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04 octubre 2011

La Biblia de las Américas

Autor: Judith T. Roiz.


No recuerdo exactamente en qué momento comencé a pensar que en alguna parte tenían que existir registros religiosos de los antiguos pueblos de América; sólo sé que, después de años de investigación religiosa, descubrí en mí esta convicción.

Desde que era niña había asistido a una iglesia protestante, pero en mi adolescencia ya rechacé la idea del Dios rencoroso y vengativo que me habían enseñado y empecé a tratar de encontrar la verdad por medio de un estudio personal que estaba basado en la Biblia y que duró cinco años. Yo estaba segura de que este libro sagrado tenía que contener los principios de la verdadera Iglesia.

Estudié, además, libros donde esperaba encontrar respuesta a la pregunta que me tenía perpleja: "¿Cuáles serían las características temporales y espirituales de la Iglesia verdadera?"

Esto era para mí como un rompecabezas, donde cada respuesta que pudiera encontrar sería otra pieza para llegar a la solución final; sentía que era importante que hallara esas piezas, porque mediante ellas me sería posible reconocer aquello que tan desesperadamente andaba procurando. Además de estudiar, traté de conocer personas que estuvieran interesadas en ciencia, historia y religión, y hablé con ellas respecto al tema que me intrigaba.

Por alguna razón que desconocía, me fascinaba el estudio de las civilizaciones antiguas, las pirámides de Egipto y las ruinas de América. ¿Cómo habían podido los mayas desarrollar su calendario? ¿Dónde se originaron los incas? ¿Sería Colón el primer hombre que había venido a América? 

Encontraba yo demasiada evidencia de un intenso intercambio entre el Viejo y el Nuevo mundo como para creer esto. Después de leer escritos antiguos de historia y religión, me convencí de que Cristo no había limitado a los judíos su ministerio terrenal; y, aunque parecía extraño, empecé a sentir intenso interés por los antiguos pueblos que habían habitado América. Poco a poco llegué a pensar que en alguna parte tenía que existir lo que yo llamaba, a falta de un mejor nombre, una "Biblia de América". Sin embargo, no lograba encontrar muchos escritos antiguos de sus primeros habitantes, porque los españoles los habían destruido todos en la época de la conquista. No obstante, no podía dejar de pensar en lo curioso que resultaba el hecho de que los indios americanos hubieran recibido al conquistador español como el ''Dios blanco que vendría desde el Este".

Hacia el final de mi larga búsqueda y después de todo lo que había leído, tenía una idea bastante definida de algunos de los principios que debería enseñar la verdadera Iglesia:

Tendrían que enseñar que Dios el Padre es un Dios de amor; el Espíritu Santo debería ser parte activa de la fe; la Iglesia tendría el poder de sanar al enfermo y consolar al afligido; enseñarían que hay otra vida después de la muerte; tendrían el don de profecía; presentarían una explicación lógica del Libro de las Revelaciones (Apocalipsis); enseñarían que las verdades científicas y las religiosas, lejos de ser contrarias, se complementan unas a otras; tendrían que creer que hay otros mundos como el nuestro, donde existe la vida; y algunos otros principios que no mencionaré aquí.

Por entonces, segura ya de que gran parte de la verdad religiosa no se encontraba en la Biblia que conocemos hoy, decidí concentrarme en el estudio de las civilizaciones Inca, Maya y Azteca, donde tenía la certeza de poder encontrar la clave de la religión verídica, si tan sólo pudiera aprender a descifrar los códigos del lenguaje. Nunca me pude explicar porqué habría yo de empeñarme en algo semejante, cuando durante siglos los eruditos lo habían intentado sin mayores éxitos. No obstante, compré dos libros en desuso, uno sobre idiomas y otro sobre lenguas antiguas, y empecé a estudiar los jeroglíficos egipcios. 

Pienso que fue en aquel momento que el Señor decidió mostrarme su misericordia. A medida que estudiaba, iba anotando lo que yo consideraba serían las características de la Iglesia verdadera, y de
cuando en cuando llamaba a una buena amiga para compartir con ella mis conceptos. Cada vez que le nombraba una condición que "mi" Iglesia tendría que reunir, ella me respondía: "¡Pero si eso es lo que los mormones creen!" o "Lo que me dices parece doctrina mormona". 

Es extraño, pero en toda mi búsqueda nunca me había puesto en contacto con alguien que perteneciera a la mencionada fe.

Después de algunas semanas de similar intercambio con mi amiga, finalmente decidí pedirle prestado su libro de Doctrina y Convenios; lo leí inmediatamente, luego leí "Los Artículos de Fe", por James E. Talmage. Después, llamé por teléfono a la oficina de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y pedí que me enviaran misioneros.

Las cosas que éstos me enseñaron no me resultaban nuevas, sino que había aprendido a creer en ellas a través de los largos años de mi búsqueda. Cuando finalmente, el líder de zona que me entrevistó para el bautismo, me leyó escrituras de los hermosos pasajes de 3 Nefi, donde habla de la visita del Señor, con lágrimas en los ojos yo sólo podía repetir: 

"¡Lo sabía!, lo sabía!, ¡Ya sabía yo que Cristo tenía que haber visitado América!"

Después de mi larga jornada  había encontrado, por fin, la "antigua Biblia de las Américas".

28 julio 2009

Joseph Fielding Smith: Testigos del Libro de Mormón

Preguntas contestadas por Joseph Fielding Smith, Presidente del Consejo de los Doce Apóstoles en relación a los testigos del Libro de Mormón.

Enviado por Edwin Ticona.



