Busca en Nuestro Sitio

27 diciembre 2007

LA CUESTIÓN DE LAS “FALSAS PLANTAS” EN EL LIBRO DE MORMÓN




LA CUESTIÓN DE LAS “FALSAS PLANTAS” EN EL LIBRO DE MORMÓN: TRIGO, CEBADA, HIGOS, UVAS Y SEDA
Luis A. Benito
Saint-Louis University
Artículo basado en las investigaciones de Jeff Lindsay:
TRIGO, CEBADA
El trigo y la cebada se mencionan en el Libro de Mormón (Mosíah 7:22, 9:9; y Alma 11:7,15). Pero no se dice en ningún momento que se deriven de las semillas del Viejo Mundo que el grupo de Nefi pudo llevar a las Américas en el 600 A.C. Efectivamente, el traslado de plantas de un continente a otro en aquellas condiciones es posible que fuese complicado y poco exitoso. Por ello podemos considerar la tesis de que la mayor parte de las referencias a granos y plantas en el Libro de Mormón lo son de especies del Nuevo Mundo. Es decir, que allí hubiese plantas que aquellos israelitas, por analogía, denominasen “trigo” o “cebada”.
Nuevamente estamos ante el complejo asunto de la traducción de términos antiguos al inglés del siglo XIX.
La referencia a la cebada, tan largamente atacada por los críticos, recibió un fuerte espaldarazo en 1983, cuando un grupo de arqueólogos anunció el descubrimiento de cebada doméstica precolombina encontrada en Arizona (concretamente de la cultura Hohokan, en La Ciudad, lugar muy próximo a Phoenix; ver el número de Science 83 de diciembre de 1983). Ésta fue una especie de cebada cultivada del nuevo Mundo. Otros autores no mormones, Nancy B. Asch y David L. Asch, ofrecen los recientes descubrimientos de cebada doméstica precolombina en Oklahoma e Illinois, concretamente de la variedad Hordeum pusillum,con fuertes indicativos de que había sido cultivada en la región durante los anteriores 2000 años (McGimsey y Conner, 1985: 78). Como declara otro especialista, Vorsila L. Bohrer, “es razonable pensar que estamos descubriendo grano cultivado en Norteamérica de cuya existencia nunca habíamos sospechado” (Bohrer 1984: 252).
Además, se ha conocido durante muchos años la existencia de diversas clases de cebada silvestre originaria de las Américas (Sorenson y Smith, 1992: 130-132). Cualquiera puede verificarlo en la nueva página Web USDA Plants, donde la búsqueda de cebada (teclear “barley”) revela que la “cebada de rabo de zorro” y la “cebada enana” son plantas nativas de Estados Unidos, junto con la “cebada de Arizona”, la “cebada de California”, la “cebada Stebbins”, y algunas otras.
Los críticos ahora dicen que la cebada americana no tiene nada que ver con la cebada del Libro de Mormón, la cual incorrectamente asumen que se trata de cebada del Viejo Mundo. Pero la mención de cebada en el Libro de Mormón se produce cientos de años después de que Nefi llegase al Nuevo Mundo. No hay ninguna razón para creer que esta cebada descendiese de la del Viejo Mundo que teóricamente Nefi llevase. Los nefitas podrían haber estado usando fácilmente un grano similar del Nuevo Mundo que llamaron cebada y que José Smith tradujo como cebada. Es llamativo que los críticos, después de atacar durante decenios al Libro de Mormón por su “anómala” mención de la cebada, simplemente ignoran los últimos descubrimientos científicos de antigua cebada cultivada en el Nuevo Mundo y dicen que tal cebada es “inaplicable”. Eso es honestidad intelectual.
Hay una gran variedad de granos cultivados en la antigua Mesoamérica que podría llamarse “trigo” o “cebada”. Sorenson ofrece una lista parcial (Sorenson, 1994: 338-339) incluyendo el amaranto, la huauzontle, la chia (usada por los aztecas), el mijo rabo de zorro, dos especies de “maíz perenne” y el teosinte de Chalco. Las referencias provienen de publicaciones especializadas no “mormonas”. Tecleando “wheat” en la nueva base de datos USDA Plants, podemos encontrar que hay numerosas especies nativas norteamericanas cuyos nombres comprenden la palabra “wheat” (trigo). Específicamente, hay múltiples variedades de “trigo de hierba” (wheatgrass), “trigo de gamo” (buckwheat), y “trigo de vaca” (cowwheat), y una especie llamada “trigo indio del desierto” (desert Indianwheat). No hay evidencia de que alguna de éstas se haya cultivado. El asunto, sin embargo, es que los anglohablantes han usado nombres comunes de granos, como trigo o cebada, para designar especies nativas, cosa que muy bien puede haber sucedido con otros pueblos.
Una planta interesante mencionada en el Libro de Mormón es el sheum (Mosíah 9:9). Este término, obviamente, viene del babilonio (acadio) she-um, ‘cebada’ (en antiguo asirio, ‘trigo’), el nombre de cereal más popular en la antigua Mesopotamia (Gelb, 1992: vol. 17, 345-355). La fuente jaredita para este término es la más lógica, porque el grupo jaredita partió de Mesopotamia, aunque la referencia del Libro de Mormón es a una planta cultivada por los zeniffitas, un grupo nefita-mulekita del segundo siglo antes de Cristo (Sorenson, 1994: 338). Sorenson cita esto como ejemplo de un cambio de nombre que podría deberse a que los nefitas en este tiempo tuviesen una palabra distinta para cebada, y podrían llamar a otras especies con el nombre de sheum. Quizás era uno de los varios granos mesoamericanos que hemos enumerado anteriormente.
