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26 enero 2013

Sugerencias lingüísticas de la ostraca de Tel-Arad

La ostraca de Tel-Arad demuestra el uso de egipcio reformado por hebreos en el siglo VII a.C. tal como lo dice el Libro de Mormón.

Autor: John A. Tvedtnes.
Traductor: Antonio A. Caballero.


La zona de Tel Arad, situada al noreste de Beersheva en el sur israelí, fue excavada desde 1962 hasta 1967 en un esfuerzo conjunto del Departamento de Arqueología de la Universidad Hebrea, el Departamento de Antigüedades del Ministerio de Educación y Cultura y la Sociedad de Exploración de Israel. Las excavaciones se llevaron a cabo bajo la dirección del Profesor Yohanan Aharoni, posteriormente por la Universidad Hebrea de Jerusalén y en la actualidad por el director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv.

Fragmentos cerámicos con inscripciones

Durante las excavaciones de 1965 se descubrieron algunas ostracas (Un ostracon es un fragmento de cerámica en el que aparece algún tipo de escritura. En el antiguo cercano oriente, cada vez que una vasija se rompía, las piezas no se desechaban, más bien eran conservadas al igual que guardamos hoy un “papel borrador”). Muchas de estas [ostracas] tenían inscripciones hebreas y fueron datadas c.598-587 a.C. [1], sin embargo, una que databa "del siglo VII a.C.", estaba en egipcio hierático. [2]

En la campaña de 1967, se descubrió en esa zona un ostracon con una importancia particular para el presente estudio. Su escritura era una combinación de hebreo y textos hieráticos. De acuerdo con el informe de Sh. Yeivin [3], de la Universidad de Tel Aviv, el ostracon data de "finales del siglo VII a.C.", es decir, poco antes del año 600 a.C.

La Fig.1 que se adjunta, es un dibujo del ostracon. Los símbolos hieráticos egipcios están representados en negro oscuro y las letras hebreas en un negro más claro. A primera vista, uno podría suponer que había dos textos distintos, pero ese no es el caso. Toda la inscripción ha sido traducida y publicada por Yeivin. Esta traducción, junto con la transliteración de los caracteres hieráticos y hebreos (en negro oscuro y claro, respectivamente) aparecen en la Fig. 1. La transliteración restaura dos símbolos egipcios, cuyas delineaciones pueden ser percibidas al someter el ostracon a un examen de infrarrojos; dichas restauraciones se encuentran entre paréntesis en la transliteración.

De las 17 palabras del texto, 10 están escritas en hierático y siete en hebreo. Sin embargo, de las últimas siete palabras, sólo dos tienen un significado hebraico. Estas dos son en realidad la misma palabra, m. que significa "procedente de", en este caso es utilizada, al igual que se escribiría normalmente en hebreo, como prefijo. Las otras cinco, mientras que escritas en letras hebreas, para nada son hebreas, sino más bien egipcias. Dos de estas cinco son topónimos y los otros tres aparecen en la segunda línea de la inscripción.

De las 10 palabras escritas en escritura hierática, cuatro son números (apareciendo uno en cada línea). Un símbolo, que representa una medida de capacidad, aparece cuatro veces (una vez en cada línea) y la otra palabra egipcia aparece dos veces.

Así, mientras que hay 17 palabras en el ostracon, si uno descuenta la repetición de las palabras, no hay más que seis palabras escritas en hierático (de las cuales cuatro son números), todas con significados egipcios y seis palabras escritas en hebreo, de las cuales sólo una tiene un significado en hebreo (las otras cinco son egipcias).


Fig. 1. La “combinación” en el ostracon de Tel Arad

Yeivin escribe lo siguiente:

"Los dos textos proporcionan información complementaria y se entremezclan. Sin embargo, uno no puede estar seguro de cómo lo leía el escriba que escribió el texto, si en hebreo de principio a fin, pronunciando todos los signos de apariencia hierática en sus equivalentes hebraicos o si lo hacía en una especie de jerga mixta dando una apreciación egipcia a los signos hieráticos".
Mi opinión personal es que el texto tenía por objetivo principal dirigirse a las personas cuya lengua materna era el egipcio. Las razones son dos: (1) las palabras hieráticas superan en número a las palabras escritas en hebreo y (2) todas menos una de las palabras escritas en hebreo son, en realidad, palabras egipcias transliteradas (que no traducidas) al hebreo. En cualquier caso, una cosa está clara: la persona que escribió el ostracon sabía utilizar tanto el hebreo como el sistema egipcio de escritura hierática. También es probable que hablara ambos idiomas.

El descubrimiento de este ostracon provocó la revisión de otras inscripciones encontradas en Palestina. Existe, por ejemplo, la cuestión de las antiguas medidas de peso hebreas, las cuales están inscritas con símbolos, que por algunos es asumido como un antiguo sistema de numeración hebrea [4]. Este mismo sistema numérico aparece en varias inscripciones en hebreo, encontradas en lugares tan diversos como Samaria[5], Laquis [6] y Gezer [7]. Sin embargo, fue mostrado por M. Noth que estos símbolos no eran más que símbolos hieráticos egipcios para algunos números que habían sido adoptados por los hebreos[8]. La ostraca de Tel Arad lo ha confirmado, ya que estos números hieráticos no sólo aparecen en el ostracon hierático de la campaña de 1965, sino que también en la combinación del ostracon de 1967 que acabamos de examinar, además de algunas de las ostracas hebreas[9]. 

Sugerencias históricas

Hay dos grandes sugerencias históricas sobre los hallazgos de Tel Arad. La primera es que, en el siglo VII a.C., existía una buena relación entre Judea y Egipto. Esto, por supuesto, es una conclusión que ha ido ganando mucho más apoyo con el paso del tiempo y que fue debatido por el Dr. Hugh Nibley en 1950.

La segunda sugerencia histórica es que en Judea había, a finales del siglo VII a.C., personas que hicieron uso de ambas, tanto de la escritura hebrea así como del sistema de escritura hierático egipcio. Esto es muy significativo en vista de una declaración sobre Lehi que aparece en el Libro de Mormón:
“porque no habría sido posible que nuestro padre Lehi hubiese recordado todas estas cosas para haberlas enseñado a sus hijos, de no haber sido por la ayuda de estas planchas; porque habiendo sido instruido en el idioma de los egipcios, él pudo leer estos grabados y enseñarlos a sus hijos…” [10]
Concerniente a las habilidades lingüísticas de Lehi, su hijo Nefi escribió lo siguiente:
“Sí, hago la relación en el lenguaje de mi padre, que se compone de la ciencia de los judíos y el idioma de los egipcios”.[11]
El significado exacto de esta declaración ha eludido, durante mucho tiempo, a los estudiantes del Libro de Mormón. Una de las teoría es que las planchas de Nefi contenían ambas escrituras, tanto egipcia como hebrea, tal vez entremezcladas. Otra [teoría] es que las planchas fueran grabadas con símbolos egipcios, siendo estas simples transliteraciones del hebreo. La reciente evidencia [hallada] en Tel Arad, no sólo admite ambas como una posibilidad en la Judea de la época de Lehi, sino que en realidad ¡permite ambas teorías al mismo tiempo! Por lo tanto, es posible que la situación del Libro de Mormón sea totalmente contraria al de la ostraca de Tel Arad: en lugar de tener un texto combinado con un significado subyacente egipcio, el idioma subyacente sería el hebreo, o como sugiere Nefi, "la ciencia de los judíos".
La ilustración de este principio se puede mejorar por medio de estas frases:

[3.          dis is an ínglish sentens (transliteración al español de una frase en inglés)]


La frase Nº 1 está escrita con caracteres arábigos, sin embargo, ésta combinación de sonidos no tendría sentido para un árabe, puesto que las palabras son en realidad inglesas. Si un árabe fuera a leerlo en voz alta, diría lo siguiente: "This is an English sentence" [“Esta es una frase inglesa”]. Aquellos a su alrededor, si fueran árabes, no la entenderían, pero cualquier persona cercana que supiera inglés si la entendería, a pesar de que alguno de los sonidos sólo podrían aproximarse a los correspondientes sonidos del inglés.



Del mismo modo, la frase Nº 2, mientras que está escrita con el mismo alfabeto que usamos en inglés, carece totalmente de sentido en este idioma. Pero si cualquiera de los presentes hoy fuera a leerla en voz alta, asignando a cada letra el sonido que normalmente le daría si fuera una frase inglesa, sólo unos pocos de esta audiencia lo entenderían, puesto que las palabras son hebreas y el significado es "Esta es una frase hebrea" [“זה משפט באנגלית”].



Egipcio Reformado


El profeta Moroni, hablando sobre el registro nefita, declara:
“Y he aquí, hemos escrito estos anales según nuestro conocimiento, en los caracteres que entre nosotros se llaman egipcio reformado; y los hemos transmitido y alterado conforme a nuestra manera de hablar. Y si nuestras planchas hubiesen sido suficientemente amplias, habríamos escrito en hebreo; pero también hemos alterado el hebreo; y si hubiésemos podido escribir en hebreo, he aquí, no habríais tenido ninguna imperfección en nuestros anales. Pero el Señor sabe las cosas que hemos escrito, y también que ningún otro pueblo conoce nuestra lengua; y por motivo de que ningún otro pueblo conoce nuestra lengua; por lo tanto, él ha preparado los medios para su interpretación”. [12]
Nuevamente aquí, los investigadores han tenido que especular sobre el significado del término "egipcio reformado". Algunos, como Ariel L. Crowley, han sostenido que esto sólo se refiere a una forma cursiva de egipcio, es decir, demótico o hierático, en lugar del jeroglífico oficial. Estas formas cursivas fueron, por supuesto, conocidas y utilizadas en Egipto y uno de ellos, el hierático, es responsable de las palabras y números que aparecen en las ostracas de Tel Arad y en otras, así como en pesos. Crowley ha demostrado que muchos de los símbolos hallados en la llamada Transcripción de Anthon, presuntamente copiados de las planchas por Joseph Smith, son de hecho demóticos [13]. 

En vista de los descubrimientos de Tel Arad, otra interpretación es posible, es decir, que el "egipcio reformado" puede ser un texto combinado, como el que se discutió más arriba. El hecho de que la transcripción de Anthon contenga una serie de letras hebreas añade peso a este punto de vista. Sin embargo, la declaración de Moroni indica que los propios nefitas fueron los responsables de la alteración de su sistema de escritura, de ambos, tanto el egipcio como el hebreo. Concerniente a si lo que quiere decir es que el "egipcio reformado" se compone de caracteres alterados por ellos o si quiere decir que alteraron el ya existente egipcio “reformado” o cursiva, no está claro. Su afirmación sobre que "ningún otro pueblo conoce nuestra lengua" puede indicar la primera, si descontamos las identificaciones de Crowley. Es poco probable que las alteraciones a las que se refiera sean el añadir, por parte de los nefitas, letras hebreas a los caracteres egipcios, porque indicaría que también el hebreo habría sido alterado por ellos.

Cabe destacar de pasada que la declaración de Moroni concede una evidencia a la teoría de que la estructura subyacente de los escritos nefitas era el hebreo, mientras que el propio texto era algún tipo de egipcio. Él dice: " y si hubiésemos podido escribir en hebreo, he aquí, no habríais tenido ninguna imperfección en nuestros anales". Ningún lenguaje puede decirse que sea imperfecto en sí o por sí mismo y solamente podría decirse de un idioma que es deficiente si no puede describir adecuadamente las ideas y la tecnología de la gente que lo habla. Pero a menudo, mientras se traduce, hay una pérdida de significado y en el caso de una transliteración imperfecta (una en la que el sistema de escritura que se utiliza no pueda representar eficazmente todos los sonidos de la lengua original que se está transliterando) están destinadas a tener imperfecciones. Claramente, los caracteres del "egipcio reformado" usados ​​por los nefitas no eran del todo adecuados para expresar sus pensamientos, mientras que el alfabeto hebreo, de haberlo utilizado, habría sido más eficaz.

