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04 noviembre 2015

La traducción del Libro de Mormón

(Artículo oficial de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días)


José Smith declaró que el Libro de Mormón era “el más correcto de todos los libros sobre la tierra, y la clave de nuestra religión; y que un hombre se acercaría más a Dios al seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro”. El Libro de Mormón llegó al mundo a través de una serie de acontecimientos milagrosos 1. Se puede saber mucho del surgimiento del texto en inglés del Libro de Mormón al estudiar cuidadosamente las declaraciones hechas por José Smith, sus escribientes y otras personas muy cercanas que participaron en la traducción del Libro de Mormón.

“Por el don y el poder de Dios”

José Smith relató que la noche del 21 de septiembre de 1823, mientras oraba en la habitación superior de la pequeña cabaña de sus padres en Palmyra, Nueva York, se le apareció un ángel que se llamaba Moroni y que le dijo a José que “Dios tenía una obra para [él]” 2. Moroni informó a José de que “se hallaba depositado un libro, escrito sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los antiguos habitantes de este continente, así como del origen de su procedencia”. El libro se encontraba en un cerro cercano a la granja de la familia Smith. Este registro no era algo común y corriente, ya que contenía “la plenitud del evangelio eterno cual el Salvador lo había comunicado” 3.

El ángel encargó a José Smith que tradujera de la antigua lengua en la que se había escrito el libro. Sin embargo, el joven había recibido muy poca educación formal y era incapaz de escribir un libro por sí mismo, y aún menos traducir un antiguo libro escrito en una lengua desconocida, mencionada en el Libro de Mormón como “egipcio reformado” 4. Emma, la esposa de José, insistió en que, cuando se llevó a cabo la traducción, José “no era capaz de escribir ni dictar una carta coherente y bien formulada, ni mucho menos un libro como el Libro de Mormón” 5.

José Smith recibió las planchas en septiembre de 1827 y la primavera siguiente, en Harmony, Pensilvania, comenzó a traducirlas con fervor. Emma y su amigo Martin Harris fueron sus principales escribientes. La transcripción resultante en inglés, conocida como el Libro de Lehi y, según José Smith, redactada en 116 páginas, posteriormente se perdió o fue robada. Como resultado, José Smith fue reprendido por el señor y perdió la capacidad para traducir durante un corto tiempo 6.

José comenzó a traducir otra vez en 1829 y casi todo el texto actual del Libro de Mormón se tradujo durante un período de tres meses, entre abril y junio de ese año. Durante esos meses, su escribiente fue Oliver Cowdery, un maestro de escuela de Vermont que había oído hablar del Libro de Mormón mientras se hospedaba en casa de los padres de José en Palmyra. Llamado por Dios en una visión, Cowdery viajó a Harmony para conocer a José Smith e investigar más a fondo. Cowdery describió su experiencia como escribiente con estas palabras: “Estos fueron días inolvidables: ¡Estar sentado oyendo el son de una voz dictada por la inspiración del cielo!” 7.

El manuscrito que José Smith dictó a Oliver Cowdery y otras personas se conoce actualmente como el manuscrito original, del que se conserva todavía un 28 por ciento aproximadamente 8. Este manuscrito corrobora las declaraciones de José Smith de que el manuscrito se redactó en un corto plazo y que fue dictado procedente de otro idioma. Por ejemplo, incluye errores que sugieren que el escribiente se equivocó al oír las palabras, en lugar de equivocarse al leer las palabras copiadas de otro manuscrito 9. Asimismo, en el manual original aparecen algunas construcciones gramaticales más características de las lenguas del Cercano Oriente que del inglés, lo que sugiere que la lengua original de la traducción no era el inglés 10.