Estimado hermano Smith: 

Siempre me ha resultado misterioso, el hecho de que los tres testigos de la autenticidad del Libro de Mormón se pudieran apartar de la Iglesia después de haber recibido tan maravilloso testimonio y de haber estado en presencia de un mensajero celestial. El hecho de que lo hicieron, se contradice, según mi opinión, en gran manera con su solemne declaración expresada en el testimonio que está publicado en cada volumen del Libro de Mormón, y a pesar de que se apartaron de la Iglesia, hasta el momento de su muerte sostuvieron su historia como verdadera. Hubiera sido mucho mejor si se hubieran mantenido fieles a la Iglesia durante toda su vida, ¿verdad?

Rspuesta: Al considerar la actitud de estos testigos, debemos tener en cuenta varias cosas. El hecho más importante, es que a pesar de que perdieron su calidad de miembros, cada uno se mantuvo fiel a su testimonio, hasta su muerte. Nunca hubo sombra de dudas. Este testimonio fue para ellos tan verdadero en sus últimos días de vida como lo fue el día en que firmaron el documento que aparece en cada volumen del Libro de Mormón.

Oliverio Cowdery y Martin Harris, hundidos en las profundidades de la humildad, hallaron su camino nuevamente en la Iglesia, y murieron fieles a la misma. David Whitmer, a pesar de que nunca volvió a la Iglesia, se mantuvo firme en cuanto a su testimonio y se las arreglo para edificar su propia iglesia. Martin Harris, en sus ultimo años de vida, emigró hacia los valles en las montañas y murió entre los Santos de los Últimos Días. Oliverio Cowdery murió fiel a la iglesia y David Whitmer, a pesar de que tuvo la idea de que nuestra iglesia estaba yendo por el camino equivocado, se rodeó de una organización que según él, estaba integrada por los verdaderos partidarios del Profeta José Smith.

Personalmente, siempre he tenido mucha simpatía por David Whitmer. Considero que fue un hombre honrado, pero se dejó llevar por la convicción de los demás. En su honor debe decirse que en su lecho de muerte dio testimonio de la venida del Libro de Mormón y afirmó que tanto el como Oliverio Cowdery y Martin Harris habían dado su testimonio voluntariamente. Hubo ocasiones en que ciertos individuos conspiraron para hacerle negar su testimonio, pero nunca lo lograron. En cierta ocasión, los Élderes Orson Pratt y Joseph F. Smith, en oportunidad de visitar Misuri, lo fueron a ver y tuvieron una entrevista con él. Estuvo contento de verlos y parte de su conversación giró sobre acontecimientos de la temprana existencia de la Iglesia. 

En esta ocasión, David Whitmer dio su testimonio acerca de la venida del Libro de Mormón, testimonio que no difirió en absoluto con el original bajo el cual aparece su firma, la de Oliverio Cowdery y la de Martin Harris. De hecho, a pesar de que nunca trató de volver a la Ilesia, su error consistió en que pensó que tenía derecho a organizar su propia iglesia. Lamentablemente no siguió a Oliverio Cowdery y a Martin Harris, quienes murieron fieles a la Iglesia.

Permitidme que os llame la atención sobre ciertos hechos, de acuerdo a mi punto de vista. Si la historia de la venida del Libro de Mormón hubiera sido falsa, si Moroni nunca hubiera existido y si José Smith hubiese inventado el Libro de Mormón mediante trucos y fraude, entonces, este Libro hubiera estado lleno de errores, tanto doctrinarios como históricos, y dicho fraude hubiera quedado en evidencia ante cualquier persona inteligente que obtuviera una copia del mismo. 

Puedo desafiar a cualquier hombre, no importa cuan bien informado este, a que produzca una obra ficticia que se pueda comparar con el Libro de Mormón. He leído el libro varias veces, y cada vez gano más para mi progreso. 

¿Dónde podéis hallar una doctrina más inteligente, amplia y confortante que en las palabras de Mormón? Es más aun. Al leerlas, uno no puede evitar sentir que fueron declaradas por el Espíritu de Cristo:
“Pues he aquí, a todo hombre se da el Espíritu de Cristo para que sepa discernir el bien del mal; (y)… la manera de juzgar; porque toda cosa que invita a hacer lo bueno y persuade a creer en Cristo, es enviada por el poder y el don de Cristo; por lo que sabréis con un conocimiento perfecto, que es de Dios.

“Pero cualquier cosa que persuade a los hombres a hacer lo malo, y a no creer en Cristo, y a negarlo y a no servir a Dios, entonces sabréis, con un conocimiento perfecto, que es del diablo; por que de este modo es como obra el diablo, por que el no persuade a ningún hombre a hacer lo bueno, no, ni a uno solo; ni lo hacen sus ángeles, ni los que a él se sujetan.” (Moroni 7:16-17)
Un sentimiento como este, solo podría venir por medio del Espíritu Santo. Hay además otro hecho que se debe tener en cuenta en relación con el testimonio de los tres testigos. Si por cualquier razón hubieran formado parte de un fraude o hubieran inventado una historia relacionada con la venida del Libro de Mormón, es evidente que al estar en malas relaciones con la Iglesia, hubieran sido los primeros en revelar el fraude. Pero por el contrario, el hecho de que todos ellos permanecieran fieles a su testimonio hasta su muerte, a pesar de que en ocasiones se les hizo difícil vencer los problemas que se les presentaron, es una fuerte evidencia que tenemos de que los testigos declararon la verdad y que sus palabras fueron la verdad (1).

Fuente:
  1. Liahona, noviembre de 1966, pág. 248-249

29 diciembre 2008

El Testimonio de Martin Harris

¿Hipotecarías tu casa por algo falso que no te dará ninguna utilidad? Esta es la posición en que se encontró Martin Harris cuando José Smith le transcribió los caracteres del Libro de Mormón y los llevó para que un experto los revisara. Esta es una prueba de que el experto sí los confirmó, ya que él luego de esto hipotecó su granja para pagar la publicación del Libro de Mormón, otra prueba de su veracidad.