La declaración de Moroni sobre que la escritura había sido alterada “conforme a nuestra manera de hablar” es interesante. Es posible que esté refiriéndose a una readaptación del sistema de escritura para que se corresponda con los cambios de sonido que gradualmente ganan terreno en todas las lenguas humanas a causa de la derivación lingüística. Por lo general, las comunidades lingüísticas no reconocen que estos cambios han ocurrido. Pero un rápido vistazo a la terminación "-ough" de las palabras en inglés, tales como "tough, through, though", etc, mostrará que, si bien son casi idénticas en ortografía son ahora muy diferentes en pronunciación, aunque en su día fueran pronunciadas casi de la misma manera. Por lo tanto, uno no puede asignar más que un solo sonido a "-ough" en el inglés moderno. Sin embargo, muchas veces veo escrito "T-u-f-f", "t-h-r-u" y "t-h-o" en un intento de hacerlos corresponder a los sonidos que por lo general asignan a nuestras letras inglesas.

Algunas comunidades lingüísticas tienen menos reparos en reconocer que el sonido cambia con el tiempo debido a que han tratado de mantener un lenguaje "clásico" que, aunque normalmente no se habla, se corresponda en líneas generales a la lengua escrita en los textos sagrados: por ejemplo, el Latín en la Iglesia Católica. También ocurre lo mismo con el árabe. Los árabes han mantenido deliberadamente la pronunciación del árabe clásico en la lectura de su libro sagrado, el Corán, mientras que el habla cotidiana ha cambiado con el tiempo.

La preocupación nefita con respecto a los anales, i.e. las planchas de Nefi, pudo haber creado una situación similar, en la cual, mientras que con el paso del tiempo las nuevas palabras y diferentes pronunciaciones se deslizaban en el lenguaje oral, se fueron incorporando a los escritos posteriores, con caracteres modificados donde era necesario. Además, Mormón y su hijo Moroni, quien resumió los anales nefitas (del que una parte de dicho compendio se ha convertido en nuestro Libro de Mormón), pudieron haber alterado el texto de escritores anteriores en un intento de actualizar el Libro.

El libro de Abraham

El ostracon de Tel Arad también ofrece algunas sugerencias con respecto al libro de Abraham. En trabajos anteriores (véase el Boletín, 109,0, 114,1, 120,4), hemos evidenciado que el libro de Abraham era una tradición oral hebrea, memorizada por el uso de un texto egipcio, el texto Sensen, que se utilizó como un recurso mnemotécnico. Cada una de las palabras egipcias servía como ayuda mental para hacer recordar al recitador de la tradición frases específicas de la historia de Abraham que había memorizado en relación con esa palabra. No sólo hemos demostrado que las palabras egipcias del texto Sensen son, en todos y cada uno de los casos, expresados semánticamente en el pasaje correspondiente del Libro de Abraham, sino que también hemos demostrado que el uso de las tradiciones orales y los dispositivos mnemotécnicos era una práctica muy común en el antiguo Israel.

Algunas de las similitudes entre las palabras egipcias y los pasajes yuxtapuestos en inglés del Libro de Abraham, dependen de la homonimia entre las palabras egipcias y hebreas, el significado de los cuales se encuentran, donde era de esperar, en los pasajes. Para que las habituales y sistemáticas similitudes aparezcan, el que compuso el Libro, en la forma recibida (aunque en hebreo en lugar de Inglés, ya que suponemos que la tradición oral fue originalmente en hebreo) habría tenido que poseer un conocimiento de ambos, egipcio y hebreo.

Resulta interesante señalar que el papiro Sensen estuviera escrito en hierático cuando llegó a las manos de José Smith y que, mientras ésta misma copia se remonta a los tiempos de Ptolomeo o al período temprano cristiano, la versión más antigua conocida del texto Sensen data de c.600 a.C., el periodo en el que podemos encontrar gente en la Tel Arad del antiguo Israel utilizando una combinación de hebreo y egipcio hierático, siendo también la época del viaje de Lehi hacia el Nuevo Mundo, donde sus descendientes conservaron sus registros en "egipcio reformado". Esta época también es significativa porque durante la misma había muchas colonias judías establecidas en Egipto, especialmente después de la caída de Jerusalén por los babilonios.

En la tesis sobre la tradición oral del Libro de Abraham no se nombra específicamente a Abraham como autor de El Libro de Abraham en su forma actual, sino más bien se indica como autor a un judío que vivió alrededor del año 600 a.C. o posterior. Es más, el mismo José Smith parece asignar al texto una fecha que no coincide con la época de Abraham. En la pequeña libreta "Valuable Discovery", en la Oficina del Historiador de la Iglesia (cf. Newsleter, 106,2), leemos:
"Katumin, princesa, hija de On-I-tos rey de Egipto, quien comenzó a reinar en el año del mundo 2962. Katumin nació en el año 30 del reinado de su padre y murió cuando ella tenía 28 años de edad, el cual era el año 3020."
De acuerdo con mi cronología[14], Salomón era rey de Israel unido hasta el año del mundo (AM) 2973, lo que haría de él un contemporáneo de Onitos. Katumin murió en el año (3020 AM) en el cual Omri y Tibni comenzaron a gobernar sobre el norte de Israel.

Este período particular de la historia de Israel muestra numerosos contactos con Egipto, lo que podría explicar un poco cómo un texto egipcio de esa época se habría convertido en un recurso mnemotécnico para una tradición oral Hebrea. El propio Salomón se casó con la hija de un faraón, [15] y tanto Hadad como Jeroboam, sus archienemigos, se refugiaron en la corte egipcia [16]. 

La sugerencia bíblica sobre los lazos entre Judea y Egipto, así como entre Israel y Egipto, han sido confirmadas por los descubrimientos de Tel Arad. Como Santos de los Últimos Días, hemos recibido un extra adicional procedente de las excavaciones de Arad en forma de evidencia lingüística que avala la autenticidad de dos de nuestras escrituras con un antiguo origen hebreo-egipcio, el Libro de Mormón y el Libro de Abraham [17].

Fuentes
  1. Yohanan Aharoni. “Hebrew Ostraca from Tel Arad”, Israel Exploration Journal, Vol. 16, No. 1, pp.1-7.
  2. Sh. Yeivin, “A Hieratic Ostracon from Tel Arad”, Israel Exploration Journal, Vol. 16, No. 3, pp. 153-159.
  3. Sh. Yeivin, “An Ostracon from Tel Arad Exhibiting a Combination for Two Scripts”, The Journal of Egyptian Archaeology, Vol. 55 (August, 1969), pp. 98-102.
  4. Véase, por ejemplo, Yigael Yadin, “Ancient Judaean Weights and the Date of the Samaria Ostraca”, Scripta Hierosolymitana, Vol. 8, pp. 10-25.
  5. Véase J. W. Crowfoot, G. M. Crowfoot y Kathleen M. Kenyon, The Objects from Saramia, pp. 11-13, 16-18, 29-32. (Palestine Exploration fund: London, 1957).
  6. Véase David Diringer, “On Hebrew Inscriptions Discovered at Tell-ed-Duweir (Lachish)-III”, Palestine Exploration Quarterly, júlio-Octubre de 1943, pp. 89-99.
  7. Véase R. A. Stewart MacAlister, The Excavation of Gezer, Vol. 2, pp. 276, 283, 285-287, 291. (Publicado en Londres por el Committee of the Palestine Exploration Fund, por John Murray, 1912).
  8. Véase Yohanan Aharoni, “The Use of Hieratic Numerals in Hebrew Ostraca and the Shekel Weights”, Bulletin of the American Schools of Oriental Research, No. 184, pp. 13-21.
  9. Véase Iván Tracy Kaufman, “New Evidence for Hieratic Numerals on Hebrew Weights”, Bulletin of the American Schools of Oriental Research, No. 188, pp. 39-41. Véase también A. F. Rainey, “Semantic Parallels to the Samaria Ostraca”, Palestine Exploration Quarterly, enero-Junio de 1970, pp. 45-51.
  10. Mosíah 1:4. (En esta y las siguientes anotaciones del Libro de Mormón, las itálicas son añadidas por el presente autor. Ed.).
  11. 1 Nefi 1:2.
  12. Mormón 9:32-34.
  13. Véase su serie de artículos en la Improvement Era, enero, febrero y marzo de 1942 y septiembre de 1944.
  14. John A. Tvedtnes, Church of the Old Testament, pp. 140-141. (Deseret Book Co: Salt Lake City, 1967).
  15. 1 Reyes 3:1; 7:8; 9:16,24.
  16. 1 Reyes 11:17-22,40; 12:1-2.
  17. Artículo original: http://www.shields-research.org/General/SEHA/SEHA_Newsletter_127-2.PDF

23 enero 2013

La serpiente de bronce de Moisés y cómo se relaciona con la adoración de la serpiente en Mesoamérica


Registros Mesoamericanos y escritos posteriores a la conquista Española muestran un importante nexo que apoya la relación entre la serpiente de bronce de Moisés y la adoración a la serpiente en Mesoamérica.


Autor: Wallace E. Hunt Jr.
Traductor: Antonio A. Caballero.

 


Arqueólogos y eruditos coinciden en que hay incontables casos documentados a lo largo de la historia humana que describen diversas formas de adoración a serpientes. Sin embargo, a pesar de las innumerables variedades de adoración de serpientes, sólo en mesoamérica nos encontramos con una preponderancia de culto a la serpiente "emplumada". Carrasco declara enfáticamente que "no hay duda de que el simbolismo de la serpiente y más específicamente el de la serpiente emplumada se extendió por toda la arquitectura de los centros ceremoniales de mesoamérica"[1]. El Dios que fue personificado por estatuas y representaciones pictóricas de serpientes emplumadas era conocido como "Quetzalcoatl".

Si bien los antiguos pueblos de Mesoamérica adoraban a muchos dioses, la belleza de un pájaro indígena cautivó su interés de tal manera que no sólo tomaron prestado su nombre, sino que también utilizaron su apariencia para representar a su principal y más venerado dios, el cual era llamado "Quetzalcóatl" por los toltecas y los aztecas o "Kukulcán" y "Gucumatz" por los mayas [2]. Originario de las tierras altas de Chiapas, México y Guatemala, el quetzal es una criatura de una belleza majestuosa, posee una iridiscente cola verde de poco menos de un metro de largo, un pecho carmesí y una infinidad de otros tantos colores lustrosos en su plumaje[3].