HIGOS Y UVAS
Higos y uvas se mencionan en 3 Nefi 14:16, cuando el Señor resucitado declara el Sermón del Monte a un grupo de Zarahemla: “¿Se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos?”. El modelo griego del Nuevo Testamento dice literalmente “racimos” (staphulas) en lugar de uvas. Mientras que los espinos y los cardos estaban presentes en el Nuevo Mundo, los críticos han argumentado que no había uvas ni higos. Sin embargo algunas clases de uvas sí que estaban presentes, y varias plantas del Nuevo Mundo podrían ser descritas con el término “racimos”. Las higueras mesoamericanas existen, y una corteza de higo es lo que usaban los aztecas para hacer papel. Nótese sin embargo que el Libro de Mormón no dice si las uvas y los higos estaban disponibles para aquellos pueblos; quizás solamente tenían noticia de estas plantas desde sus escrituras de Israel, o quizás el contexto del sermón dejaba claro a qué tipo de frutos disponibles en racimos podría estarse refiriendo. Quizás los nefitas usaban las palabras semíticas correspondientes a higos y uvas para describir las plantas del Nuevo Mundo que iban encontrando. Los argumentos en contra del Libro de Mormón basados en las palabras “higos” y “uvas” se debilitan.
Inventarios extensos de plantas cultivadas en Mesoamérica se han publicado en diversas fuentes (Heiser, 1965: 930-949). Algunos críticos han difundido pequeñas listas de plantas descubiertas en excavaciones individuales, como si estas enumeraciones fraccionadas representasen un problema para el Libro de Mormón. Listas más completas incluyen especies de uva (algunas veces llamada vitis). Algunos críticos dicen que ninguna planta del Viejo Mundo ha sido identificada en las Américas, pero esto es manifiestamente falso. Una bibliografía extensa la tenemos en Pre-Columbian Contact with the Americas Across the Oceans: An Annotated Bibliography, de J.L. Sorenson y M.H. Raish. Evidencia de numerosas plantas del Viejo Mundo, incluyendo plantas cultivadas en cosechas, se han encontrado en el Nuevo Mundo. Estas plantas fueron traídas a través de los océanos, pero no sabemos cómo ni por quién.
La crítica antimormona llega al extremo de Thomas Murphy, quien dice que el Libro de Mormón es falso porque cuenta que la gente comía “trigo y copos de avena”. Del trigo ya hemos hablado. Pero la verdad es que en ningún versículo del Libro de Mormón se menciona que comieran avena ni “copos de avena” ni Choco-Krispies. Murphy ha debido estar leyendo demasiada literatura antimormona.
LA SEDA
Alma 4:6 menciona la seda en el Nuevo Mundo. Algunos estudiosos del Libro de Mormón han propuesto algunos materiales conocidos en Mesoamérica que podrían traducirse como seda. Hasta hace poco algunos han intentado desacreditar a José Smith por mencionar la seda en el Libro de Mormón (ver la página web the old Smithsonian statement on the Book of Mormon), pero hoy día ya hay evidencia de que el gusano de la seda era conocido en el Nuevo Mundo antes de la llegada de Colón (Connell, 1962: 324-325). Otra publicación reciente no mormona, el Museum Quarterly, también ha ofrecido las evidencias de la existencia de seda entre los aztecas (Peigler 1993: 10-11).
Así que los críticos continúan desafiando el Libro de Mormón basados en la vieja creencia de que la seda no existía en las antiguas Américas. Pero ahora resulta que están equivocados. ¿Se trata de otra conjetura afortunada de José, de otro de los casuales aciertos de su creatividad?
BIBLIOGRAFÍA MENCIONADA
• BOHRER, Vorsila L., “Domesticated and Wild Crops in the CAEP Study Area” en Prehistoric Cultural Development in Central Arizona: Archaeology of the Upper New River Region, ed. Patricia M. Spoerl y George J. Gumerman Carbondale, Ill.: Southern Illinois University, 1984, p. 252.
• CONNELL, Maurice W., The Prophet Said Silk, The Improvement Era, Vol. 65, No. 5, May 1962, pp. 324-345.
• GELB Ignace J., et al., The Assyrian Dictionary of the Oriental Institute of the University of Chicago, ed. Chicago: Oriental Institute, 1992, vol. 17, pt. 2, 345–55.
• HEISER, C.B. Jr., "Cultivated Plants and Cultural Diffusion in Nuclear America ," American Anthropologist, Vol. 67, pp. 930-949, 1965.
• McGIMSEY, Charles R. y CONNER, Michael D., “Archeobotany”, en Deer Track: A Late Woodland Village in the Mississippi Valley, ed., Kampsville, Ill.: Center for American Archeology, 1985, 44; p. 78.
• PEIGLER, Richard S., Ph.D., Curator of Entomology, “Silkworm of the Aztecs”, en Museum Quarterly, Vol. 2, No. 1 (Spring, 1993): pp. 10-11 (publicada por el Denver Museum of Natural History).
• Science 83 de diciembre de 1983
• SORENSON, John L. y RAISH M.H., Pre-Columbian Contact with the Americas Across the Oceans: An Annotated Bibliography, de 2 vols., Provo, UT: Research, 1990 (disponible a través de FARMS).
• SORENSON, John L., Review of Books on the Book of Mormon, Vol. 6, No. 1, 1994, pp. 338-339.
• SORENSON, John L., y Robert F. SMITH, “Barley in Ancient America”, en Reexploring the Book of Mormon, edited by John W. Welch, 130–32. Salt Lake City: Deseret Book and FARMS, 1992.
• USDA Plants (“barley” y “wheat”).

