a otra persona. Para hacer plausible esta última teoría tendríamos que rechazar el testimonio unánime de los testigos visuales en el proceso e ignorar la evidencia del mismo manuscrito original.


07 junio 2012

Evidencia de oscuridad solar en una zona geográfica limitada

Este artículo muestra la evidencia de cómo es posible un oscurecimiento total en una zona geográfica limitada. 
Tal como ocurrió en los tres días de oscuridad solo en la porción de América donde habitó el pueblo nefita, al momento de la muerte del Jesucristo en Jerusalén.
Autor: Alvaro Figueroa.


Hace un tiempo Israel González (igonzals) escribió un excelente artículo titulado "Los tres días de oscuridad en América cuando murió Jesucristo en Jerusalén".

Este artículo generó un fuerte debate en el que un "Anónimo" sostenía que nunca en la historia se había producido algo semejante, es decir, planteaba como imposible pensar que solo en un sector geográfico limitado existiera oscuridad total. Rápidamente se aclaró que la Biblia efectivamente respaldaba este hecho y se citó a la plaga novena que Moisés envió sobre Egipto. Si bien la Biblia demuestra que si es posible, también igonzals en el articulo menciona la tradición oral del pueblo Washoe, la cual habla de esta oscuridad en América. Sin embargo, la pregunta continuó resonando:

¿Existe algún otro registro que respalde la posibilidad de esta oscuridad limitada geográficamente?

Y debido a que "Anónimo" insistió en su negativa total a esta posibilidad, es que me dediqué a investigar sobre el asunto hasta encontrar la siguiente información:

El 19 de mayo de 1780, ocurrió un en Nueva Inglaterra un hecho inexplicable hasta entonces... El libro de R.M Devens "Our First Century" en la página 89 describe este día como:
"Único en su especie, como el más y misterioso y hasta ahora inexplicable fenómeno en su clase... fue el día oscuro del 19 de Mayo de 1780; el mas innarrable oscurecimiento de todo el cielo y la atmósfera visible en Nueva Inglaterra"
En la journal científico "Essex Antiquarian", volumen de 1899, narra las experiencias de la gente ante tan admirable fenómeno y relata que eran las 11 de la mañana cuando esta obscuridad total se produjo:
"Temor, ansiedad y terror se apoderaron gradualmente de las mentes. desde las puertas de sus casas las mujeres contemplaron la lóbrega escena: los hombres volvían de las faenas en el campo; el carpintero dejaba sus herramientas, el herrero su fragua, el comerciante su mostrador. Los niños eran despedidos de las escuelas y huían a sus casas temblando, los viajantes hacían alto en la primera casa que encontraban. Cada labio y corazón preguntaba: ¿qué va a pasar? parecía como si un huracán se fuera a desatar sobre la región, o como si fuera el día de la consumación de todas las cosas.

" Hubo que prender velas y la lumbre del hogar relumbraba tan brillantemente como en una noche de otoño sin luna. Las aves domesticas volvieron a sus gallineros y corrales y se dispusieron a dormir, el ganado reunido en su encierro mugía, las ranas croaban, los pájaros cantaban sus melodías vespertinas y los murciélagos revoloteaban. Solo el hombre sabía que no había llegado la noche... 
"El doctor Nathanael Whittaker, pastor de la Iglesia del Tabernáculo, en Salem, dirigió cultos en la sala de reuniones y predicó un sermón en el cual sostuvo que la oscuridad era sobrenatural. Otras congregaciones también se reunieron en otros lugares. En todos los casos, los textos de los sermones improvisados fueron los que parecían indicar que la oscuridad concordaba con la profecía Bíblica... la oscuridad alcanzó su mayor densidad poco después de las 11 de la mañana".
Ahora lo más importante del punto: que el Libro de William Gordon titulado "History of the Rise, Progress, and Esttablishment of the Independence of the Usa", t.3 pagina 57, hace referencia a los límites geográficos en que se produjo este fenómeno, veamos:
"En la mayor parte del País fue tanta la oscuridad durante el día, que la gente no podía decir qué hora era ni por reloj de bolsillo ni por reloj de pared; tampoco podía comer o atender los quehaceres domésticos sin las velas prendidas...

"La extensión de esa oscuridad fue extraordinaria. Se la observó al Este hasta Falmouth, y al Oeste hasta la parte mas lejana del Estado de Connecticut en la Ciudad de Albani; hacia el Sur fue observada a lo largo de toda la costa y por el norte lo fue hasta donde se extendían las colinas norteamericanas".
La explicación es notable y no deja ninguna duda de que sí hubo una oscuridad total y lo más destacable es que esto ocurrió en una  zona geográfica totalmente limitada, sin que el resto del país  percibiera lo sucedido. 

Como podemos apreciar, definitivamente la oscuridad de 3 días  mencionada en el Libro de Mormón y que solo ocurrió en América, es totalmente posible.

La conclusión extraída de la presente investigación, nos permite señalar que las críticas y cuestionamientos realizados por muchos lectores a la veracidad del Libro de Mormón, finalmente nos fortalecen, ya que es a través de ellas que surgen nuevos desafíos investigativos que no hacen más que confirmar estas verdades y fortalecer nuestro testimonio.

14 marzo 2012

Respuestas a preguntas anti-mormonas

Este artículo contesta preguntas publicadas en páginas anti-mormonas.

                                                                                Autor :  Alvaro Figueroa Z.



Hace tiempo, alguien publicó ocho afirmaciones que aparecen en sitios anti-mormones. Según esta misma persona, dichas afirmaciones no tendrían respuestas. Pues bien, las respuestas podemos encontrarlas en nuestro sitio. Revísenlas ustedes mismos.