Aunque el origen de Quetzalcóatl está cubierto por la penumbra, podemos encontrar una gran cantidad de material sobre éste antiguo y venerado dios gracias a las leyendas, a los escasos escritos precolombinos que existen hoy en día y a los primeros escritos posteriores a la conquista. Los registros se contradicen entre sí y varían ampliamente tanto en los tributos a los dioses como en los detalles de cómo se les rendía culto[4], pero esto se debe, sin lugar a dudas, a un milenio de divagaciones sobre el concepto original dado al final del Libro de Mormón hasta la época de la conquista. Sin embargo, en todo este laberinto podemos encontrar que los mesoamericanos constantemente otorgaban a Quetzalcóatl muchos atributos semejantes a los de Cristo, algunos de los cuales se enumeran a continuación:

  • Quetzalcóatl fue el Creador de vida. [5]
  • Quetzalcóatl enseñó la virtud. [6]
  • Quetzalcóatl era el Señor supremo. [7]
  • Quetzalcóatl tuvo una "larga barba y los rasgos de un hombre blanco". [8]
  • Los mesoamericanos creían que Quetzalcóatl volvería. [9]

A pesar de que a primera vista el significado del nombre "Quetzalcóatl" pudiera parecer que está a años luz del concepto de la deidad cristiana, es muy posible que esta representación pudiera tener su origen en una de las experiencias vividas por la nación israelita durante su éxodo desde Egipto, tal como aparece tanto en el Antiguo Testamento como en las planchas de bronce de Labán. Después de viajar durante unos treinta y ocho años por el desierto, los israelitas recibieron el último milagro de su éxodo, que llevaba consigo un simbolismo y una lección muy importante. Ya que antes, el pueblo se rebeló y se quejó.
Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.
Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, y le dijeron: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo.
Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente y ponla sobre un asta; y acontecerá que cualquiera que sea mordido y la mire, vivirá.
Y Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta, y sucedía que cuando una serpiente mordía a alguno, y éste miraba a la serpiente de bronce, vivía. (Números 21:5–9; cursivas añadidas)
Pero, ¿por qué usaría Dios la palabra ardiente en el mandamiento "Hazte una serpiente ardiente”? Si bien la mayoría de los estudiosos de la Biblia reconocen que en esa zona las serpientes eran muy coloridas, incluso de un "brillante color rojo fuego"[10], entre ellos existe un cierto desacuerdo con respecto a si la palabra hebrea original para "ardiente" se refiere al color de la serpiente o a su venenosa mordedura. El presente artículo sugiere que hace referencia a ambas características.

Pese a que sería presuntuoso especular sobre la verdadera razón que llevó al Señor a usar la palabra ardiente, podemos suponer que su intención era que la serpiente fuera atrayente, brillante y colorida con el fin de que tan poderoso símbolo pudiera llamar la atención. Aunque el Señor no especificó qué material se debía utilizar, Moisés [se decantó por] construir una serpiente de bronce. Incluso, a pesar de que hubiera sido más fácil y rápido usar tela o madera, el bronce pudo parecer la mejor opción para representar un aspecto "ardiente"[11]. Uno puede imaginarse la conmovedora sensación que la reluciente serpiente de bronce pudo haber tenido sobre el sufrimiento de los israelitas mientras que Moisés lo llevaba en alto, muy por encima de su cabeza. La serpiente irradiaba una infinidad de penetrantes colores ardientes cada vez que la luz del sol se reflejaba sobre sus numerosos ángulos y hendiduras. Tal espectáculo, de seguro servía para recordar al pueblo la ardiente intensidad de las mordeduras de serpiente mientras que simultáneamente exhibía la omnipotencia de Dios, ya que, mientras miraban sobre ella eran sanados.

Curiosamente, la serpiente de bronce fue preservada por los israelitas durante unos 500 años, durante ese tiempo el emblema sagrado se devaluó hasta convertirse en un "objeto de culto popular en Judea"[12], hasta que Ezequías, un rey justo, "hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel" (2 Reyes 18:4). A pesar de que los israelitas eran el pueblo escogido del Señor, perdieron de vista tanto el significado como el simbolismo espiritual y se habían depravado hasta el punto de adorar a la serpiente como un ídolo.

En realidad, los cinco versículos procedentes del libro de Números solamente constituyen un breve resumen de este importante acontecimiento, que con el tiempo los llevó finalmente a ese culto idolátrico hacia la serpiente. Sorprendentemente los pasajes contienen muy pocos detalles y absolutamente ninguna indicación sobre su verdadero significado. Un atisbo de su importancia es revelado en el tercer capítulo de Juan, cuando Jesús dice a Nicodemo:
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3: 14–15)
 
El simbolismo de la serpiente de bronce señala a la salvación por medio del sacrificio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo

A causa de las escasas referencias que hay en la Biblia y para poder comprender plenamente la lección del Señor, debemos recurrir al Libro de Mormón y a los pueblos mesoamericanos. Los registros escritos de los nefitas, los cuales eran esenciales para mantener su devoción hacia los mandamientos del Señor, se componían tanto de las planchas de bronce de Labán (desarrollado como escritura), así como de sus propias tradiciones escritas, algunas de las cuales también fueron consideradas escrituras (Alma 18: 38). La importancia de estos registros se hizo evidente cuando los mulekitas se unieron a los nefitas. Los mulekitas no poseían registros históricos, su idioma se había corrompido e incluso habían negado a su Dios. El pueblo mulekita "se regocijó en extremo" (Omni 1:14) debido a que los nefitas tenían las planchas de bronce en su poder. Aunque aparentemente los mulekitas superaban en número a los nefitas[13], ambos pueblos se unieron y proclamaron como líder al rey nefita y gracias a que los nefitas mantenían un registro y confiaban en los anales estaban fuertemente unidos e invariables (Omni 1:14-19). De hecho, parece que hubiera una fascinación concerniente a los registros históricos a lo largo de toda la historia nefita. El mejor ejemplo de ello lo vemos cuando el pueblo del rey Limhi y los seguidores de Alma regresan a Zarahemla para reunirse con el grupo nefita principal. Su primer acto, lleno de emoción, fue la lectura de los registros de cada grupo (Mosíah 25:5-9).

Con este amor por sus antepasados y sus anales, uno puede entender fácilmente que en el momento de llamar a los nefitas al arrepentimiento, a menudo sus dirigentes les instaran a recordar lo que el Señor había hecho por sus padres [14]. En el Libro de Mormón, los diversos cronistas se refieren unas setenta y nueve veces a los convenios que hizo el Señor con sus padres [15]. Por lo tanto, parece que los líderes nefitas estaban continuamente recordando a su pueblo lo que les había sucedido a sus padres. Como resultado, es natural que los líderes nefitas utilizaran y adaptaran los acontecimientos de la vida de sus antepasados ​​para sus enseñanzas diarias, incluyendo la historia de Moisés y la serpiente de bronce, gracias a lo cual mantenían la historia viva y activa entre el pueblo. Para ir más lejos, era común la práctica de distribuir copias de las escrituras entre todos los nefitas (Alma 63:12; 7:23 Jacob, y 14:1 Alma), quienes eran continuamente exhortados por sus líderes a leerlos [16]. 

Aunque el acontecimiento sobre la serpiente de bronce se describe en el Libro de Mormón en cinco ocasiones diferentes (2 Nefi 25:20; Alma 33:19-22; 37:46; Helamán 8:14-15) [17], el relato más significativo está donde Nefi hace referencia a dicho acontecimiento mientras amonesta a sus hermanos. Tenga en cuenta como usa Nefi la palabra voladora al describir la serpiente: 
Y los afligió en el desierto con su vara, porque endurecieron sus corazones aun como vosotros lo habéis hecho; y el Señor los afligió a causa de sus iniquidades. Envió serpientes ardientes voladoras entre ellos; y cuando los mordieron, dispuso un medio para que sanaran; y la tarea que tenían que cumplir era mirar; y por causa de la sencillez de la manera, o por ser tan fácil, hubo muchos que perecieron. (1 Nefi 17:41) 
En contraste con el Antiguo Testamento, el Libro de Mormón define claramente la lección del Señor, la cual, como dice McConkie, pretendía "representar a Cristo y señalar la salvación, la cual vendría porque sería levantado en la cruz" [18]. 

Cuando se comparan personalmente los registros que hablan de la serpiente de bronce tanto en la Biblia así como en el Libro de Mormón, uno puede suponer, por tantos detalles que contiene el Libro de Mormón, que la fuente del Libro de Mormón (las planchas de bronce de Labán) no habían sufrido los estragos causados por la edición y la traducción y contenía una descripción más precisa sobre el acontecimiento de la serpiente de bronce que se expone en la Biblia [19]. En consecuencia, al interpretar el acontecimiento y su significado, parece más prudente confiar en mayor medida en el Libro de Mormón. 

Ahora se vuelve una obligación explorar por qué el registro bíblico se refiere únicamente a "serpientes ardientes" mientras que el Libro de Mormón hace referencia a "serpientes ardientes voladoras", el uso de la palabra voladoras es importante para entender lo que ocurrió en Mesoamérica. Si José Smith escribió por sí mismo el Libro de Mormón, en lugar de simplemente traducirlo, hubiera sido un insensato al insertar el término voladoras en la descripción de la serpiente de Moisés, ya que, en el relato bíblico que trata sobre este evento, el término voladoras no es utilizado. Sin embargo, este término, aparece más tarde en el Antiguo Testamento. En dos de sus profecías, no relacionadas con el relato de la serpiente de bronce, Isaías utiliza la frase "ardiente serpiente voladora" [y “serpiente ardiente que vuela”] (Isaías 14:29; 30:6; véase también 2 Nefi 24:29). Puesto que Nefi describe a la serpiente, no sólo como "ardiente", sino que también como "voladora", podemos teorizar que la Biblia originalmente representaba una "ardiente serpiente voladora", pero en algún lugar del camino, el término voladora fue cambiado u omitido por los diferentes escribas y editores que, a través de los siglos, tradujeron una y otra vez la Biblia. [20] 

Este uso del término voladora asociado con la serpiente de bronce de Moisés, está indirectamente apoyado por numerosos estudios realizados por investigadores modernos. Por ejemplo, Karen Joines señala, en su exhaustivo estudio sobre este tema, que a la palabra hebrea para serpiente, usada en el libro de Números, "se le puede atribuir alas". [21] Posteriormente Joines declaró que ni "la Versión Estándar Revisada, ni la Septuaginta de la traducción de la Biblia hebrea obtuvieron la suficiente atención para realizar sólidas traducciones de las palabras hebreas para serpientes". [22] Henry también sugiere que las serpientes "volaron sobre sus rostros y los envenenaron". [23] 

Además, existen relatos aislados de serpientes aladas en esta zona del desierto. Joines cita a Heródoto mientras cree que "este desierto es el cielo para las serpientes voladoras". [24] Bush, mientras que no le da crédito al concepto, está de acuerdo con que "por algún motivo, la idea popular ha dotado a estas serpientes de alas... [y] es de suponer que se le otorgó el calificativo voladora debido a su habilidad de saltar una distancia considerable al pasar de un árbol a otro" [25] Sin embargo, es posible que lo más significativo sea el análisis de Auerbach: la serpiente" no fue simplemente colocada sobre una vara, lo que sería una propuesta apta para makkel o simple para esf, sino más bien estaba unida al asta” [26]. De este modo, la serpiente aparecería como una bandera, como si estuviera volando. [27] Si Moisés efectivamente unió su serpiente de bronce de forma extendida y perpendicular a su vara, cumpliría plenamente con la descripción de "ardiente serpiente voladora". 

