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26 junio 2011

Caballos Indígenas


Rocío Betelu Jeldez, de Argentina realizó la traducción de este excelente artículo sobre caballos en la América antigua, contestando cualquier duda sobre su existencia en la época del libro de Mormón, ya que desde la época de José Smith se creía que los caballos fueron introducidos por los Españoles a este continente. Del mismo modo, quienes aun desconocen esta evidencia, siguen pensando lo mismo.
El artículo fue escrito por el investigador Daniel Johnson, autor del libro "An LDS Guide to Mesoamerica" quien amablemente nos autorizó a traducir y publicar esta investigación y otras que próximamente estarán disponibles al lector. Además, Daniel nos impartió recientemente una interesante Charla online desde EE.UU. sobre "Mesoamerica y El Libro de Mormon".


Comparaciones del Libro de Mormón

Caballos Indígenas

Por Daniel Johnson
Traducción: Rocio Beteul Jeldez Argentina

“Y ocurrió que encontramos en la tierra de promisión, mientras viajábamos por el desierto, que había animales de toda especie en los bosques, tanto la vaca como el buey, y el asno, y el caballo, y la cabra, y la cabra montés” (1 Nefi 18:25).

Con estas escasas palabras, Nefi provocó una larga controversia moderna. La sóla mención de la existencia de caballos en la América Antigua ha convertido al Libro de Mormón un blanco de críticas a lo largo de los años. Después de todo, es de conocimiento público que los caballos fueron introducidos en las Américas por los españoles, ¿no es verdad? ¿No es eso lo que nos enseñaron a todos en la escuela?

Los apologistas SUD han ofrecido distintas explicaciones posibles para responder a este aparente anacronismo. Una explicación popular es que Nefi está usando la palabra “caballo” para describir un gran mamífero desconocido para él. Esta es una respuesta válida, ya que los animales desconocidos pueden ser difíciles de nombrar. El Hipopótamo obtuvo su nombre de los Griegos, quienes decidieron llamar a este extraño animal un “caballo del agua”, aunque nadie en la actualidad confundiría a los dos animales. ¿Hicieron Nefi y sus subsecuentes registradores sencillamente lo mismo? Es interesante notar que de los seis animales mencionados, hay realmente sólo tres especies principales descritas: el buey y la vaca son méramente términos específicos de género para referirse a los bovinos, el asno y el caballo son realmente ejemplares muy similares, y cuál es la diferencia entre una cabra y una cabra montés? Los nombres que Nefi eligió serían un excelente tema para un estudio ulterior, pero eso está fuera del propósito de este artículo.

El mamífero nativo más grande comunmente conocido, que ha habitado antiguamente estas áreas, es el tapir. Se ha hecho la sugerencia de que quizás ese era el “caballo” al cual Nefi se refería. A primera vista, este no es un mal argumento. De acuerdo con el cura español Diego de Landa, “Hay tapires... Son del tamaño de mulas comunes, son muy rápidos, con pezuñas partidas como el ganado... Ellos (los Mayas) los llaman tzimin, y por esto le dieron este nombre a los caballos”.

Es interesante que los Mayas utilizaran su propio término para referirse a los tapires y  a los caballos españoles. No tenían otro nombre para esos extraños animales, así que decidieron lo siguiente: nombrarlos según un animal que ya conocían y que encontraban similar. ¿Hizo Nefi lo mismo pero a la inversa llamando caballos a los tapires?

Dentro de todo, esta explicación tiene sentido, pero no persuade a muchos oponentes del Libro de Mormón. Y parece que deberíamos ser capaces de establecer un mejor desafío para los críticos. ¿Qué tal si Nefi y sus sucesores realmente escribieron acerca de los caballos tal como los conocemos? Se a hecho el anuncio, por muchos autores SUD, de que se han visto caballos en el arte mesoamericano de vez en cuando, pero estas imágenes son en ocasiones difíciles de rastrear y a menudo son muy subjetivas. Un ejemplo intrigante se encontró en Chichén Itzá. Está localizado al lado de un edificio llamado el Templo de los Paneles de Pared. En sus costados norte y sur, tiene bloques esculpidos con escenas de diversos animales. Uno de los bloques muestra una imagen que ha sido interpretada por algunos eruditos SUD como un hombre de pie al lado de un pequeño caballo. Se muestra aquí esa imagen con un contorno añadido para demostrar que los detalles persisten en la desgastada fachada. Ciertamente puede ser un caballo, pero es difícil saberlo con seguridad. El tallado es definitivamente precolombino, pero la mayor parte de la construcción en Chichén data de los siglos IX y X d.C. mucho después del sellado del Libro de Mormón. Esto significaría que el conocimiento de la existencia de caballos sobrevivió por un largo tiempo, si es que los verdaderos animales no lo hicieron. Si no es una representación de un caballo, sino de otro animal en concreto, entonces el único candidato conocido es el tapir. Esta y otras escasas imágenes son fascinantes, pero no deberían ser tomadas como prueba. No convencen a los críticos tampoco.

