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01 mayo 2011

La falsa contradición del pecado en los niños atribuída al Libro de Mormón

¿Es realmente contradictorio el texto de Salmos 51:5 con Moroni 8:8 respecto al pecado en los niños?
Autor: Israel González

Como la crítica propone que Salmos 51:5 y Moroni 8:8 supuestamente se contradicen, empecemos por dar una definición a contradicción.

Definición de contradicción

El término contradicción se define como la presencia de una  “afirmación y negación que se oponen una a otra y recíprocamente se destruyen” (Diccionario Real Academia, 2011).

Durante el análisis de cada “contradicción” atribuída por los detractores del Libro de Mormón a la escrituralidad del mismo en supuesta oposición al Evangelio contenido en la Santa Biblia, veremos que cada una de ellas caerá como falsa en alguno de los siguientes tres casos:
  1. Las afirmación que la crítica pone como bíblica realmente no es de la Biblia.
  2. Las afirmación mormónica* que la crítica pone como mormónica realmente no es del Libro de Mormón.
  3. Las afirmaciones que la crítica pone como opuestas realmente no se contradicen, es decir, no se destruyen entre sí sino que pueden convivir en uno o más contextos escriturales juntas, dandole un sentido de riqueza a la verdad del Evangelio.
* Notas: acuñaremos un nuevo sentido al termino “mormónico(a)” para resumir que cierto contenido se deduce directamente del Libro de Mormón, y lo preferiremos al termino “mormón” que folkloricamente es asociado a todo el canon y la cultura de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

El presente es sólo un extracto del futuro articulo "Las falsas contradicciones atribuídas al Libro de Mormón", articulo aún en edición de una lista de "serias supuestas contradicciones doctrinales", que el autor publicará en el presente año 2011,  a modo de defensa apologética del libro y para confirmar la fe de los Santos de los Últimos Días y sus simpatizantes.

El método de refutación

Dado que las críticas exponen contradicciones, hemos seguido un método que respete la definición, de modo de verificar si es efectivo de que las afirmaciones se destruyen. Para ello seguiremos la siguiente metodología:
  1. Trataremos de identificar de forma concisa cuales son las dos afirmaciones contrapuestas por cada crítica.
  2. Evaluaremos si la afirmación es bíblica, haciendo referencias cruzadas sola y únicamente con el contenido Bíblico.
  3. Evaluaremos si la afirmación es mormónica, haciendo referencias cruzadas sola y únicamente con el contenido del Libro de Mormón
  4. En el caso que 2 y 3 sí sean correctos, pasaremos evaluar si las afirmaciones en realidad se contradicen. Para ello veremos si la afirmación mormónica destruye a la bíblica y/o si bíblica destruye a la mormónica; o realmente pueden convivir.
  5. En el caso que 2 o 3 no sean correctos, trataremos de trazar una hipótesis del porqué las críticas llegan a ser descritas por su autor como contradicciones.
Crítica

"El Libro de Mormón enseña que los niños pequeños no son capaces de [cometer] pecado porque no tienen una naturaleza pecaminosa (Moroni 8:8). En contraste, la Biblia en el Salmo 51:5 enseña claramente que tenemos una naturaleza pecaminosa desde nuestro nacimiento: "He aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre" (Fuente: http://www.irr.org/mit/espanol/bib-bom-sp.html, anexo agregado entre corchetes cuadrados)

La crítica plantea, entonces, estas dos afirmaciones contrapuestas:
  1. Afirmación bíblica: La humanidad tiene una naturaleza pecaminosa desde su nacimiento.
  2. Afirmación mormónica: La humanidad no tiene una naturaleza pecaminosa desde su nacimiento.
La afirmación sí es bíblica

Para la respuesta a esta crítica definiremos la naturaleza pecaminosa como la presencia de corrupción en el cuerpo y/o espíritu que lo hacen estar manchado en el cielo, nos referiremos a una naturaleza intrínseca, del ser, que se manifestará en el tiempo en los actos y no se hará visible en la niñez primera.