De este modo se crea la conexión con el uso que hace Nefi del término voladora (y también, muy probablemente, su uso por parte de otros líderes del Libro de Mormón), el cual pudo haber sido trasladado a posteriores creencias religiosas mesoamericanas, ya que en Mesoamérica encontramos el uso del término voladora asociada con su dios, representado por serpientes. Por ejemplo, Carrasco hace referencia a una fuente mixteca, en prosa, que contiene historias en las que Quetzalcoatl fue mencionado como "9 Ehecatl" (un nombre calendárico) o "una serpiente voladora". [28] Nicholson informa que los otomíes (contemporáneos de los aztecas, siendo la lengua otomí la segunda en importancia después del náhuatl), en una de su veintena de ceremonias anuales en honor a Quetzalcóatl, se atribuyó la palabra antazhoni, que significa "Gran Voladora", a Quetzalcóatl. [29] En su extenso trabajo sobre las antigüedades indígenas, Frey Bernardino de Sahagún, uno de los primeros padres que vinieron a Nueva España, en el contexto de la descripción de una serpiente llamada como Quetzalcóatl, declaró: "Y cuando vuela o desciende, sopla un fuerte viento. Donde sea que va, vuela". [30] Thomkins también cita la descripción de Sejourne sobre que "Teotihuacán era el lugar donde la serpiente aprendió a volar milagrosamente". [31] Otro ejemplo de una serpiente voladora puede ser encontrado en The Mayas, donde Coe muestra un disco de oro encontrado en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá. En el disco hay una serpiente rodeada de nubes, lo cual implica una serpiente voladora. [32] 

En esta conexión, es importante centrarse en por qué la palabra quetzal fue seleccionada como el primer elemento del nombre de su dios, Quetzalcóatl. Puesto que el pájaro quetzal era reverenciado por su magnífico color, belleza y carácter esquivo, este inspiró admiración y reverencia y era capaz de evocar la imagen de una "serpiente ardiente voladora" en las mentes de sus observadores. Esta percepción no sólo se aplica a la apariencia general del quetzal, sino también a los atributos individuales de las aves. Por ejemplo, dado que las plumas son el origen de la capacidad de volar de un pájaro y ya que, de hecho, las aves se distinguen de las demás criaturas por su vuelo, en su origen, el fragmento "pluma" (o "quetzal") del nombre pudo emanar fácil y naturalmente de la palabra "volar" como es usado por Nefi en la frase "serpientes ardientes voladoras". ¡Plumas connotan volar!

 
Serpiente “voladora” y el pájaro quetzal

Además, dado que el término ardiente fue ilustrado por Moisés al usar un material que ofrecía colores vivos, la utilización del nombre del pájaro quetzal por parte de los mesoamericanos fue una elección natural, debido a que el ave estaba coloreada tan brillantemente. El propio quetzal era capaz de parecer una formidable especie de "serpiente voladora ardiente" con el sol abrasador ecuatorial brillando en su pecho carmesí y su iridiscente larga cola verdosa de casi un metro de largo ondeando en el viento. [33]

Conclusión

Llamar a su Dios por el nombre del venerado pájaro quetzal fue sin duda una elección natural e instintiva por parte de los mesoamericanos. De hecho, debido a que también se utiliza la palabra coatl o serpiente, su perspectiva referente a la deidad debió de haber encarnado atributos personificados tanto por este pájaro volador de vivos colores, como por las serpientes. ¿Podría ser que esta personificación esté realmente basaba en la versión de Nefi "serpiente ardiente voladora" y que fue corrompida con el tiempo? 

A medida que los arqueólogos e investigadores continúan explorando Mesoamérica, es completamente posible que otros hechos y analogías puedan surgir en apoyo a esta teoría. Cuando esto ocurra, los innumerables restos de las antiguas estatuas de serpientes emplumadas y demás representaciones podrían, irónicamente, ser consideradas un testamento más para el Libro de Mormón e incluso para la fiel traducción que hizo José Smith de los registros nefitas. 

Fuentes 

  1. David Carrasco, Quetzalcoatl and the Irony of Empire (Chicago: University of Chicago Press, 1992), 50; véase también J. Eric S. Thompson, The Rise and Fall of Maya Civilization (Norman: Universidad de Oklahoma, 1986), 121. 
  2. Dado que los títulos se refieren al mismo dios, sus interpretaciones-serpiente "emplumada" o "empenachada"-significan lo mismo. La palabra azteca quetzal es el nombre de un pájaro y también significa "pluma de cola". La palabra coatl significa serpiente, del mismo modo la palabra maya Kukulcán es una combinación de dos palabras: kukul, que significa "pluma" y can, que significa "serpiente". En el nombre maya quiché Gucumatz, guc significa "plumas verdes" y Cumatz significa "serpiente". Anne L. Bowes, "El Quetzal", National Geographic (enero de 1969): 141; véase también Charles Gallenkamp, The Riddle and Rediscovery of a Lost Civilization: Maya, 3 ª ed. (Nueva York: Penguin, 1987), 165, 118 y Delia Goetz y Sylvanus G. Morley, trans, Popol Vuh (Norman, OK: University of Oklahoma Press, 1975), 78.
  3. Thompson, The Rise and Fall of Maya Civilization, 20. De interés general es el hecho de que el pájaro quetzal no pueda vivir en cautividad, una vez que es confinado, deja de comer y muere. El muy venerado quetzal es el ave nacional de Guatemala y la moneda nacional lleva su nombre. 
  4. En parte, esto puede deberse a la confusión y la mezcla de historias que rodeaban a los gobernantes (especialmente a Topiltzin de Tollan o Tula) quienes adoptaron para sí el nombre de Quetzalcóatl. Las leyendas hicieron a cada uno de estos gobernantes un "Hombre-Dios"; Carrasco, Quetzalcoatl and the Irony of Empire, 88. Para ampliar aún más el desbarajuste, los mesoamericanos veían en cierto modo a sus gobernantes como avatares del espíritu o de los dioses. La realidad se funde con lo místico; véase Roberta H. Markman and Peter Markman, The Flayed God: The Mesoamerican Mythological Tradition (San Francisco: Harper, 1992), 269. 
  5. Ídem, 32; véase también Goetz y Morley, Popol Vuh, 83. 
  6. Gallenkamp, The Riddle and Rediscovery of a Lost Civilization: Maya, 166. 
  7. Carrasco, Quetzalcoatl and the Irony of Empire, 43. 
  8. T. A. Willard, Kukulcan: The Bearded Conqueror (Los Angeles: Murray & Gee, 1941), 159. 
  9. Bernal Diaz, The Conquest of New Spain, trans. J. M. Cohen (London: Penguin, 1963); véase también Carrasco, Quetzalcoatl and the Irony of Empire, 48; y Brian M. Fagan, Kingdoms of Gold: Kingdoms of Jade (New York: Thames and Hudson, 1991), 37; y Adrian Recinos y Delia Goetz, The Annals of the Cakchizuels (Norman, OK: University of Oklahoma, 1953), 40. 
  10. George Bush, Notes, Critical and Practical, on the Book of Numbers (Oxford: Oxford University, 1868), 313. véase también J. Jones et al., The Old Testament: According to the Authorised Version (New York: Pott & Young, 1878), Num 21. 
  11. En la Biblia y en algunas interpretaciones académicas y comentarios, el metal "de bronce" es descrito como vívidamente colorido, por ejemplo, en la visión de Ezequiel, los querubines "centelleaban a manera de bronce muy bruñido" (Ezequiel 1:7). 
  12. George B. Gray, The International Critical Commentary on the Holy Scriptures of the Old & New Testaments(Edinburgh: Clark, 1965), 274. 
  13. El hecho de que Amalekí comentara que los mulekitas "habían llegado a ser numerosos en extremo" (Omni 1:17) cuando fueron descubiertos por Mosíah podría sugerir que los mulekitas eran un grupo mucho más grande. Otros investigadores también han llegado a esta conclusión. véase Rodney Turner, "The Lamanite Mark," en Monte S. Nyman and Charles D. Tate, Jr., eds., The Book of Mormon: Second Nephi, The Doctrinal Structure (Provo: Religious Studies Center, 1989), 143; véase también George Reynolds y Janne M. Sjodahl, Commentary on the Book of Mormon, ed. Philip C. Reynolds, 7 vols. (Salt Lake City: Deseret Press, 1955), 1:509; cf. John L. Sorenson, "When Lehi's Party Arrived in the Land, Did They Find Others There?" Journal of Book of Mormon Studies 1/1 (1992): 13–17. 
  14. Un ingenioso trabajo realizado por Louis Midgley refuerza este concepto, "The Ways of Remembrance," en John L. Sorenson y Melvin J. Thorne, eds., Rediscovering the Book of Mormon (Salt Lake City: Deseret Book and F.A.R.M.S., 1991), 168–76. 
  15. Este recuento se basa en la investigación personal del autor, usando un programa informático base y excluye cualquier referencia Jaredita ya que éstos no hubieran podido tener un registro sobre el lance de la serpiente de bronce. 
  16. Por ejemplo, el rey Benjamín aconsejó a sus hijos que "os acordáseis de escudriñarlas [los registros nefitas] diligentemente, para que en esto os beneficiéis" (Mosíah 1:7). Observe también la exhortación de Alma a los pobres de los zoramitas, quienes incluso en la pobreza necesariamente debían tener acceso a las Escrituras: "debéis escudriñar las Escrituras" (Alma 33:2). 
  17. Para comprender completamente la utilización generalizada por parte de los nefitas de este evento, debemos tener en cuenta que Mormón (quien quería comunicar enfáticamente que el Libro de Mormón contiene sólo una parte muy pequeña de las actividades Nefitas) nos dice cinco veces más que en su compendio, escribió menos de "una centésima parte" de los registros escritos (Jacob 3:13; Mormón 1:5; Helamán 3:14; 3 Nefi 5:8; 26:6). Por lo tanto, es razonable suponer que los registros nefitas pueden haber contenido muchas más referencias sobre el lance con la serpiente de bronce. 
  18. Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine (Salt Lake City: Bookcraft, 1966), 104; véase también Joseph Fielding Smith,Doctrines of Salvation, comp. Bruce R. McConkie, 3 vols. (Salt Lake City: Bookcraft 1974), 1:22. 
  19. Por ejemplo, en 1 Nefi 17:41 y Alma 33:20, nos encontramos con que muchos de los israelitas no se humillarían ni darían el sencillo paso de mirar y ser salvos. Acción que se requería a cada individuo para ser salvo (Números 21:9). Aunque los israelitas rezaron para "que quite de nosotros estas serpientes" (Números 21:7), el Señor no retiró las serpientes. En cambio, proporcionó una cura que requería una manifestación de fe por parte de cada individuo. En su sabiduría, el Señor no inhibe el poder de Satanás, ni elimina el pecado y la tentación del mundo. En su lugar, el Señor proporciona a cada individuo la capacidad de guardarse de los efectos del mal, sí y en la medida en que dicha persona tiene fe suficiente para seguir la guía del Señor. 
  20. Uno podría preguntarse por qué José Smith no añadió la palabra "voladora" u otros detalles a esta historia en su inspirada "nueva traducción" de la Biblia. Esto es debido tanto por las limitaciones de tiempo así como por sentido práctico, "la mayoría de los pasajes revisados ​​o añadidos por Joseph Smith son de importancia doctrinal", Robert J. Matthews, "Joseph Smith Translation of The Bible (JST)," en Daniel H. Ludlow, ed., Encyclopedia of Mormonism, 4 vols. (New York: Macmillan, 1992), 2:767. En el Antiguo Testamento, el 96.5% de los versículos de dejaron intactos, con la mayor parte de la atención de revisión dada a Génesis (200 revisiones) y Éxodo (66 revisiones), donde había importantes puntos doctrinales que debían introducirse; Richard P. Howard, Restoration Scriptures (Independence, MO: Herald, 1969), 109. George A. Horton, Jr., "Exodus, Leviticus, Numbers, and Deuteronomy," en Monte S. Nyman y Robert L. Millet, eds., The Joseph Smith Translation(Provo: Religious Studies Center, 1985), 75, También se indica que el libro de números recibió solamente dos cambios. Más adelante, aparentemente el Profeta nunca termina del todo con todos los cambios que podrían haber sido incluidos como se informó en Robert J. Matthews, Joseph Smith's Translation of the Bible (Provo: Brigham Young University Press, 1975), 214. 
  21. Karen R. Joines, Serpent Symbolism in the Old Testament (Haddonfield, NJ: Haddonfield House, 1974), 8. El estudio también indica que en ocasiones la palabra es traducida como “serpientes voladoras”; John Sturdy, Numbers (Cambridge, England: Cambridge University, 1976), 148. 
  22. Joines, Serpent Symbolism in the Old Testament, 100. 
  23. Matthew Henry, An Exposition of the Old and New Testament, 4 vols. (New York: Carter & Bros., 1853), 1:543. 
  24. Joines, Serpent Symbolism in the Old Testament, 44. 
  25. Bush, Notes, Critical and Practical, on the Book of Numbers, 313. 
  26. Elias Auerbach, Moses, trans. Robert Barchay e Israel Lehman (Detroit: Wayne State University, 1975), 137. Bush, Notes, Critical and Practical, on the Book of Numbers, 316, quien también llega a la misma conclusión. Declara: "significa propiamente un estandarte con asta". 
  27. En consonancia con este concepto, estaban las palabras del profeta maya Chilam Balam de Mani: "El estandarte de madera que fue levantado vendrá .... Nuestro Señor viene, Itza! Nuestro hermano mayor viene, oh hombres de Tantun. Reciban a sus invitados, los hombres con barba , los hombres de oriente, los portadores de la señal de Dios, Señor "; Ralph L. Roys, The Book of the Chilam Balam of Chumayel (Norman: University of Oklahoma Press, 1967), 167–68. 
  28. Carrasco, Quetzalcoatl and the Irony of Empire, 28; también, Sylvanus G. Morley y George W. Brainerd, The Ancient Maya, 4th ed. (Stanford: Stanford University, 1983), 470, sugiere que los dos nombres pueden referirse al mismo dios. 
  29. Henry B. Nicholson, "Religion in Pre-Hispanic Central Mexico," en Gordon F. Ekholm e Ignacio Bernal, eds.,Handbook of Middle American Indians, 15 vols. (Austin: University of Texas Press, 1964–76), 10:tabla 4, ejemplar 4. 
  30. Frey Bernardino de Sahagun, Florentine Codex: General History of the Things of New Spain, trans. Charles E. Dibble y Arthur J. O. Anderson, 12 vols. (Sante Fe, NM: School of American Research and University of Utah, 1963), 11:85. 
  31. Peter, Tompkins, Mysteries of the Mexican Pyramids (New York: Harper & Row, 1987), 388. 
  32. Michael D. Coe, The Maya (London: Thames and Hudson, 1987), 136. 
  33. En su libro Bird of Life, Bird of Death (New York: Dell, 1987), 215, Jonathan E. Maslow cuenta nuevamente su búsqueda para encontrar y observar al "resplandeciente" quetzal, el ave macho que se describe bajando la ladera de la montaña volando, rugiendo fuertemente y con un movimiento ondulante de modo que la larga cola emplumada fluye y se mece detrás de él tal "como una serpiente voladora ... si las serpientes pudieran volar". 
  34. Artículo original http://maxwellinstitute.byu.edu/publications/jbms/?vol=2&num=2&id=36 

