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24 enero 2009

El Libro de Mormón Anacronismos: Mar Rojo v/s Mar de Caña

Tomado de: www.mundolds.blogspot.com.


La Crítica

La Biblia KJV: Los críticos ponen en duda la partida milagrosa de Moisés del Mar Rojo asegurando que esta creencia surgió debido a un contrasentido (desacierto) de la frase hebrea "yam sup". Los críticos argumentan que la frase debería leerse "el Mar de Caña," y que los Israelitas en verdad simplemente cruzaron una entrada pantanosa mientras los carruajes de los egipcios se atascaron en el lodo.

El Libro de Mormón: ha "probado" que el entendimiento popular de la versión del Rey Santiago (KJV) es inexacta, las críticas además concluyen que el uso de "Mar Rojo" del Libro de Mormón es evidencia que José no estaba produciendo una traducción inspirada, sino simplemente copiándose del (equivocado) texto del King James.

La Respuesta

El Libro de Mormón: Aun si la traducción del Rey Santiago del Mar Rojo estuviera en error, uno sería incapaz de sacar conclusiones acerca de la exactitud de la traducción del Libro del Mormón. Lo mismo que los escritos del Nuevo Testamento del Apóstol Pablo usan el idioma de la Septuaginta (El Nuevo Testamento en Griego), a pesar de la existencia más temprana, más los manuscritos precisos conocidos hoy, Jose Smith usó el idioma de la Biblia del Rey Santiago. En ambos casos, un profeta usó el idioma de la versión más comúnmente usada de las Escrituras para la época.

El autor del artículo del BAR, Bernard F. Batto, está de acuerdo que yam sûp literalmente no quiere decir Mar Rojo (aquello sería yam adam). Más bien, él cree que está relacionado con la raíz hebrea sup, que significa "dejar de existir," o la palabra sop, significando simplemente "fin". Así, una traducción literal del nombre hebreo para esta extensión de agua sería "El mar al final del mundo". Este nombre es apropiado, ya que los ancianos consideraron que el Mar Rojo está en la frontera o al borde de la geografía conocida, o su "mundo". Este uso es confirmado en la literatura judía extra-bíblica, donde la frase yam sup se usa para referirse al Mar Rojo, el Golfo Pérsico, y el Océano Indico; o sea., "Todos aquellos océanos contiguos al sur".(1) Así, el título "el Mar al final del mundo" es apropiado, ya que era el borde del mundo conocido.

A pesar de las complejidades hebreas, puesto que la extensión de agua descrita es conocida por el lector moderno como el Mar Rojo, es apropiado traducir a yam sup como tal. El propósito de la traducción del Libro de Mormón es de seguro comunicar su significado, no los puntos sutiles de modismo hebreo. 

Claramente, el uso de Mar Rojo en el Libro de Mormón está de acuerdo con el uso moderno y la idea de sus autores antiguos.

Conclusión:

No hay razón para reescribir el texto de Éxodo. Los Santos de los Últimos Días generalmente consideran que el relato del Éxodo de la partida del Mar Rojo es un acontecimiento literal, milagroso. Y, aun si los lectores modernos tienen duda, Los profetas del Libro de Mormón claramente aceptaron el éxodo como literal. Así, la traducción del Libro de Mormón refleja su idea, no las preocupaciones de los lingüistas modernos.

Fuente:

1. Bernard F. Batto, "Red Sea or Reed Sea?: How the Mistake Was Made and What Yam Sûp Really Means," Biblical Archaeology Review 10:4 (July/August 1984): 56–63.

17 enero 2009

Planchas de oro y egipcio reformado en América

Jack H West, nos demuestra citando a arqueólogos y libros reconocidos mundialmente (no Mormones), diferentes evidencias sobre Planchas de oro en América y egipcio Reformado. Algunas citas son realmente reveladoras.


El libro nos dice que no solo escribieron sobre planchas de oro, sino que sus historiadores escribieron en jeroglíficos llamados egipcio reformado y también en hebreo. "En nuestra vida hemos oído de nadie que escribiera sobre oro," decía mucha gente en 1830. "¡Que cosa más ridicula!", dijeron, cuando "Pepe" Smith, como lo llamaban, afirmaba tener unos anales antiguos de oro de aquel antiguo pueblo hebraico, escritos en una forma de jeroglíficos egipcios. Y, sin embargo, los anales siguen afirmando que, en efecto, escribieron—sobre oro:
Y como prueba de la verdad de lo que habían dicho, trajeron veinticuatro planchas, llenas de grabados, que son de oro puro. (Mosíah 8:9.)
Ahora pasemos a Mormón, quien era uno de los grandes profetas del libro y también el hombre que hizo un compendio de gran parte de la historia de este pueblo. Hablando del idioma que usaron al escribir el libro, él escribió:
Y hé aquí, hemos escrito estos anales, según nuestro conocimiento, de caracteres que entre nosotros se llaman egipcio reformado; y han sido transmitidos y los hemos alterado conforme a nuestra manera de hablar.
Y si nuestras planchas hubiesen sido suficientemente amplias, hubiéramos escrito en hebreo; pero también el hebreo ha sido alterado;. . .(Mormón 9:32-33.)
Por muchos años estas declaraciones tenían perplejos a los científicos. Todavía en el día de hoy, hay algunas que aun son enigmas para ellos. Imagínense, por favor, al pobre arqueólogo Profesor Marett, paseándose de aquí para allá delante de una tumba que acababan de excavar en Monte Al-bán, allá en la cima de las montañas en México, cerca de Oaxaca.

Está medio fuera de sí, diciendo. "¡Imposible!" "¿Cómo es posible que un pueblo sea egipcio al mismo tiempo que son hebreos y, cosa más rara, estar sobre este continente?" Hacía tiempo que él no había leído en el Antiguo Testamento la historia del joven hebreo José —el joven de la ropa de colores—, un hijo de Israel. No había leído como José llego a ser líder de una de las tribus de Israel, una porción de la que vino a este continente, según la historia del Libro de Mormón.