Crítica : "Ninguna ciudad del Libro de Mormón ha sido localizada."
Respuesta: Localidad encontrada que confirma el Libro de Mormón
http://www.evidenciaslibrodemormon.org/2010/06/descubrimiento-arqueologico-confirma-el.html

Critica : "Ninguno de los nombres del Libro de Mormón han sido encontrados en inscripciones del Nuevo Mundo."
Respuesta: Nombre encontrado en Palenque del Libro de Mormón.
http://www.evidenciaslibrodemormon.org/2010/04/ukish-kan-y-el-libro-de-mormon.html

Critica : "Ningunas inscripciones genuinas han sido encontradas en Hebreo."
Respuesta: Publicación de un diario que muestra milenarias inscripciones Hebreas en América
http://www.evidenciaslibrodemormon.org/2009/03/articulo-publicado-cuando-en-mayo-de.html

Critica: "Ninguna inscripción genuina ha sido encontrada en Egipcio o algo similar al Egipcio, que podría corresponder al “Egipcio Reformado” de José Smith." 
Respuesta: Evidencia de Egipcio reformado por arqueólogos no mormones en Egipto.
http://www.evidenciaslibrodemormon.org/2011/01/tel-arad-y-el-libro-de-mormon.html

Critica: "Ninguna copia de escrituras antiguas del Libro de Mormón han sido encontradas."
Respuesta: Tradiciones respaldadas en el libro de Mormón se descubren en la actualidad por la arqueología.
http://www.evidenciaslibrodemormon.org/search?q=tradiciones

Critica: "Ninguna inscripción antigua de cualquier clase indica que los habitantes antiguos sostuvieron creencias Hebreas o cristianas. Todos eran paganos.
Respuesta: Conocimiento de habitantes antiguos de América con creencias Hebreas
http://www.evidenciaslibrodemormon.org/2008/11/conocimiento-de-caracteres-y.html

Critica: "Ninguna mención de la gente, naciones, o sitios del Libro de Mormón ha sido encontrada."
Respuesta: Localidad mencionada en el Libro de Mormón que fue confirmada hoy en día
http://www.evidenciaslibrodemormon.org/2009/10/tierra-de-abundancia.html

Critica: "Ningún artefacto mencionado  en El Libro de Mormón ha sido encontrado."
Respuesta: El Libro de Mormón menciona carros, aún cuando la arqueología planteaba que no se usaba la rueda en Mesoamérica. La arqueología confirmó su uso.
http://endefensadelarestauracion.blogspot.com/2011/02/relacionan-kukulcan-con-un-dios-blanco.html

22 febrero 2012

Estudios modernos comprueban la exactitud de las rutas árabes del Libro de Mormón

Este artículo muestra mas evidencias de las rutas mencionadas en el libro de Mormón, que son comprobadas por estudios modernos.

Autor: Alvaro Figueroa.
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(Incienso y Mirra: Un estudio del Comercio del incienso en Arabia)

La narración de la ruta de Lehi por el desierto en el libro de Mormón es sorprendentemente exacta en todos sus detalles, toda esta información no era conocida en la época de Jose Smith, lo que lo hace aun mas potente como argumento de veracidad.

Un especialista en investigar esta ruta es Lynn M. Hilton quien realizó este viaje hace 30 años. Posteriormente perfeccionó mas el estudio de la ruta, complementándola con descubrimientos de la arqueología moderna. Como explica Hilton, es muy interesante en la narración de Nefi, cuando toman la ruta hacia el este (1Nefi 17:1) justamente donde debían girar, es decir, donde tradicionalmente las caravanas giraban.

En una publicación del Historiador Nigel Groom titulada: "Incienso y Mirra": Un estudio del Comercio del incienso en Arabia (Londres: Longman, 1981), 169-70, 181, 183-84, se explica esta ruta. Gracias a estos estudios modernos es que actualmente sabemos como las milenarias caravanas seguían esa dirección, exactamente donde el libro de Mormón lo indica.

Nuevamente las preguntas nacen en nuestra mente ¿cómo José Smith pudo conocer esta información si no se conocía en su época?, de la misma forma que nace esta pregunta, emerge la respuesta, por que el Libro de Mormón fue escrito por personas reales que cruzaron aquellos senderos.

04 agosto 2010

Perdidos en el desierto



“Y aconteció que cuando los lamanitas descubrieron que el pueblo de Limhi había partido de la tierra durante la anoche, enviaron un ejército al desierto para perseguirlos. 
Y después de perseguirlos dos días, no pudieron seguir más el rastro; por tanto, se perdieron en el desierto.” (Mosíah 22:15-16)

Casualmente, hace pocos días, escuché a alguien opinar que no había testigos para escribir en el Libro de Mormón este acontecimiento, de que los lamanitas después de perseguir al pueblo de Limhi se hayan perdido en el desierto.

Me pareció en ese momento que podía iniciar una investigación para ver si encontraba alguna pista que me pudiera hacer saber como pudo el registrador asentar que los lamanitas se perdieron en el desierto después de perder el rastro del pueblo de Limhi.

Fue más sencillo de lo imaginado. Los sucesos secuenciales relacionados serían los siguientes:

a) Alma, uno de los sacerdotes del inicuo rey Noé, quien creyó en las palabras del profeta Abinadí, salió a predicar las enseñanzas de Abinadí, a quien el rey Noé había matado en la hoguera. (Mosíah 18:1).

b) Alma y la gente que creyó en él se ven obligados a huir del rey Noé, hacia el desierto. (Mosíah 18:34-35).

c) Gedeón, quien era enemigo del rey Noé, cuando intenta matar al rey,  huye a la torre y ve que lo están invadiendo los lamanitas. Gedeón le perdona la vida. (Mosíah 19:2-8).

d) El rey Noé manda que el pueblo huya al desierto con sus mujeres e hijos. En la huida el rey mandó que los hombres abandonaran a sus mujeres e hijos y huyeran de los lamanitas. Muchos no quisieron huir y prefirieron perecer con sus familias. Los lamanitas perdonaron la vida de éstos y los tomaron cautivos. (Mosíah 19:9-15).