07 enero 2013

Paralelismos históricos para la destrucción desatada en la hora de la crucifixión


El Libro de Mormón narra la destrucción de sus tierras en el tiempo de la crucifixión de Jesucristo. Esta cantidad de fuerza destructiva proveniente de la naturaleza, ¿pudo ser real?

Autor: John A. Tvedtnes.
Traductor: Antonio A. Caballero.



La gran destrucción que se originó entre los nefitas y los lamanitas en el momento de la crucifixión de Cristo puede ser comparada con los efectos que causan los huracanes y los tornados, al igual que con las actividades tectónicas tales como: terremotos y erupciones volcánicas. Estas devastaciones comenzaron con una "gran tormenta, como jamás se había conocido en toda la tierra", seguido de "una grande y horrenda tempestad" y "terribles truenos" que "sacudían toda la tierra como si estuviera a punto de dividirse. Y hubo relámpagos extremadamente resplandecientes, como nunca se habían visto en toda la tierra" (3 Nefi 8:5-7). En la tierra del norte [1],
“toda la faz de la tierra fue alterada por causa de la tempestad, y los torbellinos, y los truenos, y los relámpagos, y los sumamente violentos temblores de toda la tierra; y se rompieron las calzadas, y se desnivelaron los caminos, y muchos terrenos llanos se hicieron escabrosos. Y se hundieron muchas grandes y notables ciudades, y muchas se incendiaron, y muchas fueron sacudidas hasta que sus edificios cayeron a tierra.... Y hubo algunos que fueron arrebatados por el torbellino…. Y así quedó desfigurada la superficie de toda la tierra por motivo de las tempestades, y los truenos, y los relámpagos, y los temblores de tierra” (3 Nefi 8:12-14, 16-17).
La destrucción duró "el espacio de unas tres horas", aunque algunos dijeron que "fue más tiempo" (3 Nefi 8:19). Le siguió una "densa obscuridad" que los habitantes podían "sentir" y que no permitía encender el fuego (3 Nefi 8:19-22). La obscuridad se mantuvo durante tres días (3 Nefi 8:23).

En la tierra del sur, que fue la menos afectada (3 Nefi 8:11-12), "… se incendió la ciudad de Zarahemla. Y se hundió la ciudad de Moroni en las profundidades del mar… y se amontonó la tierra sobre la ciudad de Moroníah, de modo que en lugar de la ciudad apareció una enorme montaña" (3 Nefi 8:8-10; véase también 9:3-5).

Otras ciudades, probablemente situadas en la tierra del norte, sufrieron destinos similares. Gilgal [y sus habitantes] fueron "sepultados en lo profundo de la tierra" (3 Nefi 9:6), junto con otras cuatro ciudades (3 Nefi 9:8). Tres ciudades más se hundieron y fueron cubiertas por agua (3 Nefi 9:7), mientras que otras cuatro fueron quemadas (3 Nefi 9:9-10).

A primera vista el registro sugiere que todas las fuerzas destructivas de la naturaleza se desataron al mismo tiempo, sin embargo, todas ellas pueden ser explicados por un único fenómeno, el movimiento de las placas tectónicas.

Terremotos y erupciones volcánicas

La superficie terrestre está compuesta por una serie de placas que forman las masas de tierra y el fondo oceánico. Flotando sobre el magma, un material líquido extremadamente caliente, estas placas están constantemente en movimiento, aunque se trata de un movimiento muy lento. Donde coinciden entre sí, se forman fracturas llamadas fallas. A lo largo de una línea de falla el movimiento puede ser tanto en paralelo como en ángulo. La presión se acumula a lo largo de la falla hasta que una de las placas se desliza y se libera del agarre friccional de la otra, causando el temblor conocido como terremoto.

Las fallas más grandes se encuentran a lo largo de las líneas donde las placas oceánicas coinciden con las continentales. La tierra se fractura y encrespa a lo largo de estas líneas, dando como resultado la elevación de montañas y el desplazamiento de masas de tierra. Cuando el magma consigue escapar a lo largo de una línea de falla, sale en forma de lava que se enfría y forma mesetas rocosas o picos volcánicos cónicos.

En el momento en que se forma un volcán y se enfría la roca, es posible que quede inactivo durante muchos años, o incluso siglos. Pero la presión a lo largo de las líneas de intersección de las placas puede provocar, en ocasiones, la reactivación de volcanes que llevaban inactivos mucho tiempo, a veces, acompañados de terremotos.

La mayor zona volcánica y sísmica se extiende por el perímetro de la Cuenca del Pacífico, donde las placas oceánicas se encuentran con las continentales. Lugares como Filipinas, Japón, Alaska, la costa oeste de los Estados Unidos, México, Guatemala, Colombia, Perú y Chile se destacan por sus frecuentes terremotos y esporádicas erupciones volcánicas.

Cuando se produce un gran terremoto o una erupción volcánica cerca o dentro del océano, se obtiene como resultado otro fenómeno potencialmente destructivo: el tsunami. Esta palabra japonesa a menudo se traduce al inglés como “tidal wave” (oleada), aunque no tiene nada que ver con las mareas, hace referencia a una ola gigantesca, a veces de decenas de metros de altura, originadas por una actividad tectónica lo suficientemente fuerte como para agitar las aguas oceánicas. Un tsunami cualquiera puede viajar a velocidades de cientos de kilómetros por hora, en ocasiones llegando a velocidades de 500 mph (804,7 km/h). Una vez que llega a la orilla, la gigantesca ola se estrella contra la costa dejando una estela de muerte y destrucción.

Representación gráfica de un tsunami

Un ejemplo de la combinación de terremoto, incendio, tsunami y erupción volcánica fue visto en Guatemala el 18 de abril de 1902, cuando un terremoto destruyó la capital. Doce mil personas murieron a causa del terremoto y los subsiguientes incendios. El terremoto dio lugar a un tsunami y el volcán de la ciudad guatemalteca de Tacana entró en erupción ese mismo día. El 19 de noviembre de 1822, la erupción del volcán Galunggung, en el Pacífico, desencadenó un terremoto al otro lado del océano en Valparaíso, Chile. El litoral chileno subió cuatro pies (1,22m) y murieron unas 10.000 personas. La erupción del volcán Bezymianny, en la provincia rusa de Kamchatka, en septiembre de 1955 provocó 1.285 terremotos durante un período de tres semanas.

Viento, Relámpagos y Oscuridad

Teniendo en cuenta que no es imposible que un huracán pudiera haber acompañado a las actividades tectónicas en el momento de la crucifixión de Cristo, existen explicaciones tectónicas para la tempestad, los torbellinos y los relámpagos que se describen en 3 Nefi. La fuerza explosiva de algunas erupciones volcánicas han sido lo suficientemente grandes como para provocar fuertes vientos. También se ha sabido de enormes bolas de gases incandescentes procedentes de volcanes que han provocado tormentas de fuego cuyos vientos eran feroces.

Grandes exhibiciones de relámpagos también se han observado en nubes volcánicas repletas de ceniza arrojadas por los volcanes. Tales exhibiciones fueron fotografiadas cuando la pequeña isla de Surtsey se creó en noviembre de 1963 por una erupción volcánica en el Océano Atlántico, al sur de Islandia.

También es sabido que la tefra (piroclasto) o ceniza volcánica puede bloquear la luz solar, creando la ilusión de la noche a mediodía. Esto fue demostrado en junio de 1991 gracias a la erupción del Monte Pinatubo en Filipinas. En pocos días, la caída de cenizas en la Base Aérea Clark fue tan grave que tuvo que ser abandonada. El personal de las fuerzas aéreas estadounidenses que volvió al lugar poco después del inicio de las erupciones se encontró con edificios derrumbados y gruesas capas de ceniza. El día se convirtió en noche a lo largo de una gran superficie, incluso al día de hoy (enero de 1992), el polvo expelido a la estratosfera por el volcán continúa produciendo espectaculares puestas de sol y afectando a las pautas climáticas en gran parte del mundo.

Exhibiciones de relámpagos y oscuridad a causa de la ceniza volcánica

En ocasiones, las erupciones volcánicas provocan otros efectos catastróficos. Sustancias químicas tóxicas tales como el dióxido de azufre, dióxido de carbono y el flúor pueden provocar enfermedades así como la muerte. La erupción de la fisura Lakagigar al sureste de Islandia en junio de 1783 produjo una neblina azul que se extendió por Europa, Asia occidental y África del Norte durante un período de ocho meses. Los cultivos se echaron a perder en Escocia y el acabado de las ollas de cobre se arruinó en Inglaterra. El polvo volcánico cayó en el norte de Italia y el oscurecimiento del sol produjo un invierno inusualmente frío en toda Europa en 1783-84. En Islandia, los árboles se secaron y murieron, los cultivos se marchitaron y los pastos casi desaparecieron. La carne de los caballos, las ovejas y del ganado enfermaba y a menudo la piel se les descomponía en sus propios cuerpos antes de que les llegara la muerte. Los peces desaparecieron de las aguas costeras de Islandia durante casi un año. La llamada “Haze Famine” (Penuria de la Neblina) provocó la muerte de más de 10.000 personas en Islandia (una quinta parte de la población) durante un período de tres años. Forúnculos y tumores aparecieron en los cuerpos de los enfermos, las encías se hincharon y sus dientes se cayeron.

