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03 enero 2008

NOMBRES INUSUALES EN EL LIBRO DE MORMÓN


la de la foto es Cindia Escalante , analiza sobre los nombres que aparecen en el Libro de Mormón , después publico mas artículos sobre este increíble tema

NOMBRES INUSUALES EN EL LIBRO DE MORMÓN


CINDIA ESCALANTE MATTSSON

Filóloga. Universidad de Gotemburgo

Muchos son los estudios que se han realizado sobre El Libro de Mormón, sacado a la luz por Joseph Smith en el siglo XIX. Estos estudios intentan o bien corroborar la posible autenticidad del libro, es decir, que se trate verdaderamente de una recopilación de escritos de autores hebreos del año 600 A.C. que Smith tradujo de planchas de oro, o bien detractar su posible veracidad y demostrar que José Smith inventó el libro.

En 1950 Hugh Nibley publicó Lehi in the desert, un estudio analítico de las características de la expedición de Lehi y sus hijos desde Jerusalén, que es también el punto de partida del libro de Mormón, en el año en que Nabucodonosor invadiría la capital judía. Nibley hizo, entre otros, un estudio de los orígenes de los nombres extraños o inusuales de El Libro de Mormón. Tema que trataremos en este artículo.
Cuadro de texto:


Algunos críticos han afirmado que Smith pudo haber copiado los nombres que aparecen en El Libro de Mormón de la Biblia. En ese caso, no sería peculiar que existiese una gran cantidad de nombres hebreos y griegos en El Libro de Mormón. Si, por el contrario, los inventó, deberían ser nombres totalmente desconocidos. Coincidimos con Nibley en que si el libro es auténtico sus nombres también deberían reflejar las carasterísticas del pueblo israelita del 600 A.C. con influencias egipcias y retazos culturales árabes y babilonios.
El profesor Hugh Nibley

NOMBRES HEBREOS Y EGIPCIOS

La crítica ha sostenido que El Libro de Mormón estaba escrito en hebreo con caracteres egipcios. Sin embargo, Moroni (Mormón 9:32-34) observa que los nefitas habían alterado su egipcio escrito según su forma de hablar y que el hebreo había sido también alterado:

Hemos escrito estos anales según nuestro conocimiento, en los caracteres que entre nosotros se llaman egipcio reformado; y los hemos transmitido y alterado conforme a nuestra manera de hablar. Y si nuestras planchas hubiesen sido suficientemente amplias, habríamos escrito en hebreo; pero también hemos alterado el hebreo.

Como consecuencia, ningún otro pueblo conocía su idioma. No era ni egipcio ni hebreo. Moroni afirma que en caso de haber usado hebreo antiguo, que no es hablado por su pueblo, no hubiese habido imperfección en sus anales (Mormón 9:33) pero escribe ”en los caracteres que entre nosotros se llaman egipcio reformado”. Simplemente porque tomaba menos espacio al escribir. El egipcio se podía ecribir en menos espacio que el hebreo y, como además era la segunda lengua de Lehi -judío adinerado y orgulloso de su educación egipcia- no es de extrañar que Lehi no sólo escribiera y hablara egipcio sino que insitiera en que sus hijos hablasen también esta lengua. Sin embargo, la lengua de sus descendientes no sería ni hebreo ni egipcio sino una mezcla de los dos, siendo las dos lenguas corrompidas en el proceso hasta el punto de que ningún otro pueblo la conocía. Siendo así, los nombres hebreos y egipcios en El Libro de Mormón deberían componer a partes iguales la mayoría de los nombres del libro (además, encontraríamos elementos hititas, árabes y jónicos). Al menos, es lo que lo que deberíamos esperar encontrar según la información que recibimos de uno de los escritores, Moroni, cuando afirma que las dos lenguas se usaban igualmente entre ellos. Así pues, los nombres de los personajes de El Libro de Mormón deberían reflejar esta procedencia egipcia.

Lo extraño y la cuestión es cómo pudo Smith, un campesino sin estudios, tener conocimiento de estos nombres, ya que, sorprendentemente y, de hecho, coinciden con nombres egipcios.

He aquí algunos ejemplos :

Aha: nombre del primer Faraón y que significa ”guerrero”.

Aminadab: jefe de una ciudad cananea bajo domino egipcio.

Ammón: el dios universal del imperio.

Giddonah: el nombre egipcio de Sidón

Hem: hermano de Ammón

Helamán: ”en presencia de Ammón”

Korihor: sumo sacerdote de Ammón en Tebas, hacia el 1085 A.C.

Mantí: príncipe del Alto Imperio hacia el 650 A.C.

Paanchi: gobernador del sur de Egipto

Sam: título egipcio que significaba ”unificador de la tierra”

Zenoc: nombre propio egipcio, antiguo dios serpiente. (Nibley,1950)





Paiankh, hijo de Kherihor y Sumo Sacerdote Jefe de Ammón. Este nombre, en su forma ”Paankhi”, era el de dos gobernadores del sur, en el primero y quinto reinados de la Dinastía XXV. Es absolutamente idéntico al Paanchi de Helamán 13

(Hugh NIBLEY, 1950)




La forma egipcia del nombre ”Sidón” se pronuncia aproximadamente Djidonah (la ”d” muy fuerte), sugiriendo el nombre propio del Libro de Mormón ”Giddona”. La forma hebrea es muy común en el Libro (Max BURCHARDT, ”Altkanaanaischen Fremdworte”)





El título completo de Kherihor antes de ser rey en Tebas. En el Libro de Mormón (Alma 30), Korihor es enviado por Ammón, cuyo oficio de Sumo Sacerdote sobre el pueblo de Ammón tenía importantes funciones judiciales y políticas, para comparecer ante ”el sumo sacerdote y juez superior de la tierra”. Justamente esa autoridad combinada era ostentada por Kherihor en Egipto como Servidor Jefe (Hem) de Ammón. El Ammón del Libro de Mormón tenía un hermano llamado Hem.

