¿Sabías que el Fraile Servando Teresa de Mier, fue encarcelado y exiliado por enseñar que los aborígenes americanos eran cristianos 1.700 años antes de la llegada de Colón?
En el Libro de Mormón, encontramos profetas que dieron su vida por la predicación del Evangelio de Cristo. Su testimonio quedó plasmado en las páginas del registro nefita y hoy podemos leer sobre sus sacrificios. También otras personas en una época más moderna, con su línea de vida, nos dejaron legados que perdurarán en las hojas de libros antiguos que esperan nuestra lectura.
El Fray Servando Teresa de Mier es una de esas personas. Valientemente expresó una realidad que podía ver en la América recién conquistada. Su vida entre los aborígenes le llevó a plantearse la tesis del cómo los indios podían conocer el cristianismo antes de la llegada de los conquistadores españoles; encontrando tantas pruebas, que estuvo dispuesto a sacrificar parte de su vida, por enseñar esa verdad.
Teresa de Mier pensó que la única explicación plausible era que uno de los apóstoles de Jesucristo, Santo Tomás, haya viajado hasta América y predicado el evangelio de Cristo entre los aborígenes.
El 12 de diciembre de 1794, durante los festejos del aniversario número 263 de la manifestación mariana de la virgen de Guadalupe, en presencia del virrey Revillagigedo, del arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta y varios miembros de la Real Audiencia de Nueva España, dijo las siguientes palabras:
Autores: Álvaro Figueroa,
Israel González.
En el Libro de Mormón, encontramos profetas que dieron su vida por la predicación del Evangelio de Cristo. Su testimonio quedó plasmado en las páginas del registro nefita y hoy podemos leer sobre sus sacrificios. También otras personas en una época más moderna, con su línea de vida, nos dejaron legados que perdurarán en las hojas de libros antiguos que esperan nuestra lectura.
El Fray Servando Teresa de Mier es una de esas personas. Valientemente expresó una realidad que podía ver en la América recién conquistada. Su vida entre los aborígenes le llevó a plantearse la tesis del cómo los indios podían conocer el cristianismo antes de la llegada de los conquistadores españoles; encontrando tantas pruebas, que estuvo dispuesto a sacrificar parte de su vida, por enseñar esa verdad.
Teresa de Mier pensó que la única explicación plausible era que uno de los apóstoles de Jesucristo, Santo Tomás, haya viajado hasta América y predicado el evangelio de Cristo entre los aborígenes.
El 12 de diciembre de 1794, durante los festejos del aniversario número 263 de la manifestación mariana de la virgen de Guadalupe, en presencia del virrey Revillagigedo, del arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta y varios miembros de la Real Audiencia de Nueva España, dijo las siguientes palabras:
"Guadalupe no está pintada en la tilma de Juan Diego sino en la capa de Santo Tomé (conocido por los indios como Quetzalcoátl) y apóstol de este reino. Mil setecientos cincuenta años antes del presente, la imagen de Nuestra señora de Guadalupe ya era muy célebre y adorada por los indios aztecas que eran cristianos, en la cima plana de esta sierra del Tenayuca, donde le erigió templo y la colocó Santo Tomé (primer párrafo del sermón).
Yo haré ver que la historia de Guadalupe incluye y contiene la historia de la antigua Tonantzin, con su pelo y su lana, lo que no se ha advertido por estar su historia dispersa en los escritores de las antigüedades mexicanas." (párrafo final)[1]Con dicho sermón pretendía demostrar que el culto guadalupano era prehispánico, al igual que el cristianismo, y por lo tanto no había motivos por los cuales agradecer su enseñanza a España. Esto a lo más, sería una “re-enseñanza”.
Sus ideas no recibieron críticas negativas en principio; pero una semana después de haber pronunciado el sermón, el arzobispo Núñez de Haro (quien en palabras de Mier "sentía aversión por todo lo criollo") le acusó de herejía y blasfemia ante el Santo Oficio, por lo cual se le excomulgó, redujo a prisión, se le despojó de sus libros y fue condenado a diez años de exilio en España.