A diferencia de la mayor parte de los borradores dictados, el manuscrito original era considerado por José Smith, en esencia, un producto final. Para ayudar en la publicación del libro, Oliver Cowdery hizo una copia a mano del manuscrito original. Esta copia se conoce actualmente como el manuscrito del impresor. Puesto que José Smith no indicaba los signos de puntuación, como los puntos, las comas o los signos de interrogación conforme iba dictando, en el manuscrito original no aparecen esos signos. El tipógrafo insertó posteriormente los signos de puntuación cuando preparó el texto para imprimirlo 11. Con las excepciones de la puntuación, el formato, otros elementos tipográficos y algunos pequeños ajustes necesarios para corregir errores realizados al copiar y por los escribientes, la copia dictada se convirtió en el texto de la primera edición impresa del libro 12.

Instrumentos de la traducción

Muchos de los relatos de la Biblia reflejan que Dios daba revelaciones a Sus profetas de muchas formas distintas. Elías aprendió que Dios no le hablaba a través del viento, el fuego o un terremoto, sino mediante “una voz suave y apacible”13. Pablo y otros de los primeros apóstoles se comunicaron en ocasiones con ángeles y, otras veces, con el Señor Jesucristo. En otras ocasiones, la revelación llegó en forma de sueños o visiones, como la revelación que recibió Pedro 14 de que debía predicar el Evangelio a los gentiles; o mediante objetos sagrados como el Urim y Tumim 15.

José Smith destaca entre los profetas de Dios porque fue llamado para expresar en su propia lengua un volumen completo de Escrituras, que ocupaba más de 500 páginas impresas y que contenía doctrina que profundizaría y ampliaría los conocimientos teológicos de millones de personas. Para esa tarea monumental, Dios preparó ayuda adicional y práctica en forma de instrumentos físicos.

Los escribientes de José Smith y él escribieron acerca de dos instrumentos que utilizaron en la traducción del Libro de Mormón. Según los testigos de la traducción, cuando José miraba por los instrumentos, las palabras de las Escrituras aparecían en inglés. Un instrumento, que en el Libro de Mormón se menciona como los “intérpretes”, es más conocido por los Santos de los Últimos Días de la actualidad como el “Urim y Tumim”. José encontró los “intérpretes” enterrados en el cerro junto con las planchas 16. Las personas que vieron los “intérpretes” los describieron como un par de piedras transparentes unidos por un borde metálico. En el Libro de Mormón se hace referencia a este instrumento, junto con su pectoral, como algo que “la mano del Señor… ha preservado y guardado” y que “se transmitieron de generación en generación con objeto de interpretar idiomas” 17.

El otro instrumento, que José Smith descubrió enterrado en el suelo años antes de recibir las planchas de oro, era una pequeña piedra ovalada o “piedra vidente” 18. Cuando era joven, durante la década de 1820, José Smith, al igual que otras personas de la época, utilizó una piedra vidente para buscar objetos perdidos y tesoros enterrados 19. Cuando José comprendió su llamamiento profético, se dio cuenta de que podía usar esa piedra para un fin más elevado: traducir Escrituras 20.

Parece ser que, por comodidad, José tradujo con frecuencia con la piedra vidente en lugar de con las dos piedras unidas para constituir los intérpretes. Esos dos instrumentos (los intérpretes y la piedra vidente) eran, aparentemente, intercambiables, y funcionaban prácticamente de la misma manera, así que, con el tiempo, José Smith y sus compañeros utilizaron con frecuencia el término “Urim y Tumim” para referirse tanto a la piedra vidente como a los intérpretes 21. En la antigüedad, los sacerdotes israelitas utilizaron el Urim y Tumim como ayuda para recibir comunicación divina. Aunque hay comentaristas que discrepan con respecto al carácter de este instrumento, varias fuentes antiguas indican que el instrumento contenía piedras que se encendían o iluminaban por medios divinos 22. Los Santos de los Últimos Días, con el tiempo, llegaron a entender el término “Urim y Tumim” como una referencia exclusiva a los intérpretes. Sin embargo, parece ser que José Smith y otras personas entendían este término más como una categoría descriptiva de instrumentos para recibir revelaciones divinas que como el nombre de un instrumento concreto.

