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30 enero 2013

El Vaticano publica artículo afirmando que la evangelización llegó hasta América antes de la Conquista

¿Sabías que el 31 de Marzo del 2008, el Vaticano publicó en su diario oficial L’Osservatore Romano, un artículo que sostiene la predicación del Evangelio antes de la llegada de Colón?


Autor: Alvaro Figueroa.


Agradecemos a Luis Hill, por permitir a nuestro sitio publicar esta imagen.
En la medida en que los descubrimientos sobre la vida y costumbres de los pueblos originarios de América comienzan a estar disponibles para cualquier persona, lo que antes se creía como algo imposible de ser, hoy es una posibilidad cierta que es ya reconocida.

Sabemos que el Libro de Mormón nos enseña que el cristianismo fue predicado en el continente Americano mucho antes del tiempo de Colón. Por esas tierras caminaron profetas que guiaron e hicieron milagros en nombre de Dios. Aún Jesucristo mismo visitó a los antiguos habitantes de América. Todos estos hechos quedaron registrados en las páginas del Libro de Mormón, una historia detallada y fiel de cada uno de estos acontecimientos; pero también estas historias fueron pasando de generación en generación y en este proceso fueron alteradas, sin embargo, a pesar de los siglos, vestigios de este conocimiento quedaron plasmados en las leyendas que recorren toda América.

El día 31 de marzo del 2008, el Vaticano publicó en su diario oficial el “L’Osservatore Romano”[1] un artículo del historiador Luigi Guarnieri Caló Carducci con el título “La leyenda de un apóstol llamado Viracocha”. Este escrito es una síntesis de una conferencia sobre las poblaciones indígenas en las crónicas del Nuevo Mundo en las que este docente e historiador participó. En él se muestran diferentes evidencias de la predicación del evangelio de Cristo a los aborígenes precolombinos. Citaron los registros de los cronistas españoles Gonzalo Fernández de Oviedo, Bartolomé de las Casas y Juan de Betanzos, todos ellos del año 1500 d.C. quienes escribían sobre las similitudes entre lo que ellos enseñaban del cristianismo y las tradiciones e historias de los pueblos aborígenes recién conquistados. También recordó que en Brasil el jesuita Manuel de Nobrega en 1549 d.C. recogió testimonios provenientes de Paraguay mientras en Perú los relatos indígenas referían del pasaje de un predicador en las cercanías del Lago Titicaca. El texto hizo referencia a un presunto "apóstol" evangelizador del continente de nombre Viracocha el cual era descrito como un hombre alto, vestido de blanco, con los cabellos cortos y un libro en la mano "que había desaparecido en el mar".

Luigi Guarnieri al concluir su artículo dice: 
“La hipótesis de la predicación apostólica previa es sostenida con diversos argumentos (por ejemplo) la similitud entre cristianismo y religiones indígenas, deducible de las tantas nociones y prácticas comunes”.
El hecho de que el Vaticano publique y promueva un artículo, en su diario oficial, afirmando que los aborígenes americanos ya conocían el evangelio de Cristo antes de la llegada de los españoles a América en la conquista, es un vuelco increíble ya que siglos antes, ellos rechazaban tajantemente esta idea. Un ejemplo claro de esto es el caso que se dio en el año 1794 d.C.; el Fraile Servando Teresa de Mier dio un célebre sermón en presencia del virrey Revillagigedo, del arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta y varios miembros de la Real Audiencia de Nueva España. En este sermón, Teresa de Mier enseñó que el cristianismo ya se enseñaba en América siglos antes que los españoles llegaran y que esta historia estaba dispersa en antiguos registros de los indios mexicanos. Por estas palabras, Fray Teresa de Mier fue encarcelado y exiliado por 10 años en España.

Este cambio de postura del Vaticano después de casi 400 años no es extraño, ya que en la actualidad la cantidad de evidencia que sostiene el hecho de la pre-evangelización de los indios precolombinos es muy fuerte. ¿Qué pensaría hoy el Fray Teresa de Mier al saber que la máxima autoridad Católica ha publicado oficialmente información similar a la que él sostuvo y por la cual fue encarcelado y exiliado?, este artículo, publicado en el diario oficial del Vaticano es otra prueba de que nuestras creencias sobre profetas y Jesucristo mismo enseñando el evangelio en América mucho antes de la llegada de los españoles, actualmente es un hecho real y reconocido, no sólo por los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Dïas.

El Libro de Mormón comenzó a enseñar esta verdad en 1830 cuando fue publicada su primera edición.

Admiramos profundamente la fe de aquellos primeros lectores, ya que en ese tiempo no se habían descubierto tantas evidencias arqueológicas que sustentaran las grandes civilizaciones, ni se conocían tantos relatos orales que sostienen la visita de Jesucristo a las Américas; todos aquellos conocimientos salieron a la luz en una época posterior. Ellos debieron forjar su testimonio solamente por la fe y la confirmación del Espíritu Santo, lo que sin duda y pese a toda la oposición, les preparó para llevar a cabo la restauración del Evangelio de Jesucristo e iniciar la última dispensación del cumplimiento de los tiempos.

Fuentes
  1. L’Osservatore Romano edición 31 de Marzo 2008 suscribirse en la pagina oficial para tener acceso al articulo referido http://www.osservatoreromano.va
  2. PDF para descargar aquí

26 enero 2013

Sugerencias lingüísticas de la ostraca de Tel-Arad

La ostraca de Tel-Arad demuestra el uso de egipcio reformado por hebreos en el siglo VII a.C. tal como lo dice el Libro de Mormón.

Autor: John A. Tvedtnes.
Traductor: Antonio A. Caballero.


La zona de Tel Arad, situada al noreste de Beersheva en el sur israelí, fue excavada desde 1962 hasta 1967 en un esfuerzo conjunto del Departamento de Arqueología de la Universidad Hebrea, el Departamento de Antigüedades del Ministerio de Educación y Cultura y la Sociedad de Exploración de Israel. Las excavaciones se llevaron a cabo bajo la dirección del Profesor Yohanan Aharoni, posteriormente por la Universidad Hebrea de Jerusalén y en la actualidad por el director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv.

Fragmentos cerámicos con inscripciones

Durante las excavaciones de 1965 se descubrieron algunas ostracas (Un ostracon es un fragmento de cerámica en el que aparece algún tipo de escritura. En el antiguo cercano oriente, cada vez que una vasija se rompía, las piezas no se desechaban, más bien eran conservadas al igual que guardamos hoy un “papel borrador”). Muchas de estas [ostracas] tenían inscripciones hebreas y fueron datadas c.598-587 a.C. [1], sin embargo, una que databa "del siglo VII a.C.", estaba en egipcio hierático. [2]

En la campaña de 1967, se descubrió en esa zona un ostracon con una importancia particular para el presente estudio. Su escritura era una combinación de hebreo y textos hieráticos. De acuerdo con el informe de Sh. Yeivin [3], de la Universidad de Tel Aviv, el ostracon data de "finales del siglo VII a.C.", es decir, poco antes del año 600 a.C.

