El explorador de la cultura maya, John Líoyd Stephens,
dio a conocer por primera vez las maravillas de esta antigua civilización
americana, en 1841 en su libro Incidents ofTravel in
Central América, Chiapas, and Yucatán, (Incidentes de un viaje
por Centroamérica, Chiapas y Yucatán). Cuando José
Smith encontró uno de estos ejemplares su entusiasmo fue
mayúsculo: "Es maravilloso contar con la ayuda del mundo
para lograr tantas pruebas... ¡Quién hubiera soñado que doce
años servirían para desarrollar un testimonio tan incontrovertible
del Libro de Mormón!" (Times and Seasons, 15 de
septiembre de"1842, págs. 914-15).
Lo que el Profeta aparentemente no sabía era que tres siglos
atrás, los españoles que llegaron al nuevo mundo buscaron
una respuesta al misterio del origen de los indios americanos; no en los restos de las antiguas ciudades, sino en las tradiciones
de los aborígenes. La evaluación de esta obra primitiva
es interesante a la luz de lo que enseña el Libro de Mormón.
El español encontró en el hemisferio occidental un pueblo
completamente diferente, y se mostró naturalmente curioso
acerca de su cultura, historia y antepasados. Varios soldados y
misioneros católicos investigaron la historia de la antigua
América examinando manuscritos nativos e interrogando a
los mismos indios. Por más de dos siglos la mayoría de sus
obras permanecieron sin ser publicadas, juntando polvo en
los archivos europeos. Ninguna de éstas estaba a disposición
en inglés durante la traducción del Libro de Mormón y muy
pocos de sus escritos fueron impresos en español.
¿Qué aprendieron los españoles del siglo XVI de las tradiciones
de los primeros americanos? Las fuentes de información
más fidedignas y aquellas que datan de muchos siglos
antes de la conquista, contienen leyendas que indican que las
tierras que están más allá de los mares, son lugar de origen de
los progenitores de los habitantes del Nuevo Mundo.
Muchas tradiciones precolombinas mencionan inmigrantes
transoceánicos.
Cuando se encontró por primera vez con
Cortés, Moctezuma hizo surgir en los españoles el interrogante
en cuanto al origen de los aztecas y la importancia que éste
tendría en sus relaciones con el español, según se encuentra
anotado en la segunda carta del conquistador al rey Carlos V:
"Sabemos, pues así nos lo dijeron nuestros antecesores . . . que somos extranjeros y que hemos llegado aquí de tierras muy distantes. Sabemos que nuestros antepasados fueron traídos aquí por un señor a quien le debían lealtad, el que después regresó a su país natal. .. Siempre hemos creído que sus descendientes vendrían a conquistar esta tierra . .. Por lo que decís de que procedéis del lugar de donde sale el sol, y . . . que aquel gran señor o rey os ha enviado aquí, creemos por cierto que se trata de nuestro legítimo señor." (Cariasy Documentos, Hernán Cortés, México, Editorial Porrua, 1963 pág. 59.)
El testimonio de Moctezuma fue corroborado por varios
frailes católicos, quienes por muchos años recopilaron material
sobre la historia de ios indios.
Los. autores misioneros españoles
como Landa, Duran, Sahagún y Torquemada, trabajaron
diligentemente y sin escatimar esfuerzos, ni buscar honra
para sí; muy pocos de sus contemporáneos sabían de sus
obras, y solamente la Monarquía Indiana, de Juan de Torquemada,
fue publicada durante la vida de su autor (1615).
Fray Juan era un monje franciscano que aprendió el lenguaje
totonaca y comenzó a recopilar información sobre los
nativos. Principalmente, basó sus obras en las historias mexicanas
encontradas en los escritos nativos, especialmente en
los documentos texcocanes; a éstos agregó testimonios verbales
directos sobre información etnográfica.
Otro franciscano, Bernardino de Sahagún, dedicó 60 años
a recopilar material sobre la cultura azteca el que organizó en
doce tomos. No solamente aprendió varios idiomas nativos
sino que también contaba con numerosos indios versados que
interpretaron para él los antiguos escritos y grabados.
Sahagún relató en dos oportunidades de las gentes que
cruzaron el mar en embarcaciones, hasta llegar a las costas de
México. Uno de los grupos era el de los huastecas:
"Se dice que aquellos que llegaron . . . hasta las costas de la tierra llamada México . . . lo hicieron en embarcaciones; cruzaron el mar" (Historia general de las cosas de la Nueva España, por fray Bernardino de Sahagún, libro 10. Traducido por Arturo .1. O. Anderson y Charles E. Dibble en Florentine Codex, Santa Fe, Nuevo México, la Escuela de Investigaciones Americanas y la Universidad de Utah, 1961, pág. 185).
El otro grupo fue el de los mexicas:
"En el distante pasado, . . . los primeros en venir . , . aquellos que vinieron a reinar en esta tierra . . . vinieron sobre las aguas en embarcaciones; en muchos grupos" (Ibid. pág. 190).
Los relatos de Torquemada y Sahagún son básicamente
similares, aunque incluyen detalles diferentes. Los, tres pasajes
citados proveen la información esencial de los pueblos
que vinieron cruzando el mar.
Fray Bernardino también se refiere a una antigua raza
blanca en su sección sobre los primeros totonacas:
"Todos los hombres y mujeres son blancos, con caras de
buenos rasgos y proporcionadas, y de buena figura" {Historia
general de las cosas de Nueva España, volumen 3, pág. 202).
