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24 noviembre 2012

Saríah en los papiros de Elefantina

La arqueología demuestra que el nombre Saríah es contemporáneo y adecuado para una mujer israelita.

Autor: Jeffrey R. Chadwick.
Traductor: Antonio A. Caballero.



El Libro de Mormón nos presenta a Saríah, la fiel esposa del profeta Lehi y madre de Nefi y sus hermanos (1 Nefi 2:5). Presumiblemente Saríah se escribiría en hebreo sryh y su pronunciación sería sar-yah. Los escépticos puede que sugieran que este nombre fue una invención de José Smith, puesto que Saríah no aparece en la Biblia como un nombre propio femenino. Sin embargo, en un paralelismo histórico significativo con el Libro de Mormón, el nombre hebreo Saríah, escrito como sryh, ha sido identificado de forma reformada como el nombre de una mujer judía que vivía en Elefantina, en el Alto Egipto, durante el siglo V a.C.

La referencia a Saríah de Elefantina la encontramos en el papiro arameo Nº22 (también llamado Cowley Nº22 ó C-22) y aparece en “Aramaic Papyri of the Fifth Century B.C” (Papiro arameo del siglo V a.C.)[1]. A pesar de que el lenguaje utilizado en el documento es arameo, A. E. Cowley especifica que los nombres son en realidad hebreos[2]. En la línea 4 del papiro C-22 es registrado el nombre personal sry[h br]t hws br hrmn[3]. La vocalización probable es Saríah barat Hoseas bar Harman y el texto significa "Saríah hija de Hoseas hijo de Harman". Cowley tuvo que reconstruir parte del texto, añadiendo la h final de Saríah y la inicial b-r de barat, pero los espacios son los adecuados y el contexto comparativo del papiro deja pocas incertidumbres [para pensar] que la reconstrucción no es la acertada. La t final de barat nos asegura que la persona era una hija, no un hijo y después de que las letras b-r fueran suministradas, sólo había espacio para una sola letra más, la h final de Saríah.

Un trabajo más reciente y exhaustivo en el papiro de Elefantina, “Archives from Elephantine” (Archivos procedentes de Elefantina), publicado en 1968 por Bezalel Porten, coincide con la traducción y reconstrucción de Cowley[4]. El volumen de Porten incluye un estudio significativo concerniente a la colonia militar judía de la isla Elefantina y también contiene una foto en blanco y negro del papiro C-22 con la línea 4[5].
Aunque syrh no se puede encontrar en la Biblia como un nombre femenino, está bien documentado como nombre masculino del antiguo Israel, apareciendo en el Antiguo Testamento hebreo en 19 ocasiones y representando a once hombres diferentes[6]. Se piensa que el nombre masculino sryh es la abreviatura de sryhw, cuya forma completa probablemente sea pronunciada Saryahu, formando parte del elemento teofórico común de Yahu que procede del nombre divino Yahuweh, o Jehová[7]. La forma larga sryhw sólo se encuentra una vez en el Antiguo Testamento hebreo (Jeremías 36:26), pero también se sabe de varios casos en sellos de la Edad del Hierro y bulas de arcilla encontrados en Israel[8]. En la versión de la Biblia del Rey James (KJV), en los 19 casos de los nombres masculinos sryh y la sola aparición del sryhw están todos relacionados en inglés con Seraíah. (Muchos de los equivalentes en ingles del nombre omiten la sílaba final, como en Isaías [Yeshayahu], Jeremías [Yirmyahu], Sedequías [Zidkiyahu], etc.) Cowley se guió por la KJV al usar S-e-r-a-í-a-h para representar sry[h br]t hws como "Seraíah hija de Hoseas"[9]. La transcripción inglesa de Seraíah es un esfuerzo para representar una pronunciación hebrea de Sera-yah o Sra-yah, la cual puede esencialmente significar "Yah, ha luchado" (el primer elemento de sryh y sryhw son normalmente interpretados como la derivación de su raíz srh, significando “luchar” o “esforzarse”), pero bajo la luz de la evidencia proveniente de los sellos de la Edad del Hierro y las bulas de arcilla, Nahman Avigad sugiere que sryhw se puede leer como Saryahu, significando "Yahuweh es príncipe (sr)". Por extensión, el nombre corto syrh se puede leer como Sar-yah en ambos casos, en el [caso] de lo once nombres bíblicamente anotados y el caso del nombre femenino de Elefantina y por la misma extensión, en vez de la interpretación Seraíah de Cowley, la interpretación Saríah del Libro de Mormón podría ser también una representación más correcta para el nombre de nuestra dama de Elefantina.

Parte del Papiro encontrado en Elefantina.
¿Pero qué es lo que hizo, la tal Saríah de Elefantina, para merecer ser mencionada en el Papiro C-22? La línea 1 indica una contribución para Yahu Elaha, "el Señor Dios”[10]. Y aunque no se explica el propósito de la ofrenda monetaria, Cowley cree que era para los gastos del templo judío de la isla Elefantina[11]. [Cowley] también data la donación y el escrito hacia el año 419 a.C.[12]. El texto completo de la línea 4 indica que Saríah había donado dos siclos de plata, una contribución generosa dado el valor generalmente elevado de la plata en el antiguo Egipto.

Aquí cabe destacar que en Elefantina había un templo judío (i.e., israelita), ya que esto crea un paralelismo entre la existencia del templo y el “Templo similar al de Salomón” que Nefi construyó en el Nuevo Mundo. El templo de Elefantina fue construido y usado por la colonia militar de mercenarios judíos y sus familias que vivían en la isla, la cual era conocida para ellos como Yeb, un nombre que significa marfil (Elefantina era el nombre griego de la isla). Ésta colonia fue establecida probablemente en un período en el que Judá era el aliado subordinado de Egipto, quizás tan temprano como el reinado de Manasés (ca. 650 a.C.) o posiblemente a principios del reinado de Joacim (ca. 609 a.C.). En el momento en el que Saríah hizo la donación al templo (419 a.C.), el destacamento militar judío (conocido como degel, una palabra hebrea que significa “estandarte”) protegía los intereses del Imperio Persa en la zona sureña de Egipto.