Leído recientemente en la Biblia cómo este joven hebreo bajó a Egipto, vendido a la esclavitud por sus hermanos, y llego a ser, con la ayuda de Dios, el literal y verdadero jefe del gobierno de Egipto. Porque llegó el momento en que el Pa-raón le dijo a José:
". . . por tu dicho se gobernará todo mi pueblo- yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto." (Véase Génesis 41: 40, 41.) 
Y luego, durante los años de gran hambre, su familia bajó a Egipto para conseguir de comer. Eso ya es una historia aparte. 

Cuando Faraón supo del sufrimiento por falta de comida allá en Canaán, le dijo a José:
17 Y dijo Faraón a José: Di a tus hermanos: Haced esto: Cargad vuestras bestias e id; volved a la tierra de Canaán;

18 y tomad a vuestro padre y a vuestras familias y venid a mí, porque yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto y comeréis de la grosura de la tierra.
19 Y a ti se te manda: Haced esto; tomaos de la tierra de Egipto carros para vuestros niños y vuestras esposas; y tomad a vuestro padre y venid.
20 Y no os preocupéis por vuestras posesiones, porque lo bueno de la tierra de Egipto será vuestro. (Génesis 45: 17-20)
Viviendo allá en Egipto, el pueblo hebreo, sobre todo los de la tribu de José, aprenderían las artes y las ciencias de los egipcios y, naturalmente, aprenderían su idioma, pero, claro, mantendrían, como todos los hebreos, su antiguo idioma y costumbres.

Esta historia es la única respuesta posible al problema del arqueólogo Marett cuando no entendía cómo un pueblo podría ser egipcio y hebreo a la vez, y estar, además, sobre este continente.

Vamos a ver si esta gente, realmente, escribía sobre oro. En la página 65 de The Americas before Columbus, hay una cita de The Goldsmith's Art in Ancient México (El arte del orfebre en el México antiguo,) por Saville:
"Padre Gay menciona. . . que los indios mexicanos vendieron a unos anticuarios europeos unas planchas de oro muy delgadas, aparentemente labradas con martillo, que sus antepasados habían logrado conservar y sobre las cuales estaban grabadas antiguos jeroglíficos."
Sí, claro que escribían sobre oro y escribían en antiguos jeroglíficos egipcios, pero sus escritos no eran como el egipcio más antiguo, ni tampoco como el más moderno. Era como si algún pueblo hubiera venido de la zona del egipcio mas antiguo para ir apartándose del original en los caracteres de sus grabados y en su lengua, como dijo Mormón.

Esto es lo que se halla hoy en día sobre este continente; los jeroglíficos reformados de los egipcios, pero en el modo de 'hablar' de los hebreos, T. A. Willard, citando de la pagina 140 de Farnsworth, nos dice que del cenote sagrado de Chichén Itzá "se sacaron muchos discos de oro cubiertos de bien labradas figuras en reposo, y por los bordes había caracteres y símbolos y a veces jeroglíficos."

Algunos críticos dijeron a nuestra gente en el año de 1830 "Si es verdad que el pueblo del Libro de Mormón tenía un fondo egipcio, ¿Cómo es que, no se hallan ningunas pirámides sobre este continente?" En el año 1830, fue imposible contestar esa pregunta porque todavía no se habían, encontrado ninguna pirámides aquí.

Hoy día se han hallado pirámides, sobre toda la faz de la tierra y ¡que pirámides! Una es tan gigantesca que se podría ubicar la pirámide más grande de Egipto en un rincón de la base, colocar dos pirámides mas en otros dos rincones, y todavía tener lugar en el otro rincón para una cancha de fútbol. Esta es la gran pirámide de Cholula.

Ocho kilómetros de túneles se han cavado dentro de ella por el gobierno mexicano, para que cualquiera que pague la entrada, pueda pasar adentro para conocer algunos de sus secretos. Pues, claro que se han hallado pirámides sobre este continente.

En la página 22 de The Americas before Columbus, Jones, el arqueólogo, afirma con seguridad que estos antiguos americanos son egipcios y luego, en la página 18, está igualmente cierto que son hebreos. Esto resulta en un problema grande y dice: "¿Como puede ser? Un minuto son egipcios y hebreos el otro?"

De su América antigua, como cita Farnsworth en la página 22, Jones ofrece el siguiente testimonio:
Y como si fuera una copia exacta de lo egipcio, hemos demostrado que el tamaño de la base de la pirámide de Copan* (Honduras) es idéntica a la de la gran pirámide del Nilo — mientras que la de Cholula, México, es exactamente el doble de la medida de su base. Es prácticamente imposible que estas dimensiones hubieran ocurrido accidentalmente al construirse.
(*) Los llevaremos a Copan, Ciudad de los Muertos, mediante transparencias en colores en nuestra próxima sesión—la manera mas fácil. Yo tuve que cambiar de avión seis veces para llegar allí. Aterrizamos doce veces; ocho, de las veces, no había aeropuerto— nada más que claros hechos en la selva por los indios. Yo no tuve miedo, pero ¡Cómo se agachaban los arboles selváticos al efectuar el aterrizaje.
En la página 18, este mismo investigador, Jones, representa a muchos científicos que han hallado tanto el fondo egipcio como el hebreo.

Muchas otras costumbres y ceremonias religiosas existen. . . estrechamente análogas con la raza de Abraám, pero suficientes pruebas se han dado en este tomo para proponer estas (como creemos nosotros) preguntas sin otra contestación posible: "Si no son de las Tribus Perdidas de Israel, ¿quiénes son? ¿Qué nación de la antigua historia puede pretender identificar aquellas costumbres y modos de ser como suyos, si no la hebrea?"

Se han hallado escritos en hebreo últimamente. En una tumba en Monte Albán, el Profesor Marett descubrió artefactos y obras de escultura que eran, por una parte puramente egipcios y nos da muchas razones de por qué. Luego, por otra parte, descubrió otros artefactos y obras de escultura en la misma tumba, hechas de los mismos materiales y, a su mejor juicio, hechas por los mismos artesanos, que eran "ciertamente hebreos."

