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20 noviembre 2009

La acusación: ¿Por qué un Dios justo “maldeciría” a los lamanitas con “una piel de color oscuro” (2 Nefi 5:21)?

Por: Jack R. Christianson
www.endefensadelarestauracion.blogspot.com.



Es verdad que El Libro de Mormón dice que los lamanitas tenían una piel de color oscuro que cayó sobre ellos. Sin embargo, no es verdad que la piel de color oscuro fue una maldición a ellos. Al inicio del segundo capítulo del libro, Laman y Lemuel, los hijos rebeldes del profeta Lehi, fueron advertidos que si ellos continuaban en su maldad, serían apartados de la presencia del Señor. Esta separación de la presencia del Señor sería la maldición, no el color de su piel. En 1 Nefi 2:21, 23 se lee:

“Y según se rebelen tus hermanos contra ti, serán separados de la presencia del Señor.

“Porque he aquí, el día en que se rebelaren contra mí, yo los maldeciré con penosa maldición, y no tendrán ningún poder sobre tu posteridad, a menos que ella también se rebelare contra mí.”
Ellos no se arrepintieron ni cambiaron, y de esta manera cuando las familias se dividieron en 2 Nefi, capítulo 5, la maldición fue traída a efecto. Se lee en 2 Nefi 5:20-24:
“Por tanto, se cumplió la palabra que el Señor me habló, diciendo: Por cuanto ellos no quieren escuchar tus palabras, serán separados de la presencia del Señor. Y he aquí, fueron separados de su presencia.

“Y él había hecho caer la maldición sobre ellos, sí, una penosa maldición, a causa de su iniquidad. Porque he aquí, habían endurecido sus corazones contra él, de modo que se habían vuelto como un pedernal; por tanto, ya que eran blancos y sumamente bellos y deleitables, el Señor Dios hizo que los cubriese una piel de color obscuro, para que no atrajeran a los de mi pueblo.
“Y así dice el Señor Dios: Haré que sean repugnantes a tu pueblo, a no ser que se arrepientan de sus iniquidades.
“Y malditos serán los descendientes de aquel que se mezcle con la posteridad de ellos; porque serán maldecidos con la misma maldición. Y el Señor lo habló; y así fue.
“Y a causa de la maldición que vino sobre ellos, se convirtieron en un pueblo ocioso, lleno de maldad y astucia, y cazaban animales salvajes en el desierto.
Por estos versículos parecería evidente que la maldición fue ser aislados de la presencia de Dios, o en otras palabras, experimentaron una pérdida del Espíritu Santo. Esto, entonces, fue la causa de su pereza, vandalismo, sutileza, y corazones como pedernal. En relación a esta maldición y seña, el autor Daniel Ludlow ha dicho:
“Esta es la única referencia en todo el Libro de Mormón donde un adjetivo definido de color ["negrura"] se usa para referirse a esta seña. Todas las otras referencias lo llaman una ‘piel de oscuridad’ o una ‘piel oscura.’ Es interesante notar que los términos ‘negrura’ y ‘oscura’ son intercambiables en el hebreo. Incluso en el hebreo moderno no es inusual para algunos traductores diestros escoger oscura como la mejor traducción (Book of Mormon Companion, página 132).
Por lo tanto, la palabra “negrura” podría y posiblemente debería significar “oscura.” El color de la piel de uno no tiene nada que ver con el comportamiento. Tener el Espíritu o no tener el Espíritu, tiene todo que ver con el comportamiento de una persona. El presidente Joseph Fielding Smith aclara este punto. El dijo: 
“La piel oscura fue puesta sobre los lamanitas para que ellos pudieran distinguirse de los nefitas y evitar que los dos grupos de personas se mezclaran  La piel oscura fue un signo de esta maldición. La maldición fue el retiro del Espíritu del Señor. La piel oscura…no se considera más un signo de la maldición. Muchos de estos conversos son deleitables y tienen el Espíritu del Señor” (Answers to Gospel Questions, 1:123-24).
Alma 9:14 reitera las enseñanzas del presidente Smith:
“Ahora quisiera que recordaseis que los lamanitas, por cuanto no han guardado los mandamientos de Dios, han sido separados de la presencia del Señor. Vemos, pues, que la palabra del Señor se ha cumplido en esto, y los lamanitas han quedado separados de su presencia, desde el principio de sus transgresiones en esta tierra.” 
De nuevo, la maldición es estar separados de la presencia del Señor, no el color de la piel. Donde muchos se confunden en este asunto, es cuando leen en Alma 3:6-10:
“Y la piel de los lamanitas era obscura, conforme a la señal que fue puesta sobre sus padres, la cual fue una maldición sobre ellos por motivo de su transgresión y su rebelión en contra de sus hermanos Nefi, Jacob, José y Sam, que fueron hombres justos y santos.
“Y sus hermanos intentaron destruirlos; por lo tanto, fueron maldecidos; y el Señor Dios puso una señal sobre ellos, sí, sobre Lamán y Lemuel, y también sobre los hijos de Ismael y en las mujeres ismaelitas.
“Y se hizo esto para distinguir a su posteridad de la posteridad de sus hermanos, para que por ese medio el Señor Dios preservara a su pueblo, a fin de que no se mezclaran ni creyeran en tradiciones incorrectas que causarían su destrucción.
“Y aconteció que quien mezclaba su simiente con la de los lamanitas traía la misma maldición sobre sus descendientes.
“Por tanto, todo el que se dejaba desviar por los lamanitas recibía ese nombre, y le era puesta una señal.”
Así que, la señal se convirtió en una maldición pero esa no era la maldición. Llegó a ser una maldición porque las personas participaron de la maldad de los lamanitas. Joseph Fielding McConkie y Robert L. Millet se pronunciaron sobre este punto cuando escribieron: “Debido a su iniquidad, los lamanitas fueron maldecidos con una ‘piel de oscuridad.’ Nuestro texto nos dice que ellos fueron maldecidos a fin de que no fueran atractivos para los nefitas. El Antiguo Testamento contiene amplia evidencia que cuando los hijos de Israel se casaban fuera del convenios, eran disuadidos de la veneración de la verdad y del Dios viviente, y rápidamente aceptaban la idolatría de los cananeos”.(Doctrinal Commentary on the Book of Mormon, 1:123-24).