Sí hubiera entre los testigos un "Tomás que dudaba," me temo que sería Martín Harris.  Si recuerdan, Martín Harris fue quien en el bosque le dijo a José Smith y a los otros testigos: "Lo siento, José, pero tengo la culpa de no recibir una contestación; yo no tengo suficiente fe," y luego pidió permiso de alejarse a otra parte del bosque, se alejó a cierta distancia de los demás, se arrodilló y oró con toda el alma para tener suficiente fe. Es que él no quería dudar. Dijo:
"Oí un ruido detrás de mí, me dí vuelta y vi al profeta José Smith que venía hacia mí. Solo un vistazo me certificó que ellos habían recibido un testimonio maravilloso como respuesta a sus ruegos. Me contó la historia del ángel que apareció para enseñarles las planchas a los otros testigos y luego dijo que se sentía como si se hubiera quitado un enorme peso de encima, porque ahora otros habían visto y oído y Oliverio Cowdery y David Whitmer sabían que existían tales cosas como ángeles en el día de hoy y que sabían que las planchas de oro existían."
Martín le suplicó a José que se arrodillara a orar junto a él, a fin de que él pudiera llegar a ser uno de los testigos especiales. José asintió con gusto, y antes de que hubieran orado por mucho tiempo, la idéntica visión que habían visto José Smith, Oliverio Cowdery y David Whitmer, se represento delante de los ojos de los dos —José Smith y Martín Harris—, el mismo ángel de lo alto, pasando las hojas de las mismas planchas de oro —la misma voz del cielo proponiendo ser la voz de Dios, testificando de la veracidad del archivo y lo exacto de la traducción.

Martín Harris ya no podía mas y gritó: "Ya basta, ya basta; mis ojos han visto, mis ojos han visto!

No obstante, por ser extremadamente cauteloso, Martín Harris indagó con cuidado la experiencia de Oliverio Cowdery y David Whitmer individuamente, para tener la absoluta certeza de haber visto y oído la mismísima visión que habían visto y oído y solamente entonces se unió con ellos en el testimonio escrito en las primeras páginas del Libro de Mormón.

Martín Harris testificó que nació en el año 1783, teniendo así unos veintidos años más de edad que los otros testigos ya mencionados. Era campesino en toda la extensión de la palabra. No era rico, pero tampoco era pobre. Se le estimaba mucho en el área, era buen vecino, pero bastante cauteloso. No le gustaba entrar en nada sin saber todas las salidas. Pero él dijo:
"Cuando oí a José Smith contar de sus grandes visiones, no había lugar a dudas en mi mente. Yo sabía que lo que dijo haber visto y oído era verdad. Por cauteloso que yo fuera, yo sabía esto." 
 

Su testimonio continuó;
"Conocí al profeta dos años antes que los otros testigos, en 1827, y cuando fui a hipotecar mi chacra para costear los gastos de la publicación del "Libro de Mormón, destrocé la felicidad de mi hogar." 
Su esposa debiera de haberle dicho, "Pues, viejo tonto, sí quieres malgastar tu mitad de nuestra propiedad para ayudar a pagar la impresión de ese libro ficticio, bien, pero la mía nunca." Ella se divorcio de él y Martín Harris hipoteco su mitad de la propiedad por $3,000.00 para costear los gastos de impresión de las primeras cinco mil copias del Libro de Mormón.

Ahora algunos de los pastores de otras iglesias que tildaban de "blasfemias" las afirmaciones y declaraciones del profeta, se pararon majestuosamente detrás de sus púlpitos, diciendo: "Testificamos, en el nombre de Jesucristo, que aun llegará a reconocerse la tontería de Martín Harris al hipotecar su propiedad por tres mil dolares, para pagar la impresión de las primeras cinco mil copias del Libro de Mormón, cuando aquellas copias se están pudriendo polvorientas en los estantes por falta de interés."

Ustedes sabrán que una de las pruebas de un profeta es que sus profecías se cumplan.

Aquellos pastores no eran profetas, ¿verdad? Las primeras cinco mil copias del Libro de Mormón, sí, se vendieron, y unas cincuenta y cinco ediciones en inglés se han vendido desde aquel entonces, cada una más numerosa que la última.

Martin dijo repetidas veces que lo que parecía ser una duda de su parte, no lo era en realidad; él nada más buscaba más ayuda para convencer a otros. Insistió en llevar a casa las primeras 116 páginas del manuscrito del Libro de Mormón; quería enseñárselas a su esposa para comprobar que el libro no estaba basado en el espíritu de Satanás, sino, en verdad, sobre el Espíritu de Jesucristo. Pues bien, se perdieron aquellas 116 páginas y, como resultado, esto dio mucho  qué hablar en la temprana historia de la Iglesia.

También Martin Harris llevó a Nueva York ciertas transcripciones de los antiguos jeroglíficos, junto con la interpretación dada por José Smith, al egiptólogo o maestro de antiguos idiomas en aquel entonces de más renombre, el profesor Carlos Anthon, de la Universidad de Columbia. Habiendo facilitado esta información, Martín testifico que recibió un certificado del profesor, afirmando que no sólo eran de tipo egipcio los caracteres, sino que también su traducción era la más perfecta de toda traducción del antiguo Egipto que había visto.

Cuando Martin Harris estaba a punto de salir, con el certificado en el bolsillo, el profesor le preguntó que de dónde vino el registro. Contestó que un ángel de Dios había bajado del cielo y le había enseñado donde el archivo estaba escondido. El profesor, según el testimonio de Martin Harris, le pidió el certificado que había escrito. Al tenerlo en sus manos, lo hizo pedazos diciendo que no había tales cosas como el ministerio de ángeles. (¿Verdad que no había leído con mucho cuidado el Apocalipsis 14:6-7?).