En este sentido en la Biblia encontramos numerosa evidencia que la humanidad completa - incluyendo a los infantes - es efectivamente pecaminosa desde o a partir (y no antes) de la caída de Adán:
  1. Porque el día en que de él comieres, de cierto morirás (Génesis 2:17)
  2. Porque no hay hombre que no peque (1 Reyes 8:46)
  3. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre (Salmos 51:5)
  4. Tu primer padre pecó, y tus enseñadores transgredieron contra mí (Isaías 43:27)
  5. Nuestros padres pecaron y han muerto, y nosotros llevamos su castigo (Lamentaciones 5:7)
  6. ¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón; limpio estoy de mi pecado? (Proverbios 20:9)
  7. Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque (Eclesiastés 7:20)
  8. Sea recordada ante Jehová la maldad de sus padres, y el pecado de su madre no sea borrado. (Salmos 109:14)
  9. La muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Romanos 5:12)
  10. En Adán todos mueren (1 Corintios 15:22)
  11. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros (1 Juan1:8)
La afirmación no es mormónica

Asombrosamente también el Libro de Mormón respalda total y absolutamente que la humanidad tiene naturaleza pecaminosa intrínseca tal cual la Biblia. El libro a menudo se referirá a este estado pecaminoso, como un estado  “caído” y “perdido”. Otras veces como “estado natural”. Otras, como “pecaminoso”, “carnal” y “corrupto”. Veremos que ese estado el libro lo enseña como “para siempre”. El hombre por sí sólo no podrá librarse de él.

Estas múltiples citas hechas por diferentes personajes, desde diferentes culturas, en diferentes períodos de tiempo, respaldan directa o indirectamente una naturaleza caída para toda la humanidad como raza independiente de su edad (bebés, niños, jóvenes o adultos), sexo (hombres o mujeres) u otro patrón de clasificación.

Aquí agregaremos a cada cita, el autor, la cultura y el año aproximado para poder demostrar que esta creencia era transversalmente aceptada por todos los pueblos del Libro de Mormón:
  1. Todo el género humano se hallaba en un estado perdido y caído, y lo estaría para siempre, a menos que confiase en este Redentor. (1 Nefi 10:6, Lehi el Patriarca, 600 a.C.)
  2. Y el Señor volverá a extender su mano por segunda vez para restaurar a su pueblo de su estado perdido y caído (2 Nefi 25:17, Nefi Primer Rey y Vidente Nefita, 559 a.C.)
  3. Si el conocimiento de la bondad de Dios en esta ocasión ha despertado en vosotros el sentido de vuestra nulidad y vuestro estado indigno y caído (Mosíah 4:5, Benjamín Rey y Vidente Nefita, 124 a.C.)
  4. Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás (Mosíah 3:19, Idem)
  5. De modo que toda la humanidad estaba perdida; y he aquí, se habría perdido eternamente si Dios no hubiese rescatado a su pueblo de su estado caído y perdido. (Mosíah 16:4, Abinadí el Profeta, 148 a.C)
  6. Pero recordad que quien persiste en su propia naturaleza carnal, y sigue las sendas del pecado y la rebelión contra Dios, permanece en su estado caído, y el diablo tiene todo poder sobre él. (Idem)
  7. Y el Señor me dijo: No te maravilles de que todo el género humano, sí, hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y pueblo, deban nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado carnal y caído (Mosíah 27:25, Alma Profeta Nefita en su conversión, 82 a.C.)
  8. Vemos que Adán cayó por comer del fruto prohibido, según la palabra de Dios; y así vemos que por su caída, toda la humanidad llegó a ser pueblo perdido y caído. (Alma 12:22, Alma Profeta Nefita en Tierra de Ammoníah, 82 a.C.)
  9. ¿Quién se hubiera imaginado que nuestro Dios fuera tan misericordioso como para sacarnos de nuestro estado terrible, pecaminoso y corrompido? (Alma 26:17, Ammón el misionero en tierra Lamanita, 90 a.C.)
  10. Decís que éste es un pueblo culpable y caído a causa de la transgresión de un padre. He aquí, os digo que un niño no es culpable por causa de sus padres. (Alma 30:25, Korihor el anticristo en su crítica a la enseñanza de que los niños también participaban de la Caída de Adán enseñada por el Profeta Alma, 74 a.C.)
  11. Porque es necesario que se realice una expiación; pues según el gran plan del Dios Eterno, debe efectuarse una expiación, o de lo contrario, todo el género humano inevitablemente debe perecer; sí, todos se han endurecido; sí, todos han caído y están perdidos, y, de no ser por la expiación que es necesario que se haga, deben perecer. (Alma 34:9, palabras de Amulek compañero misional del Profeta Alma en su misión entre los zoramitas, 74 a.C.)
  12. Todos los hombres que se hallan en un estado natural, o más bien diría, en un estado carnal, están en la hiel de amargura y en las ligaduras de la iniquidad (Alma 41:11, palabras del Profeta Alma en su comisión misional a sus hijos, 74 a.C.)
  13. Y no habría medio de redimir al hombre de este estado caído, que él mismo se había ocasionado por motivo de su propia desobediencia (Idem)
  14. Por la caída de Adán, todos los hombres son considerados como si estuvieran muertos, tanto en lo que respecta a cosas temporales como a cosas espirituales. (Helamán 14:16, palabras del profeta Samuel Lamanita, 6 a.C.)
  15. Porque sabemos que tú eres santo y habitas en los cielos, y que somos indignos delante de ti; por causa de la caída nuestra naturaleza se ha tornado mala continuamente (Éter 3:2, Hermano de Jared Profeta Jaredita, 4.000 a.C)
Por lo tanto la afirmación no es mormónica y por ende es falsa la supuesta contradicción.