e) Entre los cautivos estaba el hijo del rey Noé, que se llamaba Limhi. (Mosíah 19:16).

f) Los que siguieron al rey se arrepintieron, y quisieron volver a la tierra de Nefi, y si sus esposas e hijos habían sido asesinados, procurarían vengarse. El rey no les permitió, y se enojaron y le hicieron padecer la muerte por fuego, tal como él lo había hecho a Abinadí. Gedeón regresó al desierto en busca del rey Noé y los que lo siguieron, y encontró a todos menos al rey, a quien habían matado, y a sus sacerdotes que huyeron al interior del desierto. (Mosíah 19:18-23).

g) El pueblo le confiere el reino a Limhi, y éste empezó a instituir el reino y establecer la paz entre su pueblo y la paz con los lamanitas. (Mosíah 19:25-27).

h) Los sacerdotes del rey Noé avergonzados no se atrevieron volver a sus esposas y a sus hijos. Mientras permanecían en el desierto raptaron a unas pocas hijas de los lamanitas que estaban reunidas. (Mosíah 20:3-5).

i) Los lamanitas primeramente supusieron que fue el pueblo de Limhi y les hace la guerra. En la batalla cae con vida el rey de los lamanitas. Gedeón le hace ver al rey de los lamanitas y al rey Limhi que los responsables del rapto de las hijas de los lamanitas debieron ser los sacerdotes del rey Noé. (Mosíah 20:6- 26).

j) Aparece en la escena Ammón, que había emprendido una expedición desde Zarahemla, y encuentra al pueblo de Limhi. Con la llegada de Ammón, el pueblo de Limhi hace planes para huir, porque eran súbditos de los lamanitas. Gedeón presenta un plan y huyen al desierto, y después de muchos días llegan a la tierra de Zarahemla. (Mosíah 21:23-24; 22:1-13).

k) Los ejércitos lamanitas que habían perseguido al pueblo del rey Limhi, estuvieron perdidos en el desierto muchos días, y encontraron a los sacerdotes del rey Noé que a esa época ya poseían un país llamado Amulón, y labraban la tierra. Los lamanitas les tuvieron compasión, porque las esposas de los sacerdotes del rey Noé, que eran las hijas de los lamanitas que habían raptado, salen al encuentro de los ejércitos y les suplican por sus maridos. (Mosíah 23:30-34).

l) Los sacerdotes del rey Noé se unen a los lamanitas, y estos anduvieron en el desierto buscando la tierra de Nefi, cuando descubrieron a Alma y a sus hermanos y les piden que les enseñe al camino de regreso a cambio de sus vidas y su libertad. (Mosíah 23:35).

m) Por lo tanto, el pueblo de Alma supo que los lamanitas andaban perdidos, porque ellos le pidieron que les enseñara el camino de regreso. (Mosíah 23:36).

n) Alma les enseñó el camino de regreso, pero los lamanitas no cumplieron su promesa y les pusieron guardias alrededor de Alma y sus hermanos. (Mosíah 23:37).

o) Con la intervención divina, Alma y su pueblo huyeron de los opresores, y finalmente llegaron a la tierra de Zarahemla, y los recibió el rey Mosíah, quien previamente había recibido también al rey Limhi y su pueblo. (Mosíah 24:23-25).

Que los lamanitas que perseguían al pueblo de Limhi se perdieron en el desierto, fue notorio para Alma, y Alma se encontró con el pueblo de Limhi en Zarahemla, y con el Rey Mosíah, en cuyos anales se registró la historia.

Conclusión: Así que la idea de que no había testigos para registrar que los lamanitas después de perseguir al pueblo de Limhi se hayan perdido en el desierto, no es valedera, porque hubo cuatro pueblos de testigos. El rey Mosíah congregó a todo el pueblo (su propio pueblo compuesto de nefitas y mulekitas, el pueblo del rey Limhi, y el pueblo de Alma) y les leyó los anales de Zeniff con la historia desde que salieron de la tierra de Zarahemla hasta que volvieron otra vez (que contenía los relatos de los tres reyes, Zeniff, Noé y Limhi), y les leyó la narración de Alma y sus hermanos. (Mosíah 25:1,5-6). Es cierto que los acontecimientos del Libro de Mormón no fueron registrados sólo por cronistas en el mismo momento que ocurrían los hechos, sino que también fueron escritos por historiadores que reunían sus informaciones y registros y hacían un resumen o compendio extemporariamente, como es el caso de Mormón y Moroni. También es el caso del libro de Mosíah, que se compone de registros de varios autores que se agregaron extemporariamente a la ocurrencia de los hechos.

Por lo tanto los textos analizados en este capítulo constituyen un testimonio adicional de la veracidad del Libro, por la congruencia de la historia relatada.

Fuentes
  1. http://librosderafaeldiogo.blogspot.com/ (Otro extracto del libro aún inédito “Testimonios Adicionales de la Veracidad del Libro de Mormón – Insertos en el Propio Libro” que escribe Rafael Diogo Jara).

20 mayo 2010

Creciente evidencia proveniente de la arqueología del Nuevo Mundo que apoya al Libro de Mormón.


El Dr. John Clark de la New World Archaeological Foundation registró una lista de sesenta objetos mencionados en el Libro de Mormón. La lista incluye “espadas de acero”, “cebada”, “cemento”, “tronos”, y alfabetización. En 1842, se confirmó que sólo ocho (o 13,3%) de esos sesenta artículos se confirmaron por evidencia arqueológica. Entonces, a mediados del siglo XIX, la arqueología no apoyó las afirmaciones formuladas por El Libro de Mormón.