La Fig.1 que se adjunta, es un dibujo del ostracon. Los símbolos hieráticos egipcios están representados en negro oscuro y las letras hebreas en un negro más claro. A primera vista, uno podría suponer que había dos textos distintos, pero ese no es el caso. Toda la inscripción ha sido traducida y publicada por Yeivin. Esta traducción, junto con la transliteración de los caracteres hieráticos y hebreos (en negro oscuro y claro, respectivamente) aparecen en la Fig. 1. La transliteración restaura dos símbolos egipcios, cuyas delineaciones pueden ser percibidas al someter el ostracon a un examen de infrarrojos; dichas restauraciones se encuentran entre paréntesis en la transliteración.

De las 17 palabras del texto, 10 están escritas en hierático y siete en hebreo. Sin embargo, de las últimas siete palabras, sólo dos tienen un significado hebraico. Estas dos son en realidad la misma palabra, m. que significa "procedente de", en este caso es utilizada, al igual que se escribiría normalmente en hebreo, como prefijo. Las otras cinco, mientras que escritas en letras hebreas, para nada son hebreas, sino más bien egipcias. Dos de estas cinco son topónimos y los otros tres aparecen en la segunda línea de la inscripción.

De las 10 palabras escritas en escritura hierática, cuatro son números (apareciendo uno en cada línea). Un símbolo, que representa una medida de capacidad, aparece cuatro veces (una vez en cada línea) y la otra palabra egipcia aparece dos veces.

Así, mientras que hay 17 palabras en el ostracon, si uno descuenta la repetición de las palabras, no hay más que seis palabras escritas en hierático (de las cuales cuatro son números), todas con significados egipcios y seis palabras escritas en hebreo, de las cuales sólo una tiene un significado en hebreo (las otras cinco son egipcias).


Fig. 1. La “combinación” en el ostracon de Tel Arad

Yeivin escribe lo siguiente:

"Los dos textos proporcionan información complementaria y se entremezclan. Sin embargo, uno no puede estar seguro de cómo lo leía el escriba que escribió el texto, si en hebreo de principio a fin, pronunciando todos los signos de apariencia hierática en sus equivalentes hebraicos o si lo hacía en una especie de jerga mixta dando una apreciación egipcia a los signos hieráticos".
Mi opinión personal es que el texto tenía por objetivo principal dirigirse a las personas cuya lengua materna era el egipcio. Las razones son dos: (1) las palabras hieráticas superan en número a las palabras escritas en hebreo y (2) todas menos una de las palabras escritas en hebreo son, en realidad, palabras egipcias transliteradas (que no traducidas) al hebreo. En cualquier caso, una cosa está clara: la persona que escribió el ostracon sabía utilizar tanto el hebreo como el sistema egipcio de escritura hierática. También es probable que hablara ambos idiomas.

El descubrimiento de este ostracon provocó la revisión de otras inscripciones encontradas en Palestina. Existe, por ejemplo, la cuestión de las antiguas medidas de peso hebreas, las cuales están inscritas con símbolos, que por algunos es asumido como un antiguo sistema de numeración hebrea [4]. Este mismo sistema numérico aparece en varias inscripciones en hebreo, encontradas en lugares tan diversos como Samaria[5], Laquis [6] y Gezer [7]. Sin embargo, fue mostrado por M. Noth que estos símbolos no eran más que símbolos hieráticos egipcios para algunos números que habían sido adoptados por los hebreos[8]. La ostraca de Tel Arad lo ha confirmado, ya que estos números hieráticos no sólo aparecen en el ostracon hierático de la campaña de 1965, sino que también en la combinación del ostracon de 1967 que acabamos de examinar, además de algunas de las ostracas hebreas[9]. 

Sugerencias históricas

Hay dos grandes sugerencias históricas sobre los hallazgos de Tel Arad. La primera es que, en el siglo VII a.C., existía una buena relación entre Judea y Egipto. Esto, por supuesto, es una conclusión que ha ido ganando mucho más apoyo con el paso del tiempo y que fue debatido por el Dr. Hugh Nibley en 1950.

La segunda sugerencia histórica es que en Judea había, a finales del siglo VII a.C., personas que hicieron uso de ambas, tanto de la escritura hebrea así como del sistema de escritura hierático egipcio. Esto es muy significativo en vista de una declaración sobre Lehi que aparece en el Libro de Mormón:
“porque no habría sido posible que nuestro padre Lehi hubiese recordado todas estas cosas para haberlas enseñado a sus hijos, de no haber sido por la ayuda de estas planchas; porque habiendo sido instruido en el idioma de los egipcios, él pudo leer estos grabados y enseñarlos a sus hijos…” [10]
Concerniente a las habilidades lingüísticas de Lehi, su hijo Nefi escribió lo siguiente:
“Sí, hago la relación en el lenguaje de mi padre, que se compone de la ciencia de los judíos y el idioma de los egipcios”.[11]
El significado exacto de esta declaración ha eludido, durante mucho tiempo, a los estudiantes del Libro de Mormón. Una de las teoría es que las planchas de Nefi contenían ambas escrituras, tanto egipcia como hebrea, tal vez entremezcladas. Otra [teoría] es que las planchas fueran grabadas con símbolos egipcios, siendo estas simples transliteraciones del hebreo. La reciente evidencia [hallada] en Tel Arad, no sólo admite ambas como una posibilidad en la Judea de la época de Lehi, sino que en realidad ¡permite ambas teorías al mismo tiempo! Por lo tanto, es posible que la situación del Libro de Mormón sea totalmente contraria al de la ostraca de Tel Arad: en lugar de tener un texto combinado con un significado subyacente egipcio, el idioma subyacente sería el hebreo, o como sugiere Nefi, "la ciencia de los judíos".
La ilustración de este principio se puede mejorar por medio de estas frases:

[3.          dis is an ínglish sentens (transliteración al español de una frase en inglés)]


La frase Nº 1 está escrita con caracteres arábigos, sin embargo, ésta combinación de sonidos no tendría sentido para un árabe, puesto que las palabras son en realidad inglesas. Si un árabe fuera a leerlo en voz alta, diría lo siguiente: "This is an English sentence" [“Esta es una frase inglesa”]. Aquellos a su alrededor, si fueran árabes, no la entenderían, pero cualquier persona cercana que supiera inglés si la entendería, a pesar de que alguno de los sonidos sólo podrían aproximarse a los correspondientes sonidos del inglés.



Del mismo modo, la frase Nº 2, mientras que está escrita con el mismo alfabeto que usamos en inglés, carece totalmente de sentido en este idioma. Pero si cualquiera de los presentes hoy fuera a leerla en voz alta, asignando a cada letra el sonido que normalmente le daría si fuera una frase inglesa, sólo unos pocos de esta audiencia lo entenderían, puesto que las palabras son hebreas y el significado es "Esta es una frase hebrea" [“זה משפט באנגלית”].



