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24 mayo 2013

Relato en la historia peruana sobre la visita de Jesucristo a las Américas

Evidencia histórica entregada por antiguos aborígenes del Perú. Relata los días de obscuridad y la visita de Cristo a sus tierras.

Autora: Pamela Carrasco.


El Libro de Mormón describe en sus páginas lo sucedido en las Américas al tiempo de la crucifixión de Cristo. Tal como lo predijeron profetas de la antigüedad (Helamán 14:20), los habitantes de estas tierras también vivirían las señales de su muerte y una de ellas, sería la obscuridad. 
“Y sucedió que hubo densa obscuridad sobre toda la faz de la tierra, de tal manera que los habitantes que no habían caído podían sentir el vapor de tinieblas; 

y no podía haber luz por causa de la obscuridad, ni velas, ni antorchas; ni podía encenderse el fuego con su leña menuda y bien seca, de modo que no podía haber ninguna luz.

Y no se veía luz alguna, ni fuego, ni vislumbre, ni el sol, ni la luna, ni las estrellas, por ser tan densos los vapores de obscuridad que había sobre la faz de la tierra.

Y sucedió que duró por el espacio de tres días, de modo que no se vio ninguna luz; y hubo grandes lamentaciones, gritos y llantos continuamente entre todo el pueblo; sí, grandes fueron los gemidos del pueblo por motivo de las tinieblas y la gran destrucción que les había sobrevenido.”  (3 Nefi 8: 20 - 23)
Por lo significativo de estos hechos, lo más lógico es pensar que debieron transmitirse a través de los tiempos como parte de la historia de los antiguos habitantes de América; y para comprobar esta afirmación,  presentamos algunos extractos del capítulo V, de la “Segunda parte de la crónica del Perú”, escrita por Pedro Cieza de León y publicada por Marcos Jiménez de la Espada en Madrid, en 1880, el que se titula “De lo que dicen estos naturales de Ticiviracocha, y de la opinión que algunos tienen que atravesó un Apóstol por esta tierra, y del templo que hay en Cáchan y de lo que allí pasó”.

Transcribimos de manera textual, sin modificaciones al lenguaje de la época y tal como se halla en las páginas de este registro histórico, a fin de mostrar de manera fidedigna el relato mismo hecho por estos antiguos habitantes de la zona del Perú, al propio Pedro Cieza de León:
“Antes que los Incas reinasen en estos reinos ni en ellos fuesen conocidos, cuentan estos indios otra cosa muy mayor que todas las que ellos dicen, porque afirman questuvieron mucho tiempo sin ver el sol, y que padeciendo gran trabajo con esta falta, hacian grandes votos é plegarias á los que ellos tenian por dioses, pidiéndoles la lumbre de que carecian...” (1)
Sin lugar a dudas, las señales de la muerte de Cristo descritas en el Libro de Mormón, formaron parte de la historia de los antiguos habitantes de América y por la magnitud de los hechos, debieron ser transmitidas de padres a hijos, hasta llegar finalmente a los historiadores españoles que preservaron algunos de estos relatos.

Pero incuestionablemente el hecho más importante descrito en las páginas del Libro de Mormón es la visita de Jesucristo a las Américas.
“Y aconteció que al entender, dirigieron la vista hacia el cielo otra vez; y he aquí, vieron a un Hombre que descendía del cielo; y estaba vestido con una túnica blanca; y descendió y se puso en medio de ellos. Y los ojos de toda la multitud se fijaron en él, y no se atrevieron a abrir la boca, ni siquiera el uno al otro, y no sabían lo que significaba, porque suponían que era un ángel que se les había aparecido.

Y aconteció que extendió la mano, y habló al pueblo, diciendo:

He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo.”  (3 Nefi 11: 8 - 10)
En 3 Nefi, en los capítulos 11 al 28, se encuentra el relato completo de la visita de Cristo a las Américas, tal como lo describe el Libro de Mormón; Sus tiernas enseñanzas, el establecimiento de Su Iglesia y Su doctrina, los milagros, entre muchas otras cosas maravillosas que dejó en estas tierras y que sabemos, también fueron transmitidas de generación en generación a través de los tiempos, tal como lo describe el capítulo V de la “Segunda parte de la crónica del Perú”:
“Y luego questo pasó, dicen que de hácia las partes del Mediodía vino y remanesció un hombre blanco de crecido cuerpo, el cual en su aspecto y persona mostraba gran autoridad y veneracion, y queste varon, que así vieron, tenia tan gran poder, que de los cerros hacia llanuras y de las llanuras hacia cerros grandes, haciendo fuentes en piedras vivas; y como tal poder reconociesen, llamábanle Hacedor de todas las cosas criadas, Principio dellas, Padre del sol, porque, sin esto, dicen que hacia otras cosas mayores, porque dió sér á los hombres y animales, y que, en fin, por su mano les vino notable beneficio. Y este tal, cuentan los indios que á mí me lo dixeron, que oyeron á sus pasados, que ellos tambien oyeron en los cantares que ellos de lo muy antiguo tenian, que fué de largo hácia el Norte, haciendo y obrando estas maravillas, por el camino de la serranía, y que nunca jamás lo volvieron á ver. 

En muchos lugares diz que dió órden á los hombres cómo viviesen, y que les hablaba amorosamente y con mucha mansedumbre, amonestándoles que fuesen buenos y los unos á los otros no se hiciesen daño ni injuria, ántes, amándose, en todos hobiese caridad. Generalmente le nombran en la mayor parte Ticiviracocha, aunque en la provincia del Collao le llaman Tuapaca, y en otros lugares della Arnauan. Fuéronle en muchas partes hechos templos, en los cuales pusieron bultos de piedra á su semejanza, y delante dellos hacian sacrificios: los bultos grandes questán en el pueblo de Tiahuanacu, se tiene que fué desde aquellos tiempos; y aunque, por fama que tienen de lo pasado, cuentan esto que digo de Ticiviracocha, no saben decir dél más, ni que volviese á parte ninguna deste reino.” (2)
Este es uno de los muchos relatos descubiertos en los anales de la historia de América que describen este importante acontecimiento.

Jesucristo conocía y amaba a los habitantes de estas tierras, por lo que deseó ministrarles también y de ello habló en el Nuevo Testamento:
“También tengo otras ovejas que no son de este redil; a aquéllas también debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor.” (Juan 10:16)
Ellos fueron algunas de sus “otras ovejas”; ellas “oyeron Su voz”, tocaron las heridas en Sus manos y en Sus pies, fueron sanados de sus enfermedades, recibieron toda la luz y el conocimiento que sólo de Él proviene y fueron bendecidos en todas las cosas.

Esto realmente ocurrió y no es sólo descrito en El Libro de Mormón, sino en múltiples registros históricos descubiertos a lo largo del tiempo y en otros, que seguramente saldrán a la luz con el paso de los años.

Fuentes
  1. “Segunda parte de la crónica del Perú”, escrita por Pedro Cieza de Leon y publicada por Márcos Jiménez de la Espada en Madrid, en 1880, capítulo V.
  2. “Segunda parte de la crónica del Perú”, escrita por Pedro Cieza de Leon y publicada por Márcos Jiménez de la Espada en Madrid, en 1880, capítulo V.


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1 comentario:

Unknown dijo...

http://www.archive.org/stream/segundaparte00ciezrich#page/n34/mode/1up

No existe para mí una descripción secular tan exacta de 3 nefi 11 como está en Una prueba irrefutable de que Cristo estuvo entre el pueblo americano.

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