21 diciembre 2007

El salmo de Nefi







El salmo de Nefi: Un documento posterior a Lehi

por John W. Welch
Traducido por Estrella La Font Díaz

Desarrollando las ideas presentadas en los últimos tres boletines de FARMS, el presente informe examina un ejemplo de cómo el relato que se encuentra en las planchas menores de Nefi refleja la época y las circunstancias en las que fue escrita. La magistral meditación de Nefi en 2 Nefi 4:16-35 se vuelve más intensa y viva si nos damos cuenta de que este salmo fue escrito cuando Nefi se sentía dolorosamente vulnerable después de perder a su padre.

Poco después de bendecir a su posteridad, Lehi murió en la tierra de su primera herencia (2 Nefi 4:14). "No muchos días después?, Lamán, Lemuel y los hijos de Ismael se enfadaron muchísimo con Nefi (2 Nefi 4:13; 5:1-2). El lamento de Nefi de que estaba enojado "a causa de mi enemigo" (2 Nefi 4:27, 29) se refiere más directamente a sus hermanos rebeldes, sus únicos "enemigos" conocidos, quienes, como el salmo recuerda, habían sido confundidos en una ocasión y habían llegado a ?temblar delante de? Nefi (2 Nefi 4:22; ver 1 Nefi 17:52-54). En esta ocasión, al aumentar de nuevo las tensiones con sus hermanos, Nefi anhelaba ser rescatado una vez más.

En su salmo, Nefi se regocija porque Dios le había preservado "sobre las aguas del gran mar" (2 Nefi 4:20). Estas palabras recuerdan el seguro viaje que realizó el grupo y también cómo Nefi se libró de los inicuos designios que sus hermanos tramaban respecto a él. En conflictos anteriores con sus hermanos, Nefi pudo contar con el apoyo emocional de Lehi; pero después de la muerte de su padre, Nefi tuvo que armarse de valor él solo, por lo que su salmo habla con fuerza en primera persona: "Mi Dios ha sido mi apoyo; me ha guiado . . . . El ha oído mi clamor durante el día, y me ha dado conocimiento en visiones durante la noche." (2 Nefi 4:20, 23).

Estando muerto Lehi, cada mención que se hace en las planchas menores que compara Nefi con Lehi (por ej. 1 Nefi 14:29; 17:44) cobra nuevo significado. Cada profecía de que Nefi llegaría a gobernar sobre sus hermanos, cada comentario sobre la iniquidad de sus hermanos y cada predicción acerca de la caída de la posteridad de los mismos, presta fuerza a la legitimidad y justicia de la posición de Nefi como sucesor de Lehi. Por consiguiente, el salmo de Nefi refuerza varios vínculos entre Nefi y su padre fallecido. Así como Lehi había tenido visiones, también las tuvo Nefi (1 Nefi 1:8; 2 Nefi 4:23). Así como se le aparecieron ángeles a Lehi, también ministraron a Nefi (1 Nefi 1:11; 2 Nefi 4:24). Y así como Lehi había implorado misericordia al Señor, también lo hizo Nefi (1 Nefi 1:14; 2 Nefi 4:26).