A medida que los esfuerzos arqueológicos han arrojado luces sobre el Nuevo Mundo de la antigüedad, se ha confirmado como evidencia a cuarenta y cinco de los sesenta artículos (75%) en el año 2005. Treinta y cinco de los objetos (58%) han sido definitivamente confirmados como evidencia arqueológica y diez objetos (17%) han recibido posible confirmación – tentativa, pero no completamente verificada. Por lo tanto, como están las cosas en este momento, la evidencia arqueológica del actual Nuevo Mundo tiende a verificar las afirmaciones hechas por el Libro de Mormón (John L. Clark), por eso la única evidencia firme e inmutable es la que enseña la Iglesia y es que el Espíritu señale a tu corazón su veracidad a traves de una invitación sincera a Nuestro Padre Celestial.

Es solo un tema de tiempo e investigación que la arqueología continúe avalando la veracidad del libro de Mormón. Hace unos días vi un reportaje del History Chanel en el que se mencionaba que solo se ha investigado el 1% de todas las ruinas que existen actualmente en América, el 99% aún continua en el misterio y enterradas esperando entregar sus verdades una vez que existan los recursos y el pasar del tiempo permita un trabajo investigativo en toda América.

21 noviembre 2009

Espadas en El Libro de Mormón



Hablar de espadas de acero en El Libro de Mormón e imaginarse un ejército con ellas, es muy poco lógico y habla de un pobre estudio del Libro.

Primero consideremos la arqueología en el medio oriente. Que un arqueólogo encuentre una espada en ese lugar, se convierte en algo poco común, ya que es muy difícil encontrarlas, a pesar de que en el medio oriente las condiciones climáticas deberían conservarlas mejor que acá en el nuevo mundo.

En primera instancia si son armas escasas, como en el caso del Libro de Mormón, el pensar que alguien la dejara tirada es absurdo, ya que si alguien moría en una guerra usándola ésta era recuperada por su enemigo y eso especialmente en América donde el metal era mucho mas escaso que en el medio oriente.

El Libro de Mormón indica que al menos algunas espadas eran de metal. Solo algunas, no las de todo el ejército,  el sugerir esto es un error.

Nefi dice que el trajo una Espada del viejo mundo, "la espada de Laban". Sabemos que esta espada fue traspasada de líder a líder. Las espadas metálicas eran muy escasas y usadas excepcionalmente. Veamos.

Una de las primeras referencias de espadas en El Libro de Mormón es en una guerra donde el príncipe Shule quien se describe como fuerte en juicio (Eter 7:8), narra que él fundió metal y formó espadas para los que habían salido con él; después dio batalla con Corihor y obtuvo el reino. Solo habla que este príncipe tenia el conocimiento sobre la fundición de metales, luego el pasaje no dice si el traspaso su conocimiento y en toda la historia Jaredita no se vuelven a mencionar las espadas.

Después de esto Nefi dice traer una espada del viejo mundo y en base a ésta, fabrica otras. No dice que para todo un ejército, si no que perfectamente podrían ser solo ser algunas.

Algo sobresaliente aquí, es que la descripción de Nefi habla de una espada de doble filo, y efectivamente las espadas de esa época y del lugar en que provenía Nefi eran de doble filo. ¿Coincidencia?. Interesante punto que después se vuelve a mencionar con la espada de Jarom.

Entonces, los versículos indican que las espadas eran escasas y usadas por la elite, los líderes, príncipes o capitanes, pero en ningún caso, todo un ejército. 

En Jacob se habla del rey Mosiah, se anuncia que para defender al pueblo estaría dispuesto a tomar la "espada de Laban". Si las espadas fuera algo común, ¿que necesidad tendría de especificar la espada a utilizar?

Investigaciones modernas en América del norte hablan de manejo del cobre y los estudiosos se preguntan por qué este conocimiento no fue traspasado a otras culturas de América. En el Libro de Mormón ocurre lo mismo, muy pocos conocían el trabajo del metal, que pudo ser conseguido por ejemplo de los meteoros.

¿Existían espadas en Mesoamérica?.

Si, al macahuitl, el arma de madera y obsidiana que usaban los guerreros, se le llamó espada por muchos historiadores. A continuación, ejemplos de libros y citas en que esto se menciona:
  • Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España, trad. Doris Heyden (Norman: University of Oklahoma Press, 1994), 66, 76, 109, 135, 139, 150, 152–53, 171, 198, 279, 294, 323, 375, 378, 412, 428, 437, 441, 451, 519, 552–53; 
  • Diego Durán, Book of the Gods and Rites and the Ancient Calendar , trans. Doris Heyden (Norman: University of Oklahoma Press, 1994), 66, 76, 109, 135, 139, 150, 152-53, 171, 198, 279, 294, 323, 375, 378, 412, 428, 437, 441 , 451, 519, 552-53; 
  • Diego Durán, Libro de los dioses y ritos y el calendario antiguo, trad. Doris Heyden and Fernando Horcasitas (Norman: University of Oklahoma Press, 1971), 124, 178–80, 234, 236; 
  • El macuahuitl "era equivalente a la espada del Viejo Continente"; S. Francisco Clavijero, Historia de México, trans. Charles Cullen, 3 vols. Charles Cullen, 3 vols. (Philadelphia: Budd and Bartram, 1804), 2:165. (Filadelfia: Budd y Bartram, 1804), 2:165. Citado en la Plantilla: JBMS-5-1-7 Véanse las notas 4-5.

La traducción de José Smith también pudo usar el término espadas para definir el arma mesoamericana. 

Existe un versículo que puede aclarar esto; en Alma 24:11-13. Explican que sus espadas estaban manchadas con sangre, estas manchas no se podían quitar , haciendo una analogía con el arrepentimiento y cómo  las espadas milagrosamente podrían quedar limpias.

¿Esta alegoría sirve con una espada de metal?.

No, por que fácilmente puede ser quitada una mancha de sangre.