Afortunadamente, hay una fuerte evidencia de la existencia de caballos en la antigua Mesoamérica. Lo que puede resultar sorprendente es que este no es un anuncio controversial y se ha conocido por algún tiempo. En 1895, Henry Mercer exploró 29 cuevas en la Península de Yucatán buscando evidencia de habitación pehistórica. En las Cuevas de Lotlún en Yucatán encontró los huesos de muchos animales antiguos, pero no fósiles. Entre su excavación y 1977, fueron encontrados huesos de caballos antiguos en Huechil Groto, en este mismo sistema de cuevas. Exactamente cómo llegaron allí resulta desconocido, pero es probable que hayan sido traídos por los habitantes primitivos ya que se cree que los hombres originarios cazaban a los caballos nativos. Debido a que estos huesos no están fosilizados, hay un límite de qué tan antiguos podrían ser. Una acotación atormentadora (pero rara vez mencionada) es que este caballo permanece en algunas cuevas donde fue encontrado junto a vasijas y otros artefactos humanos.

No hemos encontrado ninguna información de la antigüedad de los mismos, pero está en duda que las personas fuera de la Iglesia estarían tan interesadas en esta temática como nosotros lo estamos. La falacia de que los caballos no son nativos de este hemisferio y que fueron introducidos por los europeos aún se mantiene con nosotros, aunque este y otros ejemplos de caballos antiguos han sido conocidos por muchas décadas. El hecho de que hayan sido encontrados en esta área de la cueva indica casi certeramente el contacto con el hombre antiguo; esto no puede ser negado por más tiempo. La única pregunta es cuándo y por qué (o si) los caballos fueron extintos en este hemisferio.

Otros huesos de caballo han sido descubiertos en áreas cercanas del Yucatán. Además de los hallazgos de Mercer, otras cuevas han arrojado restos similares. Se encontraron dientes de caballo en Ch' en Mul, en Mayapán, un importante sitio postclásico en la península. Como en los ejemplos anteriores, fueron encontrados entre fragmentos de vasijas, y a juzgar por su localización y grado de mineralización, se piensa que son precolombinos también. Al menos para 1957, esta información había sido publicada en las revistas científicas. Los expertos tuvieron que admitir que realmente habían caballos precolombinos en el Yucatán, pero no desearon implicar que fueron conocidos entre los mayas, estableciendo vagamente que los restos debían ser de una época pre-maya. Aún más extraño, esta información aparentemente revolucionaria fue relegada a una sola página de la sección de Notas Generales, cerca del final del “Diario de Mastozoología”. Lo encontramos apretado entre “Tres registros adicionales de los ciervos hembra dotados de astas” y “Longevidad de los mamíferos en cautiverio”.

Aunque esta información ha estado disponible por décadas, los críticos han señalado la mención de los caballos en el Libro de Mormón como un anacronismo y una evidencia de su invención moderna. En el pasado, su inclusión pareció un poco problemática, pero debe recordarse que la creencia prevalente durante la época de José Smith (y en algún grado, aún en la nuestra) era que no había caballos en América antes de la llegada de los españoles así que ¿por qué mencionarlos siquiera? No obstante, según las explicaciones de Arnold Frieberg, el Libro de Mormón no dice nunca que alguien montó un caballo. De hecho, las referencias de ellos son infrecuentes. De acuerdo con Eter 9:19, los Jareditas tenían caballos. Estos aparentemente permanecían aún cuando la familia de Lehi llegó a tierra, porque Nefi los menciona brevemente junto con otros animales de gran tamaño en 1 Nefi 18:25. Algunas generaciones después, Enós 1:21 relata que los Nefitas tenían muchos caballos entre sus rebaños. El rey lamanita, Lamoni, se describe como poseedor de caballos y carros en Alma 18:9-10. En Nefi 6:1, los nefitas todavía tenían caballos entre sus animales cuando retornaron a sus tierras luego de luchar contra los ladrones de Gadiantón.