Los papiros de Elefantina fueron descubiertos a principios del siglo XX (anterior a 1903), demasiado tarde como para que José Smith hubiera tenido conocimiento del nombre Saríah como femenino en el Papiro C-22. Por otro lado, para los estudiantes Santos de los Últimos Días de hoy, los paralelismos históricos entre Saríah de Elefantina y Saríah la mujer de Lehi son interesantes, aunque coincidencias. Aparte de compartir el mismo nombre hebreo y el mismo antecedente judeo-israelita, ambas mujeres vivieron a una gran distancia de Jerusalén. La localización de una puede indicar que probablemente usaba el egipcio como lenguaje adicional al arameo, mientras que los demás, el marido y por lo menos un hijo, fueron instruidos en “el lenguaje de los egipcios” así como en su lengua nativa hebrea (1 Nefi 1:2). Las dos mujeres veneraban “al Señor Dios” (del arameo Yahu Elaha; cf. 2 Nefi 5:30)[13]. Las dos mujeres vivían entre colonias judeo-israelitas que construían sus propios templos a las afueras de los límites del templo de Jerusalén (2 Nefi 5:16), una práctica que estamos empezando a entender que no estaba fuera de lo común entre los israelitas, tanto los de la tierra de la Biblia como los del Libro de Mormón[14].

Por supuesto, esta no es la primera vez que un nombre propio del Libro de Mormón, que al parecer desafiaba las normas básicas de traducción, haya sido justificado por el descubrimiento arqueológico de un documento antiguo judío. En 1973 Hugh Nibley puntualizó que aquellos que mantenían que Alma estaba fuera de lugar en el Libro de Mormón, por ser un nombre personal femenino [procedente del] latín, tendrían que reconsiderar sus posturas[15]. La razón de esto fue el descubrimiento de Yigael Yadin del nombre personal masculino de procedencia hebrea Alma ben Yehuda (Alma hijo de Yehuda) en un título de propiedad entre las cartas de Bar Kojba procedentes del desierto de Judea[16]. Al igual que con el episodio de Alma, ahora los estudiantes Santos de los Últimos Días pueden estar seguros de que la aparición del nombre femenino judío Saríah en el Libro de Mormón está justificado, justificado por una única línea del papiro C-22 que menciona la donación de Saríah barat Hoseas, Saríah hija de Hoseas[17].

Fuentes
  1. Arthur E. Cowley, ed. and trans., Aramaic Papyri of the Fifth Century B.C. (Oxford: Clarendon, 1923), 67.
  2. Ibid., xv.
  3. Ibid., 67.
  4. Bezalel Porten, Archives from Elephantine (Berkeley: University of California Press, 1968), 320.
  5. Ibid., plate 11.
  6. Ver 2 Samuel 8:17; 2 Reyes 25:18; 23:25; 1 Crónicas 4:13–14; 4:35; 6:14; Esdras 2:2; 7:1; Nehemías 10:2; 11:11; 12:1, 12; Jeremías 40:8; 51:59, 61; 52:24.
  7. El nombre divino Yahu está presente en la línea 1 del Papiro Cowley #22. Cowley no creía que fuera la versión corta de YHWH, sino más bien una “forma primitiva”. En cualquier caso, ambas formas del nombre representan la misma Deidad israelita. Cowley también prefería la transcripción Ya'u, sosteniendo que la h del arameo Yahu "parece ser un mero signo vocal" (Cowley, Aramaic Papyri of the Fifth Century B.C., xviii), una postura con la que no estoy de acuerdo. Referente al nombre YHWH, normalmente traducido como Yahweh con vocales, prefiero el largo Yahuweh, con la u central preservando un alargado oo, un sonido evidente del elemento teofórico yahu de muchos nombres propios israelitas.
  8. Nahman Avigad, Hebrew Bullae from the Time of Jeremiah (Jerusalem: Israel Exploration Society, 1986), 46.
  9. Cowley, Aramaic Papyri of the Fifth Century B.C., 71.
  10. Yahu Elaha es el equivalente arameo del hebreo Yahuweh Elohim, el cual es tradicionalmente traducido en inglés como "el Señor Dios" (en KJV es traducido como "el SEÑOR Diós", con "SEÑOR" en letras mayúsculas representando la presencia del nombre Yahuweh en el texto hebreo). Cowley prefiere "Ya'u el Dios" (Cowley, Aramaic Papyri of the Fifth Century B.C., xviii), pero en mi opinión esto crea una falsa distinción entre la deidad adorada en la tierra de Israel y la que era adorada en Elefantina, una distinción que en realidad no existía, ya que la misma deidad era adorada en ambos casos.
  11. Cowley, Aramaic Papyri, 65.
  12. Ibid., 66.
  13. Numerosos ejemplos del nombre/título el Señor Dios son encontrados en el Libro de Mormón. Unos pocos de la época en que presumiblemente Saríah, la mujer de Lehi, vivía son: 1 Nefi 13:32; 14:25; 19:11; 21:22; 22:8, 11; 2 Nefi 1:9; 2:16; 3:5; 4:4, 7; 5:21, 22, 30; 6:6, 9 y 12 (no incluyendo las citas de Isaías).
  14. Para añadir más concerniente al templo construido por Nefi en el Nuevo Mundo, hay pequeños santuarios construidos en Arad y Beersheba en la antigua Judea que también son clasificados como templos “parecidos al templo de Salomón” en su forma tripartita y función.
  15. Hugh W. Nibley, The Prophetic Book of Mormon, vol. 8 in The Collected Works of Hugh Nibley (Salt Lake City: Deseret Book and F.A.R.M.S., 1989), 281.
  16. Ibid., 282; Yigael Yadin, Bar Kokhba (Jerusalem: Steimatzky, 1971), 176–77.
  17. Enlace a versión original http://maxwellinstitute.byu.edu/publications/jbms/?vol=2&num=2&id=40

14 noviembre 2012

Nombres del Libro de Mormón y Glifos Mayas

¿Existen rastros de nombres del Libro de Mormón en los registros que hayan sobrevivido de la América Precolombina?