Más tarde, en una reunión de científicos, el Profesor Anthon verificó que le había dado a Martin Harris un certificado respecto a la traducción del antiguo manuscrito. Luego explicó que lo había hecho pedazos cuando supo que las antiguas planchas habían sido traídas por ángeles, y guiñando el ojo, les dijo a los otros científicos: "Cualquiera de nosotros sabe que no hay ángeles en el día de hoy."

Después de su experiencia con el Profesor Anthon, Martin Harris llevó la copia de los jeroglíficos y su traducción al Dr. Mitchell; otro perito en idiomas de civilizaciones antiguas, y recibió la reiteración de lo mismo que le había dicho el Profesor Anthon, en cuanto a la corrección de los caracteres y su traducción.

¿Qué le paso a Martin Harris después de diez años de actividad en la Iglesia? La iglesia se trasladó al oeste. Dijo a la gente que le rodeaba: "Yo nunca dejé la Iglesia; la Iglesia me dejó a mí." Desde un punto de vista geográfico, era verdad, porque cuando la Iglesia se trasladó al oeste, les dijo a los hermanos que se estaba poniendo algo viejo y que se quedaría donde estaba hasta que ellos hubieran preparado el terreno.

Eran buenas sus intenciones, pero le llevaron a convertirse durante treinta y tres años,  una isla de fe en un mar de infieles. Sus vecinos testificaron, por escrito, que era un vecino de los mejores. Creían, sin embargo, que en un punto estaba "un poco loco" — seguía afirmando que había visto un ángel de Dios y las planchas de oro, de las cuales declaraba que José Smith tradujo el Libro de Mormón. Y declaraba que Dios mismo le habló desde lo alto y le dijo que la traducción era auténtica y divina.

En el ocaso de la vida de este señor, algunos de los Santos en Lago Salado juntaron un donativo y se lo mandaron para que se juntara con ellos en el oeste. Allí, centenares de miles de personas escucharon su agradable testimonio en relación con su papel en dar al mundo el Libro de Mormón, y afirmando la actualidad de la existencia de las antiguas planchas de oro, ¡Y aconteció por tercera vez — tres veces de tres! Al punto de juntarse con su Hacedor y de dar el último suspiro sobre esta tierra, llamo alrededor de su lecho de muerte a sus seres queridos y murió con el testimonio del Libro de Mormón en los labios.

Así, todos los "Tres Testigos", afirmaron la veracidad del Libro de Mormón hasta el momento de morir. Y, con esto, damos fin al testimonio de Martín Harris.

22 diciembre 2008

El Testimonio de Oliverio Cowdery

Uno de los 3 testigos especiales del Libro de Mormón fue Oliverio Cowdery. Un hecho digno de destacar, es que a pesar de ser excomulgado de la Iglesia, nunca negó su testimonio. Si éste hubiera sido falso, podría haberlo negado, sin embargo, en vez de hacerlo, lo defendió públicamente en un juicio donde el fue su propio abogado. Esta defensa quedó registrada en el acta del caso y sirvó como testimonio al mundo de la veracidad del Libro de Mormón. Con el paso del tiempo, Oliverio,  pidió ser admitido nuevamente en la Iglesia y ser simplemente un diácono en ella y no un sumo sacerdote como le pudo corresponder. Es increíble el analizar cada uno de estos puntos; este es un extracto del libro "El Juicio al Palo de José".


"Veo aquí su nombre firmado en este libro (el Libro de Mormón) (le hablaban a Oliverio Cowdery), como uno de sus testigos especiales. ¿Creé usted en este libro?" 

Es verdad que la contestación empezó: "No, señor," pero siguió para decir: "Mi nombre está firmado en este libro, y lo que dije en aquel entonces es la verdad. Yo, sí_, ví esto, y yo sé que lo vi. Creencia y fe no tienen nada que ver con ello, ya que un conocimiento perfecto ha desplazado a la creencia y fe que antes tenía en la obra, al saber que la obra es verdadera."

Ya comprenderán por qué los acusadores hubieran deseado no haber suscitado ese punto.

Oliverio Cowdery pidió permiso para ser admitido de nuevo en la Iglesia en el año 1848, no como sumo sacerdote, no como apóstol en el sacerdocio mayor de Melquisedec-, sino como diácono en el sacerdocio de Aarón. Fue bautizado de nuevo en la Iglesia, y muchas miles de personas escucharon su testimonio sin par.

Aún cuando estuvo fuera de la Iglesia, y todavía algo enemistado con el profeta José Smith por haberle excomulgado y públicamente humillado ante sus amigos y el mundo, Oliverio Cowdery nunca negó su testimonio.

Algún tiempo después de su excomunión, estaba en una sala de justicia actuando como abogado. En un esfuerzo para desacreditar a Cowdery y ganar su caso, el abogado de la otra parte, en forma despectiva, acusó a Oliverio Cowdery de falta de credibilidad porque él creía en ángeles y visitas angelicales igual que José Smith, el de la famosa "Biblia de oro." La acusación fue debidamente anotada en el acta de ese caso particular que estaba en proceso de juzgarse, y, como respuesta, Oliverio Cowdery se paró, pidió que su testimonio a su vez se anotara, y formó parte del registro del caso. Tengo las notas tomadas por uno que estaba en esa sala de justicia que no era miembro de la Iglesia.