La evidencia de que esta señal llegó a ser una maldición viene de la historia en el mismo capítulo de Alma, cuando los amlicitas se señalaron a sí mismos y se unieron a los lamanitas:
“Ahora volveremos otra vez a los amlicitas, porque también sobre ellos fue puesta una señal; sí, ellos mismos se pusieron la señal; sí, una marca roja sobre la frente.

“De este modo queda cumplida la palabra de Dios, porque éstas son las palabras que él dijo a Nefi: He aquí, he maldecido a los lamanitas, y pondré sobre ellos una señal para que ellos y su posteridad queden separados de ti y de tu posteridad, desde hoy en adelante y para siempre, salvo que se arrepientan de su iniquidad y se vuelvan a mí, para que yo tenga misericordia de ellos.
“Y además: Pondré una señal sobre aquel que mezcle su simiente con la de tus hermanos, para que sean maldecidos también.
“Y además: Pondré una señal sobre el que pelee contra ti y tu posteridad.
“Y digo también que quien se separe de ti, no se llamará más tu posteridad; y te bendeciré a ti, y al que fuere llamado tu descendencia, desde hoy en adelante y para siempre; y éstas fueron las promesas del Señor a Nefi y a su posteridad.
“Ahora bien, los amlicitas no sabían que estaban cumpliendo las palabras de Dios cuando empezaron a marcarse la frente; sin embargo, se habían rebelado abiertamente contra Dios; por tanto, fue menester que la maldición cayera sobre ellos.
“Ahora bien, quisiera que entendieseis que ellos trajeron sobre sí mismos la maldición; y de igual manera todo hombre que es maldecido trae sobre sí su propia condenación” (Alma 3:13-19).
Los amlicitas se marcaron con rojo, y la maldición cayó sobre ellos, pero la piel oscura no cayó sobre ellos. Ellos mismos se distinguían de los nefitas por sus marcas y trajeron sobre sí la maldición de ser separados de la presencia de Dios.