No hay contradicción

Lo que posiblemente haya confundido a los autores de la crítica original en Moroni 8:8 sea algo muy sutil en la enseñanza del profeta Mormón en su epístola acerca del bautismo de infantes practicados en el siglo IV en la Iglesia Nefita, y que es el error transversal cometido también por el cuerpo episcopal de los primeros siglos en Roma acerca del mismo tema.

Para ello citemos textual el versículo mencionado así como los versículos del contexto:
“Hijo mío, quisiera que trabajaras diligentemente para extirpar de entre vosotros este craso error; porque para tal propósito he escrito esta epístola. 
Porque inmediatamente después que hube sabido estas cosas de vosotros, pregunté al Señor concerniente al asunto. Y la palabra del Señor vino a mí por el poder del Espíritu Santo, diciendo: 
Escucha las palabras de Cristo, tu Redentor, tu Señor y tu Dios: He aquí, vine al mundo no para llamar a los justos al arrepentimiento, sino a los pecadores; los sanos no necesitan de médico sino los que están enfermos; por tanto, los niños pequeños son sanos, porque son incapaces de cometer pecado; por tanto, la maldición de Adán les es quitada en mí, de modo que no tiene poder sobre ellos; y la ley de la circuncisión se ha abrogado en mí
Y de esta manera me manifestó el Espíritu Santo la palabra de Dios; por tanto, amado hijo mío, sé que es una solemne burla ante Dios que bauticéis a los niños pequeños. 
He aquí, te digo que esto enseñarás: El arrepentimiento y el bautismo a los que son responsables y capaces de cometer pecado; sí, enseña a los padres que deben arrepentirse y ser bautizados, y humillarse como sus niños pequeños, y se salvarán todos ellos con sus pequeñitos. 
Y sus niños pequeños no necesitan el arrepentimiento, ni tampoco el bautismo. He aquí, el bautismo es para arrepentimiento a fin de cumplir los mandamientos para la remisión de pecados. 
Mas los niños pequeños viven en Cristo, aun desde la fundación del mundo; de no ser así, Dios es un Dios parcial, y también un Dios variable que hace acepción de personas; porque ¡cuántos son los pequeñitos que han muerto sin el bautismo! 
De modo que si los niños pequeños no pudieran salvarse sin ser bautizados, éstos habrían ido a un infierno sin fin. 
Porque he aquí, todos los niños pequeñitos viven en Cristo, y también todos aquellos que están sin ley. Porque el poder de la redención surte efecto en todos aquellos que no tienen ley; por tanto, el que no ha sido condenado, o sea, el que no está bajo condenación alguna, no puede arrepentirse; y para tal el bautismo de nada sirve.” (Moroni 8:6-14,22)
En este contexto, es claro que Moroni 8:8 no se dice que los niños son inocentes “de sí mismos”. Si fuese una inocencia esencial o propia del ser.  ¿Porque Mormón usaría el argumento de la “inocencia en Cristo”, es decir, por los méritos del mismo Cristo para apelar a la santidad de los niños pequeños? No habría necesidad de un Redentor si la inocencia celestial de los bebés fuese una inocencia intrínseca. Más aún, si fuese una inocencia esencial, no-ganada por Cristo ¿Qué méritos tiene entonces un Salvador?. Simplemente no se requeriría una redención y una santificación para los infantes.