Algunas personas se han negado a aceptar esta afirmación relativa al uso de instrumentos físicos en el proceso divino de la traducción, pero este tipo de ayuda para facilitar la comunicación del poder y la inspiración de Dios es coherente con los relatos de las Escrituras. Además del Urim y Tumim, la Biblia menciona otros instrumentos físicos utilizados para acceder al poder de Dios: la vara de Aarón, una serpiente de bronce, aceites sagrados de unción, el arca del convenio e, incluso, lodo hecho de tierra y saliva para sanar los ojos de un ciego 23.

La mecánica de la traducción
En el prefacio de la edición de 1830 del Libro de Mormón, José Smith escribió: “Les comunico que, por el don y el poder de Dios, yo traduje [el libro]”. Cuando se le pidieron detalles sobre el proceso de traducción, José repitió en varias ocasiones que se había llevado a cabo “por el don y el poder de Dios” 24; y en una ocasión añadió: “No se ha tenido la intención de decirle al mundo los detalles de la salida a luz del Libro de Mormón” 25.

No obstante, los escribientes y otras personas que observaron el proceso de traducción dejaron numerosos testimonios que arrojan algo de luz sobre el proceso. Algunos relatos indican que José Smith estudiaba los caracteres de las planchas. Los relatos, en su mayoría, indican que José usaba el Urim y Tumim (los intérpretes o la piedra vidente) y muchos relatos mencionan que utilizaba una sola piedra. Según estos relatos, José colocaba los intérpretes o la piedra vidente en un sombrero, apoyaba el rostro en el sombrero para bloquear la luz externa y leía en voz alta las palabras en inglés que aparecían en el instrumento 26. El proceso, tal y como se describió, recuerda un pasaje del Libro de Mormón que habla de que Dios prepararía “una piedra que brillará en las tinieblas hasta dar luz” 27.

Los escribientes que ayudaron en la traducción creían sin lugar a dudas que José tradujo por el poder divino. La esposa de José, Emma, explicó que ella “escribía con frecuencia día tras día” en una pequeña mesa de su casa de Harmony, Pensilvania. Emma describió a José “sentado, con la cara metida en su sombrero, que contenía la piedra, dictando hora tras hora, sin ningún objeto entre nosotros” 28. Según Emma, las planchas “se quedaban con frecuencia sobre la mesa, sin ningún intento de ocultarlas, envueltas en un pequeño mantel”. Cuando se le preguntó si José había dictado de la Biblia o de un manuscrito que había preparado con antelación, Emma negó categóricamente esas posibilidades: “No tenía ningún manuscrito ni libro del que pudiera leer”. Emma le dijo a su hijo, Joseph Smith III: “La autenticidad del Libro de Mormón es divina. No tengo la más mínima duda al respecto. Estoy convencida de que ningún hombre habría podido dictar los manuscritos si no hubiese sido inspirado; pues, cuando fui su escriba, tu padre me dictaba hora tras hora; y cuando retomábamos la labor tras las comidas o tras una interrupción, inmediatamente comenzaba donde lo había dejado, sin ni siquiera ver el manuscrito ni hacer que le leyese parte alguna del mismo” 29.

Otro escribiente, Martin Harris, se sentaba al otro lado de la mesa, frente a José Smith, y escribía las palabras que José le dictaba. Harris recordó posteriormente que cuando José utilizaba la piedra vidente para traducir, aparecían las frases. José leía esas frases en voz alta y Harris, tras escribir las palabras, decía: “Escrito”. En una entrevista realizada por un conocido, Harris dijo que José “poseía una piedra vidente, con la que podía traducir, así como con el Urim y Tumim, y por comodidad utilizaba la piedra vidente” 30.

El principal escribiente, Oliver Cowdery, testificó bajo juramento en 1831 que José Smith “encontró junto con las planchas, a partir de las cuales tradujo su libro, dos piedras transparentes, que parecían de cristal, colocadas con unos aros de plata. Y, al mirar a través de ellas, podía leer en inglés los caracteres del egipcio reformado, que estaban grabados en las planchas”31. En otoño de 1830, Cowdery visitó Union Village, Ohio, y habló sobre la traducción del Libro de Mormón. Poco tiempo después, un habitante del pueblo dijo que la traducción se llevó a cabo mediante “dos piedras transparentes, como unas lentes, a través de las cuales el traductor miraba el texto grabado” 32.