Y como les he dicho antes, el arqueólogo Marett, se halla en dificultades. Leamos, para terminar con este punto en particular, una declaración de Marett. Esto también se halla en la página 22 de Farnsworth:

Lejos de aclarar el origen del antiguo mexicano y la fuente de sus asombrosos conocimientos de la escultura, astronomía, arquitectura y de los colores permanentes, esta colección maravillosa de antigüedades no hace más que ahondar el misterio. Los ídolos y las imágenes aquí exhibidos demuestran facciones de tipos indios; algunos sin duda son hebreos; otros seguramente egipcios.

Sí, es cierto que escribían sobre oro; escribían en egipcio; y podrían haber escrito y, en verdad, escribían, muchas veces en hebreo.

12 enero 2009

Quetzalcohuatl

El siguiente artículo describe características del dios mexicano Quetzacohuatl, manifestando su parecido con Jesucristo en muchos aspectos.

Enviado por Blanca Álvarez


Simón Bolívar:
Carta de Jamaica
(Contestación de un Americano meridional a un Caballero de esta Isla)

Pienso como usted que causas individuales pueden producir resultados generales, sobre todo en las revoluciones. Pero no es el héroe, gran profeta, o Dios del Anáhuac (56), Quetzalcohuatl, el que es capaz de operar los prodigiosos beneficios que usted propone. 

Este personaje es apenas conocido del pueblo mexicano, y no ventajosamente; porque tal es la suerte de los vencidos aunque sean Dioses. Sólo los historiadores y literatos se han ocupado cuidadosamente en investigar su origen, verdadera o falsa misión, sus profecías y el término de su carrera. 

Se disputa si fue un apóstol de Cristo o bien pagano. Unos suponen que su nombre quiere decir Santo Tomás (57); otros que Culebra Emplumajada; y otros dicen que es el famoso profeta de Yucatán (58), Chilan-Cambal (59). 

En una palabra, los más de los autores mexicanos, polémicos e historiadores profanos, han tratado con más o menos extensión la cuestión sobre el verdadero carácter de Quetzalcohuatl. 

El hecho es, según dice Acosta (60), que él estableció una religión, cuyos ritos, dogmas y misterios tenían una admirable afinidad con la de Jesús, y que quizás es la más semejante a ella. 

No obstante esto, muchos escritores católicos han procurado alejar la idea de que este profeta fuese verdadero, sin querer reconocer en él a un Santo Tomás como lo afirman otros célebres autores. 

La opinión general es que Quetzalcohuatl es un legislador divino entre los pueblos paganos de Anáhuac, del cual era lugarteniente el gran Motekzoma, derivando de él su autoridad. 

De aquí se infiere que nuestros mexicanos no seguirían al gentil Quetzalcohuatl, aunque pareciese bajo las formas más idénticas y favorables, pues que profesan una religión la más intolerante y exclusiva de las otras.

Conceptos mencionados:

56. Anáhuac: Región del México central, en donde floreció la cultura de los Aztecas. Bolívar la cita como sinónimo de México, según era usual entonces.
57. Se refiere aquí al Apóstol Santo Tomás.
58. Yucatán: península de México en donde floreció la cultura de los antiguos mayas.
59. Chilan-cambal: Chilán o Chilam es el nombre que los antiguos mayas daban a los enviados o representantes de los Dioses. Bolívar se refiere aquí al profeta Kukulkán, de origen mítico, a quien Diego de Landa, en su Relación de las cosas de Yucatán, identifica con la Serpiente Emplumada o Quetzalcoatl de los aztecas.
60. El misionero jesuita español José de Acosta (1539-1600), quien residió largos años en América, y fue más tarde Rector del Colegio de su orden en Salamanca. Autor de la obra titulada Historia natural y moral de las Indias (Sevilla, 1590

Simón Bolívar:
Carta de Jamaica
(Contestación de un Americano meridional a un Caballero de esta Isla)

07 enero 2009

Jesucristo visitó América

Continuando con los escritos de Jack H. West, encontramos más evidencias de la visita del Salvador a la América Precolombina, a través de diferentes descubrimientos hechos por famosos arqueólogos.



JESUCRISTO APARECIÓ SOBRE ESTE CONTINENTE después de su crucifixión y resurrección en el antiguo continente. Abramos a 3 Nefi, capítulo II. Ojalá que tuviéramos a alguien con el talento de Sid Grauman. Puede ser que algunos de ustedes hayan visto en el Hollywood de antaño, algunos de los prólogos de Grauman. Si vieran ustedes al de Rey de Reyes, sé que lo recordarían hasta el fin de su vida. Alguien necesita representar este suceso—uno de los acontecimientos de indios que  tenga la leyenda entre su pueblo del gran Dios Blanco que era el Hijo de Dios, que vino a vivir con sus antepasados y les enseñó su hermoso Evangelio.

Yo hablé con un anciano de los indios, un "Patriarca" lo llamaban el guía, alla lejos, más de mil millas por senda selvática en la Ciudad de México, en su casucha en Yucatán. Sin más ni más, mi guía dijo: 

"Señor, dígale a él la historia que RAE contó sobre nuestra Biblia de oro." Pues, entonces, yo, en mi español mal pronunciado, con la ayuda del guía, le conté (mas o menos en una hora) la historia de su antigua religión que se halla en la "Biblia de oro." Escuchó, poniendo toda atención; luego, cuando llegué a la parte donde Cristo vino bajando del cielo para vivir entre ellos —el Hijo de Dios que era un Dios por derecho propio, que murió crucificado en el antiguo continente, durante cuyo tiempo hubo grandes destrucciones sobre este continente por tres horas—, los ojos del anciano se llenaron de lágrimas y empezó a asentir con la cabeza, y dijo: "Sí, es verdad. ¡Sí, es correcto!" Desde ese punto para adelante, mientras terminaba el resto de la historia, de vez en cuando asentía coa la cabeza y decía lo de antes. Luego, por dos horas, me quedé sentado en su casucha escuchando las leyendas de su pueblo. Claro que para mí fue maravilloso. Me dijo que sí tenían leyendas de que su pueblo volvería a ser grande otra vez como su antepasado que tenía doce hijos, (Padre Israel) pero no sin que se les restaurara antes su antigua religión verdadera.