Cuando la tierra se mueve

Cuando un terremoto sacudió la región de Yellowstone Park el 17 de agosto de 1959, a la mayoría le pareció algo muy serio. Las orillas del Lago Hebgen de Montana se inclinaron por la agitación, sumergiendo cabañas en un extremo y levantando muelles en el otro. Sin embargo, el temblor fue pequeño en comparación con lo que ocurrió cinco años después.

El gran terremoto de Alaska del 27 de marzo de 1964, fue 4.000 veces más potente que la mayor explosión nuclear conocida y varios cientos de veces más poderosa que todas las armas nucleares explotadas hasta esa fecha. Ese inmenso poder provocó la mayor deformación de superficie terrestre de la historia. Más de 100.000 millas cuadradas de superficie (259.000 km²) fueron desplazadas verticalmente. Las calles de Anchorage se rebajaron unos 20 pies (6 m) y después la tierra resonó durante semanas.

Florecimiento del suelo marino tras un terremoto en Alaska
Como resultado se produjeron tsunamis de hasta 30 pies de alto (9 m) en Prince William Sound que devastaron ciudades de la costa sur de Alaska. Casi la mitad de los barcos de pesca de la isla de Kodiak se hundieron o quedaron destrozados y dos de las tres fábricas de conservas de pescado fueron arrastradas por las aguas. Las olas, que corrían a 400 mph (644 km/h), arrasaron las playas de Hawaii, Japón y la costa oeste de los Estados Unidos. Cuatro niños que iban de excursión con sus padres fueron barridos de la playa Depoe en Oregon. Olas de 20 pies (6 m) golpearon Crescent City, California, a 1.600 millas (2.575 km) de distancia, destrozando 150 tiendas y matando una docena de personas. El suelo se levantó 4 pulgadas (10 cm) en ciudades tan distantes como Houston, Texas y Cabo Kennedy en Florida e incluso subieron abruptamente los niveles de agua en los pozos de lugares tan remotos como Sudáfrica.

El terremoto de Alaska duró exactamente siete minutos. En muchos lugares el terreno reaccionó ante el temblor como si de agua se tratara, moviéndose como olas del mar. Algunas casas en Anchorage fueron trasladadas a un cuarto de milla (402 m) de su ubicación original. La devastación fue tan asoladora que el 75% de los comercios e industrias de ese estado fueron destruidos.

Aun así, los desastres de Alaska y Yellowstone se resolvieron con pérdidas mínimas de vidas humanas, al igual que los famosos terremotos de San Francisco en 1906 y 1989, así como el terremoto de Los Ángeles en 1993. Ninguno de ellos alcanzó la lectura de 8.9 en la escala Richter alcanzado por los terremoto de Quito en 1906, Ecuador y el que afectó a Honshu, Japón en 1933.

Si bien no debe tomarse a la ligera, la naturaleza destructiva de los seísmos más conocidos de Estados Unidos, no se puede competir con otros terremotos y erupciones volcánicas de épocas históricas, cuya descripción ocupa más de una página en 3 Nefi. Quizás los más comparables sean los siguientes terremotos que, como desastres naturales individuales, causaron mayores pérdida de vidas:
  • Se estima que en 1556 más de 800.000 personas murieron durante un terremoto en China, el cual sembró el caos en tres provincias.
  • Es posible que unas 100.000 personas perdieran la vida durante la erupción en 1669 del Monte Etna en Sicilia, durante el cual el cielo diurno se vio ennegrecido por la ceniza y el humo, mientras que rocas de más de 300 libras (136 kg) eran impulsadas ​​varios kilómetros a través del aire.
  • En 1803, la ciudad de Edo (actualmente Tokio), Japón, fue destruida por un terremoto y murieron 210.000 personas.
  • En enero 1855 un terremoto en el sureste de Nueva Zelanda levantó un bloque de la cordillera Rimutaka que medía 90 millas (145 km) por 20 millas (32 kms) por 10 pies (3m). Tal hazaña demandaría la explosión simultánea de varias miles de bombas atómicas.
  • En 1857, Tokio fue golpeada de nuevo por un terremoto que provocó una tormenta enorme, resultando en la pérdida de 107.000 almas.
  • El 28 de diciembre de 1908, un terremoto sacudió la ciudad portuaria de Messina, en Sicilia. Más del 90% de los edificios de la ciudad se derrumbaron en pocos minutos, a lo que le siguió un tsunami de 26 pies (8 m). La ruptura de la red de gas convirtió la ciudad en llamas. Unas 90.000 personas murieron en Messina, 40.000 en la cercana ciudad italiana de Reggiodi en Calabria y otras 27.000 en otras ciudades y pueblos situados a lo largo de ambos lados del estrecho que separa Sicilia del continente italiano.
  • Más de 200.000 personas perecieron en el terremoto de una provincia de Kansu, China, en diciembre de 1920.
  • El 1 de septiembre de 1923, el "Gran Terremoto de Kwanto" golpeó las ciudades japonesas de Tokio y Yokohama, seguido de un tsunami de 36 pies (11 m) de altura y grandes incendios. Alrededor de 140.000 personas murieron y 100.000 resultaron gravemente heridas. Más de 560.000 hogares fueron destruidos, dejando a un millón y medio de personas sin hogar. Una gran multitud de 30.000 personas que se refugiaba en un parque público fue incinerada instantáneamente a causa de una tormenta de fuego que arrasó Tokio totalmente.
  • En 1939, un terremoto en Erzincan, Turquía, mató a 40.000 personas.
  • Unas 242.000 personas murieron y otras 164.000 resultaron gravemente heridas por el terremoto de 1976 en la provincia de Tangshan, China. El seísmo, de 8,5 en la escala Richter, generó una energía equivalente a cinco mil veces mayor que la bomba atómica que destruyó la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945. En la ciudad de Tangshan, el 95% de los edificios urbanos y el 80% de las plantas industriales fueron destruidas o sufrieron graves daños. El temblor había sido inmediatamente precedido por una serie de luces multicolores destellantes que fueron visibles a una distancia de 200 millas (322 km).
  • El 7 de diciembre de 1988, un terremoto gigantesco se llevó 25.000 vidas en la Armenia soviética y destruyó varias ciudades y pueblos.
Una serie de tres temblores sísmicos que azotaron Jamaica el 7 de junio de 1692, fueron tan violentos que dos montañas se trasladaron una milla (1,6 km) de su posición original. Port Royal se hundió abruptamente en el océano y en pocos minutos una gran parte de la isla yacía bajo 50 pies (15 m) de agua. Cerca de dos mil personas murieron. Cientos de personas cayeron en las profundas grietas que se formaron en el suelo y durante meses sus cuerpos en descomposición impregnaron el aire con un hedor nocivo.

En la mañana del 1 de noviembre de 1755, un terremoto sacudió Lisboa, Portugal. En el transcurso de dos minutos 30.000 personas murieron aplastadas a causa del derrumbamiento de los edificios. Otras 20.000 o más personas perecieron en los incendios que se desataron rápidamente o se ahogaron por los tsunamis de 50 pies (15 m) que asolaron el puerto. De las 20.000 casas de la ciudad, 17.000 fueron destruidas. Un tercio de la población europea pudo sentir los temblores en un área de más de 1,5 millones de millas cuadradas (3,8 millones de kilómetros cuadrados). Los ríos en Escandinavia y Escocia crecieron enormemente. Los candelabros de las iglesias en los Países Bajos y Alemania se balancearon. Se derrumbaron unos barracones militares en Luxemburgo, a mil millas (1610 km) de distancia, matando a 500 soldados. Al otro lado del Mediterráneo, en Marruecos, 10.000 personas murieron a causa de los temblores y tsunamis. El tsunami llegó a Inglaterra cinco horas después del seísmo y después llegó a las Indias Occidentales en menos de cuatro horas.

En 1772, la zona Papandayang de Java fue azotada por una serie de terremotos, uno de los cuales dividió una montaña y creó una gran depresión de 6 millas (10 km) de ancho por 15 millas (24 km) de largo y que causó que todo un pueblo de 2.000 personas desapareciera.

Una sucesión de terremotos devastaron Calabria occidental, situada en la punta de la bota de Italia, durante un período de dos meses en 1783. Se formaron Innumerables grietas, algunas de más de 150 pies (46 m) de ancho. Otras golpearon profundas fuentes de agua hirviendo y barro, que dispararon géiseres hirvientes. Más de 30.000 personas fallecieron.

El 15 de diciembre de 1811, el primero de una serie de grandes terremotos tuvo lugar en la cuenca del Mississippi, cerca de New Madrid, Missouri. Fue acompañado de una tormenta semejante a un tornado. El cielo se llenó de nubes negras y relámpagos violentos, unidos a un olor sulfuroso. Los pantanos se drenaron debido a que grandes extensiones de tierras se elevaron y otras cayeron. Por un instante, algunos tramos del Mississippi fluyeron cuesta arriba y dos cascadas se crearon temporalmente. De los cerca de 2.000 temblores que sacudieron la zona durante los tres meses siguientes, los más fuertes lograron allanar cientos de kilómetros cuadrados de bosques, alterar el curso del río Mississippi, convertir en pantanos cientos de hectáreas de pradera, sumergir islas enteras, producir grandes deslizamientos de tierra y asolar New Madrid, rebajando su suelo unos 15 pies (5 m).

El último y más poderoso de los terremotos se produjo el 7 de febrero de 1812 y se hizo sentir en una superficie de 1,5 millones de millas cuadradas (3.884.981 km²), casi la mitad del territorio continental de EE.UU. El temblor se notó a 600 millas (966 km) de distancia, en Detroit y en algunas partes de Canadá. En lugares tan alejados como Washington DC a 750 millas (1.207 km) y Nueva Orleans a 500 millas (805 km) se sacudieron las ventanas y se agitaron las lámparas de araña, despertó a la gente en Pittsburgh, Pennsylvania y sonaron las campanas de las iglesias de Boston, Massachusetts y Charleston, Carolina del Sur a 1.100 millas (1.770 km).

Un terremoto en Charleston en agosto de 1886 destruyó o dañó la mayoría de los edificios de la ciudad y mató a 60 personas. Se sintió en la mayor parte del este de Estados Unidos, causando daños menores en pisos superiores de edificios tan alejados como Nueva York a 600 (966 km) y Chicago a 750 millas (1.207 km).

El 24 de enero de 1939, un intenso terremoto en el centro-sur de Chile afectó a una franja de tierra de 50 millas (80 km) de ancho y 200 millas (322 km) de largo. Las ciudades de Concepción y Chillán fueron destruidas. De los 50.000 habitantes de Chillan, 10.000 murieron y 20.000 resultaron heridos. Mil personas sucumbieron al derrumbarse un cine. En total, 50.000 personas perecieron y 60.000 resultaron heridas, mientras que 700.000 se quedaron sin hogar. Volcanes cercanos irradiaban un rojo intenso pero, para alivio de los residentes, no entraron en erupción.

En 1960, un terremoto provocó incendios y un tsunami que mató al menos a 10.000 personas en Agadit, Marruecos.