Conclusión

José Smith testificó continuamente que había traducido el Libro de Mormón por el “don y el poder de Dios”. Sus escribientes compartieron ese testimonio. El ángel que comunicó la existencia de un registro antiguo grabado en planchas de metal, enterrado en un cerro, y los instrumentos divinos preparados especialmente para que José Smith lo tradujera, formaban parte de los que José y sus escribientes consideraban el milagro de la traducción. Cuando José Smith se sentó en 1832 por primera vez a escribir su propia historia, empezó por la promesa de incluir “un relato de su experiencia maravillosa” 33. La traducción del Libro de Mormón fue, en verdad, algo maravilloso.

En la actualidad se puede conocer la verdad del Libro de Mormón y de su origen divino. Dios nos invita, a cada uno de nosotros, a leer el libro, recordar la misericordia del Señor, meditar en nuestro corazón y preguntar “a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas”. Dios promete que “si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo” 34.

Fuentes
  1. Diario de Wilford Woodruff, 28 de noviembre de 1841, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City.
  2. Con respecto a la identidad del ángel, véase Karen Lynn Davidson, David J. Whittaker, Mark Ashurst-McGee y Richard L. Jenson, ed., Histories, Volume 1: Joseph Smith Histories, 1832–1844, tomo I de la serie “Histories” de The Joseph Smith Papers, edición de Dean C. Jessee, Ronald K. Esplin y Richard Lyman Bushman (Salt Lake City: Prensa del historiador de la Iglesia, 2012), pág. 223, nº 56.
  3. Davidson et al., Joseph Smith Histories, pág. 223; puntuación normalizada; José Smith, “Church History”, Times and Seasons 3 (1 de marzo de 1842), págs. 706-707. Véase también José Smith—Historia 1:33–34.
  4. Mormón 9:32. Véase también 1 Nefi 1:2.
  5. “Last Testimony of Sister Emma,” Saints’ Herald 26 (1 de octubre de 1879), pág. 290. Cursiva en el original.
  6. Joseph Smith History [Historia de José Smith], de 1838 a aproximadamente 1841, págs. 8–11 (borrador 2), en Karen Lynn Davidson, David J. Whittaker, Mark Ashurst-McGee, and Richard L. Jenson, ed., Histories, Volume 1: Joseph Smith Histories, 1832–1844, tomo I de la serie “Histories” de The Joseph Smith Papers, edición de Dean C. Jessee, Ronald K. Esplin y Richard Lyman Bushman (Salt Lake City: Prensa del historiador de la Iglesia, 2012), págs. 252–253; disponible en josephsmithpapers.org. Doctrina y Convenios 3:5–15
  7. Joseph Smith History [Historia de José Smith], en torno al verano de 1832, en Joseph Smith Histories, pág. 16; Oliver Cowdery se dirige a William W. Phelps, 7 de septiembre de 1834, en Messenger and Advocate 1 (octubre de 1834), pág. 14; cursiva en el original.
  8. La mayor parte del manuscrito se desintegró o quedó ilegible debido a los daños provocados por el agua entre 1841 y 1882, ya que se había colocado en la piedra angular del Mesón de Nauvoo en Nauvoo, Illinois. La mayoría de las páginas que se conservaron se archivaron posteriormente en la oficina del historiador de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, en Salt Lake City. El resto del manuscrito original se ha publicado en The Original Manuscript of the Book of Mormon: Typographical Facsimile of the Extant Text, ed. Royal Skousen (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2001). Oliver Cowdery y otros dos escribientes no identificados redactaron una copia íntegra de este original, conocida como el manuscrito del impresor, entre agosto de 1829 y principios de 1830. Se utilizó para preparar la tipografía de la mayor parte de la impresión en Palmyra. El manuscrito del impresor se publicó en The Printer’s Manuscript of the Book of Mormon: Typological Facsimile of the Entire Text in Two Parts, ed. Royal Skousen (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2001). Tanto el manuscrito del impresor como el manuscrito original se publicarán en tomos futuros de The Joseph Smith Papers. (Dean C. Jessee, “The Original Book of Mormon Manuscript”, BYU Studies 10, nº 3 [primavera de 1970], págs. 261–272; Royal Skousen, “Piecing Together the Original Manuscript”, BYU Today 46, nº 3 [mayo de 1992], págs. 18–24.)