Egipcio Reformado


El profeta Moroni, hablando sobre el registro nefita, declara:
“Y he aquí, hemos escrito estos anales según nuestro conocimiento, en los caracteres que entre nosotros se llaman egipcio reformado; y los hemos transmitido y alterado conforme a nuestra manera de hablar. Y si nuestras planchas hubiesen sido suficientemente amplias, habríamos escrito en hebreo; pero también hemos alterado el hebreo; y si hubiésemos podido escribir en hebreo, he aquí, no habríais tenido ninguna imperfección en nuestros anales. Pero el Señor sabe las cosas que hemos escrito, y también que ningún otro pueblo conoce nuestra lengua; y por motivo de que ningún otro pueblo conoce nuestra lengua; por lo tanto, él ha preparado los medios para su interpretación”. [12]
Nuevamente aquí, los investigadores han tenido que especular sobre el significado del término "egipcio reformado". Algunos, como Ariel L. Crowley, han sostenido que esto sólo se refiere a una forma cursiva de egipcio, es decir, demótico o hierático, en lugar del jeroglífico oficial. Estas formas cursivas fueron, por supuesto, conocidas y utilizadas en Egipto y uno de ellos, el hierático, es responsable de las palabras y números que aparecen en las ostracas de Tel Arad y en otras, así como en pesos. Crowley ha demostrado que muchos de los símbolos hallados en la llamada Transcripción de Anthon, presuntamente copiados de las planchas por Joseph Smith, son de hecho demóticos [13]. 

En vista de los descubrimientos de Tel Arad, otra interpretación es posible, es decir, que el "egipcio reformado" puede ser un texto combinado, como el que se discutió más arriba. El hecho de que la transcripción de Anthon contenga una serie de letras hebreas añade peso a este punto de vista. Sin embargo, la declaración de Moroni indica que los propios nefitas fueron los responsables de la alteración de su sistema de escritura, de ambos, tanto el egipcio como el hebreo. Concerniente a si lo que quiere decir es que el "egipcio reformado" se compone de caracteres alterados por ellos o si quiere decir que alteraron el ya existente egipcio “reformado” o cursiva, no está claro. Su afirmación sobre que "ningún otro pueblo conoce nuestra lengua" puede indicar la primera, si descontamos las identificaciones de Crowley. Es poco probable que las alteraciones a las que se refiera sean el añadir, por parte de los nefitas, letras hebreas a los caracteres egipcios, porque indicaría que también el hebreo habría sido alterado por ellos.

Cabe destacar de pasada que la declaración de Moroni concede una evidencia a la teoría de que la estructura subyacente de los escritos nefitas era el hebreo, mientras que el propio texto era algún tipo de egipcio. Él dice: " y si hubiésemos podido escribir en hebreo, he aquí, no habríais tenido ninguna imperfección en nuestros anales". Ningún lenguaje puede decirse que sea imperfecto en sí o por sí mismo y solamente podría decirse de un idioma que es deficiente si no puede describir adecuadamente las ideas y la tecnología de la gente que lo habla. Pero a menudo, mientras se traduce, hay una pérdida de significado y en el caso de una transliteración imperfecta (una en la que el sistema de escritura que se utiliza no pueda representar eficazmente todos los sonidos de la lengua original que se está transliterando) están destinadas a tener imperfecciones. Claramente, los caracteres del "egipcio reformado" usados ​​por los nefitas no eran del todo adecuados para expresar sus pensamientos, mientras que el alfabeto hebreo, de haberlo utilizado, habría sido más eficaz.

La declaración de Moroni sobre que la escritura había sido alterada “conforme a nuestra manera de hablar” es interesante. Es posible que esté refiriéndose a una readaptación del sistema de escritura para que se corresponda con los cambios de sonido que gradualmente ganan terreno en todas las lenguas humanas a causa de la derivación lingüística. Por lo general, las comunidades lingüísticas no reconocen que estos cambios han ocurrido. Pero un rápido vistazo a la terminación "-ough" de las palabras en inglés, tales como "tough, through, though", etc, mostrará que, si bien son casi idénticas en ortografía son ahora muy diferentes en pronunciación, aunque en su día fueran pronunciadas casi de la misma manera. Por lo tanto, uno no puede asignar más que un solo sonido a "-ough" en el inglés moderno. Sin embargo, muchas veces veo escrito "T-u-f-f", "t-h-r-u" y "t-h-o" en un intento de hacerlos corresponder a los sonidos que por lo general asignan a nuestras letras inglesas.

Algunas comunidades lingüísticas tienen menos reparos en reconocer que el sonido cambia con el tiempo debido a que han tratado de mantener un lenguaje "clásico" que, aunque normalmente no se habla, se corresponda en líneas generales a la lengua escrita en los textos sagrados: por ejemplo, el Latín en la Iglesia Católica. También ocurre lo mismo con el árabe. Los árabes han mantenido deliberadamente la pronunciación del árabe clásico en la lectura de su libro sagrado, el Corán, mientras que el habla cotidiana ha cambiado con el tiempo.

La preocupación nefita con respecto a los anales, i.e. las planchas de Nefi, pudo haber creado una situación similar, en la cual, mientras que con el paso del tiempo las nuevas palabras y diferentes pronunciaciones se deslizaban en el lenguaje oral, se fueron incorporando a los escritos posteriores, con caracteres modificados donde era necesario. Además, Mormón y su hijo Moroni, quien resumió los anales nefitas (del que una parte de dicho compendio se ha convertido en nuestro Libro de Mormón), pudieron haber alterado el texto de escritores anteriores en un intento de actualizar el Libro.

El libro de Abraham

El ostracon de Tel Arad también ofrece algunas sugerencias con respecto al libro de Abraham. En trabajos anteriores (véase el Boletín, 109,0, 114,1, 120,4), hemos evidenciado que el libro de Abraham era una tradición oral hebrea, memorizada por el uso de un texto egipcio, el texto Sensen, que se utilizó como un recurso mnemotécnico. Cada una de las palabras egipcias servía como ayuda mental para hacer recordar al recitador de la tradición frases específicas de la historia de Abraham que había memorizado en relación con esa palabra. No sólo hemos demostrado que las palabras egipcias del texto Sensen son, en todos y cada uno de los casos, expresados semánticamente en el pasaje correspondiente del Libro de Abraham, sino que también hemos demostrado que el uso de las tradiciones orales y los dispositivos mnemotécnicos era una práctica muy común en el antiguo Israel.

Algunas de las similitudes entre las palabras egipcias y los pasajes yuxtapuestos en inglés del Libro de Abraham, dependen de la homonimia entre las palabras egipcias y hebreas, el significado de los cuales se encuentran, donde era de esperar, en los pasajes. Para que las habituales y sistemáticas similitudes aparezcan, el que compuso el Libro, en la forma recibida (aunque en hebreo en lugar de Inglés, ya que suponemos que la tradición oral fue originalmente en hebreo) habría tenido que poseer un conocimiento de ambos, egipcio y hebreo.