De Sudamerica llega información adicional sobre habitantes
blancos en la época precolombina. Cerca de Tiahuanaco,
Bolivia, los indios Colla le dijeron a Cieza que una raza de
hombres blancos y barbados vivió hasta la época en que tuvieron
batalla con uno de los dos señores pre-incaicos de esa
provincia: "Uno de ellos entró en el lago Titicaca y encontró
en la.isla mayor de esa acumulación de agua, hombres blancos
barbados con quienes peleó hasta que los mató a todos"
{Los Incas, por Pedro de Cieza de León, Imprenta de la Universidad
de Oklahoma, 1959 pág. 273).
Aproximadamente 800 kilómetros al noroeste, Cieza examinó
las ruinas de un lugar llamado Huari, en Perú, y llegó a
la conclusión de que la civilización que había construido esa
ciudad no era la incaica. Al preguntar a los indios de esa localidad
quién había construido ese lugar, contestaron que fue el
pueblo de raza blanca y hombres barbados que habitaron el
lugar mucho antes que los incas lo hicieran. (Ibid. pág. 123.)
Diego de Landa, que llegó a ser más tarde obispo de Yucatán
en 1572, y a quien se recuerda muy bien por haber quemado
en público la biblioteca de libros mayas, autorizó un
importante relato de los antiguos mayas, el que incluye una
interesante tradición de Yucatán concerniente a sus antepasados:
"Algunos de los ancianos de Yucatán dicen que escucharon de sus antecesores, que esta tierra estaba ocupada por una raza de gente que había venido del este y a quienes Dios había guiado abriendo para ellos doce sendas en el mar. Si esto fuera verdad, sería necesario aceptar que todos los habitantes de las Indias son descendientes de los judíos." {Relato de Landa sobre las cosas de Yucatán, por Alfred M. Tozzer. Documentos del Museo Peabody de etnología y arqueología americana de la Universidad de Harvard, Cambridge, Massachusetts, publicado por el museo en 1941, volumen 18, págs. 16-17.)
Landa llegó a la conclusión de que si el relato era correcto,
los antecesores de los mayas eran judíos y reconoció la similitud
con el éxodo de los israelitas desde Egipto.
Otro fraile que
excribió acerca de la similitud entre los hebreos del Antiguo
Testamento y los aborígenes americanos, fue Diego Duran.
Duran estudió el remoto y complejo origen de los indios, descubriendo
mucha semejanza entre las culturas hebrea y azteca,
como podemos ver a continuación:
Las historias de la creación y de la torre de Babel eran
similares en ambas culturas. {Aztecas: La historia de los indios
de la Nueva España., por Fray Diego Duran, Nueva York,
Orion Press, 1966, págs. 4-5. Véase también Génesis 1, 11:1-
Tanto los hebreos como los aztecas, "como pueblo escogido
de Dios, sobrevivieron a rigurosos preregrinajes por el desierto
hasta que llegaron a la tierra prometida: Canaán y el
Valle de México" {Libro de los Dioses y Ritos, y El Calendario
Antiguo, por fray Diego Duran, Norman, Oklahoma, Imprenta
de la Universidad de Oklahoma, 1971, p. 25. Véase también
Números 14:33-34).
Los aztecas contaban una historia similar a la de Moisés
guiando a los hijos de Israel hacia la libertad:
"Los indios tienen tradiciones relacionadas con un gran hombre que juntó a una multitud de sus seguidores y les persuadió a que escaparan de la persecución hacia una tierra . donde pudieran vivir en paz . . . Llegó hasta las orillas de un mar y abrió las aguas con una vara que llevaba en su mano. Entonces las aguas se abrieron y tanto él como sus seguidores pudieron atravesarlas. Los enemigos, advirtiendo esta brecha comenzaron a seguirles, pero las aguas regresaron a su lugar y nunca se volvió a escuchar de los perseguidores."
Duran escribió de otro importante episodio similar en ambas
migraciones:
"Cuando estaban acampados cerca de unas colinas, se registró un terrible terremoto. La tierra se abrió y tragó a varios hombres malvados, lo que llenó a las otras personas de pánico. Habiendo visto la pintura de este evento, recordé el libro de Números, en donde se dice cómo la tierra abrió la boca y tragó a Coré, Datan y Abiram."
También los aztecas, como los hebreos, aseguran que durante
su peregrinar recibieron maná del cielo. {Aztecas, pág.
4. Véase también Génesis 14:1-30, Números 16:1-34, Éxodo
16:4-15.)
Los jóvenes aztecas llevaban a la práctica ritos en los templos,
similares a aquellos de los levitas en el Antiguo Testamento.
Ciertos linajes en ambas culturas poseían oficios
sacerdotales. Ambos pueblos utilizaron comida como ofrendas
a Dios. El rito hebreo de sacrificar palomas se comparaba
al azteca de sacrificar perdices; en ambos casos, el sacerdote
le arrancaba la cabeza al ave y la ponía a un costado del altar
para que se desangrase. Los animales que los hebreos ofrecían en sacrificio tenían que ser sin mancha. (Dioses: páginas
85, 104, 124, 131-33. Véase también Deuteronomio
18:1-12; Números 15:1-24; Levíticos 1:14-17, 22:19-20, Salmos
106:37-38.) Estas y otras similitudes asombrosas, demasiado
numerosas en la mente de Duran como para ser el resultado
de una casualidad, le condujeron a creer que los aztecas
eran de origen israelita.
Cualquiera de estas tradiciones puede que no sea demasiado
convincente en sí misma; pero si se las agrupa, pueden
constituir un buen argumento y componer una descripción de
viajes transoceánicos de la antigüedad, desde el Oriente a
América.
Franklin S. Harris III, es licenciado en historia latinoamericana y
piloto de la compañía aérea American.
1 comentario:
Excelente articulo!!
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