  9. Por ejemplo, cuando José tradujo el texto que actualmente se encuentra en 1 Nefi 13:29, el escribiente puso “&” [se pronuncia “and”] en un lugar en el que debería haber escrito “an”. En 1 Nefi 17:48, el escribiente escribió “weed” donde debería haber escrito “reed”. (Véase Royal Skousen, “Translating the Book of Mormon: Evidence from the Original Manuscript”, en Noel B. Reynolds, ed., Book of Mormon Authorship Revisited: The Evidence for Ancient Origins [Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 1997], pág. 67; véase también Grant Hardy, “Introduction”, en The Book of Mormon: The Earliest Text, ed. Royal Skousen [New Haven: Yale University Press, 2009], págs. xv–xix.)
  10. John A. Tvedtnes, “Hebraisms in the Book of Mormon” y “Names of People: Book of Mormon”, en Geoffrey Kahn, ed., Encyclopedia of Hebrew Language and Linguistics (Brill Online, 2013); M. Deloy Pack, “Hebraisms,” en Book of Mormon Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City: Deseret Book, 2003), págs. 321–325; John A. Tvedtnes, “The Hebrew Background of the Book of Mormon”, en John L. Sorenson y Melvin J. Thorne, ed., (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 1991), págs. 77–91; Donald W. Parry, “Hebraisms and Other Ancient Peculiarities in the Book of Mormon”, en Donald W. Parry and others, ed., Rediscovering the Book of Mormon (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2002), págs. 155–189.Echoes and Evidences of the Book of Mormon
  11. Con respecto al papel desempeñado por el tipógrafo, John Gilbert, véase Royal Skousen, “John Gilbert’s 1892 Account of the 1830 Printing of the Book of Mormon”, en Stephen D. Ricks y otros, ed., The Disciple as Witness: Essays on Latter-day Saint History and Doctrine in Honor of Richard Lloyd Anderson (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2000), págs. 383–405.
  12. Algunas construcciones gramaticales que resultan extrañas para los anglófonos fueron modificadas en ediciones posteriores del Libro de Mormón por José Smith u otras personas, para que la traducción se ajustara más al inglés estándar actual. Véase Richard E. Turley Jr. y William W. Slaughter, How We Got the Book of Mormon (Salt Lake City: Deseret Book, 2011), págs. 44–45. Aproximadamente, la tipografía de cinco sextas partes de la primera edición del Libro de Mormón de 1830 se hizo a partir del manuscrito del impresor. La tipografía de la sexta parte restante se hizo a partir del manuscrito original. (Royal Skousen, “Editor’s Preface”, en The Book of Mormon: The Earliest Text, pág. xxx.)
  13. 1 Reyes 19:11–12.
  14. Hechos 9:1–8; 12:7–9.
  15. Hechos 11:4–17; 16:9–10; Éxodo 28:30; Levítico 8:8; Números 21:9.
  16. Michael Hubbard MacKay, Gerrit J. Dirkmaat, Grand Underwood, Robert J. Woodford y William G. Hartley, ed., Documents, Volume 1: July 1828–June 1831, tomo I de la serie “Documents” de Los documentos de José Smith, edición de Dean C. Jessee, Ronald K. Esplin, Richard Lyman Bushman y and Matthew J. Grow (Salt Lake City: Prensa del historiador de la Iglesia, 2013), pág. xxix.