Resulta interesante señalar que el papiro Sensen estuviera escrito en hierático cuando llegó a las manos de José Smith y que, mientras ésta misma copia se remonta a los tiempos de Ptolomeo o al período temprano cristiano, la versión más antigua conocida del texto Sensen data de c.600 a.C., el periodo en el que podemos encontrar gente en la Tel Arad del antiguo Israel utilizando una combinación de hebreo y egipcio hierático, siendo también la época del viaje de Lehi hacia el Nuevo Mundo, donde sus descendientes conservaron sus registros en "egipcio reformado". Esta época también es significativa porque durante la misma había muchas colonias judías establecidas en Egipto, especialmente después de la caída de Jerusalén por los babilonios.

En la tesis sobre la tradición oral del Libro de Abraham no se nombra específicamente a Abraham como autor de El Libro de Abraham en su forma actual, sino más bien se indica como autor a un judío que vivió alrededor del año 600 a.C. o posterior. Es más, el mismo José Smith parece asignar al texto una fecha que no coincide con la época de Abraham. En la pequeña libreta "Valuable Discovery", en la Oficina del Historiador de la Iglesia (cf. Newsleter, 106,2), leemos:
"Katumin, princesa, hija de On-I-tos rey de Egipto, quien comenzó a reinar en el año del mundo 2962. Katumin nació en el año 30 del reinado de su padre y murió cuando ella tenía 28 años de edad, el cual era el año 3020."
De acuerdo con mi cronología[14], Salomón era rey de Israel unido hasta el año del mundo (AM) 2973, lo que haría de él un contemporáneo de Onitos. Katumin murió en el año (3020 AM) en el cual Omri y Tibni comenzaron a gobernar sobre el norte de Israel.

Este período particular de la historia de Israel muestra numerosos contactos con Egipto, lo que podría explicar un poco cómo un texto egipcio de esa época se habría convertido en un recurso mnemotécnico para una tradición oral Hebrea. El propio Salomón se casó con la hija de un faraón, [15] y tanto Hadad como Jeroboam, sus archienemigos, se refugiaron en la corte egipcia [16]. 

La sugerencia bíblica sobre los lazos entre Judea y Egipto, así como entre Israel y Egipto, han sido confirmadas por los descubrimientos de Tel Arad. Como Santos de los Últimos Días, hemos recibido un extra adicional procedente de las excavaciones de Arad en forma de evidencia lingüística que avala la autenticidad de dos de nuestras escrituras con un antiguo origen hebreo-egipcio, el Libro de Mormón y el Libro de Abraham [17].

Fuentes
  1. Yohanan Aharoni. “Hebrew Ostraca from Tel Arad”, Israel Exploration Journal, Vol. 16, No. 1, pp.1-7.
  2. Sh. Yeivin, “A Hieratic Ostracon from Tel Arad”, Israel Exploration Journal, Vol. 16, No. 3, pp. 153-159.
  3. Sh. Yeivin, “An Ostracon from Tel Arad Exhibiting a Combination for Two Scripts”, The Journal of Egyptian Archaeology, Vol. 55 (August, 1969), pp. 98-102.
  4. Véase, por ejemplo, Yigael Yadin, “Ancient Judaean Weights and the Date of the Samaria Ostraca”, Scripta Hierosolymitana, Vol. 8, pp. 10-25.
  5. Véase J. W. Crowfoot, G. M. Crowfoot y Kathleen M. Kenyon, The Objects from Saramia, pp. 11-13, 16-18, 29-32. (Palestine Exploration fund: London, 1957).
  6. Véase David Diringer, “On Hebrew Inscriptions Discovered at Tell-ed-Duweir (Lachish)-III”, Palestine Exploration Quarterly, júlio-Octubre de 1943, pp. 89-99.
  7. Véase R. A. Stewart MacAlister, The Excavation of Gezer, Vol. 2, pp. 276, 283, 285-287, 291. (Publicado en Londres por el Committee of the Palestine Exploration Fund, por John Murray, 1912).
  8. Véase Yohanan Aharoni, “The Use of Hieratic Numerals in Hebrew Ostraca and the Shekel Weights”, Bulletin of the American Schools of Oriental Research, No. 184, pp. 13-21.
  9. Véase Iván Tracy Kaufman, “New Evidence for Hieratic Numerals on Hebrew Weights”, Bulletin of the American Schools of Oriental Research, No. 188, pp. 39-41. Véase también A. F. Rainey, “Semantic Parallels to the Samaria Ostraca”, Palestine Exploration Quarterly, enero-Junio de 1970, pp. 45-51.
  10. Mosíah 1:4. (En esta y las siguientes anotaciones del Libro de Mormón, las itálicas son añadidas por el presente autor. Ed.).
  11. 1 Nefi 1:2.
  12. Mormón 9:32-34.
  13. Véase su serie de artículos en la Improvement Era, enero, febrero y marzo de 1942 y septiembre de 1944.
  14. John A. Tvedtnes, Church of the Old Testament, pp. 140-141. (Deseret Book Co: Salt Lake City, 1967).
  15. 1 Reyes 3:1; 7:8; 9:16,24.
  16. 1 Reyes 11:17-22,40; 12:1-2.
  17. Artículo original: http://www.shields-research.org/General/SEHA/SEHA_Newsletter_127-2.PDF

23 enero 2013

La serpiente de bronce de Moisés y cómo se relaciona con la adoración de la serpiente en Mesoamérica


Registros Mesoamericanos y escritos posteriores a la conquista Española muestran un importante nexo que apoya la relación entre la serpiente de bronce de Moisés y la adoración a la serpiente en Mesoamérica.


Autor: Wallace E. Hunt Jr.
Traductor: Antonio A. Caballero.

 


Arqueólogos y eruditos coinciden en que hay incontables casos documentados a lo largo de la historia humana que describen diversas formas de adoración a serpientes. Sin embargo, a pesar de las innumerables variedades de adoración de serpientes, sólo en mesoamérica nos encontramos con una preponderancia de culto a la serpiente "emplumada". Carrasco declara enfáticamente que "no hay duda de que el simbolismo de la serpiente y más específicamente el de la serpiente emplumada se extendió por toda la arquitectura de los centros ceremoniales de mesoamérica"[1]. El Dios que fue personificado por estatuas y representaciones pictóricas de serpientes emplumadas era conocido como "Quetzalcoatl".

Si bien los antiguos pueblos de Mesoamérica adoraban a muchos dioses, la belleza de un pájaro indígena cautivó su interés de tal manera que no sólo tomaron prestado su nombre, sino que también utilizaron su apariencia para representar a su principal y más venerado dios, el cual era llamado "Quetzalcóatl" por los toltecas y los aztecas o "Kukulcán" y "Gucumatz" por los mayas [2]. Originario de las tierras altas de Chiapas, México y Guatemala, el quetzal es una criatura de una belleza majestuosa, posee una iridiscente cola verde de poco menos de un metro de largo, un pecho carmesí y una infinidad de otros tantos colores lustrosos en su plumaje[3].