Punto tras punto de su historia estaba perfectamente de acuerdo con la historia del Libro de Mormón.

Sin embargo, en el año 1830, cuando esta afirmación se leyó en el Libro de Mormón —que Cristo había visitado aquel pueblo—, otra vez los miembros de la Iglesia oyeron el grito de "¡Blasfemia!" de las iglesias contrarias. Sus pastores decían: "¿Quieren ustedes decirnos que el mismo Hijo de Dios visito a estos salvajes?" Lo único que podían decir los miembros de la lglesia mormona en el año 1830, era: "Pues, así está escrito en el Libro, y tenemos confianza y fe en ese Libro." Les era imposible comprobarlo con las pruebas que existían en aquel entonces, pero hoy día las pruebas están completas.

Antes de citar más de los científicos, permítanme contarles algo: En otoño del año pasado, mi esposa (madre de mis seis hijos) y yo fuimos en nuestra segunda gran luna de miel. Pasamos por todos los países de Sudamérica y Centroamerica, visitando gran número de las islas del Caribe. Visitamos veintinueve naciones durante nuestro viaje de 38,500 millas. La razón de hacer el viaje fue para reunirnos en Río de Janeiro con nuestro hijo Jack que había completado su misión para la Iglesia en el Brasil, y así se lo habíamos prometido.

Yo tenía pensado llevar a mi hijo Jack y a mi esposa Lerona (a quien llamo cariñosamente "mí estupenda novia") por todas las ruinas principales de aquellos países mientras sacaba fotografías en colores para diapositivas adicionales, divirtiéndome grandemente así durante mis vacaciones. ¡Cómo nos divertíamos! Pero al llegar al Brasil, se terminó de repente la "luna de miel." Era una ficción lo de las vacaciones. Al llegar a Río para recoger a mi hijo, supimos que él tenía arreglada una serie de conferencias sobre el Libro de Mormón por toda Sudamérica. De repente, se acabaron las vacaciones.

El tema el Juicio del palo de José se presentaba en tres conferencias, las que se combinaron en una que se llamó: "Cristo vino a las Américas." Encontramos que la gente se quedó encantada con la idea de que Jesucristo hubiera estado entre los antiguos habitantes de este continente... ¡se quedaron asombrados! Luego, al ir penetrando mas y más en las zonas donde vivían los indígenas, no había nada de consternación porque ellos sabían que Cristo había estado entre sus antepasados y les había enseñado su hermoso evangelio.

Pero esta idea del ministerio de Cristo en America sí causo gran alarma entre los otros grupos cristianos en el año 1830, cuando supieron que el Libro de Mormón afirmaba que Jesucristo había vivido entre el pueblo, les había enseñado su evangelio, en verdad, había establecido Su Iglesia y apartado doce discípulos para la obra del ministerio sobre este continente.

Ahora volvamos a los "peritos". Abran la página 36 de The Américas before Columbus, y lean una cita de Kingsborough:
"El Cristo legendario de América hizo milagros y enseñó doctrinas cristianas. En su Historia de Chile, Rosales declara: "Había llegado a aquel país un hombre milagroso, que hacía milagros, sanaba los enfermos con agua, encendía fuego con un soplo de su aliento, hacía llover y causaba que crecieran sus cosechas, sanando de repente a los enfermos, dándoles visión a los ciegos."
Otra cita de Kingsborough, en la misma página, dice:
"Los Aztecas tienen una tradición de un Dios sufriendo y crucificado llamado Quetzalcoatl, y de uno que vino delante de él para preparar su camino y llamarlos al arrepentimiento. Tezcaltlipoca le ofreció una copa, llamándolo "Mi hijo." De su falta de voluntad para probarlo y de haber llorado amargamente después de haber tomado su contenido; haber abandonado los reinos temporales a favor de los espirituales, fue llamado por el Padre a abandonarlos. Al alejarse, hubo cuatro terremotos. Prometió volver otra vez para redimir a su pueblo. 
¿Se les habrá ocurrido pensar alguna vez por qué fue que Cortés, con unos cuantos soldados pudo subyugar a millones de indios? ¿Habrán pensado alguna vez por qué pudo escribir su nombre en sangre por toda la faz de México? Tengo algunos de los escritos personales de Las Casas, el primer obispo de Chiapas. Mientras va escribiendo, tiene lagrimas en los ojos, y nos dice: "Hasta este tiempo, únicamente, solo en esta región, Cortés ha asesinado a sangre fría a más de quince millones de indios, por que rehusaron aceptar una forma del cristianismo que, según éstos, es menos perfecto que el suyo y, sin embargo, saben que se han apartado del original."
¿Y por qué permitieron los indios tal matanza? Conozco a un cacique indio, muy amigo mío, que es descendiente directo de Moctezuma y él tiene algunos de los escritos personales de Moctezuma. En estos códices se entiende claramente que los indios podrían haber matado a Cortés en cualquier momento, hasta el momento en que se hizo aliado de los Tlascaltecas y logró alentar las enemistades naturales poniendo tribu contra tribu e indio contra indio. ¿Por qué, pues, lo dejaron vivir? ¿Por qué permitieron que cometiera tales atrocidades? Porque creían que era el Dios blanco que regresaba, para cumplir las promesas hechas por sus antepasados de que él volvería. Al fin yo le pregunté al anciano "patriarca" indio en Yucatán, "¿No había entre los indios algunos que al fin creyeran que era imposible que Cortés fuera un dios por las grandes maldades hechas en contra de su pueblo?" El respondió: "Por cierto, muchos creyeron al fin que él no podía ser un dios, pero también tenían la leyenda de que una raza blanca tenía que conquistarnos antes de que nuestra religión verdadera se nos fuera devuelta." Así que aun los que al fin creyeron que él no era el Dios blanco que regresaba, no volvieron en su contra, a sabiendas de que tenían que ser conquistados por una raza de gente blanca. Sabían que el Dios de sus antepasados volvería, y que su verdadera religión sería devuelta antes de su llegada."
En la pagina 41 de The Americas before Columbus, Farnsworth cita a P. de "Roo respecto de la posibilidad de que Jesucristo en verdad vino a esta tierra en tiempos antiguos:
"No es nuestra intención exagerar la importancia de esas coincidencias de las antiguas tradiciones americanas con la historia de nuestro Salvador, pero su origen cristiano y su significado cristiano difícilmente se pondrían en duda si halláramos, junto con ellas, entre los aborígenes mismos, tales emblemas, doctrinas y costumbres que evidentemente son exclusivamente cristianos.
¿Quién negará que, si la cruz, símbolo exclusivo del cristianismo, se hallara en Yucatán, señalaría como cristianas las tradiciones de sus habitantes, según las cuales creían que su hijo-dios, nacido de una virgen, murió crucificado?
Claro que Jesucristo había estado con ellos y les había enseñado bellas cosas, y ellos oyeron historias maravillosas de sus propios labios."
Ahora doblen la página para citar de Brinton en la página 42:
"De tal modo llegamos, todavía bajo condiciones primitivas, a tales ideales personas como Quetzalcoatl entre los Aztecas, de quien se decía en sus leyendas que era de un aspecto majestuoso, casto en la vida, adverso a la guerra, sabio y generoso en sus acciones, y que se deleitaba en el cultivo de las artes de la paz; o como vemos entre los Incas, con su héroe cultural, Tonapa, de cuyas enseñanzas un escritor católico del siglo XVI dice: "Tan semejantes eran a los preceptos de Jesús, que nada faltaban en ellas, sino su nombre y el de su Padre."
No podemos traducir los nombres propios, ¿verdad? De otro modo llevarían el nombre de Jesucristo y Dios el Padre en estas antiguas ruinas.