Otro excelente ejemplo de la diferencia entre la señal y la maldición, es la historia de los anti-nefi-lehitas que se encuentra en Alma 23:17-18:
“Y sucedió que se pusieron el nombre de anti-nefi-lehitas; y fueron llamados por ese nombre, y dejaron de ser llamados lamanitas.

“Y empezaron a ser una gente muy industriosa; sí, y se volvieron amistosos con los nefitas; por lo tanto, establecieron relaciones con ellos, y la maldición de Dios no los siguió más.”
La maldición no los siguió más, pero sí la piel oscura por ser lamanitas de nacimiento. La piel oscura era la señal para distinguir a los dos grupos de personas. Cuando esa característica ya no fue necesaria, entonces ya no había necesidad de colores diferentes de piel. Las personas entonces se distinguían por buenas y malas, no claras y oscuras. Sólo a un grupo de personas les fue cambiado el color de su piel. Todas las personas rectas entre los nefitas y lamanitas que se habían unido contra la banda secreta de los ladrones de Gadiantón. La maldición y la señal fueron quitadas a los lamanitas en esta ocasión.
“Y les fue quitada su maldición, y su piel se tornó blanca como la de los nefitas;

“y sus jóvenes varones y sus hijas llegaron a ser sumamente bellos, y fueron contados entre los nefitas, y fueron llamados nefitas. Y así concluyó el año trece” (3 Nefi 2:15-16).
La palabra clave en el versículo 15 es “y”, la cual crea una diferencia distintiva entre la maldición y la señal.

19 noviembre 2009

Los descendientes de José vendrían a los collados eternos

Encontramos otro pasaje bíblico con fuertes vínculos hacia El Libro de Mormón en Génesis, capítulo 49. 


Tomado de "Pruebas bíblicas sobre la Iglesia restaurada y el Libro de Mormón", Pág.30-31
Duane S. Crowther.



Recordemos algo sobre la historia del Antiguo Testamento para preparar el marco para esta profecía. Recuerden que Abraham era el padre de Isaac y que Isaac era el padre de Jacob; y Jacob fue el padre de los hijos que llegaron a ser las cabezas de las doce tribus de Israel. El Señor Jehová cambió el nombre de Jacob por el de Israel. Jacob tuvo un hijo que era particularmente notable. Fue José, el que fue vendido  a Egipto por sus hermanos. Después de que José salvó al pueblo de Egipto y a todas las naciones a su alrededor de los efectos de los siete años de hambruna, llegó a ser el segundo del Faraón.

Al final de Génesis leemos cómo Jacob, para entonces ya un anciano cercano al fin de sus días, pronunció bendiciones proféticas sobre sus hijos y sobre dos de sus nietos. En Génesis, capítulo 49 encontramos esas bendiciones proféticas dadas a sus descendientes. En Génesis 49:22-26, se encuentran las palabras proféticas que pronunció acerca de los descendientes de José, y esas palabras describen hechos que sucedieron en los registros del Libro de Mormón:
"Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vastagos se extienden sobre el muro. Le causaron amargura, le asaetearon. Y le aborrecieron los arqueros; mas su arco se mantuvo poderoso, y los brazos de sus manos se fortalecieron por las manos del Fuerte de Jacob (Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel), por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre. Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos serán sobre la cabeza de José, y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos."
Analicemos esta gran bendición, porque encontramos varias frases que se aplican solamente en el recuento de Lehi y su pueblo, quienes fueron descendientes de José.

El versículo 22 dice: "Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vastagos se extienden sobre el muro." Veamos si podemos comprender esta frase. "Rama fructífera es José" quiere decir que iba a tener muchos descendientes. Iba a ser una rama fructífera junto a una fuente, o junto al mar, y sus vastagos iban a extenderse sobre el muro. En la antigüedad, el pueblo de Israel era un pueblo de tierra, no de navegación, y el mar formaba un muro. Sin embargo, la profecía de José era que un vastago de la casa de José iba a cruzar ese muro, o sea, cruzar el mar. Y eso fue exactamente lo que sucedió cuando la familia de Lehi construyó un barco y navegaron por el muro, que era el mar.