Autor: Daniel Johnson.
Traductores: Manuel Copaira y Antonio A. Caballero.


Glifos de Palenque


“... y Kish reinó en su lugar. Y ocurrió que Kish también murió, y Lib reinó en su lugar.”
(Éter 10:17:18)
Muchos nombres únicos aparecen a lo largo de las historias de varias culturas en el Libro de Mormón, no obstante, solamente se nos ofrece una pequeña porción de los miles de nombres personales que debieron existir. Algunos sólo aparecen entre sus páginas, mientras que otros tienen precedentes en la Biblia u otros documentos antiguos. ¿Cuál era el típico nombre nefita o jaredita? ¿Adoptaron nuevos nombres locales de las culturas que les rodeaban en el Nuevo Mundo? Y lo más importante, ¿Puede ser encontrado algún rastro de estos nombres en los registros que hayan sobrevivido de los antiguos habitantes de América?

Según algunos autores SUD [Santos de los Últimos Días], la respuesta a la última pregunta es sí. En “Exploring the Lands of the Book of Mormon” (Explorando las tierras del Libro de Mormón), Joseph Allen cita el trabajo del arqueólogo SUD Bruce Warren para mostrar que el nombre y la fecha de nacimiento de un rey Jaredita llamado Kish se encuentran en los glifos mayas del Templo de la Cruz en Palenque [1]. Ésta parecía una declaración bastante atrevida y debido a que en el pasado hubo algunas discrepancias con respecto a las afirmaciones de Allen, se decidió investigar el asunto. Después de todo, ¿Por qué podría un antiguo rey jaredita ser mencionado en un texto clásico Maya lidiando con el linaje real en Palenque? Tenemos el agrado de informar que Allen está básicamente en lo correcto, pero su descripción es más bien breve y lo que omite es muy interesante y aporta considerablemente a nuestra comprensión.

El Templo de la Cruz fue construido por Kan Balam, hijo del gran rey Pakal. La famosa imagen central de Kan Balam recibiendo la autoridad divina de su padre enfermo, centrada alrededor de la cruz maya o árbol sagrado de la vida, está flanqueada a ambos lados, por los textos jeroglíficos. Estos escritos proclaman su derecho divino a gobernar a través de su linaje. El lado derecho, traza la línea ancestral más inmediata a través de su padre hasta el fundador de la dinastía de Palenque, un rey llamado Kuk Balam I, quien accedió al trono en el año 431 d.C. El lado izquierdo se remonta aún más lejos, registrando los nacimientos de las deidades del ciclo anterior a la creación [2]. El nombre al que Allen hace referencia aparece dos veces en el panel izquierdo y una vez en el derecho. Se compone de tres glifos diferentes que se leen U-Kix-Kan. En los transliterados fonemas mayas, el sonido "SH" se escribe como "X". La parte crucial del nombre, Kish, en realidad es una palabra maya que significa "púa de mantarraya".

Glifos mayas que graban el nombre real Kish (Kix). Templo de Palenque.

En este caso los tres componentes fonéticos son realmente palabras que encajan entre sí para formar un nombre compuesto, así como las letras encajan entre sí para formar palabras. La fecha de nacimiento de Kish es dada en la “Cuenta Larga” maya y sería presentada como el 11 de Marzo de 993 a.C. Según el texto, fue coronado como rey divino de Palenque, a la edad de 26 años. A pesar de que su nombre de pila aparece en el panel de texto legendario o divino, se entiende que era humano y no un dios por la sensata edad [que tenía] en el momento en que se convirtió en rey [2].

Los arqueólogos no están seguros si fue una persona real o no. A pesar de que el Palenque del Preclásico estaba poblado, nada ha sobrevivido desde el tiempo de Kix. Si fue real, hubo un espacio de al menos 1400 años entre su coronación y el fundador de la dinastía Palenque del que se tiene conocimiento. A decir verdad, cuando Kix se convirtió en rey, Palenque, como podríamos reconocerla ni existía. Pudo haber un asentamiento ahí, pero cómo fue llamado o quién vivió ahí es desconocido. Si este es el mismo rey Jaredita, ¿no debería ser su nombre en el Libro de Mormón algo así como Ukishkan? No necesariamente, muchos reyes Mayas habían prolongado títulos reales que compartieron muchos elementos comunes entre sí. La mayoría de los nombres reales incluyen una larga secuencia de jeroglíficos que representaban los nombres de los dioses o de animales importantes [3].

Kinich Hanaab Pakal es el nombre verdadero de Pakal, el conocido rey de Palenque. Otro rey de Palenque lleva por nombre U-Pakal-Kinich-Hanaab-Pakal [4]. En el caso de U-Kix-Kan, U puede ser un pronombre en tercera persona o simplemente un sonido fonético, mientras que Kan significa "serpiente" y puede referirse a un reino a menudo asociado con el sitio de Calakmul.

Estos son los elementos comunes que se encuentran en los nombres de muchos reyes mayas. La parte distintiva de su nombre parece ser la púa de mantarraya, o Kix. Pero ¿Por qué Kan Balam se referirá a esta persona posiblemente medio mítica, incluso describiéndola como rey de Palenque? Al escribir la fecha de nacimiento de Kix, está creando una conexión directa con un rey que ahora identificamos como Olmeca. Los mayas heredaron o tomaron prestados muchos aspectos de la sociedad de esta cultura madre de México. Para Kan Balam, al vincular su linaje a los Olmecas, legitimó su derecho al trono. Entonces, tomando en cuenta que muchos eruditos SUD descubrieron la conexión existente entre jareditas y olmecas, se podría afirmar que éste es el Kish que encontramos en el Libro de Mormón.