Por cierto Cristo estuvo con esta gente, y en verdad les dio estas hermosas enseñanzas.

02 enero 2009

Anales semejantes al Antiguo Testamento en América Precolombina

Jack H. West en su escrito "El Juicio al Palo de José" es capaz de demostrar evidencias de arqueólogos reconocidos mundialmente. Lo mas destacable de estas pruebas es que muestran antiguos registros que existían América Precolombina, con una extraordinaria similitud a registros Bíblicos. Todas estas referencias representan el libro "The Americas before Columbus".



"Pues bien, ahora pasemos a LA SEGUNDA AFIRMACIÓN del Libro de Mormón que vamos a tratar. El Libro de Mormón nos cuenta que los Nefitas trajeron consigo del viejo continente ciertos anales llamados las PLANCHAS DE BRONCE DE LABÁN. Estas deben de haber sido muy importantes porque, para conseguirlas, un hombre perdió la vida. Nefi, el hijo de Lehi, jamás había derramado la sangre de ningún ser humano y quiso evadir la responsabilidad de matar a Labán. Pero el Espíritu le dijo:
Hé aquí que el Señor destruye a los malvados para que se cumplan sus justos designios. Vale más que muera un hombre, que dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad.
(1 Nefi 4:13.)
Las planchas de bronce deben  haber sido un registro de suma importancia para esa gente — un registro que les guardarían de "degenerar y caer en la incredulidad."
Porque Labán tiene en su poder los anales de los judíos así como la genealogía de tus antepasados; y se hallan grabados sobre planchas de bronce.
Por lo que el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos vayáis a la casa de Labán para procurar conseguir los anales y traerlos aquí al desierto.
(1 Nefí 3:3-4.)
El Libro de Mormón sigue relatando lo que estaba escrito sobre las planchas de bronce, de modo que tenemos suficiente razón en creer que aquellos anales eran semejantes al Antiguo Testamento, pero sin incluir, la toma de Jerusalén por los Babilonisenses. (Véase 1 Nefi 5:10-15.) 

Cuando esta declaración se leyó desde el púlpito, algunos de nuestros amigos en otras iglesias, gritaron, "¡Blasfemias!" Ellos dijeron: "¿Quieren ustedes decirnos que aquellos salvajes idólatras tenían unos anales en tiempos antiguos semejantes al Antiguo Testamento?" Lo único que nuestros miembros de la Iglesia podían decirles en 1830, cuando el Libro salió de la imprenta, fue: "Nosotros creemos en ese libro. Tenemos un testimonio de su veracidad." Pero en aquel entonces era imposible verificar la afirmación de que aquella gente tenía anales semejantes al Antiguo Testamento. 

Hoy día los Santos de los Últimos Días no tienen que comprobarlo porque los científicos ya lo han hecho por ellos.

Vamos a abrir la página 41 de The Americas before Columbus para leer una cita de De Roo. Dice:
Que el hombre fue creado en la imagen de Dios formaba parte de la creencia mexicana, dice Kingsborough. Otro punto de coincidencia con la historia de las escrituras se halla en la Diosa Azteca "Ciocoat" o mujer serpiente que los Aztecas llamaban Nuestra Señora y Madre, la Primera diosa en dar a luz, que legó el sufrimiento del parto a la mujer como tributo de la muerte y por la cual entró el pecado al mundo. En todo esto se ve mucho que nos recuerda la madre del género humano.
¿De dónde sacaron está información, si en verdad no tenían los anales que afirmaban tener? Y los indios relataron muchas de estas historias a los primeros ministros cristianos que llegaron a ellos, tan pronto pudieron efectuar suficiente nivel de comunicación, mediante señas o lo que fuera.