Aunque el origen de Quetzalcóatl está cubierto por la penumbra, podemos encontrar una gran cantidad de material sobre éste antiguo y venerado dios gracias a las leyendas, a los escasos escritos precolombinos que existen hoy en día y a los primeros escritos posteriores a la conquista. Los registros se contradicen entre sí y varían ampliamente tanto en los tributos a los dioses como en los detalles de cómo se les rendía culto[4], pero esto se debe, sin lugar a dudas, a un milenio de divagaciones sobre el concepto original dado al final del Libro de Mormón hasta la época de la conquista. Sin embargo, en todo este laberinto podemos encontrar que los mesoamericanos constantemente otorgaban a Quetzalcóatl muchos atributos semejantes a los de Cristo, algunos de los cuales se enumeran a continuación:

  • Quetzalcóatl fue el Creador de vida. [5]
  • Quetzalcóatl enseñó la virtud. [6]
  • Quetzalcóatl era el Señor supremo. [7]
  • Quetzalcóatl tuvo una "larga barba y los rasgos de un hombre blanco". [8]
  • Los mesoamericanos creían que Quetzalcóatl volvería. [9]

A pesar de que a primera vista el significado del nombre "Quetzalcóatl" pudiera parecer que está a años luz del concepto de la deidad cristiana, es muy posible que esta representación pudiera tener su origen en una de las experiencias vividas por la nación israelita durante su éxodo desde Egipto, tal como aparece tanto en el Antiguo Testamento como en las planchas de bronce de Labán. Después de viajar durante unos treinta y ocho años por el desierto, los israelitas recibieron el último milagro de su éxodo, que llevaba consigo un simbolismo y una lección muy importante. Ya que antes, el pueblo se rebeló y se quejó.
Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.
Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, y le dijeron: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo.
Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente y ponla sobre un asta; y acontecerá que cualquiera que sea mordido y la mire, vivirá.
Y Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta, y sucedía que cuando una serpiente mordía a alguno, y éste miraba a la serpiente de bronce, vivía. (Números 21:5–9; cursivas añadidas)
Pero, ¿por qué usaría Dios la palabra ardiente en el mandamiento "Hazte una serpiente ardiente”? Si bien la mayoría de los estudiosos de la Biblia reconocen que en esa zona las serpientes eran muy coloridas, incluso de un "brillante color rojo fuego"[10], entre ellos existe un cierto desacuerdo con respecto a si la palabra hebrea original para "ardiente" se refiere al color de la serpiente o a su venenosa mordedura. El presente artículo sugiere que hace referencia a ambas características.

Pese a que sería presuntuoso especular sobre la verdadera razón que llevó al Señor a usar la palabra ardiente, podemos suponer que su intención era que la serpiente fuera atrayente, brillante y colorida con el fin de que tan poderoso símbolo pudiera llamar la atención. Aunque el Señor no especificó qué material se debía utilizar, Moisés [se decantó por] construir una serpiente de bronce. Incluso, a pesar de que hubiera sido más fácil y rápido usar tela o madera, el bronce pudo parecer la mejor opción para representar un aspecto "ardiente"[11]. Uno puede imaginarse la conmovedora sensación que la reluciente serpiente de bronce pudo haber tenido sobre el sufrimiento de los israelitas mientras que Moisés lo llevaba en alto, muy por encima de su cabeza. La serpiente irradiaba una infinidad de penetrantes colores ardientes cada vez que la luz del sol se reflejaba sobre sus numerosos ángulos y hendiduras. Tal espectáculo, de seguro servía para recordar al pueblo la ardiente intensidad de las mordeduras de serpiente mientras que simultáneamente exhibía la omnipotencia de Dios, ya que, mientras miraban sobre ella eran sanados.

Curiosamente, la serpiente de bronce fue preservada por los israelitas durante unos 500 años, durante ese tiempo el emblema sagrado se devaluó hasta convertirse en un "objeto de culto popular en Judea"[12], hasta que Ezequías, un rey justo, "hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel" (2 Reyes 18:4). A pesar de que los israelitas eran el pueblo escogido del Señor, perdieron de vista tanto el significado como el simbolismo espiritual y se habían depravado hasta el punto de adorar a la serpiente como un ídolo.

En realidad, los cinco versículos procedentes del libro de Números solamente constituyen un breve resumen de este importante acontecimiento, que con el tiempo los llevó finalmente a ese culto idolátrico hacia la serpiente. Sorprendentemente los pasajes contienen muy pocos detalles y absolutamente ninguna indicación sobre su verdadero significado. Un atisbo de su importancia es revelado en el tercer capítulo de Juan, cuando Jesús dice a Nicodemo:
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3: 14–15)
 
El simbolismo de la serpiente de bronce señala a la salvación por medio del sacrificio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo

A causa de las escasas referencias que hay en la Biblia y para poder comprender plenamente la lección del Señor, debemos recurrir al Libro de Mormón y a los pueblos mesoamericanos. Los registros escritos de los nefitas, los cuales eran esenciales para mantener su devoción hacia los mandamientos del Señor, se componían tanto de las planchas de bronce de Labán (desarrollado como escritura), así como de sus propias tradiciones escritas, algunas de las cuales también fueron consideradas escrituras (Alma 18: 38). La importancia de estos registros se hizo evidente cuando los mulekitas se unieron a los nefitas. Los mulekitas no poseían registros históricos, su idioma se había corrompido e incluso habían negado a su Dios. El pueblo mulekita "se regocijó en extremo" (Omni 1:14) debido a que los nefitas tenían las planchas de bronce en su poder. Aunque aparentemente los mulekitas superaban en número a los nefitas[13], ambos pueblos se unieron y proclamaron como líder al rey nefita y gracias a que los nefitas mantenían un registro y confiaban en los anales estaban fuertemente unidos e invariables (Omni 1:14-19). De hecho, parece que hubiera una fascinación concerniente a los registros históricos a lo largo de toda la historia nefita. El mejor ejemplo de ello lo vemos cuando el pueblo del rey Limhi y los seguidores de Alma regresan a Zarahemla para reunirse con el grupo nefita principal. Su primer acto, lleno de emoción, fue la lectura de los registros de cada grupo (Mosíah 25:5-9).