  17. Mosíah 28:14–15, 20; véase también Mosíah 8:13, 19; y Éter 4:5. Parece ser que José Smith utilizó indistintamente los términos “intérpretes” y “lentes” durante los primeros años de la Iglesia. Nancy Towle, una predicadora metodista itinerante, relató que José Smith le habló de “un par de ‘intérpretes’ (tal y como él los llamaba) que parecían unas lentes, y que al mirar por ellos podía leer lo que estaba grabado en las planchas, aunque estaba escrito en una lengua desconocida por él”. (Nancy Towle, Vicissitudes Illustrated in the Experience of Nancy Towle, in Europe and America [Charleston: James L. Burges, 1832], págs. 138-139.) En la historia de José de 1832 se mencionan unas “lentes”. (Joseph Smith History [Historia de José Smith], en torno al verano de 1832, en Joseph Smith Histories, pág. 16.) En enero de 1833, el periódico de los Santos de los Últimos Días, The Evening and the Morning Star, editado por William W. Phelps, equiparó “lentes” e “intérpretes” con el término “Urim y Tumim”: el Libro de Mormón “fue traducido por el don y el poder de Dios, por un hombre inculto, con la ayuda de un par de intérpretes, o lentes (conocidos quizás en la antigüedad como terafín, o Urim y Tumim)”. (“The Book of Mormon”, The Evening and the Morning Star, enero de 1833, pág. [2].) Hacia 1835, José Smith utilizaba sobre todo el término “Urim y Tumim” cuando hablaba de la traducción y muy rara vez, si es que alguna vez lo hizo, utilizó los términos “intérpretes” o “lentes”. (Diario de José Smith, 9-11 de noviembre de 1835, en Journals: Volume 1: 1832-1839, pág. 89; Joseph Smith, History, 1834-1836, en Davidson et al., Histories, Volume 1, pág. 116; John W. Welch, “The Miraculous Translation of the Book of Mormon”, en John W. Welch, ed., con Erick B. Carlson, [Provo, UT, y Salt Lake City: Prensa de la Universidad Brigham Young y Deseret Book, 2005], págs. 123-128.)Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, 1820–1844
  18. Es probable que José Smith tuviera más de una piedra vidente. Parece ser que encontró una de las piedras mientras cavaba un pozo por el año 1822. (Richard L. Bushman, Joseph Smith and the Beginnings of Mormonism [Urbana: University of Chicago Press, 1984], págs. 69–70.)
  19. Según Martin Harris, un ángel mandó a José Smith que abandonara esas actividades; José lo hizo por el año 1826. (Véase Bushman, Joseph Smith and the Beginnings of Mormonism, págs. 64–76; y Richard Lloyd Anderson, “The Mature Joseph Smith and Treasure Searching”, BYU Studies 24, nº 4 [otoño de 1984]: págs. 489–560.) José no ocultó su participación en la búsqueda de tesoros durante esos primeros años, algo que era bien sabido. En 1838 publicó respuestas a preguntas que se le planteaban con frecuencia. Una de las preguntas era: “¿No fue “Jo” Smith un buscador de dinero?”. “Sí”, contestó José, “pero nunca fue un trabajo demasiado provechoso para él, ya que sólo consiguió catorce dólares al mes por ello”. (Selecciones de Elders’ Journal, julio de 1838, pág. 43, disponible en josephsmithpapers.org.) Para obtener información sobre un contexto cultural más amplio, véase Alan Taylor, “The Early Republic’s Supernatural Economy: Treasure Seeking in the American Northeast, 1780–1830”, American Quarterly 38, nº 1 (primavera de 1986), págs. 6–33.
  20. Mark Ashurst-McGee, “A Pathway to Prophethood: Joseph Smith Junior as Rodsman, Village Seer, and Judeo-Christian Prophet”, (tesis de maestría, Universidad del Estado de Utah, 2000).
  21. Por ejemplo, cuando José Smith mostró una piedra vidente a Wilford Woodruff a finales de 1841, Woodruff escribió en su diario lo siguiente: “He tenido el privilegio de ver, por primera vez en mi vida, el URIM Y TUMIM”. (Diario de Wilford Woodruff, 27 de diciembre de 1841, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City.) Véase también Doctrina y Convenios 130:10.