Como prueba adicional de que los antiguos habitantes de las Américas tenían un conocimiento y unos anales del Antiguo Testamento, leamos en la página 26, la cita de Alvin Colton, un hombre que vivió con varias de las tribus de indios y que aprendió muchas de sus leyendas:

La historia del diluvio esta muy esparcida entre los indios americanos. Un hombre (Noach) (fíjense cuán parecido —Noé no, sino Noach.) con algunas otras personas, se escapó en un barco en que iban varios animales y pájaros. Un arco iris es la señal que esto no volverá a pasar.
¿Saben ustedes que la Biblia es el único lugar donde se cuenta la historia de cómo el arco iris fue puesto en el cielo como señal de Dios a sus hijos que jamás volvería a destruir el mundo mediante el diluvio? El Antiguo Testamento es el único lugar en que se ha encontrada anotada esta historia, y, sin embargo, el pueblo indígena tenía conocimiento de la historia del arco iris cuando llegaron los primeros ministros para trabajar entre ellos .

La declaración del señor Colton sigue:
Con el transcurso del tiempo se construyó una torre con el proposito de llegar a las nubes, pero el Dios, muy enojado con tal presunción, destruyo la torre, confundió el lenguaje del día y dispersó a los habitantes.
Jacob y sus doce hijos se hallan en las leyendas del indio americano. Algunas de las tribus construían un altar de doce piedras en memoria de un gran antepasado suyo que tenía doce hijos. Tenían la tradición de que todas las tribus indígenas descendieron de un hombre que tenía doce hijos. (¿Cuál era el otro nombre de Jacob? Israel, El tenía doce hijos, y ellos llegaron a ser los jefes, en su condición prima al menos, de las doce tribus de Israel. Los indios sabían este fondo de la historia del Antiguo Testamento.) Que este señor era un príncipe notable y de renombre, teniendo gran dominio; que los indios y su posteridad, volverían a recobrar ese mismo dominio e influencia, ¿Verdad que es interesante? 

El libro de Mormón dice que en los últimos días, cuando los Lamanitas (el indio americano) nuevamente acepten y vivan el evangelio de Jesucristo, volverán a ser un pueblo de cutis blanca y suma mente bella y que mediante ellos, todas las naciones del mundo serán bendecidas. 

Por cierto, los indios tenían aquella leyenda, y, en verdad, tenían planchas de bronce como ya se ha explicado; unos anales del antiguo continente.

Vamos a leer una cita de De Roo en la página 65 del libro. Luego vamos a leer una declaración de Kingsborough, el abuelo del grupo arqueológico del continenpe americano, a quien se cita repetidas veces, quizas, más que a cual quier otro arqueólogo. De Roo dice:
Los indios contaron que hacía mucho, los Otomíes estaban en posesión de un libro, que se pasaba de padre a hijo y se guardaba por personas de importancia cuyo deber era explicarlo. . . Por reverencia, no doblaban las hojas del libro con sus manos, sino que usaban un palito que se guardaba con el libro para este propósito. Habiendo preguntado el fraile al indio sobre lo que contenía el tomo y sus enseñanzas, el viejo no podía entrar en detalles, pero dijo que, si estuviera en existencia aún, sería evidente que las enseñanzas de aquel libro y la predicación del fraile eran las mismas.- (Nótese ahora esta afirmación interesante.) Pero la venerable reliquia había perecido en la tierra, donde sus guardianes la habían enterrado.
Sí, claro, que tenían unos anales semejantes al Antiguo Testamento.

En la página 18, una cita de Kingsborough:

No puedo menos que comentar que uno de los argumentos que me lleva a creer que esta nación desciende de los Hebreos, es ver los conocimientos que tienen del Libro de Génesis.

En otro tratado, Kingsborough, también en la página 18, nos cuenta del Manuscrito Borgiano, desenterrado en las selvas de entre los escombros de siglos, sin ninguna posibilidad de que el hombre moderno hubiera podido falsificarlo.

Una extraordinaria representación de las diez plagas que Dios mandó a Egipto ocurre en las páginas once y doce del Manuscrito Borgiano. Moisés está allí pintado, sosteniendo en la mano izquierda levantada, su bastón que se volvió en una serpiente y, con un ademán furioso, llamando sobre los egipcios las plagas. Estas plagas eran ranas, saltamontes, piojos, moscas, etc., todo lo que está representado en las páginas a que se a referido. Pero la última y la mis espantosa eran las tinieblas espesas que cubrieron Egipto por tres días, y la muerte del primogénito de los egipcios. ...

¿De dónde sacó este pueblo estas ideas si no tenían algún registro de los acontecimientos y gentes del Antiguo Testamento?

Fuente:
www.bibliotecasud.blogspot.com

29 diciembre 2008

El Testimonio de Martin Harris

¿Hipotecarías tu casa por algo falso que no te dará ninguna utilidad? Esta es la posición en que se encontró Martin Harris cuando José Smith le transcribió los caracteres del Libro de Mormón y los llevó para que un experto los revisara. Esta es una prueba de que el experto sí los confirmó, ya que él luego de esto hipotecó su granja para pagar la publicación del Libro de Mormón, otra prueba de su veracidad.


Sí hubiera entre los testigos un "Tomás que dudaba," me temo que sería Martín Harris.  Si recuerdan, Martín Harris fue quien en el bosque le dijo a José Smith y a los otros testigos: "Lo siento, José, pero tengo la culpa de no recibir una contestación; yo no tengo suficiente fe," y luego pidió permiso de alejarse a otra parte del bosque, se alejó a cierta distancia de los demás, se arrodilló y oró con toda el alma para tener suficiente fe. Es que él no quería dudar. Dijo:
"Oí un ruido detrás de mí, me dí vuelta y vi al profeta José Smith que venía hacia mí. Solo un vistazo me certificó que ellos habían recibido un testimonio maravilloso como respuesta a sus ruegos. Me contó la historia del ángel que apareció para enseñarles las planchas a los otros testigos y luego dijo que se sentía como si se hubiera quitado un enorme peso de encima, porque ahora otros habían visto y oído y Oliverio Cowdery y David Whitmer sabían que existían tales cosas como ángeles en el día de hoy y que sabían que las planchas de oro existían."
Martín le suplicó a José que se arrodillara a orar junto a él, a fin de que él pudiera llegar a ser uno de los testigos especiales. José asintió con gusto, y antes de que hubieran orado por mucho tiempo, la idéntica visión que habían visto José Smith, Oliverio Cowdery y David Whitmer, se represento delante de los ojos de los dos —José Smith y Martín Harris—, el mismo ángel de lo alto, pasando las hojas de las mismas planchas de oro —la misma voz del cielo proponiendo ser la voz de Dios, testificando de la veracidad del archivo y lo exacto de la traducción.