¿Esta alegoría sirve con una espada de madera y obsidiana?.

Si, ya que al mancharse la espada con sangre un milagro podría quitarla y dejarla brillante, la obsidiana al pulirla brilla.

Conclusión:

1.- Las espadas de metal son raras en El Libro de Mormón  por lo que se entiende totalmente que no se pudieran encontrar por lo escasas que son al mencionarlas en El Libro de Mormón.

2.- Muy pocas armas de cualquier tipo se han encontrado en excavaciones arqueológicas del viejo mundo, la falta de arqueología que aun es pobre en América y además las condiciones climáticas, hacen imposible su recuperación.

3.- Sí existían las espadas en América (madera y obsidiana) reconocidas como tales por historiadores e inclusive registradas como tales por los conquistadores españoles, por ejemplo en el código Florentino.

4.- Algunas de las descripciones de espadas en El Libro de Mormón tienen más sentido si estas son espadas de madera y obsidiana.

5.- El término espada, solo es exclusivo en algunos versículos, donde se menciona espadas en plural, perfectamente así como muchos historiadores, José Smith tradujo por espadas el macuhuitl.

20 noviembre 2009

La acusación: ¿Por qué un Dios justo “maldeciría” a los lamanitas con “una piel de color oscuro” (2 Nefi 5:21)?

Por: Jack R. Christianson
www.endefensadelarestauracion.blogspot.com.



Es verdad que El Libro de Mormón dice que los lamanitas tenían una piel de color oscuro que cayó sobre ellos. Sin embargo, no es verdad que la piel de color oscuro fue una maldición a ellos. Al inicio del segundo capítulo del libro, Laman y Lemuel, los hijos rebeldes del profeta Lehi, fueron advertidos que si ellos continuaban en su maldad, serían apartados de la presencia del Señor. Esta separación de la presencia del Señor sería la maldición, no el color de su piel. En 1 Nefi 2:21, 23 se lee:

“Y según se rebelen tus hermanos contra ti, serán separados de la presencia del Señor.

“Porque he aquí, el día en que se rebelaren contra mí, yo los maldeciré con penosa maldición, y no tendrán ningún poder sobre tu posteridad, a menos que ella también se rebelare contra mí.”
Ellos no se arrepintieron ni cambiaron, y de esta manera cuando las familias se dividieron en 2 Nefi, capítulo 5, la maldición fue traída a efecto. Se lee en 2 Nefi 5:20-24:
“Por tanto, se cumplió la palabra que el Señor me habló, diciendo: Por cuanto ellos no quieren escuchar tus palabras, serán separados de la presencia del Señor. Y he aquí, fueron separados de su presencia.

“Y él había hecho caer la maldición sobre ellos, sí, una penosa maldición, a causa de su iniquidad. Porque he aquí, habían endurecido sus corazones contra él, de modo que se habían vuelto como un pedernal; por tanto, ya que eran blancos y sumamente bellos y deleitables, el Señor Dios hizo que los cubriese una piel de color obscuro, para que no atrajeran a los de mi pueblo.
“Y así dice el Señor Dios: Haré que sean repugnantes a tu pueblo, a no ser que se arrepientan de sus iniquidades.
“Y malditos serán los descendientes de aquel que se mezcle con la posteridad de ellos; porque serán maldecidos con la misma maldición. Y el Señor lo habló; y así fue.
“Y a causa de la maldición que vino sobre ellos, se convirtieron en un pueblo ocioso, lleno de maldad y astucia, y cazaban animales salvajes en el desierto.
Por estos versículos parecería evidente que la maldición fue ser aislados de la presencia de Dios, o en otras palabras, experimentaron una pérdida del Espíritu Santo. Esto, entonces, fue la causa de su pereza, vandalismo, sutileza, y corazones como pedernal. En relación a esta maldición y seña, el autor Daniel Ludlow ha dicho:
“Esta es la única referencia en todo el Libro de Mormón donde un adjetivo definido de color ["negrura"] se usa para referirse a esta seña. Todas las otras referencias lo llaman una ‘piel de oscuridad’ o una ‘piel oscura.’ Es interesante notar que los términos ‘negrura’ y ‘oscura’ son intercambiables en el hebreo. Incluso en el hebreo moderno no es inusual para algunos traductores diestros escoger oscura como la mejor traducción (Book of Mormon Companion, página 132).
Por lo tanto, la palabra “negrura” podría y posiblemente debería significar “oscura.” El color de la piel de uno no tiene nada que ver con el comportamiento. Tener el Espíritu o no tener el Espíritu, tiene todo que ver con el comportamiento de una persona. El presidente Joseph Fielding Smith aclara este punto. El dijo: 
“La piel oscura fue puesta sobre los lamanitas para que ellos pudieran distinguirse de los nefitas y evitar que los dos grupos de personas se mezclaran  La piel oscura fue un signo de esta maldición. La maldición fue el retiro del Espíritu del Señor. La piel oscura…no se considera más un signo de la maldición. Muchos de estos conversos son deleitables y tienen el Espíritu del Señor” (Answers to Gospel Questions, 1:123-24).
Alma 9:14 reitera las enseñanzas del presidente Smith:
“Ahora quisiera que recordaseis que los lamanitas, por cuanto no han guardado los mandamientos de Dios, han sido separados de la presencia del Señor. Vemos, pues, que la palabra del Señor se ha cumplido en esto, y los lamanitas han quedado separados de su presencia, desde el principio de sus transgresiones en esta tierra.” 
De nuevo, la maldición es estar separados de la presencia del Señor, no el color de la piel. Donde muchos se confunden en este asunto, es cuando leen en Alma 3:6-10:
“Y la piel de los lamanitas era obscura, conforme a la señal que fue puesta sobre sus padres, la cual fue una maldición sobre ellos por motivo de su transgresión y su rebelión en contra de sus hermanos Nefi, Jacob, José y Sam, que fueron hombres justos y santos.
“Y sus hermanos intentaron destruirlos; por lo tanto, fueron maldecidos; y el Señor Dios puso una señal sobre ellos, sí, sobre Lamán y Lemuel, y también sobre los hijos de Ismael y en las mujeres ismaelitas.
“Y se hizo esto para distinguir a su posteridad de la posteridad de sus hermanos, para que por ese medio el Señor Dios preservara a su pueblo, a fin de que no se mezclaran ni creyeran en tradiciones incorrectas que causarían su destrucción.
“Y aconteció que quien mezclaba su simiente con la de los lamanitas traía la misma maldición sobre sus descendientes.
“Por tanto, todo el que se dejaba desviar por los lamanitas recibía ese nombre, y le era puesta una señal.”
Así que, la señal se convirtió en una maldición pero esa no era la maldición. Llegó a ser una maldición porque las personas participaron de la maldad de los lamanitas. Joseph Fielding McConkie y Robert L. Millet se pronunciaron sobre este punto cuando escribieron: “Debido a su iniquidad, los lamanitas fueron maldecidos con una ‘piel de oscuridad.’ Nuestro texto nos dice que ellos fueron maldecidos a fin de que no fueran atractivos para los nefitas. El Antiguo Testamento contiene amplia evidencia que cuando los hijos de Israel se casaban fuera del convenios, eran disuadidos de la veneración de la verdad y del Dios viviente, y rápidamente aceptaban la idolatría de los cananeos”.(Doctrinal Commentary on the Book of Mormon, 1:123-24).