Sin embargo, la lectura de Kix para el jeroglífico “púa de mantarraya” ha sido cuestionado en los últimos años. El jeroglífico representa una púa de mantarraya, pero dado que estos elementos se usaron para sacrificio con derramamiento de sangre, también puede significar una aguja, colmillo, u otro instrumento afilado utilizado para el mismo propósito. En un sentido más amplio, también representa la creación y la concepción, por lo que el mismo jeroglífico puede referirse al linaje. Las referencias cruzadas de estas palabras en los diccionarios mayas sugieren que la lectura de este jeroglífico debería ser “kokan” [5]. Si esto es correcto, el nombre del rey en cuestión debería ser U Kokan-Kan. Pero una palabra Yucateca Maya, Koh-kan, significa "colmillo de la serpiente", y existe una sugerencia que dice que el glifo de púa de mantarraya pudo tener su origen como el diente de serpiente. Si este es el caso, el nombre del mítico gobernante de Palenque en cuestión significaría: "Él es el diente de serpiente de la serpiente", que no tiene mucho sentido. Al parecer por esta sola razón, esta definición es rechazada en favor de "púa de mantarraya" para kokan. [6]

Ahora parece que encontrar al rey Jaredita Kish no es tan difícil. Los Mayas de la Era Clásica que escribieron acerca de este antiguo rey Olmeca mencionaron su nombre como "Él es el sangrador de la Serpiente" o "la púa de su serpiente", pero ¿porqué lo han llamado U-Kokan-Kan en lugar de U-Kix-Kan? puede que nunca lo sepamos. Incluso en la literatura científica reciente, se refiere a veces como U-Kix-Kan. El nombre de Kix-Chan (o variantes ortográficas de ella) todavía se encuentra entre los Mayas en zonas del Petén en Guatemala [7]. La púa de mantarraya o jeroglífico del sangrador, ya sea leído como kokan, Kix, o alguna otra palabra, puede representar paternidad cuando ha sido utilizada como parte de un nombre. Según algunos diccionarios mayas, el jeroglífico “serpiente”, también puede significar tutor o captor. Todos los jeroglíficos fueron adaptados del libro “Dictionary of Maya Hieroglyphs” (Diccionario de Jeroglíficos Mayas) de John Montgomery.

Posibles connotaciones para U-Kish-Kan.
El libro de Éter no da ningún detalle sobre el reinado de Kish, pero algunos reyes jareditas llegaron al poder tras el encarcelamiento del rey que gobernaba en ese momento y que a veces era un familiar. Otros reyes jareditas aparentemente pasaron el resto de sus vidas en cautividad. A fin de cuentas, es probable que los Mayas de la Era Clásica en Palenque no hubieran conocido a Kish, el rey Jaredita, pero la evidencia parece existir que confirma a Kish como un nombre maya antiguo. Puede que el lector se pregunte si hay otros nombres en el Libro de Mormón que aparezcan en los textos mayas. En la actualidad, no se sabe de otros nombres pero ¿cuántos de los innumerables nombres personales fueron escritos? Los textos Mayas se refieren principalmente a los reyes y nobles, por lo que millones de personas no dejaron registros escritos de sus nombres. Entonces empezamos a preguntar si era posible relacionar otros nombres jareditas, nefitas o lamanitas con los jeroglíficos mayas. Al mirar a través de los registros de las escrituras, descubrimos que la abrumadora mayoría de los nombres son nefitas o de grupos asociados a ellos. Esto era de esperar, ya que el Libro de Mormón fue escrito por historiadores nefitas. El siguiente número mayor de nombres proviene de los jareditas, principalmente a través de los registros de Éter. Por último, aparte del original Lamán y Lemuel, sólo un puñado de nombres lamanitas aparecen.

De los muchos nombres personales contenidos en el Libro de Mormón, algunos son bíblicos o están directamente relacionados con el Levante [Oriente]. Incluso Kish es encontrado en el Antiguo Testamento como el nombre de varias personas, entre ellos el padre de Saúl, el primer rey de Israel. Además, un rápido vistazo a un diccionario de jeroglíficos mayas demuestra que carecen de varias letras encontradas en hebreo. La lengua maya no tiene contrapartes para D, F, G, R, o V. Hemos excluidos los nombres del Libro de Mormón con estos sonidos y de aquellos que fueron traídos obviamente desde el Medio Oriente. Nuestro experimento era encontrar nombres que podrían ser de indígenas de Mesoamérica o que podrían ser representado con jeroglíficos Mayas.

En este punto, es necesaria una breve explicación de cómo funciona la escritura Maya. Los jeroglíficos mayas constituyen un complejo sistema funcional de escritura con una combinación de logogramas y signos silábicos similar, en algunos aspectos, al japonés moderno. Las palabras y los nombres se pueden escribir en una aparente e interminable variedad de arreglos usando dibujos, sílabas, o una combinación de ambos. También, el mismo sonido puede ser escrito utilizando diferentes jeroglíficos en el cual todos tienen el mismo valor. Algunos jeroglíficos funcionan como palabras por sí mismas y otros no tienen más sentido que de signos silábicos. Tomando en cuenta lo anterior,, vemos que el nombre Pakal, cuyo significado es "escudo", se puede escribir con una representación gráfica de un escudo o con "letras" que trabajan juntas para formar fonéticamente la palabra. La mayoría de las sílabas mayas incluyen tanto una consonante como un sonido vocal, pero la vocal generalmente no es pronunciada al final de una palabra. Por lo tanto, Pakal se escribe como pa-ka-la, pero la última A es muda. Esta característica y otra donde la última consonante se dice pero no está escrita, son muy similares a algunas escrituras silábicas antiguas del Mediterráneo oriental [8]. Esta explicación está obviamente muy simplificada pero nos da una introducción básica a la escritura maya. No somos epigrafistas o expertos en lenguas antiguas, pero hemos estudiado muchos textos mayas y tenemos de donde sacar algunos buenos recursos.