Martín Harris ya no podía mas y gritó: "Ya basta, ya basta; mis ojos han visto, mis ojos han visto!

No obstante, por ser extremadamente cauteloso, Martín Harris indagó con cuidado la experiencia de Oliverio Cowdery y David Whitmer individuamente, para tener la absoluta certeza de haber visto y oído la mismísima visión que habían visto y oído y solamente entonces se unió con ellos en el testimonio escrito en las primeras páginas del Libro de Mormón.

Martín Harris testificó que nació en el año 1783, teniendo así unos veintidos años más de edad que los otros testigos ya mencionados. Era campesino en toda la extensión de la palabra. No era rico, pero tampoco era pobre. Se le estimaba mucho en el área, era buen vecino, pero bastante cauteloso. No le gustaba entrar en nada sin saber todas las salidas. Pero él dijo:
"Cuando oí a José Smith contar de sus grandes visiones, no había lugar a dudas en mi mente. Yo sabía que lo que dijo haber visto y oído era verdad. Por cauteloso que yo fuera, yo sabía esto." 
 

Su testimonio continuó;
"Conocí al profeta dos años antes que los otros testigos, en 1827, y cuando fui a hipotecar mi chacra para costear los gastos de la publicación del "Libro de Mormón, destrocé la felicidad de mi hogar." 
Su esposa debiera de haberle dicho, "Pues, viejo tonto, sí quieres malgastar tu mitad de nuestra propiedad para ayudar a pagar la impresión de ese libro ficticio, bien, pero la mía nunca." Ella se divorcio de él y Martín Harris hipoteco su mitad de la propiedad por $3,000.00 para costear los gastos de impresión de las primeras cinco mil copias del Libro de Mormón.

Ahora algunos de los pastores de otras iglesias que tildaban de "blasfemias" las afirmaciones y declaraciones del profeta, se pararon majestuosamente detrás de sus púlpitos, diciendo: "Testificamos, en el nombre de Jesucristo, que aun llegará a reconocerse la tontería de Martín Harris al hipotecar su propiedad por tres mil dolares, para pagar la impresión de las primeras cinco mil copias del Libro de Mormón, cuando aquellas copias se están pudriendo polvorientas en los estantes por falta de interés."

Ustedes sabrán que una de las pruebas de un profeta es que sus profecías se cumplan.

Aquellos pastores no eran profetas, ¿verdad? Las primeras cinco mil copias del Libro de Mormón, sí, se vendieron, y unas cincuenta y cinco ediciones en inglés se han vendido desde aquel entonces, cada una más numerosa que la última.

Martin dijo repetidas veces que lo que parecía ser una duda de su parte, no lo era en realidad; él nada más buscaba más ayuda para convencer a otros. Insistió en llevar a casa las primeras 116 páginas del manuscrito del Libro de Mormón; quería enseñárselas a su esposa para comprobar que el libro no estaba basado en el espíritu de Satanás, sino, en verdad, sobre el Espíritu de Jesucristo. Pues bien, se perdieron aquellas 116 páginas y, como resultado, esto dio mucho  qué hablar en la temprana historia de la Iglesia.

También Martin Harris llevó a Nueva York ciertas transcripciones de los antiguos jeroglíficos, junto con la interpretación dada por José Smith, al egiptólogo o maestro de antiguos idiomas en aquel entonces de más renombre, el profesor Carlos Anthon, de la Universidad de Columbia. Habiendo facilitado esta información, Martín testifico que recibió un certificado del profesor, afirmando que no sólo eran de tipo egipcio los caracteres, sino que también su traducción era la más perfecta de toda traducción del antiguo Egipto que había visto.

Cuando Martin Harris estaba a punto de salir, con el certificado en el bolsillo, el profesor le preguntó que de dónde vino el registro. Contestó que un ángel de Dios había bajado del cielo y le había enseñado donde el archivo estaba escondido. El profesor, según el testimonio de Martin Harris, le pidió el certificado que había escrito. Al tenerlo en sus manos, lo hizo pedazos diciendo que no había tales cosas como el ministerio de ángeles. (¿Verdad que no había leído con mucho cuidado el Apocalipsis 14:6-7?).

Más tarde, en una reunión de científicos, el Profesor Anthon verificó que le había dado a Martin Harris un certificado respecto a la traducción del antiguo manuscrito. Luego explicó que lo había hecho pedazos cuando supo que las antiguas planchas habían sido traídas por ángeles, y guiñando el ojo, les dijo a los otros científicos: "Cualquiera de nosotros sabe que no hay ángeles en el día de hoy."

Después de su experiencia con el Profesor Anthon, Martin Harris llevó la copia de los jeroglíficos y su traducción al Dr. Mitchell; otro perito en idiomas de civilizaciones antiguas, y recibió la reiteración de lo mismo que le había dicho el Profesor Anthon, en cuanto a la corrección de los caracteres y su traducción.

¿Qué le paso a Martin Harris después de diez años de actividad en la Iglesia? La iglesia se trasladó al oeste. Dijo a la gente que le rodeaba: "Yo nunca dejé la Iglesia; la Iglesia me dejó a mí." Desde un punto de vista geográfico, era verdad, porque cuando la Iglesia se trasladó al oeste, les dijo a los hermanos que se estaba poniendo algo viejo y que se quedaría donde estaba hasta que ellos hubieran preparado el terreno.