Con este amor por sus antepasados y sus anales, uno puede entender fácilmente que en el momento de llamar a los nefitas al arrepentimiento, a menudo sus dirigentes les instaran a recordar lo que el Señor había hecho por sus padres [14]. En el Libro de Mormón, los diversos cronistas se refieren unas setenta y nueve veces a los convenios que hizo el Señor con sus padres [15]. Por lo tanto, parece que los líderes nefitas estaban continuamente recordando a su pueblo lo que les había sucedido a sus padres. Como resultado, es natural que los líderes nefitas utilizaran y adaptaran los acontecimientos de la vida de sus antepasados ​​para sus enseñanzas diarias, incluyendo la historia de Moisés y la serpiente de bronce, gracias a lo cual mantenían la historia viva y activa entre el pueblo. Para ir más lejos, era común la práctica de distribuir copias de las escrituras entre todos los nefitas (Alma 63:12; 7:23 Jacob, y 14:1 Alma), quienes eran continuamente exhortados por sus líderes a leerlos [16]. 

Aunque el acontecimiento sobre la serpiente de bronce se describe en el Libro de Mormón en cinco ocasiones diferentes (2 Nefi 25:20; Alma 33:19-22; 37:46; Helamán 8:14-15) [17], el relato más significativo está donde Nefi hace referencia a dicho acontecimiento mientras amonesta a sus hermanos. Tenga en cuenta como usa Nefi la palabra voladora al describir la serpiente: 
Y los afligió en el desierto con su vara, porque endurecieron sus corazones aun como vosotros lo habéis hecho; y el Señor los afligió a causa de sus iniquidades. Envió serpientes ardientes voladoras entre ellos; y cuando los mordieron, dispuso un medio para que sanaran; y la tarea que tenían que cumplir era mirar; y por causa de la sencillez de la manera, o por ser tan fácil, hubo muchos que perecieron. (1 Nefi 17:41) 
En contraste con el Antiguo Testamento, el Libro de Mormón define claramente la lección del Señor, la cual, como dice McConkie, pretendía "representar a Cristo y señalar la salvación, la cual vendría porque sería levantado en la cruz" [18]. 

Cuando se comparan personalmente los registros que hablan de la serpiente de bronce tanto en la Biblia así como en el Libro de Mormón, uno puede suponer, por tantos detalles que contiene el Libro de Mormón, que la fuente del Libro de Mormón (las planchas de bronce de Labán) no habían sufrido los estragos causados por la edición y la traducción y contenía una descripción más precisa sobre el acontecimiento de la serpiente de bronce que se expone en la Biblia [19]. En consecuencia, al interpretar el acontecimiento y su significado, parece más prudente confiar en mayor medida en el Libro de Mormón. 

Ahora se vuelve una obligación explorar por qué el registro bíblico se refiere únicamente a "serpientes ardientes" mientras que el Libro de Mormón hace referencia a "serpientes ardientes voladoras", el uso de la palabra voladoras es importante para entender lo que ocurrió en Mesoamérica. Si José Smith escribió por sí mismo el Libro de Mormón, en lugar de simplemente traducirlo, hubiera sido un insensato al insertar el término voladoras en la descripción de la serpiente de Moisés, ya que, en el relato bíblico que trata sobre este evento, el término voladoras no es utilizado. Sin embargo, este término, aparece más tarde en el Antiguo Testamento. En dos de sus profecías, no relacionadas con el relato de la serpiente de bronce, Isaías utiliza la frase "ardiente serpiente voladora" [y “serpiente ardiente que vuela”] (Isaías 14:29; 30:6; véase también 2 Nefi 24:29). Puesto que Nefi describe a la serpiente, no sólo como "ardiente", sino que también como "voladora", podemos teorizar que la Biblia originalmente representaba una "ardiente serpiente voladora", pero en algún lugar del camino, el término voladora fue cambiado u omitido por los diferentes escribas y editores que, a través de los siglos, tradujeron una y otra vez la Biblia. [20] 

Este uso del término voladora asociado con la serpiente de bronce de Moisés, está indirectamente apoyado por numerosos estudios realizados por investigadores modernos. Por ejemplo, Karen Joines señala, en su exhaustivo estudio sobre este tema, que a la palabra hebrea para serpiente, usada en el libro de Números, "se le puede atribuir alas". [21] Posteriormente Joines declaró que ni "la Versión Estándar Revisada, ni la Septuaginta de la traducción de la Biblia hebrea obtuvieron la suficiente atención para realizar sólidas traducciones de las palabras hebreas para serpientes". [22] Henry también sugiere que las serpientes "volaron sobre sus rostros y los envenenaron". [23] 

Además, existen relatos aislados de serpientes aladas en esta zona del desierto. Joines cita a Heródoto mientras cree que "este desierto es el cielo para las serpientes voladoras". [24] Bush, mientras que no le da crédito al concepto, está de acuerdo con que "por algún motivo, la idea popular ha dotado a estas serpientes de alas... [y] es de suponer que se le otorgó el calificativo voladora debido a su habilidad de saltar una distancia considerable al pasar de un árbol a otro" [25] Sin embargo, es posible que lo más significativo sea el análisis de Auerbach: la serpiente" no fue simplemente colocada sobre una vara, lo que sería una propuesta apta para makkel o simple para esf, sino más bien estaba unida al asta” [26]. De este modo, la serpiente aparecería como una bandera, como si estuviera volando. [27] Si Moisés efectivamente unió su serpiente de bronce de forma extendida y perpendicular a su vara, cumpliría plenamente con la descripción de "ardiente serpiente voladora". 

De este modo se crea la conexión con el uso que hace Nefi del término voladora (y también, muy probablemente, su uso por parte de otros líderes del Libro de Mormón), el cual pudo haber sido trasladado a posteriores creencias religiosas mesoamericanas, ya que en Mesoamérica encontramos el uso del término voladora asociada con su dios, representado por serpientes. Por ejemplo, Carrasco hace referencia a una fuente mixteca, en prosa, que contiene historias en las que Quetzalcoatl fue mencionado como "9 Ehecatl" (un nombre calendárico) o "una serpiente voladora". [28] Nicholson informa que los otomíes (contemporáneos de los aztecas, siendo la lengua otomí la segunda en importancia después del náhuatl), en una de su veintena de ceremonias anuales en honor a Quetzalcóatl, se atribuyó la palabra antazhoni, que significa "Gran Voladora", a Quetzalcóatl. [29] En su extenso trabajo sobre las antigüedades indígenas, Frey Bernardino de Sahagún, uno de los primeros padres que vinieron a Nueva España, en el contexto de la descripción de una serpiente llamada como Quetzalcóatl, declaró: "Y cuando vuela o desciende, sopla un fuerte viento. Donde sea que va, vuela". [30] Thomkins también cita la descripción de Sejourne sobre que "Teotihuacán era el lugar donde la serpiente aprendió a volar milagrosamente". [31] Otro ejemplo de una serpiente voladora puede ser encontrado en The Mayas, donde Coe muestra un disco de oro encontrado en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá. En el disco hay una serpiente rodeada de nubes, lo cual implica una serpiente voladora. [32] 

En esta conexión, es importante centrarse en por qué la palabra quetzal fue seleccionada como el primer elemento del nombre de su dios, Quetzalcóatl. Puesto que el pájaro quetzal era reverenciado por su magnífico color, belleza y carácter esquivo, este inspiró admiración y reverencia y era capaz de evocar la imagen de una "serpiente ardiente voladora" en las mentes de sus observadores. Esta percepción no sólo se aplica a la apariencia general del quetzal, sino también a los atributos individuales de las aves. Por ejemplo, dado que las plumas son el origen de la capacidad de volar de un pájaro y ya que, de hecho, las aves se distinguen de las demás criaturas por su vuelo, en su origen, el fragmento "pluma" (o "quetzal") del nombre pudo emanar fácil y naturalmente de la palabra "volar" como es usado por Nefi en la frase "serpientes ardientes voladoras". ¡Plumas connotan volar!