Ahora que sabemos que los caballos realmente vivieron al menos en la Península de Yucatán mientras esta estaba habitada, ¿hay alguna forma de saber cuánto tiempo estuvieron allí? El artículo en el “Diario de Mastozoología” simplemente establece que esto fue durante una “época pre-Maya”. Esta es una declaración muy amplia. Mayapán fue la última gran capital Maya, que floreció luego del colapso de Chichén Itzá hasta aproximadamente 1440 d.C. Es seguro decir que no había caballos en Yucatán ni en ninguna otra parte de Mesoamérica para entonces. Pero, ¿que tal si algunos caballos sobrevivieron en áreas lo suficientemente remotas y en números lo suficientemente pequeños como para no ser notados por los conquistadores españoles?

Tal posibilidad existe. Una raza de caballo, conocida alternativamente como el “Bashkir rizado” o el “Rizado norteamericano”, es inusual no sólo por su manto rizado e hipoalergénico. Sus orígenes permanecen todavía desconocidos y son el sujeto de mucho debate. Baskir es una región de Rusia, que no tiene caballos con manto rizado. Sin embargo, el Lokai, una raza de Tajikistán, a veces tiene el pelaje crespo. El “Rizado de norteamérica” puede haber descendido de estas u otras razas asiáticas, pero a principios de 1800, Charles Darwin notó caballos rizados en Sudamérica mucho antes de alguna documentación conocida de su transporte desde Asia. No puede demostrarse ninguna conexión entre los Rizados norteamericanos y los Bashkirs. Cómo el caballo rizado llegó a las Américas es aún un misterio, a pesar del corriente estudio e investigación. Hay incluso cierta especulación fuera de la comunidad SUD, entre expertos en equinos de que los rizados podrían haber cruzado a través del estrecho de Bering desde Asia en la antigüedad y sobrevivido hasta épocas modernas, convirtiéndose esencialmente en una raza nativa americana. Entonces pudieron haber pasado desapercibidos para los colonos Europeos hasta el siglo XIX. ¿Podrían estos ser los caballos de Nefi?

Esto sin decir que las culturas Mesoamericanas identificadas actualmente no tenían animales de carga hasta donde sabemos. Ni hay alguna evidencia de carros más allá de literas cargadas por sirvientes, así que los carros y caballos del rey Lamoni son una anomalía. Los carros sólo son mencionados esta única vez entre los lamanitas, y una vez entre los nefitas, usados durante una evacuación a gran escala. Pequeñas figuras rodadas identificadas como juguetes han sido encontradas y son facilmente reconocidas por eruditos no-SUD, pero no han sido encontrados ejemplares prácticos, a gran escala. ¿Qué eran estas figuras animales dotadas de ruedas? Se ha sugerido que no serían juguetes si habían sido enterradas con adultos, así que debe haber un importante simbolismo detrás de la forma de la rueda. Es aún un misterio que no ha sido explicado completamente el por qué estas culturas posteriores al Libro de Mormón, que eran avanzadas en tantas maneras aparentemente no pusieron en práctica este principio que entendían claramente.

Quizás, algunas culturas americanas antiguas si utilizaron la rueda sin dejar ningún rastro de su uso, que ha sobrevivido los siglos. Tal vez los “carros” del Libro de Mormón no tenían ruedas en absoluto y eran usados como transporte personal, ya que su propósito nunca está identificado completamente. Quizás los caballos nativos que habían estado en esta área desde tiempos prehistóricos sobrevivieron y fueron domesticados un poco por algunos pueblos del Libro de Mormón. Puede que nunca lo sepamos con seguridad, pero los hallazgos en Loltún y otras localidades en Yucatán afirman que los caballos estaban en América antiguamente y sirvieron al menos con un propósito para el hombre primitivo, el de la comida. No es irracional sugerir que una población sobrevivió más tiempo del que actualmente se cree. El hecho de que hayan sido encontrados huesos y dientes de caballos nativos antiguos, pero no fosilizados, en conexión con fragmentos de alfarería hace esta hipótesis aún más plausible. La última mención de caballos en el Libro de Mormón ocurre en los rudos 26 d.C. ¿Estaban extintos para el fin del registro? Es posible. Esto podría explicar por qué los Aztecas y los Mayas que encontraban los caballos españoles estaban tan confundidos, al no haber visto nunca nada como ellos antes.

La gran evidencia de caballos precolombinos significa que no debemos ser apologistas acerca de su aparición en el libro de mormón, ni tenemos que ir a largas distancias para explicarlos. Aún hay algunos elementos controvesiales en el registro escritural que puede que nunca seamos capaces de explicar, pero la existencia de caballos en la América antigua no es uno de ellos. El caso está cerrado en ese tema. Cuando los llevadores de registros nefitas escribieron acerca de caballos, aparentemente se referían a caballos tal como los entenderíamos nosotros. La única pregunta que queda es si tenían manto rizado o no.

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