  22. Cornelius Van Dam, The Urim and Thummim: A Means of Revelation in Ancient Israel (Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 1997), págs. 9–26.
  23. Éxodo 7:9-12; 30:25; 40:9; Levítico 8:10-12; Números 21:9; Josué 3:6-8; Juan 9:6.
  24. Prefacio del Libro de Mormón, edición de 1830.
  25. Acta, conferencia de la Iglesia, Orange, Ohio, 25 y 26 de octubre de 1831, en el Libro de actas 2, Biblioteca de Historia de la Iglesia, Salt Lake City, disponible en josephsmithpapers.org; Welch, “Miraculous Translation”, págs. 121–129.
  26. Prácticamente todos los relatos sobre el proceso de traducción se reproducen en Welch, “Miraculous Translation”. Dos de los relatos sobre el proceso de traducción, que incluyen el uso de una piedra vidente, han sido escritos por miembros del Quórum de los Doce Apóstoles y se han publicado en revistas de la Iglesia. También hay historiadores que han escrito sobre la piedra vidente en las publicaciones de la Iglesia, tanto en la revista Ensign como en The Joseph Smith Papers. (Véase Neal A. Maxwell, “By the Gift and Power of God”, Ensign, enero de 1997, págs. 36–41; Russell M. Nelson, “A Treasured Testament”, Ensign, julio de 1993, págs. 61–63; Richard Lloyd Anderson, “‘By the Gift and Power of God’”, septiembre de 1977, págs. 78–85; y Ensign, págs. xxix–xxxii.)Documents, Volume 1: July 1828–June 1831,
  27. Alma 37:23-24.
  28. “Last Testimony of Sister Emma”, Saints’ Herald 26 (1 de octubre de 1879), págs. 289–290. Algunos relatos externos describen que las lentes se colocaban en el sombrero durante el proceso de traducción. Un periódico de Palmyra publicó el primer relato conocido sobre la traducción en agosto de 1829: Jonathan Hadley, un impresor de Palmyra que podría haber hablado con José Smith sobre la traducción, afirmó que las planchas se encontraron con un “enorme par de lentes” y que “al colocar las lentes en un sombrero y mirar por ellas, Smith podía (al menos eso fue lo que dijo) interpretar esos caracteres”. (“Golden Bible”, Palmyra Freeman, 11 de agosto de 1829, pág. [2].) En el invierno de 1831, en Union Village, Ohio, un miembro de los tembladores habló de “dos piedras transparentes con forma de lentes”, a través de las cuales el traductor “miraba los grabados; después ponía su rostro en un sombrero y la interpretación fluía a su mente”. (Christian Goodwillie, “Shaker Richard McNemar: The Earliest Book of Mormon Reviewer”, Journal of Mormon History 37, nº 2 [primavera de 2011], pág. 143.)
  29. “Last Testimony of Sister Emma”, págs. 289–290.
  30. “One of the Three Witnesses”, Deseret Evening News, 13 de diciembre de 1881, pág. 4. Martin Harris utiliza aquí el término “Urim y Tumim” para referirse a los intérpretes que se hallaron con las planchas.
  31. A. W. B., “Mormonites”, Evangelical Magazine and Gospel Advocate 2 (19 de abril de 1831), pág. 120.
  32. Goodwillie, “Shaker Richard McNemar”, pág. 143. Para obtener más información sobre otros relatos de uno de los Tres Testigos sobre la traducción, véase David Whitmer Interviews: A Restoration Witness, ed. Lyndon W. Cook (Orem, UT: Grandin Book, 1991).
  33. Joseph Smith History [Historia de José Smith], en torno al verano de 1832, pág. 1, en Histories, Volume 1, 1832–1844, pág. 10; disponible en josephsmithpapers.org. Ortografía modernizada.
  34. Moroni 10:3–5.
La Iglesia reconoce la contribución de eruditos al contenido histórico presentado en este artículo. Sus obras se han usado con autorización.

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