El sentido salmo de Nefi refleja, sobre todo, el profundo pesar que sentía en el momento en que lo compuso (2 Nefi 4.17, 19). Aunque desvió este pesar hablando de sus propias "iniquidades" (2 Nefi 4:17), probablemente fue la muerte de su padre lo que le hizo sentir tan profundamente su propia mortalidad y sus propios sentimientos de incapacidad.

Sabiendo que el alma de Lehi estaba descansando, Nefi incluyó varios pareados poderosos poniendo énfasis en el despertar de la expiación del Señor. Exclama: "¡Despierta, alma mía!" (2 Nefi 4:28). Alaba a Dios, "la roca de mi salvación?, y suplica ?¿redimirás mi alma, oh Señor?" (2 Nefi 4:30, 31).

Nefi terminó su salmo con una fuerte confianza en que el Señor también le libraría de sus enemigos (2 Nefi 4:31, 33). Después de la muerte de su padre, Nefi sabía que tendría que confiar solamente en el Señor al enfrentarse a los desafíos que suponía el asegurar la paz y la prosperidad de su pueblo (2 Nefi 4:34).

Es un gran tributo a la espiritualidad de Nefi el que él pudiera sobrellevar tantas penalidades reuniendo una creciente fe en Dios. Las planchas menores se escribieron para cubrir muchas necesidades que surgieron después de la muerte de Nefi. El salmo de Nefi encaja particularmente bien en este contexto posterior a Lehi.

16 diciembre 2007

INSCRIPCIONES EGIPCIAS EN AMÉRICA


Interesante descubrimiento muestra detalles que sumados todos, unen y testifican de algo, la veracidad del libro de mormom

INSCRIPCIONES EGIPCIAS EN AMÉRICA
Con el paso del tiempo, los investigadores tenaces suelen obtener nuevas informaciones que enriquecen trabajos anteriores. Es el caso de Paul Gallez en relación a los antiguos egipcios en América, publicado en Predescubrimientos de América [Instituto Patagónico, Bahía Blanca, 2001, p.52 y ss.]. Dice el sabio belga-argentino: “en 1976, Barry Fell [América A.C. Los primeros colonizadores del Nuevo Mundo. México, Diana, 1983]dio su traducción de una inscripción trilingüe hallada en el túmulo funerario de Davenport, en Iowa, describiendo la celebración egipcia del Año Nuevo en el equinocio de marzo. Las tres lenguas son el egipcio, el ibero púnico y el libio. Esta lápida ha sido fechada alrededor del año 800 a.J.C., durante la XXIª dinastía (libia) de Egipto. Las expresiones referidas a la astronomía y a la religión en la escritura hierática egipcia no difieren más que en textos copiados por manos diferentes”.
Según la televisión francesa –escribe Paul Gallez-, una momia egipcia de la misma XXIª dinastía fue perfumada con tabaco y cocaína, dos productos típicamente americanos [“Predescubrimientos de América”, Bahía Blanca, 2001].
Un descubrimiento sensacional, también de Barry Fell, es el uso de signos jeroglíficos por los indios Micmac de Acadia, la parte del Canadá situada al norte del Maine y al sur del estuario del río San Lorenzo. Esta tribu, que pertenece al grupo algonquino (*), fue evangelizada en el siglo XVIII por el abate Maillard (**), quien escribió en jeroglíficos, para sus parroquianos, un catecismo, una historia religiosa, el rito de la misa, las oraciones principales y algunos salmos. Para sus compatriotas franceses, Maillard redactó en 1738 su Manuel hieroglyphicus Micmac. Se ha creído durante dos siglos que Maillard había inventado estos signos jeroglíficos para escribir las oraciones de sus fieles, pero en 1823, sesenta y un años después de la muerte de Maillard, Champolion empezó a descifrarlos. Ahora Barry Fell ha demostrado que estos jeroglíficos egipcios son muy similares a los de los Micmac. ¿Cómo pudo Maillard aprender la escritura egipcia antes que Champolion revelara su lectura e interpretación? Respuesta inevitable, sentencia Gallez: los Micmac conocían y usaban la escritura jeroglífica egipcia y la habían aprendido de los propios egipcios. Cómo y cuándo, si por colonización o de otra manera, son problemas sin resolver, pero haberlo planteado ya es un gran progreso para la ciencia. Lo cierto es que los algonquinos contemporáneos celebran cada año la llegada de sus ancestros a América por mar, pero no saben ni de dónde ni cuándo vinieron.

Adsense2