Eran buenas sus intenciones, pero le llevaron a convertirse durante treinta y tres años,  una isla de fe en un mar de infieles. Sus vecinos testificaron, por escrito, que era un vecino de los mejores. Creían, sin embargo, que en un punto estaba "un poco loco" — seguía afirmando que había visto un ángel de Dios y las planchas de oro, de las cuales declaraba que José Smith tradujo el Libro de Mormón. Y declaraba que Dios mismo le habló desde lo alto y le dijo que la traducción era auténtica y divina.

En el ocaso de la vida de este señor, algunos de los Santos en Lago Salado juntaron un donativo y se lo mandaron para que se juntara con ellos en el oeste. Allí, centenares de miles de personas escucharon su agradable testimonio en relación con su papel en dar al mundo el Libro de Mormón, y afirmando la actualidad de la existencia de las antiguas planchas de oro, ¡Y aconteció por tercera vez — tres veces de tres! Al punto de juntarse con su Hacedor y de dar el último suspiro sobre esta tierra, llamo alrededor de su lecho de muerte a sus seres queridos y murió con el testimonio del Libro de Mormón en los labios.

Así, todos los "Tres Testigos", afirmaron la veracidad del Libro de Mormón hasta el momento de morir. Y, con esto, damos fin al testimonio de Martín Harris.

22 diciembre 2008

El Testimonio de Oliverio Cowdery

Uno de los 3 testigos especiales del Libro de Mormón fue Oliverio Cowdery. Un hecho digno de destacar, es que a pesar de ser excomulgado de la Iglesia, nunca negó su testimonio. Si éste hubiera sido falso, podría haberlo negado, sin embargo, en vez de hacerlo, lo defendió públicamente en un juicio donde el fue su propio abogado. Esta defensa quedó registrada en el acta del caso y sirvó como testimonio al mundo de la veracidad del Libro de Mormón. Con el paso del tiempo, Oliverio,  pidió ser admitido nuevamente en la Iglesia y ser simplemente un diácono en ella y no un sumo sacerdote como le pudo corresponder. Es increíble el analizar cada uno de estos puntos; este es un extracto del libro "El Juicio al Palo de José".


"Veo aquí su nombre firmado en este libro (el Libro de Mormón) (le hablaban a Oliverio Cowdery), como uno de sus testigos especiales. ¿Creé usted en este libro?" 

Es verdad que la contestación empezó: "No, señor," pero siguió para decir: "Mi nombre está firmado en este libro, y lo que dije en aquel entonces es la verdad. Yo, sí_, ví esto, y yo sé que lo vi. Creencia y fe no tienen nada que ver con ello, ya que un conocimiento perfecto ha desplazado a la creencia y fe que antes tenía en la obra, al saber que la obra es verdadera."

Ya comprenderán por qué los acusadores hubieran deseado no haber suscitado ese punto.

Oliverio Cowdery pidió permiso para ser admitido de nuevo en la Iglesia en el año 1848, no como sumo sacerdote, no como apóstol en el sacerdocio mayor de Melquisedec-, sino como diácono en el sacerdocio de Aarón. Fue bautizado de nuevo en la Iglesia, y muchas miles de personas escucharon su testimonio sin par.

Aún cuando estuvo fuera de la Iglesia, y todavía algo enemistado con el profeta José Smith por haberle excomulgado y públicamente humillado ante sus amigos y el mundo, Oliverio Cowdery nunca negó su testimonio.

Algún tiempo después de su excomunión, estaba en una sala de justicia actuando como abogado. En un esfuerzo para desacreditar a Cowdery y ganar su caso, el abogado de la otra parte, en forma despectiva, acusó a Oliverio Cowdery de falta de credibilidad porque él creía en ángeles y visitas angelicales igual que José Smith, el de la famosa "Biblia de oro." La acusación fue debidamente anotada en el acta de ese caso particular que estaba en proceso de juzgarse, y, como respuesta, Oliverio Cowdery se paró, pidió que su testimonio a su vez se anotara, y formó parte del registro del caso. Tengo las notas tomadas por uno que estaba en esa sala de justicia que no era miembro de la Iglesia.

Aquel individuo dijo que cualquiera que hubiera oido a Oliverio Cowdery hacer aquella bellísima declaración en esa ocasión y visto la verdad destacándose y brillando en sus ojos, no podría menos que pensar que era una persona digna de confianza. La gente estaba hondamente impresionada. Se le llegó a estimar mucho a Oliverio Cowdery. En parte, ésta fue su respuesta a la acusación y el testimonio escrito en el registro oficial:
"Con el beneplácito de la corte y los estimados señores del jurado: Mi colega de la contraparte me ha acusado de participar de las ideas de José Smith y la "Biblia de oro. Se me ha echado encima la responsabilidad, y no puedo menos que responder.

Ante Dios y los hombres no osaría negar lo que he dicho — lo que contiene mi testimonio, tal como está escrito y publicado en la primera página del Libro de Mormón. Con la indulgencia de su Señoría y los caballeros del jurado, esto lo digo:
Vi el ángel y oí la voz del cielo. ¿Como puedo negarlo? Aconteció durante el día cuando brillaba el sol en el firmamento, no de noche mientras dormía. El glorioso mensajero de lo alto, vestido de una túnica blanca, parado en el aire con una gloria sin comparación con ninguna cosa jamás vista en este mundo, ni el sol se le podía comparar, nos dijo que si negáramos aquel testimonio  no habría perdón ni en esta vida ni en el mundo venidero. ¿Como puedo negarlo? No me atrevo, ni lo haré nunca jamás." (Por Jack West)
Muy cierto, Oliverio Cowdery jamás negó su testimonio. En verdad, cuando estaba en su lecho de muerte, pidió que se acercaran todos los que mas quería, y con su último aliento, testifico de la veracidad del Libro de Mormón y que las planchas de oro existían en la realidad.

Fuente:
www.bibliotecasud.blogspot.com

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