El siguiente diagrama muestra un ejemplo de nombres Jareditas representados en jeroglíficos mayas clásicos. La ortografía se ha simplificado un poco para facilitar la lectura. Debido a la redundancia en algunos de los jeroglíficos, estos nombres podrían haber sido escritos usando otras combinaciones, pero deberían ser suficientes. Algunos de estos realmente pueden tener significados en Maya. Ah-ha significa "el del agua" y es similar en significado al título ah-naab, que se refiere a los artistas. Del mismo modo, ah-kish significa "el de la púa de mantarraya". Kib es el decimoséxto día de uno de los calendarios mayas. Ma-ha puede significar "sin agua", y xul es el sexto mes de uno de los calendarios mayas. Muchos nombres nefitas provienen del Viejo Mundo; algunos son exactamente iguales a los nombres Bíblicos. Incluso nombres que no se encuentran en la Biblia como Abinadi y Mosíah parecen poseer etimologías hebreas. Eruditos SUD y lingüistas han publicado interesantes y sugerentes estudios mostrando que algunos nombres encontrados exclusivamente en el Libro de Mormón tienen sorprendentemente orígenes hebreos y egipcios [9].


De un interés particular es el nombre de Alma. Durante muchos años no ha sido reconocido como un nombre masculino fuera del Libro de Mormón y ha sido criticado por ser una forma femenina tanto en hebreo como en latín. A pesar de que se puede representar fácilmente con glifos mayas, no ha sido incluido en nuestra lista de nombres nefitas porque los descubrimientos recientes han demostrado que en realidad es un antiguo nombre hebreo. Al parecer en las cartas de Bar Kokhba, datadas en el año 130 d.C., hacen referencia de alguien llamado Alma ben-Yehuda (Alma, hijo de Judá) [10]. Este hallazgo, ciertamente desconocido por José Smith, parece validar al nombre de Alma en masculino como auténtico, pero los críticos pueden puntualizar que debido a que estos escritos no existieron hasta siglos después de la salida de Lehi, podrían no representar la procedencia del nombre. A pesar de todo eso, a José [Smith] todavía se le ocurrió, de alguna manera, un nombre antiguo hebreo masculino auténtico desconocido por aquel entonces. Éste mismo nombre ha sido encontrado en tablas de arcilla en un antiguo lugar de Siria llamado Tell Mardikh. Dichas [tablas] contienen escritos en una lengua semítica similar al acadio, con formas cuneiformes que preceden al alfabeto hebreo. El nombre Al-ma es encontrado ocho veces en estos textos [11]. Estos escritos, son de tiempos muy anteriores a los de Lehi, por lo que el nombre de Alma puede ser mucho más antiguo de lo que se sospechaba.


En el Libro de Mormón podemos encontrar más de 30 nombres singulares nefitas que sean fonéticamente compatibles con el maya. La siguiente tabla muestra algunos nombres que aparentemente funcionan correctamente. Algunos de estos nombres también podrían tener orígenes semíticos o hebreos, pero lo interesante es ver como serían traducidos a glifos mayas. Según los diccionarios mayas, ah-mulek significa “aquel de Mulek” y xib-lom podría significar “hombre del palo”. Aunque no es una combinación perfecta para Teancum, un rey llamado Tecum es mencionado por el historiador español Juarros en sus registros sobre las dinastías del imperio Quiché en las altas tierras de Guatemala [12].

Concerniente a los nombres lamanitas, hay un número mucho más reducido para examinar, puesto que de todos los nombres que figuran en los registros de las escrituras, tanto impíos como justos, solo unos pocos son nombrados. Por alguna razón, los historiadores de los registros nefitas no creían necesario proporcionarnos muchos de sus nombres. Consecuentemente hay una porción mucho más pequeña de donde escoger, pero se pueden observar algunos resultados sorprendentes. El primero es la supremacía de los nombres masculinos que empiezan por la letra L. La segunda es que descartando los nombres que son remanentes o congénitos del hebreo, como Aarón y Samuel, prácticamente todos los nombres lamanitas están compuestos por fonemas encontrados en los lenguajes mayas. La única excepción es Zerahemna, un nombre que parece obviamente derivado de Zarahemla. Ab-ix puede significar “año del jaguar” en maya. Tubalot aparentemente es una palabra tomada directamente del hebreo, éste es un nombre encontrado en varias ocasiones en el Antiguo Testamento; la primera es Tubal Caín en Génesis 4:22 y la segunda se encuentra en Génesis 10:2 como Tubal, nieto de Noé a través de Jafet. Este nombre se aplicó finalmente a toda una nación o grupo de personas. –ot puede ser una terminación femenino plural en hebreo. A pesar de que posee una etimología hebrea, Tubalot fue incluido porque hay un lugar del maya clásico en las tierras bajas de Guatemala que es llamado Tub´al [13], Por lo que este parece ser un nombre que pudo haber sido transmitido de una forma u otra entre los Lamanitas durante milenios.