Aquel individuo dijo que cualquiera que hubiera oido a Oliverio Cowdery hacer aquella bellísima declaración en esa ocasión y visto la verdad destacándose y brillando en sus ojos, no podría menos que pensar que era una persona digna de confianza. La gente estaba hondamente impresionada. Se le llegó a estimar mucho a Oliverio Cowdery. En parte, ésta fue su respuesta a la acusación y el testimonio escrito en el registro oficial:
"Con el beneplácito de la corte y los estimados señores del jurado: Mi colega de la contraparte me ha acusado de participar de las ideas de José Smith y la "Biblia de oro. Se me ha echado encima la responsabilidad, y no puedo menos que responder.

Ante Dios y los hombres no osaría negar lo que he dicho — lo que contiene mi testimonio, tal como está escrito y publicado en la primera página del Libro de Mormón. Con la indulgencia de su Señoría y los caballeros del jurado, esto lo digo:
Vi el ángel y oí la voz del cielo. ¿Como puedo negarlo? Aconteció durante el día cuando brillaba el sol en el firmamento, no de noche mientras dormía. El glorioso mensajero de lo alto, vestido de una túnica blanca, parado en el aire con una gloria sin comparación con ninguna cosa jamás vista en este mundo, ni el sol se le podía comparar, nos dijo que si negáramos aquel testimonio  no habría perdón ni en esta vida ni en el mundo venidero. ¿Como puedo negarlo? No me atrevo, ni lo haré nunca jamás." (Por Jack West)
Muy cierto, Oliverio Cowdery jamás negó su testimonio. En verdad, cuando estaba en su lecho de muerte, pidió que se acercaran todos los que mas quería, y con su último aliento, testifico de la veracidad del Libro de Mormón y que las planchas de oro existían en la realidad.

Fuente:
www.bibliotecasud.blogspot.com

15 diciembre 2008

El testimonio de David Whitmer.

Una de las evidencias claras de que el Libro de Mormón es verdadero, es la existencia de los testigos presenciales. Tres de ellos, que vieron al ángel quién les mostró las planchas y los otros ocho que además las tocaron y palparon con sus manos.

Por: Jack H West.




Como sabemos, algunos de estos testigos se apartaron de la Iglesia; incluso algunos de ellos fueron excomulgados, y en este punto es importante destacar que José Smith no dudó en excomulgarles, debido a que la situación lo requería correctamente.  

¿Por qué estos hermanos nunca negaron su testimonio, aún encontrándose fuera de la Iglesia? Aún sintiéndose ofendidos con el Profeta tal vez, nunca lo hicieron, es más, siempre defendieron con ímpetu la verdad acerca del Libro de Mormón. ¿Será acaso que pesaron sobre ellos las palabras del ángel que decían que si negaban lo vivido y sentido durante esa tarde, no tendrían perdón ni en esta vida ni en la venidera?

Es el caso de David Witmer, el único de los testigos excomulgado que jamás volvió a la Iglesia, pero que sin embargo, fue capaz de entregar este poderoso testimonio que quedó registrado en los periódicos de la época, el "London Times" y el "New York Times".  

He aquí su historia...

"David era un hijo rico de una familia acomodada de campesinos en la zona donde vivía José Smith. De acuerdo con su testimonio, nació en el mismo año que José Smith, en el año de 1805.

Testifico que era amigo muy íntimo de Oliverio Cowdery. Cuando Oliverio decidió ir a Pensilvania de la parte oeste del Estado de Nueva York para conocer al Profeta y ver si podría saber, mediante una visita personal, si era una persona honesta o no, David le pidió a Oliverio le escribiera una carta diciéndole su opinión del Profeta.
"Es verdad que recibí la carta de Oliverio Cowdery," declaro David, "y no solo me dijo que él creía que el Profeta era un profeta verdadero, sino que también me pidió que me apurara en ir donde él yo también, porque estaba muy deseoso de que yo le conociera."
David Whitmer era muy bien educado. Su visita al Profeta José constituyo la segunda vez que un joven bien educado, en cuanto a enseñanza formal, había hablado con el joven campesino que ni había llegado al octavo grado. En muy poco tiempo, David también llego a convencerse tanto de que José decía la verdad, que estaba dispuesto a dejar todos los asuntos que llevaba entre manos, para seguir a este Profeta de Dios de nuestros días. Vivió para ver el día en que sus familiares llegaron a ser miembros muy activos de la iglesia.

Al seguir su historia desde el principio, como se ve dellatada en la lamina de la pagina 7, conoció por primera vez al Profeta José Smith en 1829. Durante nueve años, David fue muy activo en la iglesia.

¿Sobre qué testifico el? "Su testimonio fue casi idéntico al de Oliverio Cowdery, en cuanto al ángel en el bosque; el traer las planchas de oro; su contacto visual con el archivo, mientras se pasaron las páginas delante de sus ojos. Ahora nótese esto: Él, igual que los otros testigos especiales, declaró que no sólo había visto las planchas, sino que también las tocó con sus propias manos.

De modo que no podía haber dudas en cuanto a la existencia física y real en aquel día y época de alrededor de 1830.

¿Qué paso con David Whitmer después de estar activo por unos nueve años? También declaró que más tarde en su vida pareció que el espíritu del mal había entrado en su corazón. Por haber escrito una carta muy insultante en la cual puso su firma como Presidente de la Iglesia y ademas por otras cuatro acusaciones más, que fueron probadas contra este hombre en un juicio de la Iglesia, él, también, fue excomulgado, públicamente humillado y abandonado.

Los asuntos relacionados con dinero son la causa muchas veces de conflictos entre los llamados criminales. En asuntos criminales, se ha sabido que cada crimen se comete por alguna razón, y que algunas de las razones mas potentes son el deseo de poder, de riqueza y de fama. El poder, la riqueza y la fama, son los tres motivos más básicos y potentes para el crimen. Hallamos entre los doce testigos —(los tres testigos especiales, el testigo principal y los otros ocho testigos)— unas condiciones casi ideales para la traición entre sí mismos, si el Libro de Mormón hubiera sido una obra fraudulenta. Si hubiera existido una confabulación entre el Profeta y los testigos, ellos, por necesidad, hubieran tenido que mantenerse como una banda unida.