Además del exilio se le prohibió de por vida ejercer la enseñanza y se le retiró su grado de doctor. Éste fue el gran precio que tuvo que pagar por decir algo de lo que estaba totalmente convencido. Nunca dudó de sus palabras, fue muy valiente en su testimonio y nunca se retractó pese a todas las circunstancias adversas que esto trajo a su vida. Él realmente sabía que los aborígenes americanos conocían el cristianismo antes de la llegada de los españoles.
La idea de la virgen María prehispánica dentro de un ámbito cristiano tiene su fuente histórico-religiosa, tal cual el padre Teresa de Mier suponía. Este registro es precisamente único en el mundo y es el Libro de Mormón.
El Libro de Mormón tiene la las suficientes evidencias que demuestran el conocimiento de María como un conocimiento transversal y cultural entre los nefitas, una facción de aborígenes prehispánicos del libro.
Nefi, uno de sus patriarcas que vino desde Jerusalén, recibe la primera visión de la virgen en el libro. Puede decirse que es ésta es la primera visión de la virgen registrada por un profeta en toda la historia antigua. En su conversación entre un ángel y él en su viaje de huída de Jerusalén, por el desierto, bordeando el mar Rojo, leemos:
" Y ocurrió que vi abrirse los cielos; y un ángel descendió y se puso delante de mí, y me dijo: Nefi, ¿qué es lo que ves?Luego de ésta, algunos siglos después, habrá evidencia adicional del conocimiento de María entre el pueblo nefita del Libro de Mormón:
Y le contesté: Una virgen, más hermosa y pura que toda otra virgen.
Y el ángel dijo: ¿Comprendes la condescendencia de Dios?.
Y le respondí: Sé que ama a sus hijos; sin embargo, no sé el significado de todas las cosas.
Y me dijo: He aquí, la virgen que tú ves es la madre del Hijo de Dios, según la carne.
Y aconteció que vi que fue llevada en el Espíritu; y después que hubo sido llevada en el Espíritu por cierto espacio de tiempo, me habló el ángel, diciendo: ¡Mira! Y miré, y vi de nuevo a la virgen llevando a un niño en sus brazos.
Y el ángel me dijo: ¡He aquí, el Cordero de Dios, sí, el Hijo del Padre Eterno!" (1 Nefi 11:14-21, 597 a.C aprox)
"Y se llamará Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio; y su madre se llamará María." (Mosíah 3:8, profecía de María cerca de 124 a.C aprox. en América prehispánica)Por supuesto que esto no pretende ser una completa postura mariológica como lo entiende el catolicismo moderno, ni validarla tal cual se entiende en la actualidad, ni una “adoración”, como lo expresa el padre Teresa de Mier en sus memorias; pero exhibe la clara raíz primera del culto religioso prehispánico a María y papel teológico preponderante en esta cultura.
"Y he aquí, nacerá de María, en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados, y siendo ella virgen, un vaso precioso y escogido, a quien se hará sombra y concebirá por el poder del Espíritu Santo, dará a luz un hijo, sí, aun el Hijo de Dios." (Alma 7:10, 83 a.C aprox. profecía de María cerca de 124 a.C aprox. en América prehispánica)
Teresa de Mier murió sin saber que en un lugar de América, enterrado en un cerro, se encontraba un registro prehispánico que un día saldría a luz por el poder de Dios y que comprobaría la veracidad de la esencia de su postura: que el conocimiento de María fue enseñado antes de cualquier colonizador o misionero.
Por su parte, José Smith, el traductor y profeta moderno del antiguo y milenario registro nefita, también moriría sin saber del padre Teresa de Mier.
Pero ambos coincidirían en la misma verdad subyacente: el conocimiento de María en la América prehispánica no fue traído por los españoles, fue revelado directamente de Dios a ese pueblo, tal cual se podía vislumbrar de boca de ellos.
Fuentes
- Sermón de Fraile Servando Teresa de Mier 1794, Nueva España.