Lamán ha sido incluido en esta lista, porque aunque es un nombre que obviamente tiene sus raíces en el Oriente Medio, seguía siendo utilizado en las américas 1000 años después para describir a un numeroso grupo de personas, por lo que pudo haber influido bastante en las culturas de su alrededor. También es una palabra maya que significa “sumergido”. A un lugar de Belice se le conoce como Lamanai, pero en realidad es una degradación de su verdadero nombre, Lama´an Ayin, que significa “el cocodrilo sumergido” [14]. Es verdaderamente antiguo, con una población que se remonta hasta el año 2000 a.C. Lama´an Ayin es uno de los pocos ejemplos de lugares que han retenido su nombre precolombino. Este nombre ha perdurado desde al menos el periodo Clásico, pero no se sabe cuán antiguo puede ser. Muchos eruditos SUD han sugerido una conexión entre los lamanitas y los mayas de principios de la era Clásica. Quizás no sea una coincidencia que mientras los lamanitas emergían como la cultura dominante y victoriosa al final del Libro de Mormón, la civilización maya empezara a florecer y progresar hacia su gran extensión. Según el registro arqueológico escrito que ha sobrevivido, muchas grandes dinastías de sociedades de la era clásica como Palenque, Yaxchilán, Piedras Negras, Calakmul, Caracol, Quiriguá, Copán y otras fueron encontradas entre la mitad tardía del 4º siglo y primera mitad del 5º [15]. Quizás la desaparición de la cultura nefita creó un vacío que fue cubierto por la civilización que hoy en día es conocida por los arqueólogos como la maya del periodo Clásico.


Los nombres de lugares geográficos, normalmente de tierras o ciudades, serán la última categoría a observar. En algunos casos sabemos los orígenes de estos nombres, pero en el Libro de Mormón se mencionan muchos que no poseen ningún tipo de procedencia, por lo tanto no se sabe si son de los nefitas, de los lamanitas, de los jareditas o de alguna otra procedencia. Tal como los eruditos SUD han mostrado, algunas [ciudades] como Zarahemla, Jersón y Cumoráh tienen unos lazos muy cercanos con los hebreos [16], pero algunos puede que tengan orígenes mesoamericanos, especialmente si pueden ser fácilmente representados con jeroglíficos mayas. Es posible que algunos de estos nombres siguieran en uso siglos después del cierre del Libro de Mormón. Los nombres que eran de origen local o que no usaban los sonidos ajenos a las lenguas indígenas de las Américas son los mejores candidatos para perdurar. El problema está en que en estos momentos no se conoce ningún ejemplo. Los nombres encontrados en los actuales México, Guatemala, Belice y Honduras, son completamente diferentes, pero en naturaleza son mucho más contemporáneos. Obviamente, cualquier nombre español fue dado después de La Conquista. Muchos de los nombres que encontramos en los lugares mayas fueron dados por poblaciones que llegaron después de que las ciudades fueran abandonadas o mucho más tarde por arqueólogos modernos. Sólo en las últimas décadas han salido a la luz algunos antiguos nombres originales. Durante el apogeo de la cultura maya, las ciudades y regiones tenían nombres como: Lakam-Ha, Toktan, Tubal, Naaman, Motul, Yash-Ha, Laman-Ayin, Shukpi, Kan y Zama. Los nombres de los lugares del Libro de Mormón que se muestran abajo podrían encajar a la perfección, pero los nombres de la era clásica maya para regiones, sistemas políticos y ciudades solo llegan tan atrás como los registros de los jeroglíficos mayas. No existe nombre alguno que pueda ser confirmado anterior al 4º o 5º siglo d.C. Tanto partidarios como críticos del Libro de Mormón deben darse cuenta de que, por muchas razones, sería prácticamente imposible encontrar nombres como Nefi o Zarahemla en un registro arqueológico mesoamericano. Los nombres que pudieran remontarse tan lejanamente probablemente no hayan sobrevivido hasta este día.


¿Qué conclusión, si la hay, se puede sacar de este estudio? La primera sugerencia es que un examen más cercano de los nombres personales puede arrojar alguna luz hacia el lenguaje y la cultura de los pueblos que lo poseían (o al menos, la de sus padres). Si la gente del Libro de Mormón tenía nombres con vocales, consonantes y combinaciones fonéticas que no se encuentran en las lenguas indígenas de las Américas, entonces debemos buscar su lengua hablada en otro lugar. Sabemos que el grupo de Lehi llegó con el conocimiento del hebreo y el egipcio, que el grupo de Mulek llegó con la misma base en hebreo, pero no sabemos qué lengua hablaban los jareditas. Nuestras comparaciones se basan en asumir que José Smith nos dió las interpretaciones correctas de estos nombres antiguos. Aquí siempre existe la posibilidad de equivocación y nuestra pronunciación de estos nombres en inglés difiere de otros idiomas. Sin embargo, como [José] interpretó nombres poco familiares durante el proceso de traducción y estaba bajo la tutela personal del último historiador nefita, es probable que sea una suposición segura asumir que la traducción al inglés de los nombres fuera la más acertada posible. Conocidos nombres bíblicos fueron traducidos a sus equivalentes en inglés: Jacob, José, Isaías, Benjamín y así sucesivamente. La mayoría de las consonantes hebreas pueden ser fácilmente representadas en inglés, por lo que estamos aceptando una traducción bastante correcta de nombres desconocidos para José Smith o sus escribas. La segunda sugerencia es que cuanto más tiempo vivían los inmigrantes del Viejo Mundo en Las Américas, más acogían las culturas locales indígenas para si mismos, que quizás es evidenciado en cierta medida por los nombres que eligieron para sus hijos. Es probable que los nefitas justos fueran los más lentos en mezclarse, quizás prefiriendo seguir siendo un “pueblo peculiar” como los israelitas del Antiguo Testamento. Los nombres que pueden ser fácilmente interpretados en leguas de la antigua Mesoamérica como el maya pueden ser un indicio de esta fusión. Por el contrario, los nombres que son imposibles o difícilmente interpretados de manera satisfactoria en lenguas mesoamericanas pueden indicar una firme conexión con las culturas semitas originales. Por ejemplo, los nombres Mormón y Moroni aparecen al final de la historia de los nefitas. Al intentar escribir Moroni en maya el resultado es mo-lo-ni-y(a). Mormón también es algo problemático: Mo-l(o)-mo-n(a). Nombres como Gid o Gidgiddona serían imposibles sin mayores alteraciones. Cualquiera que pudiera haber sido la lengua franca de la región, obligadamente Mormón y Moroni también poseían una lengua hablada con la que fácilmente pudieran pronunciar y escribir sus propios nombres. Los mejores candidatos son el hebreo y el egipcio reformado, ambos alterados por los nefitas. Incluso si los nefitas finalmente adoptaron un lenguaje local, sus profetas e historiadores conservarían vivo un modelo de estas lenguas originales. Es interesante notar que de los 22 historiadores nefitas nombrados, 17 tenían nombres con fuertes influencias semíticas que eran difíciles o imposibles de interpretar en maya de manera satisfactoria. Es posible que esta clase particular de nefitas (probablemente descendientes directos de Lehi) eligieran deliberadamente para sus hijos nombres procedentes de su patrimonio cultural original como recordatorio de su posición ante Dios o también podría ser un síntoma de una menor cantidad de mestizaje con las culturas mesoamericanas de su alrededor.