Un desacuerdo de parte de cualquiera de ellos, hubiera significado la destrucción de todo fraude, si tal hubiera sido. Sin embargo, la acción firme del Profeta José y de la Iglesia cuando estos hombres se desviaron, es una evidencia de que su obra no era fraudulenta. No había nada que temer. Y, sin embargo, los desacuerdos que iban en aumento dieron toda oportunidad de desbaratar la obra, ai hubiera sido falsa. Primeramente, vino la enemistad porque se le quito a Oliverio Cowdery posibles fuentes de poder. Con relación a David Whitmer, ocurrieron cuestiones sobre dinero.

Cuando la Ley de Consagración fue dada, José Smith se dirigió a David Whitmer, uno de los hombres más ricos de la iglesia, y le pidió que fuera uno de los primeros ejemplos en traspasar, con título de pleno derecho y permanente, todas sus propiedades; toda su riqueza, al Obispo de la Iglesia, David lo hizo sin titubear. Eso ocurrió durante los nueve años en que era miembro activo de la iglesia. Cuando fuée excomulgado de la iglesia, no pidió ni recibió de vuelta ni un centavo de esa riqueza.

Con la ocurrencia de circunstancias tan extremas, ciertamente Oliverio o Whitmer hubieran puesto al descubierto el fraude de José Smith, si no hubiera sido un verdadero Profeta de Dios y si el Libro de Mormón no hubiera sido la obra de Dios.

David Whitmer es el único de los tres testigos especiales que murió fuera de la iglesia. Sin embargo, al seguir su vida después de haber dado su testimonio, vemos que ocurren unas cosas muy raras. En el ocaso de su vida, como él mismo lo llama, supo que alguien había dicho que él había negado su testimonio como uno de los tres testigos del Libro de Mormón. Acuérdese que él había firmado aquella declaración que también había firmado Oliverio Cowdery en las primeras páginas del Libro de Mormón, como uno de los testigos especiales.

David se preocupó tanto como resultado de este rumor —basado en el dicho de algunos señores— sobre que él había negado su testimonio, que visitó a diecinueve de los hombres más respetados de la comarca donde él había vivido por más de cuarenta años —jueces, magistrados, presidentes de bancos, dueños de casas editoras y otros—, diecinueve de ellos, sin ser ni uno solo miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos  Días. Les dijo a estos señores:
"¿Estarían ustedes dispuestos a tomar un juramento y testificar delante del mundo que me han conocido desde hace muchos años como íntimo amigo y que mi palabra es como el oro? Y ellos dijeron: "Por cierto que sí, David." Entonces querían saber de qué se trataba. Y el dijo: "No les voy a contestar esa pregunta hasta que me hayan dicho un sí o un no inequívoco. Pues le dijeron que sí, que darían tal testimonio. Entonces se les aclaró lo que David tenía pensado. Dijo: "De una vez por todas, voy a testificar por escrito y publicarlo para que todo el mundo lo sepa, que en mi vida he negado mi testimonio como testigo del Libro de Mormón, y aún más, voy a declarar que siempre he sido fiel a aquel testimonio. Entonces, a renglón seguido, quiero el juramento de ustedes que soy honesto y de buena reputación." Luego dijo: "Creí seguramente que algunos de estos señores faltarían a su palabra cuando les dije eso, pero todos la cumplieron."
Lo que sigue, es la declaración que hizo publicar David Whitmer por primera vez bajo fecha del 25 de marzo de 1881, más de cincuenta años después de haber testificado sobre la veracidad del Libro de Mormón. Apareció por primera vez en el Conservator de Richmond, Condado de Ray, Estado de Misuri. Nótese la delicadeza de David Whitmer al referirse al hombre que le acusó falsamente. En vez de llamarle un mentiroso, se limitó a decir: "Con el fin de que él me comprenda ahora, si es que no me comprendió en aquel entonces, y para que el mundo sepa la verdad."

A todas las naciones, lenguas y pueblos a quienes llegaren estos presentes: Habiendo sido aludido por uno llamado Jacob Murphy de Palo, condado de Caldwell, Misuri, que yo, en conversación con él el verano pasado, negué mi testimonio como uno de los tres testigos del Libro de Mormón. Con el fin de que él me comprenda ahora, si es que no me comprendió en aquel entonces, y para que el mundo sepa la verdad, deseo ahora, en el ocaso de mi vida y en el temor de Dios, de una vez y por todas, hacer esta declaración pública: Jamás en mi vida he negado aquel testimonio ni ninguna de sus partes. Siempre he sido fiel a aquel testimonio. Yo vuelvo a afirmar la verdad de todas mis declaraciones, tal como fueron hechas y publicadas en aquel entonces. No era ninguna con tabulación. En el espíritu de Cristo presento estas declaraciones al mundo, siendo Dios mi juez respecto a la sinceridad de mis intenciones.

Firmado y sellado: David Whitmer

A renglón seguido, viene esta declaración:

Bajo nuestra firma, nosotros, los ciudadanos de Richmond, condado de Ray, Misuri donde David Whitmer, padre, ha vivido desde el año 1838, certificamos que hace mucho que le conocemos íntimamente, y sabemos que es un hombre de una moral intachable y de indudable honradez y veracidad.

en Richmond, Misuri, este día 20 de marzo, D.C. 1881.

Firmado y sellado;

A. W. Doniphan
Jorge W. Dunn (Juez del circuito judicial)
T. J. Woodson (Gerente de la Caja de Ahorros del Condado de Ray) 
J. T. Child (Editor del Conservator)

Y si hubiera tiempo, se podría repasar la lista de los otros quince.