Encontramos otra frase que es muy significativa. En el versículo 26 dice: "Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores, hasta el término de los collados eternos ....". ¿Qué quiere decir esto? Nos dice hacia dónde fueron los descendientes de José que cruzaron el gran océano. Si vemos un mapa mundial y buscamos la cordillera de montañas más grande, encontraremos los collados eternos. Esos collados eternos son las montañas que surgen del mar, muy al norte en la punta occidental de Alaska. Las montañas emergen del mar, luego hacen curva hacia Alaska y Canadá y los Estados Unidos, México y Centro América, y continúan hasta llegar a la punta de América del Sur, donde desaparecen nuevamente en el mar. Son verdaderamente collados eternos sin ningún principio o fin visibles. Es la cordillera más grande de la tierra.

Queda claro que Jacob sabía lo que sucedería con la colonia del Libro de Mormón cuando predijo que algunos vastagos de José, no todos, sino algunos, se extenderían sobre el muro; que sus descendientes serían grandemente bendecidos, y que esas bendiciones serían mayores que las bendiciones de sus hermanos, porque se extenderían hasta el final de los collados eternos, cuando vinieran a las Américas. Profetizó que esas bendiciones serían sobre la cabeza de aquél que fue apartado de entre sus hermanos. Ese es Lehi—nosotros creemos que vino con su pueblo y se establecieron en las Américas.

Habrá algunos que no estén de acuerdo con esta interpretación, pero si deciden no estar de acuerdo, entonces tendrán que dar su propia explicación. Primero, quiénes serían los vastagos de José que se extenderían sobre el muro; segundo, dónde estaba ese muro; tercero, dónde está la tierra de los collados eternos hacia donde se extenderían esos vastagos; y cuarto, deberán explicar quién sería separado de entre sus hermanos, que era descendiente de José. Ese es mi desafío hacia ellos: dar una explicación adecuada de estos cuatro enunciados.

Cuando leo los escritos de los estudiosos de la Biblia, me parece que no tienen ninguna respuesta a esas cuatro preguntas. No pueden identificar quiénes eran los vastagos o cuál era el muro sobre el cual se extenderían, o dónde estaría la tierra de los collados eternos, o quién era el descendiente de José que sería separado de entre sus hermanos. Sin embargo, encontramos todas esas respuestas en el Libro de Mormón porque cumple las profecías de la Biblia.

18 noviembre 2009

La muerte de Labán

Gentileza de: Jorge Albarran Riquelme
www.mistraduccionessud.es.tl


En el primer capítulo del Libro de Mormón, nos vemos confrontados con la decisión que Nefi debe tomar de matar a Laban. Incluso el Espíritu debe razonar con él y recordarle las promesas divinas para él y su posteridad si es obediente a los mandamientos de Dios. Cuando Truman G. Madsen, un recientemente fallecido y renombrado profesor de la BYU, tuvo hace algunos años la oportunidad de compartir este episodio del Libro de Mormón con sus alumnos de medio oriente, le llamó la atención su reacción. Contraria a nuestra mentalidad occidental, ellos no podían comprender por qué Nefi se demoró tanto en cumplir con el mandato.

Al parecer, una de las razones más influyentes en la reacción inicial de Nefi fue el hecho de que nunca antes había derramado sangre inocente y que “[deseó] no tener que [matar a Labán].” (1 Nefi 4:10). No fue precisamente el argumento que el Espíritu le recordó de que “…es preferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad” (1 Nefi 4: 13) lo que prolongó su decisión. Por el contrario, Nefi, como judío, conocía este principio, y este es precisamente un punto que emerge como una evidencia arqueológica recientemente redescubierta a favor del Libro de Mormón.

En este sentido, me encontré una muy interesante presentación de video en YouTube de un miembro de la Iglesia, el hno. Kerry Shirts, de Idaho, Estados Unidos, y conocido como “The Backyard Professor”, (“El Profesor del Patio”). El hno Shirts señala en su sitio de YouTube que le encanta aprender idiomas antiguos. De hecho conoce el hebreo, griego, latín, alemán, francés, el egipcio hieroglifico, el árabe, el copto y el sánscrito. Además enseña hebreo gratis en uno de sus podcasts para que los miembros de la Iglesia puedan leer la Biblia en una de sus versiones originales. Además, ha sido invitado a clases de instituto y participado en diversas presentaciones sobre evidencias arqueológicas del Libro de Mormón y la Biblia, basadas en diversas fuentes antiguas.