La evidencia de que esta señal llegó a ser una maldición viene de la historia en el mismo capítulo de Alma, cuando los amlicitas se señalaron a sí mismos y se unieron a los lamanitas:
“Ahora volveremos otra vez a los amlicitas, porque también sobre ellos fue puesta una señal; sí, ellos mismos se pusieron la señal; sí, una marca roja sobre la frente.

“De este modo queda cumplida la palabra de Dios, porque éstas son las palabras que él dijo a Nefi: He aquí, he maldecido a los lamanitas, y pondré sobre ellos una señal para que ellos y su posteridad queden separados de ti y de tu posteridad, desde hoy en adelante y para siempre, salvo que se arrepientan de su iniquidad y se vuelvan a mí, para que yo tenga misericordia de ellos.
“Y además: Pondré una señal sobre aquel que mezcle su simiente con la de tus hermanos, para que sean maldecidos también.
“Y además: Pondré una señal sobre el que pelee contra ti y tu posteridad.
“Y digo también que quien se separe de ti, no se llamará más tu posteridad; y te bendeciré a ti, y al que fuere llamado tu descendencia, desde hoy en adelante y para siempre; y éstas fueron las promesas del Señor a Nefi y a su posteridad.
“Ahora bien, los amlicitas no sabían que estaban cumpliendo las palabras de Dios cuando empezaron a marcarse la frente; sin embargo, se habían rebelado abiertamente contra Dios; por tanto, fue menester que la maldición cayera sobre ellos.
“Ahora bien, quisiera que entendieseis que ellos trajeron sobre sí mismos la maldición; y de igual manera todo hombre que es maldecido trae sobre sí su propia condenación” (Alma 3:13-19).
Los amlicitas se marcaron con rojo, y la maldición cayó sobre ellos, pero la piel oscura no cayó sobre ellos. Ellos mismos se distinguían de los nefitas por sus marcas y trajeron sobre sí la maldición de ser separados de la presencia de Dios.

Otro excelente ejemplo de la diferencia entre la señal y la maldición, es la historia de los anti-nefi-lehitas que se encuentra en Alma 23:17-18:
“Y sucedió que se pusieron el nombre de anti-nefi-lehitas; y fueron llamados por ese nombre, y dejaron de ser llamados lamanitas.

“Y empezaron a ser una gente muy industriosa; sí, y se volvieron amistosos con los nefitas; por lo tanto, establecieron relaciones con ellos, y la maldición de Dios no los siguió más.”
La maldición no los siguió más, pero sí la piel oscura por ser lamanitas de nacimiento. La piel oscura era la señal para distinguir a los dos grupos de personas. Cuando esa característica ya no fue necesaria, entonces ya no había necesidad de colores diferentes de piel. Las personas entonces se distinguían por buenas y malas, no claras y oscuras. Sólo a un grupo de personas les fue cambiado el color de su piel. Todas las personas rectas entre los nefitas y lamanitas que se habían unido contra la banda secreta de los ladrones de Gadiantón. La maldición y la señal fueron quitadas a los lamanitas en esta ocasión.
“Y les fue quitada su maldición, y su piel se tornó blanca como la de los nefitas;

“y sus jóvenes varones y sus hijas llegaron a ser sumamente bellos, y fueron contados entre los nefitas, y fueron llamados nefitas. Y así concluyó el año trece” (3 Nefi 2:15-16).
La palabra clave en el versículo 15 es “y”, la cual crea una diferencia distintiva entre la maldición y la señal.

18 noviembre 2009

La muerte de Labán

Gentileza de: Jorge Albarran Riquelme
www.mistraduccionessud.es.tl


En el primer capítulo del Libro de Mormón, nos vemos confrontados con la decisión que Nefi debe tomar de matar a Laban. Incluso el Espíritu debe razonar con él y recordarle las promesas divinas para él y su posteridad si es obediente a los mandamientos de Dios. Cuando Truman G. Madsen, un recientemente fallecido y renombrado profesor de la BYU, tuvo hace algunos años la oportunidad de compartir este episodio del Libro de Mormón con sus alumnos de medio oriente, le llamó la atención su reacción. Contraria a nuestra mentalidad occidental, ellos no podían comprender por qué Nefi se demoró tanto en cumplir con el mandato.