David Whitmer no estaba satisfecho de ver aparecer estas declaraciones nada más en los periódicos de Richmond, Condado de Ray; por lo tanto, hizo mandar una copia certificada al New York Times, y pidió que la publicaran en la parte delantera de su periódico. Así lo hicieron.

Luego mando una copia al gran London Times. Aquel periódico, junto con el New York Times, circulaba en todo el mundo. ¡Y esta declaración y afirmación era noticia de interés!

Muchos capitanes de barco que venían de todas partes del mundo habían entrado en el puerto de Nueva York y testificado que habían estado, en muchos países donde el nombre del gran presidente de los Estados Unidos, Abraán Lincoln, no se había oído jamás; pero nunca habían estado en ningún país donde no se conociera el nombre del profeta José Smith y donde la gente no tenía ninguna opinión ni en pro ni en contra de su obra. Cualquier cosa que tuviera que ver con el Libro de Mormón valía como noticia y, por lo tanto, estos periódicos publicaron este artículo con gusto.

Inmediatamente ante la idea de morir, David pidió que el New York Times publicara otra vez el artículo; esta vez en la primera página y así lo hicieron.Cuando David Whitmer se veía en su lecho de muerte (el único miembro de los tres testigos especiales en morir fuera de la iglesia), todavía se sentía con tanta exigente necesidad de reiterar el testimonio que había dado sobre la publicación del Libro de Mormón y su veracidad, que junto a todos sus seres más queridos y les declaro que no se había unido a ninguna otra iglesia porque no creía que existiera ninguna otra iglesia verdadera sobre la faz de la tierra. Lo más probable en su caso es que se sentía herido en su amor propio. No se encentraba tan amargado hacia el Profeta como lo había estado Oliverio en una época, pero nunca volvió a bautizarse miembro de la iglesia.

Sin embargo, al juntar a sus seres queridos alrededor de su cama, les dijo:
"Nunca he negado mí testimonio; quiero que vosotros me defendáis ya que no estaré yo aquí para hacerlo en persona y decidles, que en mi lecho de muerte, en el temor de Dios, mi Hacedor, os declaré, con mi ultimo suspiro, que no había negado jamás mi testimonio respecto a la salida del Libro de Mormón."

17 junio 2008

El testimonio de tres testigos y la Biblia




Mas apoyo Biblico enviado por el Hermano Luis Barojas Lopez

EL TESTIMONIO DE TRES TESTIGOS
1 Conste a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos, a quienes llegare esta obra, que nosotros, por la gracia de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo, hemos visto las planchas que contienen esta relación, la cual es una historia del pueblo de Nefi, y también de los lamanitas, sus hermanos, y también del pueblo de Jared, que vino de la torre de que se ha hablado. Y también sabemos que han sido traducidas por el don y el poder de Dios, porque así su voz nos lo declaró; por tanto, sabemos con certeza que la obra es verdadera. También testificamos haber visto los grabados sobre las planchas; y se nos han mostrado por el poder de Dios y no por el de ningún hombre. Y declaramos con palabras solemnes que un ángel de Dios bajó del cielo, y que trajo las planchas y las puso ante nuestros ojos, de manera que las vimos y las contemplamos, así como los grabados que contenían; y sabemos que es por la gracia de Dios el Padre, y de nuestro Señor Jesucristo, que vimos y testificamos que estas cosas son verdaderas. Y es maravilloso a nuestra vista. Sin embargo, la voz del Señor nos mandó que testificásemos de ello; por tanto, para ser obedientes a los mandatos de Dios, testificamos estas cosas. Y sabemos que si somos fieles en Cristo, nuestros vestidos quedarán limpios de la sangre de todos los hombres, y nos hallaremos sin mancha ante el tribunal de Cristo, y moraremos eternamente con Él en los cielos. Y sea la honra al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, que son un Dios. Amén.
Oliver Cowdery
David Whitmer
Martin Harris

Y en cuanto al testimonio
Hebreos 9:15 " Porque donde hay testamento, necesario es que intervenga muerte del testador."

Lamento decirlo Pero José Smith sello este otro Testamento de Jesucristo con su sangre ya que fue asesinado por esta causa y por mantenerse firme hasta el final.
Vemos que se cumplen los requisitos de la ley y va completamente de acuerdo con las escrituras bíblicas, pero no se sorprenda si encuentra mas testimonio de esta verdad en la Biblia porque aquí no he suministrado todas las escrituras referentes al tema y las explicaciones son breves por que se que "El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina si viene de Dios, ó si yo hablo por mi propia cuenta". (Juan: 7:17), solo tiene que Preguntar a Dios, el Padre Eterno en el Nombre de Jesucristo si son verdaderas estas cosas (Moroni 10:3-5) solo así podrá recibir la confirmación divina por medio del espíritu santo.
Isaías 8:20 " ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme á esto, es porque no les ha amanecido.
Pues la ley dice: "...En boca de dos ó de tres testigos conste toda palabra (Mateo:18:16)" y "..En la boca de dos ó de tres testigos se decidirá todo asunto" (2 Corintios :13:1),

04 junio 2008

Orlando Maquehue,su testimonio




Tambien acepto compartir su Testimonio el hermano Orlando Maquehue de la
Estaca de Chillan Chile ¡¡¡ gracias por fortalecernos ¡¡¡






Bueno quisiera empezar diciendo que el obtener un testimonio de la veracidad del libro de mormón ha ido acompañado de varias experiencias, como cuando lo leí por primera vez, como cuando he recibido guia y sentido el espiritu del señor en sus escritos, como cuando en la misión testificaba diariamente de su verdad, sin embargo, mi mayor confirmación la recibí cuando descubrí en MORONI 10:4 cuando moroni exorta a preguntar si el libro no es verdadero, es cierto, el ya sabia que lo era y por lo tanto debiamos averiguar si no lo era, desde ese dia mi vida cambió en torno a la visión con respecto a este libro, yo sabia que era verdadero y debia invitar a los demás a saberlo también , no a veriguar si no, mas bien a ratificar su veracidad. Como profesor de Historia se que muchos argumentos avalan esto, empero aún cuando estos me ayudaron mucho en la misión, sólo el espíritu del señor hacia que la gente realmente verificara su origen divino y eso me enseño que a pesar del conocimiento cientifico que tengamos de su verdad, nada es mejor que verificarlo por medio del espiritu, el señor constesto así mis oraciones y me hizo sentir y saber que lo era.