 
Serpiente “voladora” y el pájaro quetzal

Además, dado que el término ardiente fue ilustrado por Moisés al usar un material que ofrecía colores vivos, la utilización del nombre del pájaro quetzal por parte de los mesoamericanos fue una elección natural, debido a que el ave estaba coloreada tan brillantemente. El propio quetzal era capaz de parecer una formidable especie de "serpiente voladora ardiente" con el sol abrasador ecuatorial brillando en su pecho carmesí y su iridiscente larga cola verdosa de casi un metro de largo ondeando en el viento. [33]

Conclusión

Llamar a su Dios por el nombre del venerado pájaro quetzal fue sin duda una elección natural e instintiva por parte de los mesoamericanos. De hecho, debido a que también se utiliza la palabra coatl o serpiente, su perspectiva referente a la deidad debió de haber encarnado atributos personificados tanto por este pájaro volador de vivos colores, como por las serpientes. ¿Podría ser que esta personificación esté realmente basaba en la versión de Nefi "serpiente ardiente voladora" y que fue corrompida con el tiempo? 

A medida que los arqueólogos e investigadores continúan explorando Mesoamérica, es completamente posible que otros hechos y analogías puedan surgir en apoyo a esta teoría. Cuando esto ocurra, los innumerables restos de las antiguas estatuas de serpientes emplumadas y demás representaciones podrían, irónicamente, ser consideradas un testamento más para el Libro de Mormón e incluso para la fiel traducción que hizo José Smith de los registros nefitas. 