El 31 de mayo de 1970, un terremoto en el suelo oceánico del Pacífico a 15 millas (24 km) de la costa peruana mató a 70.000 personas y provocó deslizamientos de tierra y avalanchas en las montañas de los Andes. Una masa de hielo, nieve, barro, rocas y cantos rodados, estimada en unos 90 millones de yardas cúbicas (61.164.370 m³), cayó desde la cumbre de 12.000 pies (3.658 m) del Nevado de Huascarán (el pico más alto del Perú), destrozandolo todo montaña abajo a velocidades de 200 mph (322 km/h), cubriendo una distancia horizontal de 7 millas (11 km) y enterrando la ciudad de Yungay en Ranrahirca. Al menos 25.000 personas murieron sepultadas por entre 10 y 40 (3-12 m) pies de escombros.

Dos seísmos leves se dieron lugar casi inadvertidamente en Managua, Nicaragua el 22 de diciembre de 1972. Pero a nadie le dió tiempo a darse cuenta de los tres temblores más grandes que vinieron justo después de medianoche. El tercero redujo, al menos, un 70% de la ciudad a escombros, matando a 5.000 personas, hiriendo a 20.000 y dejando a 250.000 personas sin hogar.

El terremoto que afectó a la ciudad de México el 19 de septiembre de 1985, destruyó 500 edificios y dañó 3.300. Más de 9.000 personas perdieron la vida y 30.000 resultaron heridas. Unas 95.000 personas se quedaron sin hogar mientras que los incendios provocados por la rotura de tuberías de gas continuaban con la destrucción iniciada por el terremoto.

Tsunamis

Los tsunamis se encuentran entre las fuerzas más destructivas que pueden ser desatadas por los terremotos. Un seísmo en 1596 cerca de la costa japonesa creó un tsunami que destruyó la isla de Uryu-Jima, dejando como resultado la muerte de más de 4.000 personas. En 1737, un tsunami de más de 200 pies (61 m) de altura golpeó el norte de Japón y parte de la península de Kamchatka en Rusia, dejando una marca de agua a más de 210 pies (64 m) sobre el nivel del mar en un acantilado del Cabo Lopatka, Siberia.

En 1868, un terremoto frente a la costa de Chile, generó una serie de tsunamis que se estrellaron contra la bahía de África. Un barco de vapor perteneciente a la Marina de los EE.UU. fue arrastrado a 3 millas (5 km) costa arriba y a 2 millas (3,2 km) tierra adentro donde la tripulación se encontró a sí misma al pie de un acantilado en el cual la marca de agua dejada en la roca a 47 pies (14 m) por encima del nivel del suelo mostraba donde había roto la ola. Una nave británica de tres mástiles que estaba cerca perdió a su tripulación y el agua le hizo dar vueltas con tanta violencia que la pesada cadena del ancla se enrolló una y otra vez alrededor del casco de la nave.

El 15 de junio de 1896, un terremoto sacudió el distrito de Sanriku de la isla japonesa de Honshu. Veinte minutos más tarde, un tsunami de 100 pies (30 m) arremetió a 500 mph (805 km/h), arrasando 10.617 casas y dañando 2.456. Un total de 27.122 personas murieron y 9.247 resultaron heridas.

El 1 de abril de 1946, la naturaleza hizo una broma cruel en el día de los inocentes. Dos seísmos ubicados en el océano a 90 millas (145 km) al sureste de la Isla Unimak, que forma parte de la cadena de islas Aleutiana en Alaska, generó un tsunami devastador. Una pared de 115 pies (35 m) de agua se abalanzó a 75 mph (121 km/h) destruyendo el faro de Scotch Cap de Unimak. Ganando una velocidad de 490 mph (789 km/h), el tsunami cruzó las 2.300 millas (3.701 km) hasta la isla hawaiana de Oahu, en poco más de cuatro horas y media, siendo un total de siete olas las que golpearon Hawái.

Faro de Scotch Cap antes y después del tsunami

La costa norte de Kauai fue golpeada por olas de 45 pies (14 m), mientras que olas de 50 pies (15 m) golpeaban la isla de Hawái. Las olas más altas que golpearon Oahu fueron de 36 pies (11 m). Olas de entre 20 y 32 pies (6 y 10 m) de altura pasaron por encima del rompeolas de la ciudad de Hilo, inundando la zona centro de la ciudad. En total, 1.400 viviendas fueron destruidas y 159 personas murieron, 96 de ellos en Hilo.

El 21 de diciembre del mismo año, un terremoto submarino frente a la isla japonesa de Honshu produjo un tsunami que destruyó varios miles de buques y borró 50 localidades del mapa. Unas 2.000 personas murieron y medio millón se quedaron sin hogar.

El terremoto de Chile de mayo de 1960 envió un tsunami a una velocidad de más de 500 mph (805 km/h) hacia el océano Pacífico. La ciudad hawaiana de Hilo fue devastada, pero el sistema de alerta establecido después del desastre de 1946 hizo posible que se salvaran todos menos 60 personas. Un total de 438 personas murieron cuando el tsunami azotó Japón y Filipinas.

Erupciones volcánicas

Ésta última década, más o menos, ha sido testigo de un resurgir de actividades volcánicas en muchas partes del mundo. La erupción del Monte St. Helens del estado de Washington fue una sorpresa para la mayoría de nosotros, quienes pensábamos que el volcán estaría inactivo permanentemente. Otras erupciones importantes se han producido en México, Filipinas y Colombia. La masa terrestre de Hawái sigue aumentando a diario mientras que flujos de lava fluyen hacia el mar desde el monte Kiluea.

En la mañana del 18 de mayo de 1980, un fuerte terremoto sacudió la zona del Monte St. Helens. Unos segundos más tarde, el volcán estalló con una fuerza 500 veces superior a la bomba atómica que destruyó la ciudad japonesa de Hiroshima. La onda de choque arrancó instantáneamente y de raíz seis millones de árboles, dispersándolos como si de pajitas se tratara a una distancia de hasta 150 millas (241 km) y sobre un área de 130.000 acres (526 km²). Se estima que la onda de choque explosiva viajó a unas 250 mph (402 km/h). Peñascos de hasta 60 pies (18 m) de diámetro fueron proyectados o impulsados a cinco millas (8 km) de su ubicación original. Todo tipo de vida fue destruida en un área, con forma de abanico, de 17 millas (27 km) de largo. Unos 5.200 alces y otros 6.000 venados de cola negra perecieron, muchos de ellos por asfixia. Pescadores que estaban a 16 millas (25 km) de la explosión sufrieron quemaduras graves y pudieron sobrevivir al saltar al agua.

Una nube volcánica se disparó a 63.000 pies (19.202 metros) de altura trasladándose hacia el este. Su traslación fue observada por escaladores que estaban en la cumbre de 11.800 pies (3.597 m) del monte Adams a 35 millas (56 km) de distancia. En la enorme nube pudieron observar un relámpago. Diez minutos más tarde, la temperatura aumentó 15º F (8º C) debido a que la ceniza caliente había llegado a su posición y sus piolets se cargaron de electricidad estática.

Una oscuridad nocturna cayó a mediodía sobre algunas partes de Washington, Idaho y Montana mientras que las cenizas del volcán se propagaban por la atmósfera. Unas 800.000 toneladas de ceniza cayeron en Yakima, Washington a 85 millas (137 km) al este del monte St. Helens. Una gran cantidad de ceniza rodeó el globo terráqueo durante años, afectando puestas de sol en diferentes partes del mundo. Más de una milla cúbica (4,2 km³) de materia fue expulsada por la montaña, reduciendo sus 9.677 pies (2.950 m) de altura a 8.400 pies (2.560 m) en el borde sur de la caldera volcánica y 6.800 pies (2.073 m) en la orilla norte.

Una vasta área que rodeaba el volcán fue cubierta por un lodo constituido por una mezcla de ceniza y nieve derretida. Éste fango ígneo, que alcanzó 800ºF (427ºC), fluyó colina abajo a unas velocidades aproximadas de 50 mph (80 km/h) y alcanzó la ciudad de Toutle, situada a 25 millas (40 km) de la cima. Una milla (1,6 km) de ancho y cientos de pies (decenas de metros) de hondo a lo largo de trece millas (21 km) del valle del río Toutle se llenaron de lodo. Parte de ese barro se deslizó hasta el lago Spirit a seis millas (10 km) al norte de la cima, desbordándose por una cresta montañosa de 1.200 pies (366 m) de altura.

Cuando el barro caliente alcanzó el río Toutle, la temperatura del río se elevó a 90ºF (32ºC). Al fluir por el río Cowlitz, que es mayor, su temperatura se elevó a 80ºF (27ºC), matando a todos los peces (estimándose en medio millón de pérdidas). La madera arrastrada por el flujo de lodo formó un atasco de 20 millas (32 km) en el río Columbia. Después de 18 horas, tras la erupción, los escombros redujeron los 40 pies (12 m) de ancho que medía normalmente el río Columbia (el segundo mayor del país) a tan solo 14 pies (4,2 m). El lecho de los ríos fueron elevados al menos doce pies (3,7 m). Veintiséis lagos desaparecieron completamente, 27 más resultaron gravemente dañados y perecieron millones de peces. Para noviembre del siguiente año, el cuerpo de ingenieros del ejército de EE.UU. había sacado de los tres ríos cerca de 100 millones de yardas cúbicas (76.455.463 m³) de escombros.

El volcán colombiano, Nevado del Ruiz, entró en erupción el 13 de noviembre de 1985 expulsando, a siete millas (11 km) hacia la estratosfera, millones de toneladas de ceniza. Al enfriarse en el gélido aire, cayó sobre la nieve que se derretía a causa del magma caliente del interior del volcán. Un lahar, de frío lodo, de quince pies (4,6 m) de altura se precipitó por el valle atravesando la ciudad de Armero, a 30 millas (48 km) del volcán, sepultando el 80% de los edificios de la ciudad y matando, en pocos minutos, a 20.000 de las 22.500 personas de la ciudad. A medida que la corriente avanzaba ésta se calentaba, convirtiéndose en un río humeante, de más de cincuenta pies de profundidad, que engullía otros pueblos.

Lahar provocado por el Volcán Nevado del Ruiz y ciudad Armero arrasada

A lo largo de los siglos, cientos de miles de personas han perdido la vida durante las erupciones volcánicas. Por ejemplo, en 1772, en Java, toda la mitad superior del monte Papandayan de 8.750 pies (2.667 m) se hundió en una piscina de lava, llevándose consigo cuarenta aldeas y 3.000 personas. En 1793 la isla volcánica japonesa Unsen fue borrada del mapa por una explosión que mató a 50.000 personas. La piedra pómez expulsada por el volcán flotó en el mar en capas lo suficientemente gruesas como para permitir que las personas caminaran sobre las porosas piedras.

Durante el final de abril y principios de mayo de 1902, el Monte Pelée, en la isla de Martinica, en las Indias Occidentales, comenzó a retumbar y a arrojar ceniza caliente. El 2 de mayo, la montaña disparó una densa nube negra acompañada de brillantes relámpagos. Durante varios días, la ceniza caía como nieve en la cercana ciudad portuaria de St. Pierre. El 5 de mayo, una masa de barro hirviendo se precipitó hacia el mar, transportando cincuenta toneladas de rocas y enterrando vivos a cuarenta trabajadores de un molino de azúcar. Las perturbaciones eléctricas procedentes del volcán dejaron sin electricidad a la ciudad.