27 mayo 2008

Rosauro Concha, su Testimonio


Gracias Rosauro por compartir este potente testimonio. Mientras leía, también pensé en Parley P. Pratt y me emocioné por ello. Puedo dar fe de la veracidad de estas palabras por que le conozco de siempre y se la clase de hombre que es; he visto su fe en cada decisión tomada y por eso invito a otros hermanos que quieran compartir sus experiencias y testimonios del Libro de Mormón a que lo expresen con nosotros.



"Agradezco la invitación de mi gran amigo Álvaro y considero una bendición y un deber compartir mi testimonio. Les contaré que fuí bautizado a los 10 años, y aún cuando permanecí siempre activo y participé de todos los programas de la Iglesia, no fue sino hasta los 17 años, que obtuve mi testimonio del origen divino del Libro de Mormón. Esto ocurrió cuando asistí a una Graduación de Seminario el año que habíamos estudiado el Libro de Mormón, a pesar de que yo me graduaba el año siguiente, pero como éramos todos amigos, asistí y me senté en el fondo del salón. Cuando la graduación terminó, por alguna razón me quedé sentado en la banca hasta que el salón quedó vacío. Luego caminé hacia adelante y el la primera banca de en medio alguien había dejado olvidado su programa de graduación. Con poco esfuerzo, leí la siguiente cita que estaba al dorso y que recuerdo decía: " Ningún miembro de ésta Iglesia será aprobado ante el Señor si no ha leído detenida y cuidadosamente el Libro de Mormón ". 

Esta frase (escritura, pues fue dicha por un profeta de Dios ) me conmovió profundamente, en realidad me impactó ya que por primera vez de verdad visualicé la importancia que tenía el leerlo, como se nos había dicho todo ese año en seminario, entendía cabalmente la trascendencia que tendría sobre mi salvación el hacerlo o no, al tal punto que decidí comenzar a leerlo apenas llegara a casa esa noche. 

Fue tal el hambre que sentí de leerlo que de haber tenido uno en mis manos, habría comenzado allí mismo la lectura. Caminé a casa meditando y como me lo había propuesto comencé a leer alrededor de las 21 horas y finalicé el día siguiente cerca de la medianoche, por lo que sé que la lectura a un ritmo moderado pero continuo, tarda unas 27 horas. 

Era tal mi hambre por leer, la cuál crecía a medida que avanzaba que me sentí igual que el hermano Parley P. Pratt, es decir, no sentía ganas de comer, tampoco de dormir, solo de leer y saber. Al ir avanzando en su maravillosa lectura, me hice el firme propósito de no parar hasta terminar y que lo haría poniendo a prueba la promesa de Moroni 10 : 3 -5 para saber si era verdadero. 

Sin embargo, el Espíritu Santo testificó muchas veces a mi espíritu sobre su origen divino mientras leía, en forma tan clara que al terminar no me arrodillé para preguntar sino para expresar mi gratitud con lágrimas de gozo por haber sabido por mi mismo que si, EL LIBRO DE MORMON ES VERDADERO, SU ORIGEN ES DIVINO. Esta experiencia determinó el curso de mi vida, pues ahí mismo tome la decisión de servir al Señor el resto de mi vida y hacer cuanta cosa el requiriera de mi por extender su evangelio restaurado. Lo cual he intentado con humildad hacer al servir años después como misionero de regla, formar más tarde una maravillosa familia en el Templo y servir con diligencia en cada llamamiento que he recibido durante los ya 20 años que han pasado del día que supe, por mi mismo, que EL LIBRO DE MORMON ES VERDADERO. 

No puedo expresar todo lo que siento, pero sé que cada uno puede y TIENE EL DEBER de llegar a saber, de recibir una confirmación espiritual de la verdad. Cuando eso ocurre en la vida de cada Hijo de Dios, no hay evidencia ni argumento que pueda hacer dudar. Recordemos a nuestro amado profeta José Smith quién dijo cuando era perseguido por su testimonio : " Yo lo sabía y sabía que Dios lo sabía ". ¿ Pueden ver lo que realmente importa ?. Si la evidencia que se comparta en en este sitio web ayuda finalmente a "llegar a saber" mediante el Espíritu, que hermoso.

Bueno, no sé si ésto es lo que Alvaro tenía en mente cuando me pidió compartir mi testimonio ( lo cual nuevamente agradezco ), pero sentí que debía compartir como lo obtuve . . . el mayor de mis tesoros. Con afecto para todos mis hermanos.

Testimonios


Estaba pensando que tal vez deberíamos agregar una sección de testimonios personales sobre el libro de Mormon,como este a influenciado en nuestras vidas y que experiencias hemos disfrutado, así que para inaugurar esta sección invitare a un gran amigo( desde la Primaria), para que comparta aquí su testimonio sobre el libro de mormón, por lo que le pediré a Rosauro Concha que pueda compartir esto con nosotros en los comentarios...

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