Los ejemplos anteriores constituyen sólo una pequeña toma de contacto con las posibilidades del origen mesoamericano de algunos nombres del Libro de Mormón. Sigue habiendo mucho más que se podría hacer en este tema. Invitamos a aquellos que están entrenados en las lenguas antiguas mayas y jeroglíficos a que examinen las comparaciones que hemos hecho y ofrezcan cualquier mejora, comentario o sugerencia con respecto al significado e interpretación de los nombres descritos aquí. Mucho se ha hecho ya para relacionar estos nombres con las lenguas del Viejo Mundo, pero al parecer hay una gran área de estudio sin explorar para conectarlos con el Nuevo Mundo. Algunas comparaciones interesantes que se han mostrado aquí, sugieren que algunos nombres del Libro de Mormón podrían tener orígenes mesoamericanos. El gran número de nombres de lugares que se pueden escribir en maya es especialmente intrigante. Esto sugiere que los pueblos del Libro de Mormón pudieron usar nombres indígenas para algunos de sus propios territorios. El resultado que se presenta aquí es una mera tentativa y debería servir más como sugerencia u oportunidad para futuras investigaciones que para conclusiones. Dada la naturaleza desafiante de buscar las pronunciaciones originales de los nombres antiguos transmitidos a lo largo de diversas e inconexas lenguas, se necesitará dedicar mucho tiempo y esfuerzo para este empeño. Se desea que este artículo sea visto como una introducción a la investigación de un tema relacionado con las conexiones mesoamericanas con los nombres del Libro de Mormón.

Fuentes
  1. Joseph L. Allen y Blake J. Allen, “Exploring the Lands of the Book of Mormon”, segunda edición (Orem: Instituto de recorridos e investigación del Libro de Mormón), p.132-133.
  2. Ver Linda Schele y David Freidel, “A Forest of Kings“ (Nueva York: Publicaciones HarperCollins, 1990), Los autores desean que se reconozca la inestimable asistencia de Cal Tolman en la preparación del trabajo en las áreas de terminología lingüística y lenguajes antiguos. p. 252-254.
  3. Simon Martin y Nikolai Grube, “Chronicle of the Maya Kings and Queens” (Lóndres: Thames & Hudson, 2000), p. 15.
  4. Simon Martin y Nikolai Grube, Chronicle of the Maya Kings and Queens (Lóndres: Thames & Hudson, 2000), p. 172.
  5. Albert Davletshin, “Glyph for Stingray Spine,” (Moscú: Universidad Estatal Rusa de Humanidades, 2003).
  6. Albert Davletshin, “Glyph for Stingray Spine,” (Moscú: Universidad Estatal Rusa de Humanidades, 2003). p. 3.
  7. Floyd G. Lounsbury, “The Identities of the Mythological Figures in the Cross Group Inscriptions of Palenque,” Fourth Palenque Round Table, 1980 (San Francisco: Instituto de investigación de Arte Precolombino, 1985), p. 57.
  8. Stephen D. Houston, “Reading the Past - Maya Glyphs” (Berkeley y Los Angeles: Prensa de la Universidad de California, 1989), p. 39-40.
  9. Ver John A. Tvedtnes, “Hebrew Names in the Book of Mormon”, 13º Congreso de Estudios Judíos, (Jerusalén: 2001)
  10. Paul Y. Hoskisson, “What’s in a Name?” Journal of Book of Mormon Studies: Volume - 7, Issue - 1, (1998), p. 72-73.
  11. Terrence L. Szink, “New Light: Further Evidence of a Semitic Alma,” Journal of Book of Mormon Studies: Volume - 8, Issue - 1, (1999), p. 70.
  12. Ver Hubert Howe Bancroft, “The Works of Hubert Howe Bancroft: The Native Races”, vol. V (San Francisco: L. Bancroft & Company, 1883), p. 594-595.
  13. Nikolai y Grube, “Chronicle of the Maya Kings and Queens”, pg. 76.
  14.  <http://www.famsi.org/reports/98037/>
  15. Nikolai y Grube, “Chronicle of the Maya Kings and Queens”, p. 22-23.
  16. Ver Tvedtnes, “Hebrew Names in the Book of Mormon.”
  17. Enlace al artículo original http://www.bmaf.org/node/253

04 noviembre 2012

El Cristianismo Prehispánico según Fray Servando Teresa de Mier

¿Sabías que el Fraile Servando Teresa de Mier, fue encarcelado y exiliado por enseñar que los aborígenes americanos eran cristianos 1.700 años antes de la llegada de Colón?
Autores: Álvaro Figueroa,
Israel González.


En el Libro de Mormón, encontramos profetas que dieron su vida por la predicación del Evangelio de Cristo. Su testimonio quedó plasmado en las páginas del registro nefita y hoy podemos leer sobre sus sacrificios. También otras personas en una época más moderna, con su línea de vida, nos dejaron legados que perdurarán en las hojas de libros antiguos que esperan nuestra lectura.

El Fray Servando Teresa de Mier es una de esas personas. Valientemente expresó una realidad que podía ver en la América recién conquistada. Su vida entre los aborígenes le llevó a plantearse la tesis del cómo los indios podían conocer el cristianismo antes de la llegada de los conquistadores españoles; encontrando tantas pruebas, que estuvo dispuesto a sacrificar parte de su vida, por enseñar esa verdad.