Al parecer, una de las razones más influyentes en la reacción inicial de Nefi fue el hecho de que nunca antes había derramado sangre inocente y que “[deseó] no tener que [matar a Labán].” (1 Nefi 4:10). No fue precisamente el argumento que el Espíritu le recordó de que “…es preferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad” (1 Nefi 4: 13) lo que prolongó su decisión. Por el contrario, Nefi, como judío, conocía este principio, y este es precisamente un punto que emerge como una evidencia arqueológica recientemente redescubierta a favor del Libro de Mormón.

En este sentido, me encontré una muy interesante presentación de video en YouTube de un miembro de la Iglesia, el hno. Kerry Shirts, de Idaho, Estados Unidos, y conocido como “The Backyard Professor”, (“El Profesor del Patio”). El hno Shirts señala en su sitio de YouTube que le encanta aprender idiomas antiguos. De hecho conoce el hebreo, griego, latín, alemán, francés, el egipcio hieroglifico, el árabe, el copto y el sánscrito. Además enseña hebreo gratis en uno de sus podcasts para que los miembros de la Iglesia puedan leer la Biblia en una de sus versiones originales. Además, ha sido invitado a clases de instituto y participado en diversas presentaciones sobre evidencias arqueológicas del Libro de Mormón y la Biblia, basadas en diversas fuentes antiguas.

En una de sus últimas presentaciones en video, sobre el tema de la muerte de Labán, titulado What is the issue with slaying Laban?!? (¿Cuál es el tema con matar a Labán?), el hno Shirts comienza citando a un famoso erudito SUD, el hermano John W. Welch, en su Libro “Ecoes and Evidences of the Book of Mormon” (“Ecos y Evidencias del Libro de Mormón”), donde se presentan evidencias desde el punto de vista legal. Se menciona la razón legal religiosa o el principio mediante el cual Labán debía ser ajusticiado: “…es preferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad” (1 Nefi 4: 13). Quinientos años más tarde, Corihor, el primer anticristo del Libro de Mormón, sufre la misma sentencia divina ante Alma, como Sumo Sacerdote y ante el juez superior (Alma 30:47). Nuevamente, se aplica el mismo principio en términos legales de la ley civil y religiosa en casos muy específicos. Uno no puede menos que recordar que el mismo principio lo aplicó el sumo sacerdote Caifás al Salvador: "nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.” (Juan 11: 50). Pero, nos podemos preguntar, si aplicaron esta ley en el tiempo de Cristo, ¿habrá algún precedente anterior en la Biblia?

El hermano Shirts cita a John Welch, a quién le llevó años encontrar la respuesta a esta pregunta. Y la halló accidentalmente al toparse con un artículo de un erudito titulado “The death of one for all: John 11:46-54 in Light of Judaic tradition” (“La muerte de uno por todos: Juan 11: 46-54 a la luz de la Tradición Judaica”) . El artículo mostraba que esta ley bíblica se aplicó en ciertas ocasiones específicas alrededor del 600 a. C., el cual es precisamente el rango de tiempo en que Lehí huye con su familia de Jerusalén y parte rumbo a una tierra prometida.

El precedente se encuentra en 2 Samuel 20. Las tropas del rey David perseguían a Seba, un rebelde político acusado de alta traición. Cuando Seba se refugió en la ciudad de Abel-bet-maaca, Joab, uno de los generales del Rey David, sitió la ciudad y demandó que le entregaran a Seba o destruiría la ciudad. Los ciudadanos de Abel-bet-maaca decapitaron a Seba y arrojaron su cabeza por sobre el muro de la ciudad. Sólo entonces, Joab y sus tropas se retiraron.

Otro caso, aunque más plenamente detallado en la tradición oral judaica del Antiguo Testamento, fue el de Joacim, rey de Judá, quien se sublevó contra el rey de Babilonia aproximadamente al mismo tiempo que Lehí dejó Jerusalén. Nabucodonosor exigió que le entregasen a Joacim o la nación entera sería destruida. Naturalmente, Joacím protestó, y según la tradición oral, argumentó diciendo: “¿Puede él [Nabucodonosor] sacrificar la vida de uno por la de otro?“. A lo que el consejo judío le respondió duramente: “Eso hicieron con Seba, hijo de Bicri.” Entonces, basándose en esta ley, entregaron a Joacim a Nabucodonosor, quien se lo llevó de regreso a Babilonia (2 Crónicas 36:6). Se presume que allá fue finalmente ejecutado.

De este modo, según afirma el hno Shirts, los casos de Labán y Corihor calzan perfectamente con esta antigua tradición judaica, la cual operaba bajo ciertas condiciones. Y es precisamente en el caso de Labán en el cual el Espíritu le indica a Nefi que debía ser aplicada. La reacción de Nefi nos muestra que para él era conocida, otra evidencia arqueológica más a favor del Libro de Mormón, cuyos profetas provenían del mismo trasfondo cultural bíblico. Sin embargo, la mayoría de los eruditos no habían tomado consciencia de esta ley antigua hasta muy recientemente en esta última década.

24 septiembre 2009

¿Cuándo apareció Jesús a los nefitas?

Por: Joseph Fielding Smith.
Tomado de Improvement Era.
gentileza: www.mundolds.blogspot.com.


La Pregunta: 'Hace algunos años me fue requerido hablar acerca de los acontecimientos sucedidos en el continente americano al tiempo de la primera Pascua. Al preparar mi discurso, estudiando descubrí que había pasado casi un año entre el tiempo de la crucifixión de Jesucristo y su aparición a los nefitas en el Templo que se hallaba en el país de Abundancia. 'Y sucedió que en el año treinta y cuatro, el cuarto día del primer mes, se levantó una tormenta...' (3 Nefi 8:5) 'Y he aquí, os mostraré que a la conclusión del año treinta y cuatro, se manifestaron grandes favores a aquellos que habían quedado del pueblo de Nefi.' (3Nefi 10:18)


Existen aún mal entendimientos entre nuestros miembros con respecto a estos acontecimientos. Quizás no sea de mucha importancia, pero, ¿querría por favor discutirlo?