Fuentes 

  1. David Carrasco, Quetzalcoatl and the Irony of Empire (Chicago: University of Chicago Press, 1992), 50; véase también J. Eric S. Thompson, The Rise and Fall of Maya Civilization (Norman: Universidad de Oklahoma, 1986), 121. 
  2. Dado que los títulos se refieren al mismo dios, sus interpretaciones-serpiente "emplumada" o "empenachada"-significan lo mismo. La palabra azteca quetzal es el nombre de un pájaro y también significa "pluma de cola". La palabra coatl significa serpiente, del mismo modo la palabra maya Kukulcán es una combinación de dos palabras: kukul, que significa "pluma" y can, que significa "serpiente". En el nombre maya quiché Gucumatz, guc significa "plumas verdes" y Cumatz significa "serpiente". Anne L. Bowes, "El Quetzal", National Geographic (enero de 1969): 141; véase también Charles Gallenkamp, The Riddle and Rediscovery of a Lost Civilization: Maya, 3 ª ed. (Nueva York: Penguin, 1987), 165, 118 y Delia Goetz y Sylvanus G. Morley, trans, Popol Vuh (Norman, OK: University of Oklahoma Press, 1975), 78.
  3. Thompson, The Rise and Fall of Maya Civilization, 20. De interés general es el hecho de que el pájaro quetzal no pueda vivir en cautividad, una vez que es confinado, deja de comer y muere. El muy venerado quetzal es el ave nacional de Guatemala y la moneda nacional lleva su nombre. 
  4. En parte, esto puede deberse a la confusión y la mezcla de historias que rodeaban a los gobernantes (especialmente a Topiltzin de Tollan o Tula) quienes adoptaron para sí el nombre de Quetzalcóatl. Las leyendas hicieron a cada uno de estos gobernantes un "Hombre-Dios"; Carrasco, Quetzalcoatl and the Irony of Empire, 88. Para ampliar aún más el desbarajuste, los mesoamericanos veían en cierto modo a sus gobernantes como avatares del espíritu o de los dioses. La realidad se funde con lo místico; véase Roberta H. Markman and Peter Markman, The Flayed God: The Mesoamerican Mythological Tradition (San Francisco: Harper, 1992), 269. 
  5. Ídem, 32; véase también Goetz y Morley, Popol Vuh, 83. 
  6. Gallenkamp, The Riddle and Rediscovery of a Lost Civilization: Maya, 166. 
  7. Carrasco, Quetzalcoatl and the Irony of Empire, 43. 
  8. T. A. Willard, Kukulcan: The Bearded Conqueror (Los Angeles: Murray & Gee, 1941), 159. 
  9. Bernal Diaz, The Conquest of New Spain, trans. J. M. Cohen (London: Penguin, 1963); véase también Carrasco, Quetzalcoatl and the Irony of Empire, 48; y Brian M. Fagan, Kingdoms of Gold: Kingdoms of Jade (New York: Thames and Hudson, 1991), 37; y Adrian Recinos y Delia Goetz, The Annals of the Cakchizuels (Norman, OK: University of Oklahoma, 1953), 40. 
  10. George Bush, Notes, Critical and Practical, on the Book of Numbers (Oxford: Oxford University, 1868), 313. véase también J. Jones et al., The Old Testament: According to the Authorised Version (New York: Pott & Young, 1878), Num 21. 
  11. En la Biblia y en algunas interpretaciones académicas y comentarios, el metal "de bronce" es descrito como vívidamente colorido, por ejemplo, en la visión de Ezequiel, los querubines "centelleaban a manera de bronce muy bruñido" (Ezequiel 1:7). 
  12. George B. Gray, The International Critical Commentary on the Holy Scriptures of the Old & New Testaments(Edinburgh: Clark, 1965), 274. 
  13. El hecho de que Amalekí comentara que los mulekitas "habían llegado a ser numerosos en extremo" (Omni 1:17) cuando fueron descubiertos por Mosíah podría sugerir que los mulekitas eran un grupo mucho más grande. Otros investigadores también han llegado a esta conclusión. véase Rodney Turner, "The Lamanite Mark," en Monte S. Nyman and Charles D. Tate, Jr., eds., The Book of Mormon: Second Nephi, The Doctrinal Structure (Provo: Religious Studies Center, 1989), 143; véase también George Reynolds y Janne M. Sjodahl, Commentary on the Book of Mormon, ed. Philip C. Reynolds, 7 vols. (Salt Lake City: Deseret Press, 1955), 1:509; cf. John L. Sorenson, "When Lehi's Party Arrived in the Land, Did They Find Others There?" Journal of Book of Mormon Studies 1/1 (1992): 13–17. 
  14. Un ingenioso trabajo realizado por Louis Midgley refuerza este concepto, "The Ways of Remembrance," en John L. Sorenson y Melvin J. Thorne, eds., Rediscovering the Book of Mormon (Salt Lake City: Deseret Book and F.A.R.M.S., 1991), 168–76. 
  15. Este recuento se basa en la investigación personal del autor, usando un programa informático base y excluye cualquier referencia Jaredita ya que éstos no hubieran podido tener un registro sobre el lance de la serpiente de bronce. 
  16. Por ejemplo, el rey Benjamín aconsejó a sus hijos que "os acordáseis de escudriñarlas [los registros nefitas] diligentemente, para que en esto os beneficiéis" (Mosíah 1:7). Observe también la exhortación de Alma a los pobres de los zoramitas, quienes incluso en la pobreza necesariamente debían tener acceso a las Escrituras: "debéis escudriñar las Escrituras" (Alma 33:2). 
  17. Para comprender completamente la utilización generalizada por parte de los nefitas de este evento, debemos tener en cuenta que Mormón (quien quería comunicar enfáticamente que el Libro de Mormón contiene sólo una parte muy pequeña de las actividades Nefitas) nos dice cinco veces más que en su compendio, escribió menos de "una centésima parte" de los registros escritos (Jacob 3:13; Mormón 1:5; Helamán 3:14; 3 Nefi 5:8; 26:6). Por lo tanto, es razonable suponer que los registros nefitas pueden haber contenido muchas más referencias sobre el lance con la serpiente de bronce. 
  18. Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine (Salt Lake City: Bookcraft, 1966), 104; véase también Joseph Fielding Smith,Doctrines of Salvation, comp. Bruce R. McConkie, 3 vols. (Salt Lake City: Bookcraft 1974), 1:22. 
  19. Por ejemplo, en 1 Nefi 17:41 y Alma 33:20, nos encontramos con que muchos de los israelitas no se humillarían ni darían el sencillo paso de mirar y ser salvos. Acción que se requería a cada individuo para ser salvo (Números 21:9). Aunque los israelitas rezaron para "que quite de nosotros estas serpientes" (Números 21:7), el Señor no retiró las serpientes. En cambio, proporcionó una cura que requería una manifestación de fe por parte de cada individuo. En su sabiduría, el Señor no inhibe el poder de Satanás, ni elimina el pecado y la tentación del mundo. En su lugar, el Señor proporciona a cada individuo la capacidad de guardarse de los efectos del mal, sí y en la medida en que dicha persona tiene fe suficiente para seguir la guía del Señor. 
  20. Uno podría preguntarse por qué José Smith no añadió la palabra "voladora" u otros detalles a esta historia en su inspirada "nueva traducción" de la Biblia. Esto es debido tanto por las limitaciones de tiempo así como por sentido práctico, "la mayoría de los pasajes revisados ​​o añadidos por Joseph Smith son de importancia doctrinal", Robert J. Matthews, "Joseph Smith Translation of The Bible (JST)," en Daniel H. Ludlow, ed., Encyclopedia of Mormonism, 4 vols. (New York: Macmillan, 1992), 2:767. En el Antiguo Testamento, el 96.5% de los versículos de dejaron intactos, con la mayor parte de la atención de revisión dada a Génesis (200 revisiones) y Éxodo (66 revisiones), donde había importantes puntos doctrinales que debían introducirse; Richard P. Howard, Restoration Scriptures (Independence, MO: Herald, 1969), 109. George A. Horton, Jr., "Exodus, Leviticus, Numbers, and Deuteronomy," en Monte S. Nyman y Robert L. Millet, eds., The Joseph Smith Translation(Provo: Religious Studies Center, 1985), 75, También se indica que el libro de números recibió solamente dos cambios. Más adelante, aparentemente el Profeta nunca termina del todo con todos los cambios que podrían haber sido incluidos como se informó en Robert J. Matthews, Joseph Smith's Translation of the Bible (Provo: Brigham Young University Press, 1975), 214. 
  21. Karen R. Joines, Serpent Symbolism in the Old Testament (Haddonfield, NJ: Haddonfield House, 1974), 8. El estudio también indica que en ocasiones la palabra es traducida como “serpientes voladoras”; John Sturdy, Numbers (Cambridge, England: Cambridge University, 1976), 148. 
  22. Joines, Serpent Symbolism in the Old Testament, 100. 
  23. Matthew Henry, An Exposition of the Old and New Testament, 4 vols. (New York: Carter & Bros., 1853), 1:543. 
  24. Joines, Serpent Symbolism in the Old Testament, 44. 
  25. Bush, Notes, Critical and Practical, on the Book of Numbers, 313. 
  26. Elias Auerbach, Moses, trans. Robert Barchay e Israel Lehman (Detroit: Wayne State University, 1975), 137. Bush, Notes, Critical and Practical, on the Book of Numbers, 316, quien también llega a la misma conclusión. Declara: "significa propiamente un estandarte con asta". 
  27. En consonancia con este concepto, estaban las palabras del profeta maya Chilam Balam de Mani: "El estandarte de madera que fue levantado vendrá .... Nuestro Señor viene, Itza! Nuestro hermano mayor viene, oh hombres de Tantun. Reciban a sus invitados, los hombres con barba , los hombres de oriente, los portadores de la señal de Dios, Señor "; Ralph L. Roys, The Book of the Chilam Balam of Chumayel (Norman: University of Oklahoma Press, 1967), 167–68. 
  28. Carrasco, Quetzalcoatl and the Irony of Empire, 28; también, Sylvanus G. Morley y George W. Brainerd, The Ancient Maya, 4th ed. (Stanford: Stanford University, 1983), 470, sugiere que los dos nombres pueden referirse al mismo dios. 
  29. Henry B. Nicholson, "Religion in Pre-Hispanic Central Mexico," en Gordon F. Ekholm e Ignacio Bernal, eds.,Handbook of Middle American Indians, 15 vols. (Austin: University of Texas Press, 1964–76), 10:tabla 4, ejemplar 4. 
  30. Frey Bernardino de Sahagun, Florentine Codex: General History of the Things of New Spain, trans. Charles E. Dibble y Arthur J. O. Anderson, 12 vols. (Sante Fe, NM: School of American Research and University of Utah, 1963), 11:85. 
  31. Peter, Tompkins, Mysteries of the Mexican Pyramids (New York: Harper & Row, 1987), 388. 
  32. Michael D. Coe, The Maya (London: Thames and Hudson, 1987), 136. 
  33. En su libro Bird of Life, Bird of Death (New York: Dell, 1987), 215, Jonathan E. Maslow cuenta nuevamente su búsqueda para encontrar y observar al "resplandeciente" quetzal, el ave macho que se describe bajando la ladera de la montaña volando, rugiendo fuertemente y con un movimiento ondulante de modo que la larga cola emplumada fluye y se mece detrás de él tal "como una serpiente voladora ... si las serpientes pudieran volar". 
  34. Artículo original http://maxwellinstitute.byu.edu/publications/jbms/?vol=2&num=2&id=36 

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