En una de sus últimas presentaciones en video, sobre el tema de la muerte de Labán, titulado What is the issue with slaying Laban?!? (¿Cuál es el tema con matar a Labán?), el hno Shirts comienza citando a un famoso erudito SUD, el hermano John W. Welch, en su Libro “Ecoes and Evidences of the Book of Mormon” (“Ecos y Evidencias del Libro de Mormón”), donde se presentan evidencias desde el punto de vista legal. Se menciona la razón legal religiosa o el principio mediante el cual Labán debía ser ajusticiado: “…es preferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad” (1 Nefi 4: 13). Quinientos años más tarde, Corihor, el primer anticristo del Libro de Mormón, sufre la misma sentencia divina ante Alma, como Sumo Sacerdote y ante el juez superior (Alma 30:47). Nuevamente, se aplica el mismo principio en términos legales de la ley civil y religiosa en casos muy específicos. Uno no puede menos que recordar que el mismo principio lo aplicó el sumo sacerdote Caifás al Salvador: "nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.” (Juan 11: 50). Pero, nos podemos preguntar, si aplicaron esta ley en el tiempo de Cristo, ¿habrá algún precedente anterior en la Biblia?

El hermano Shirts cita a John Welch, a quién le llevó años encontrar la respuesta a esta pregunta. Y la halló accidentalmente al toparse con un artículo de un erudito titulado “The death of one for all: John 11:46-54 in Light of Judaic tradition” (“La muerte de uno por todos: Juan 11: 46-54 a la luz de la Tradición Judaica”) . El artículo mostraba que esta ley bíblica se aplicó en ciertas ocasiones específicas alrededor del 600 a. C., el cual es precisamente el rango de tiempo en que Lehí huye con su familia de Jerusalén y parte rumbo a una tierra prometida.

El precedente se encuentra en 2 Samuel 20. Las tropas del rey David perseguían a Seba, un rebelde político acusado de alta traición. Cuando Seba se refugió en la ciudad de Abel-bet-maaca, Joab, uno de los generales del Rey David, sitió la ciudad y demandó que le entregaran a Seba o destruiría la ciudad. Los ciudadanos de Abel-bet-maaca decapitaron a Seba y arrojaron su cabeza por sobre el muro de la ciudad. Sólo entonces, Joab y sus tropas se retiraron.

Otro caso, aunque más plenamente detallado en la tradición oral judaica del Antiguo Testamento, fue el de Joacim, rey de Judá, quien se sublevó contra el rey de Babilonia aproximadamente al mismo tiempo que Lehí dejó Jerusalén. Nabucodonosor exigió que le entregasen a Joacim o la nación entera sería destruida. Naturalmente, Joacím protestó, y según la tradición oral, argumentó diciendo: “¿Puede él [Nabucodonosor] sacrificar la vida de uno por la de otro?“. A lo que el consejo judío le respondió duramente: “Eso hicieron con Seba, hijo de Bicri.” Entonces, basándose en esta ley, entregaron a Joacim a Nabucodonosor, quien se lo llevó de regreso a Babilonia (2 Crónicas 36:6). Se presume que allá fue finalmente ejecutado.

De este modo, según afirma el hno Shirts, los casos de Labán y Corihor calzan perfectamente con esta antigua tradición judaica, la cual operaba bajo ciertas condiciones. Y es precisamente en el caso de Labán en el cual el Espíritu le indica a Nefi que debía ser aplicada. La reacción de Nefi nos muestra que para él era conocida, otra evidencia arqueológica más a favor del Libro de Mormón, cuyos profetas provenían del mismo trasfondo cultural bíblico. Sin embargo, la mayoría de los eruditos no habían tomado consciencia de esta ley antigua hasta muy recientemente en esta última década.

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