Dos días más tarde, La Soufrière, un volcán situado en la cercana isla de San Vicente, estalló y envió una nube de vapor a 30.000 pies de altura. La ceniza caliente que caía destruyó la vegetación de más de un tercio de la isla. Una masa de cincuenta pies (15 m) de barro hirviendo se formó en el río Rabaka Dry y comenzó a fluir colina abajo. Partes del valle tenían hasta 200 pies (61 m) de barro, mientras que los depósitos de lodo en el valle del Wallibou medían 60 pies (18 m). Cerca de 1.600 personas murieron y muchas propiedades se perdieron. La nube volcánica, que viajaba a 50 mph (80 km/h), afectó a una amplia extensión del cercano mar Caribe.

En el 7 de mayo, día de la erupción en San Vicente, una nube negra repleta de imponentes rayos se alzó desde el monte Pelée, cuya cumbre brilló durante las primeras horas de la mañana. A las 7:52 de la mañana siguiente, un lado del volcán estalló repentinamente y un enorme muro de fuego, procedente del vapor sobrecalentado, gases y ceniza, se precipitó montaña abajo a 100 mph (161 km/h) y sepultó la cercana ciudad portuaria de San Pierre, recorriendo las cinco millas (8 km) de separación en menos de un minuto. El calor abrasador, tal vez de hasta 1900 grados Fahrenheit (1.038ºC), mató a personas y carbonizó instantáneamente muchos objetos. En el transcurso de un minuto, desde que la volátil nube se marchara, el oxígeno volvió nuevamente al ambiente y la ciudad rompió a arder. Todo esto fue observado por los buques que estaban en el mar cerca de la isla (más de una docena de los buques anclados en el puerto ardieron). Desde la cubierta del Pouyer-Quertier, a ocho millas (13 km) mar adentro, los observadores pudieron sentir el intenso calor y poco después fueron testigo de cómo caían piedras incandescentes y ceniza en la mismísima cubierta del barco. El calor que procedía de la ciudad en llamas era tan intenso, a las 11:30 horas, que un barco de Fort de France no pudo acercarse a la orilla. Cuando finalmente pudieron bajar a tierra, los visitantes encontraron una capa de ceniza de casi un pie (30 cm) de espesor, con montículos de varios metros de altura. Todos los árboles de la ciudad fueron destruidos. La fuerza de la explosión había sido tan grande que la ropa fue arrancada de la gente poco antes de morir.

Sólo dos de las 30.000 personas de la ciudad sobrevivió al holocausto y ambos sufrieron quemaduras graves. Uno de ellos, hablando en términos que recuerdan el relato de 3 Nefi, habló del terrible viento seguido de una repentina oscuridad, un temblor de tierra y luego un tremendo estallido de calor.

Cuando el monte Katmai, en Alaska, entró en erupción el 6 de junio de 1912, la explosión se escuchó en Juneau, a 750 millas (1.207 km) al sureste. La pesada ceniza volcánica cayó tanto en Juneau como en el valle del Yukón a 1.000 millas (1.609 km) del volcán. El día se convirtió en noche durante tres días en la isla de Kodiak, a 100 millas (161 km) al sureste. Observadores de la Guardia Costera de EE.UU. a bordo del buque guardacostas Manning, en la isla de Kodiak, informaron el 7 de junio que era imposible ver un farol con el brazo extendido. La piedra pómez y las cenizas formaron balsas flotantes capaces de sostener el peso de un hombre. Aproximadamente entre ocho y nueve millas cúbicas (33 y 37 km³) de roca fueron expulsadas por la explosión, seguida de cinco millas cúbicas (21 km³) de tefra. La ceniza cayó en Puget Sound y la lluvia ácida del volcán destrozó la ropa tendida al aire libre en las inmediaciones de Vancouver, Columbia Británica, a 1.500 millas (2.414 km) de distancia.

La explosión más potente de la historia que se conoce tuvo lugar el 5 de abril de 1815, cuando el volcán Tambora entró en erupción en la isla indonesia de Sumbawa. Diez mil personas de Sumbawa e islas cercanas murieron instantáneamente y 82.000 más murieron a causa de la hambruna y la enfermedad que le siguió. El ruido de la explosión se oyó a más de 1.600 millas (2575 km).

Tambora expulsó unas treinta y séis millas cúbicas (170 mil millones de toneladas) de restos volcánicos a la estratosfera. La espesa nube de ceniza produjo una oscuridad total en islas a más de 370 millas (595 km) de distancia durante tres días. Rodeando el globo muchas veces y uniéndose con la ceniza de la erupción de 1812 de La Soufrière en las Indias Occidentales y la erupción del Monte Mayon de 1814 en la isla filipina de Luzón, produjo espectaculares puestas de sol de color naranja en lugares tan lejanos como Inglaterra y partes de Europa, América del Norte no experimentó el verano de 1815. La nieve caía en algunas partes de Nueva Inglaterra en fechas tan tardías como julio y agosto, registrando heladas cada mes desde junio hasta septiembre. Las malas cosechas dieron lugar a una hambruna generalizada y disturbios en Francia e Inglaterra.

Una de las más conocidas erupciones volcánicas de tiempos modernos fue el de la isla volcánica de Krakatoa en el Estrecho de Sunda que separa Java de Sumatra, Indonesia, entre el 26 y el 27 agosto de 1883. Tenemos la suerte de contar con los relatos de los testigos oculares que sobrevivieron en las costas cercanas de Java y Sumatra, así como de los cuadernos de bitácora de los barcos que pasaron por el estrecho. La nube de vapor producida por la primera erupción volcánica a las dos de la tarde del 26 de agosto fue disparada a 25 millas (40 km) de altura.

Las explosiones durante la tarde y la noche se escucharon incluso a 240 millas (386 km) de distancia y las personas que vivían a lo largo de la costa occidental de Java, a más de cincuenta millas (80 km) de distancia no podían dormir. La mayor explosión ocurrió a las diez de la mañana. Se rompieron ventanas y se agrietaron paredes a más de cien millas (161 km) de distancia. El sonido se escuchó a 2.250 millas (3.621 km) al este del centro de Australia y a 3.000 millas (4.828 km) al oeste de la isla de Rodríguez, cerca de Madagascar. Las ondas de presión de aire causadas por la explosión recorrieron el mundo seis veces y media siendo detectadas por los instrumentos barométricos. La fuerza de la erupción se ha calculado en 30.000 megatones, que es un millón de veces más potente que la bomba atómica de Hiroshima.

La nube de polvo causada por la explosión de las diez se elevó a una altura de 50 millas (80 km) y se pudieron observar relámpagos dentro de la nube, con fenómenos de electricidad estática alrededor de algunos de los barcos que estaban en el estrecho. Varios miles de millones de toneladas de roca, unas cinco millas cúbicas (21 km³) de materia, habían reducido el tamaño de la isla a dos terceras partes. A media tarde del 27 de agosto, el polvo, que ya se estaba asentando, había anulado por completo el sol en lugares tan lejanos como Badong, a casi 240 millas (386 km) al este. La ceniza cayó tan lejos como 2.000 millas (3.219 km) al oeste y al sur de Krakatoa, incluso llegando a la costa noroeste de Australia.

Dos nuevas islas fueron creadas por los restos de la erupción, pero pronto se redujeron a bancos de arena por la acción del violento oleaje. Una lluvia mortal de material candente mató a cientos de personas en las islas cercanas.

Los tsunamis resultantes, algunos de hasta 175 pies (53 m) de altura y viajaban a 400 mph (644 km/h), destruyeron cerca de 300 ciudades y pueblos que bordeaban el estrecho de Sunda, lo que desembocó en la pérdida de 36.380 vidas. Muchas aldeas simplemente se deslizaron hacia el mar, para nunca más ser vistas y varias islas desaparecieron del mapa. Los 10.000 habitantes de la ciudad de Tetlok Betong, a 50 millas (80 km) de distancia de la isla de Sumatra, perecieron en las aguas. El acorazado Berouw, anclado en el puerto de la ciudad, fue llevado a casi a dos millas (3,2 km) tierra adentro y depositado a unos 30 pies (9 m) sobre el nivel del mar. La ciudad de Sumatra Kalimloang fue golpeada por una ola de 80 pies (24 m). La isla Sebesi, al norte de Krakatoa, fue sumergida completamente en agua y se ahogaron sus 3.000 habitantes. En Tjaringin, Java, sólo un árbol sobrevivió a la pared de agua. El coral arrancado de alta mar fue arrastrado a siete millas (11 km) tierra adentro. La cercana ciudad de Perimbang, a diez millas (16 km) del mar, fue sumergida. Otro pueblo de Java, Merak, experimentó un tsunami que destruyó casas en lo alto de una colina de 135 pies (41 m) y sólo dos de los 3.000 habitantes de la ciudad sobrevivieron.

En el momento en que el tsunami llegó a Ceilán, todavía era de ocho pies (2,4 m) de altura. Nueve horas después de la erupción, un tsunami engulló el puerto de Calcuta, a unas 2.000 millas (3.219 km) de Krakatoa y dañó embarcaciones de río. Los incrementos en los niveles de agua que se registraron fueron menores en Mauricio, Cabo de Hornos e incluso en el Canal Inglés.

Se estima que 6.500 buques y embarcaciones fueron destruidos por los vientos huracanados, la caída de escombros y las ondas sísmicas. La mayoría de los faros en el estrecho de Sunda fueron destruidos. Grandes balsas flotantes de piedra pómez fueron vistas más tarde a distancias de más de 7.500 millas (12.070 km) en el Océano Índico.

Fuego y ceniza

El volcán es la mayor fuente de calor de la naturaleza. No sólo arroja gases ardientes y rocas, sino que enciende materiales inflamables que pueden continuar ardiendo mucho después de que las llamas volcánicas hayan disminuido. Los bosques y las viviendas humanas pueden ser fácilmente destruidos por los volcanes, como han demostrado en los últimos años los flujos de lava de Hawai.

Los grandes incendios forestales producen grandes cantidades de humo que se ha sabido que han provocado oscuridad a mediodía en lugares distantes. El hollín y las cenizas surgidas a partir de un incendio (no originado por la actividad volcánica) causaron que el cielo se oscureciera sobre una zona comprendida entre Nueva Jersey y Maine el 19 de mayo de 1780. De hecho, hubo dieciocho apreciaciones de ese tipo en esa zona entre 1706 y 1910, siendo la de noviembre de 1716 una de las más severas.

La espesa oscuridad que siguió al cataclismo en el momento de la crucifixión de Cristo fue descrito como un "vapor" que no permitía que se encendieran fuegos. El aire cargado de ceniza (y polvo) podría explicar este fenómeno. La disminución del suministro de oxígeno tras los grandes incendios podría imposibilitar que se prendieran antorchas.

Conclusión

Los críticos del Libro de Mormón han sugerido que la amplia gama de fuerzas destructivas descritas en 3 Nefi son imposibles. Pero un examen de la actividad tectónica en diversas partes del mundo muestra que todos estos fenómenos no sólo son posibles, sino de esperar. Es importante, también, que algunos de los mejores ejemplos de los diferentes fenómenos naturales descritos en El Libro de Mormón se hayan producido en la mismísima zona (Mesoamérica y el Caribe) donde la mayoría de los eruditos del Libro de Mormón sitúan la historia de 3 Nefi. El hecho de que estos fenómenos se conozcan en la naturaleza no discrimina la naturaleza milagrosa de los acontecimientos que rodearon la crucifixión de Cristo. El Señor es más que capaz de utilizar los fenómenos naturales para lograr sus propósitos.

Fuentes
  1. La naturaleza regional de los cataclismos, que afectan en su mayoría a la “tierra del norte”, es discutido en mi artículo, "The Timing of Christ's Appearance to the Nephites," en John W. Welch, ed., "When Did Jesus Appear to the Nephites in Bountiful," F.A.R.M.S. artículo de 1989.
  2. Artículo original: http://maxwellinstitute.byu.edu/publications/jbms/?vol=3&num=1&id=54

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