La Respuesta: Es verdad que hay malentendidos entre los miembros de la Iglesia al respecto, pero una minuciosa lectura del relato nos aclarará el concepto. Un examen apresurado de las cosas, nos dejará la impresión de que hubo realmente una diferencia de casi un año entre su resurrección y su aparición a los nefitas y lamanitas que se habían salvado de las catástrofes que sucedieron a la Crucifixión; pero prestando mejor atención a las palabras escritas, encontraremos que sólo un corto tiempo hubo entre ambos eventos.

La falsa conclusión, de que prácticamente un año había pasado entre la resurrección del Señor y su aparición a las gentes de este hemisferio, ha sido publicada y ha estado circulando entre los miembros de la Iglesia. Por lo tanto, quiero yo pedir a mis hermanos y hermanas en la fe, y a todos los que lean El Libro de Mormón, que presten mucha atención a los detalles de la historia.

En 3 Nefi 8:5, encontramos que "en el año treinta y cuatro, el cuarto día del primer mes, se levantó una tormenta como jamás se había conocido en todo el país". Los versículos siguientes nos detallan la destrucción que siguió a ello. Esto, evidentemente, tomó lugar al tiempo en que Jesús estaba en la cruz. El capítulo 9 sigue con el relato de la destrucción y durante la catástrofe se oyó la voz de Jesucristo, manifestando el porqué del desastre:
"¡Oh vosotros, todos los que habéis sido conservados porque fuístes más justos que ellos! ¿No os vol-veréis a mí ahora, y os arrepentiréis de vuestros pecados, y os convertiréis para que yo os sane? . . ."He aquí, soy Jesucristo, el Hijo de Dios. Yo creé los cielos y la tierra, y todas las cosas que en ellos hay. Fui con el Padre desde el principio. Yo soy en el Padre y el Padre en mí; y en mí ha glorificado el Padre, su nombre." (3 Nefi 9:13, 15)
Todo esto sucedió mientras la gran oscuridad envolvía la tierra, y Mormón explica entonces a través de los capítulos noveno y décimo, la terrible destrucción que se llevará a cabo. Concluye él el décimo capítulo con estas palabras:
"Y he aquí, os mostraré que a la conclusión del año treinta y cuatro, se manifestaron grandes favores a aquellos que habían quedado del pueblo de Nefi, así como a los que se habían salvado de los que se llamaban lamanitas, y se derramaron grandes bendiciones sobre sus cabezas, al grado que poco después de su ascención al cielo, Cristo verdaderamente se manifestó a ellos;
"Y les mostró su cuerpo y ejerció su ministerio a favor de ellos; y más adelante se hará una relación de su ministerio. Por tanto, concluyo por ahora lo que iba diciendo". (3 Nefi 10:18-19; Cursiva del autor.)
Aquí el declara que sólo "poco después" que el Señor ascendiera al cielo tuvo lugar su aparición a los nefitas y lamanitas, en este continente. Y la ascensión del Señor fue en el día de su resurrección, después de su aparición a María al pié de la tumba y antes de su manifestación ante sus discípulos, aquel mismo día.

La razón por la cual Mormón suspende a esta altura su relato, no la sabemos. Indudablemente escribía durante los días de la gran contienda entre nefitas y lamanitas, y es muy posible que alguna imprevista emergencia haya sucedido por lo cual debió suspender sus registros temporalmente. Sin embargo, continúa su historia retomando el tema y expresa que se hallaba reunida una gran multitud en los alrededores del templo que se hallaba en el país de Abundancia. Es obvio suponer que esta gran reunión se llevó a efectos immedíatamente después de haber cesado el espantoso período de oscuridad. Leemos que todos estaban "maravillados y asombrados entre sí" y "mostrándose los unos a los otros el grande y maravilloso cambio que se había verificado". (3 Nefi 11:1)
Mientras ellos se maravillaban y se hacían notar uno a otro estos cambios y conversaban entre sí, oyeron una voz. 'No era una voz áspera ni fuerte; no obstante, a pesar de ser una voz suave, llegó hasta el centro de los que la oyeron, de tal modo que no hubo parte de su cuerpo que no hiciera estremecer; sí, los penetró hasta el alma, e hizo arder sus corazones." (3 Nefi 11:3)
"Y aconteció que según entendían, dirigieron la vista hacia el cielo otra vez; y he aquí, vieron a un Hombre que descendía del cielo; y llevaba puesta una túnica blanca; y descendió y se puso en medio de ellos. Y los ojos de toda la multitud estaban en él, y nadie se atrevía a abrir la boca, ni siquiera el uno al otro, para preguntar lo que significaba, porque suponían que era un ángel que se les había aparecido." (3Nefi 11:8)
El hecho de que la multitud estuviera aglomerada en las adyacencias del templo comentando uno con otro acerca de los grandes cambios ocurridos, es evidencia de que esto fue un acontecimiento inmediato a la resurrección del Señor. Si esto hubiera ocurrido un año más tarde, las gentes estarían familiarizadas con estos cambios y ya no tan maravilladas como Mormón relata que estaban. Era con gran asombro y admiración que ellos se habían congregado para comentar acerca de los acontecimientos.

Además, no es lógico suponer que Jesús hiciera esperar a los nefitas y lamanitas que habían permanecido fieles, por todo un año antes de aparecerse a ellos y darles instrucciones con relación a la clausura del período durante el cual estuviera en vigencia la ley de Moisés y la inauguración de una dispensación en la que la plenitud del evangelio era introducida a ellos.

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