Moroni 8:8 aduce una segunda razón para la inocencia en Cristo de los bebés y es que “no cometen pecado”. Otra vez aquí no se refiere a la esencia del individuo, sino a intención pecaminosa propia del individuo. Mormón nunca habla que no existe una naturaleza intrínseca pecaminosa en los niños, sino habla de la naturaleza de comisión pecaminosa, la cual, evidentemente no se haya en los bebés e infantes menores. ¿Es lo mismo la naturaleza pecaminosa que la comisión de pecaminosa? No. De la primera por genética adámica todos participamos, dice el Libro de Mormón. De la segunda se hace necesaria la conciencia de la ley, porque es comisión no omisión (Santiago 4:17).

Un antecedente a tomar en cuenta, es que esta inocencia ganada “en Cristo”, queda clara para Mormón sólo después de un proceso reflexivo y luego de una nueva revelación directa de parte del Señor. Entonces, podemos suponer sin equivocarnos, que incluso el mismo Mormón también se cuestionó si el bautismo de bebés era correcto, y ello seguramente debido a que él tenía absolutamente claro que la maldición de Adán incluye a todo hijo de Adán independiente de su edad.

Por ende esta inocencia debiese entenderse como una santificación por gracia libre más que una limpieza esencial de los niños pequeños: un perdón gratis en Cristo, tan libre y universal que no exige arrepentimiento ni sacramento religioso alguno. Por ende podemos, efectivamente concluir que hay un pequeño y muy breve lapsus de tiempo (8 años según la Tradición revelada en el mormonismo) entre la concepción dentro de la matriz de la madre y el despertar de conciencia del individuo, donde es perdonado y santificado por medio de la gracia redentora del Salvador de forma libre y universal hasta que la conciencia se arraiga en su ser y ese individuo deje de ser inocente (sin conocimiento del Evangelio) y empiece a pecar vía comisión voluntariosa (u omisión voluntariosa).

Esta “inocencia ganada” por el Expiador para los que posean pecados en un estado de inocencia, entonces, puede incluir perfectamente a los que nunca pudieron oír la ley como los discapacitados mentales de por vida o los miles y millones a quienes jamás llegó el conocimiento de la ley, los principios y las ordenanzas (sacramentos) del Evangelio de Jesucristo.

Esta “inocencia en Cristo” haya su justificación en pasajes de las Escrituras bíblicas también (mencionar otros como Juan 1:10, donde el teólogo explica que la luz de la gracia de Cristo ilumina a cada concebido independiente de condición alguna), así como en la revelación moderna de la tradición mormona, pero el más relevante y clarificador, y seguramente el que ocupaba la mente de Mormón al meditar en la función de Jesucristo como el Sumo Sacerdote Expiador y Redentor la naturaleza pecaminosa - dado que Mormón tenía acceso a los Libros de Moisés - haya sido el que sigue:

“Y el sacerdote hará expiación por la persona que haya pecado inadvertidamente; cuando peque sin darse cuenta delante de Jehová, hará expiación por ella, y le será perdonado”. (Números 15:28)

Así vemos que la ley de Moisés guardaba de tiempos antiquísimos el simbolismo del perdón también para el inocente. No eran inocentes de sí mismos, sino que era la expiación la que posibilitaba el perdón a tales pecadores. Tal perdón por gracia requerirá de una acción activa de parte del pecador solamente cuando haya adquirido conciencia de sus actos ante la ley. Ello concuerda en todo con el pasaje de Moroni 8:8.

Por todo lo expuesto hemos demostrado que la “contradicción el pecado en los niños” no existe en el Libro de Mormón. El Libro de mormón jamás expone que los niños no tienen una naturaleza intrínseca pecaminosa (es más, dice que sí la tienen; ver referencias citadas) sólo expone que Cristo los justifica y santifica por medio de Su Expiación y que esa santificación es válida en sus primeros años de vida o hasta que entiendan la Ley. Luego de ésto se les requiere el arrepentimiento y el bautismo.

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