Teresa de Mier pensó que la única explicación plausible era que uno de los apóstoles de Jesucristo, Santo Tomás, haya viajado hasta América y predicado el evangelio de Cristo entre los aborígenes.

El 12 de diciembre de 1794, durante los festejos del aniversario número 263 de la manifestación mariana de la virgen de Guadalupe, en presencia del virrey Revillagigedo, del arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta y varios miembros de la Real Audiencia de Nueva España, dijo las siguientes palabras:
"Guadalupe no está pintada en la tilma de Juan Diego sino en la capa de Santo Tomé (conocido por los indios como Quetzalcoátl) y apóstol de este reino. Mil setecientos cincuenta años antes del presente, la imagen de Nuestra señora de Guadalupe ya era muy célebre y adorada por los indios aztecas que eran cristianos, en la cima plana de esta sierra del Tenayuca, donde le erigió templo y la colocó Santo Tomé (primer párrafo del sermón).
Yo haré ver que la historia de Guadalupe incluye y contiene la historia de la antigua Tonantzin, con su pelo y su lana, lo que no se ha advertido por estar su historia dispersa en los escritores de las antigüedades mexicanas." (párrafo final)[1]
Con dicho sermón pretendía demostrar que el culto guadalupano era prehispánico, al igual que el cristianismo, y por lo tanto no había motivos por los cuales agradecer su enseñanza a España. Esto a lo más, sería una “re-enseñanza”.

Sus ideas no recibieron críticas negativas en principio; pero una semana después de haber pronunciado el sermón, el arzobispo Núñez de Haro (quien en palabras de Mier "sentía aversión por todo lo criollo") le acusó de herejía y blasfemia ante el Santo Oficio, por lo cual se le excomulgó, redujo a prisión, se le despojó de sus libros y fue condenado a diez años de exilio en España.

Además del exilio se le prohibió de por vida ejercer la enseñanza y se le retiró su grado de doctor. Éste fue el gran precio que tuvo que pagar por decir algo de lo que estaba totalmente convencido. Nunca dudó de sus palabras, fue muy valiente en su testimonio y nunca se retractó pese a todas las circunstancias adversas que esto trajo a su vida. Él realmente sabía que los aborígenes americanos conocían el cristianismo antes de la llegada de los españoles.

La idea de la virgen María prehispánica dentro de un ámbito cristiano tiene su fuente histórico-religiosa, tal cual el padre Teresa de Mier suponía. Este registro es precisamente único en el mundo y es el Libro de Mormón.

El Libro de Mormón tiene la las suficientes evidencias que demuestran el conocimiento de María como un conocimiento transversal y cultural entre los nefitas, una facción de aborígenes prehispánicos del libro.

Nefi, uno de sus patriarcas que vino desde Jerusalén, recibe la primera visión de la virgen en el libro. Puede decirse que es ésta es la primera visión de la virgen registrada por un profeta en toda la historia antigua. En su conversación entre un ángel y él en su viaje de huída de Jerusalén, por el desierto, bordeando el mar Rojo, leemos:
" Y ocurrió que vi abrirse los cielos; y un ángel descendió y se puso delante de mí, y me dijo: Nefi, ¿qué es lo que ves?
Y le contesté: Una virgen, más hermosa y pura que toda otra virgen.
Y el ángel dijo: ¿Comprendes la condescendencia de Dios?.
Y le respondí: Sé que ama a sus hijos; sin embargo, no sé el significado de todas las cosas.
Y me dijo: He aquí, la virgen que tú ves es la madre del Hijo de Dios, según la carne.
Y aconteció que vi que fue llevada en el Espíritu; y después que hubo sido llevada en el Espíritu por cierto espacio de tiempo, me habló el ángel, diciendo: ¡Mira! Y miré, y vi de nuevo a la virgen llevando a un niño en sus brazos.
Y el ángel me dijo: ¡He aquí, el Cordero de Dios, sí, el Hijo del Padre Eterno!" (1 Nefi 11:14-21, 597 a.C aprox)
Luego de ésta, algunos siglos después, habrá evidencia adicional del conocimiento de María entre el pueblo nefita del Libro de Mormón:
"Y se llamará Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio; y su madre se llamará María." (Mosíah 3:8, profecía de María cerca de 124 a.C aprox. en América prehispánica)

"Y he aquí, nacerá de María, en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados, y siendo ella virgen, un vaso precioso y escogido, a quien se hará sombra y concebirá por el poder del Espíritu Santo, dará a luz un hijo, sí, aun el Hijo de Dios." (Alma 7:10, 83 a.C aprox. profecía de María cerca de 124 a.C aprox. en América prehispánica)
Por supuesto que esto no pretende ser una completa postura mariológica como lo entiende el catolicismo moderno, ni validarla tal cual se entiende en la actualidad, ni una “adoración”, como lo expresa el padre Teresa de Mier en sus memorias; pero exhibe la clara raíz primera del culto religioso prehispánico a María y papel teológico preponderante en esta cultura.

Teresa de Mier murió sin saber que en un lugar de América, enterrado en un cerro, se encontraba un registro prehispánico que un día saldría a luz por el poder de Dios y que comprobaría la veracidad de la esencia de su postura: que el conocimiento de María fue enseñado antes de cualquier colonizador o misionero.

Por su parte, José Smith, el traductor y profeta moderno del antiguo y milenario registro nefita, también moriría sin saber del padre Teresa de Mier.

Pero ambos coincidirían en la misma verdad subyacente: el conocimiento de María en la América prehispánica no fue traído por los españoles, fue revelado directamente de Dios a ese pueblo, tal cual se podía vislumbrar de boca de ellos.
Fuentes
  1. Sermón de Fraile Servando Teresa de Mier 1794, Nueva España.

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