NOMBRES ACABADOS EN –ÍAH

Como hemos indicado anteriormente, Smith tenía acceso al Antiguo Testamento y obviamente, los nombres hebreos de la Biblia podrían haber sido plagiados en el Libro de Mormón. Sin embargo, la abundancia de nombres propios acabados en -íah que el Libro de Mormón contiene, Moroníah, Nefíah, Zemnaríah, por ejemplo, no pudo ser deducida por José Smith de la Biblia. Las llamadas Cartas de Laquis, investigadas mucho después de su muerte (Torczyner 1938), revelan una especie de moda en poner nombres acabados en -íah entre los hebreos del tiempo de Lehi, en el año 600 A.C. Smith podía haber insertado en su libro, sin levantar sospecha alguna, nombres hebreos más comunes como, por ejemplo: Herzron, Menahem, Efer, Ezer, Lecah, Amnon, etc. (Nibley 1950). Curiosamente, el Libro de Mormón menciona el tipo correcto de nombres hebreos, a saber, los que eran modernos en aquella época.

DOS NOMBRES GRIEGOS

Al haberse escrito el Nuevo Testamento en griego podría Smith también haber plagiado los nombres griegos de esta parte de la Biblia. Sin embargo, los únicos nombres griegos que aparecen en el Libro de Mormón son Timoteo y Laconeo. Timoteo es un nombre jonio, y los griegos de la Palestina del 600 A.C. eran justamente jonios (el nombre hebreo para los griegos entonces era “hijos de Javanim”). Laconeo significa simplemente “procedente de Laconia”, y los laconios, que tenían colonias en Chipre, llevaban comerciando con los hebreos desde mucho antes de los tiempos de Lehi. Los contactos entre Palestina y el Egeo se iniciaron en el 1300 A.C., y proliferaban los mercenarios y los mercaderes griegos en Egipto desde el año 650 A.C. Justamente los mercernarios egipcios eran griegos (Nibley, 1950). Consecuentemente, el pueblo de Lehi no pudo evitar tener contactos con estos pueblos. Sobre todo, teniendo en cuenta que Lehi estaba educado según la cultura y tradición egipcia.

Debemos destacar que en El Libro de Mormón, todo lo que concierne a Egipto es estrictamente cultural. No se hace referencia ninguna del Faraón o del gobierno egipcio. Sólo de la cultura egipcia y especialmente de la lengua. Lehi, uno de los personajes principales de El Libro de Mormón, es un judío egiptófilo como debían de existir muchos en la época. El interrogante es cómo pudo José Smith, sin conocimientos de la cultura egipcia, inventar un personaje cuya educación y lenguas coincide precisamente con algo de lo que se tienen pruebas gracias a estudios realizados posteriormente a la publicación de su libro.

AUSENCIA DE NOMBRES ACABADOS EN –BEL O –BAAL

Como Nibley indica, no encontramos nombres en El Libro de Mormón con la partícula –baal, cuya transcripción biblíca es –bel. Existen nombres como Isaías, Benjamín, Aarón, Jacob, Ismael, etc., que también existen en la Biblia. Sin embargo, no existen nombres como Belsasar, Jezabel, Zorobabel, Asbel, Bela, Es-baal, Merib-baal, etc. (NIBLEY, 1950). Nombres que son biblícos de personajes hebreos. Para José Smith hubiese sido fácil, en caso de plagio, tomar alguno de estos nombres terminados en -bel. Sin embargo, no aparecen por ninguna parte de El Libro de Mormón. Curiosamente, en estudios posteriores a la publicación de dicho libro, se ha esclarecido el sentido del versículo 17 de Oseas 2, en el año 700 A. C., en el que el profeta Oseas había prohibido la continuación de los nombres con la partícula –baal (Oseas 2: 17). Además en el Papiro Elefantino, del 650 A. C. (OFFORD, 1917), podemos encontrar unos 400 nombres propios y ninguno con la partícula –bel. Estos documentos eran totalmente desconocidos por Smith y aún así, en El Libro de Mormón se cumple esta ley, una prohibición que data del siglo VII A. C.

LA PRONUNCIACIÓN DE LOS NOMBRES

Un dato que Nibley destaca y que no deberíamos pasar por alto y que tiene mucha importancia a la hora de utilizar los nombres de El libro de Mormón con miras filológicas es la forma en la que están escritos. José Smith tradujo el libro de planchas de oro y lo redactó a su escribiente, Oliverio Cowdery. ¿Cómo pudo José Smith saber cómo se pronunciaban estos nombres? Y si es que su escribiente los oyó, ¿cómo pudo saber transcribirlos fonéticamente? Debemos recordar que los nombres no fueron traducidos al inglés, como el resto del libro, sino que se mantuvieron como partes auténticas y originales en lengua nefita. De acuerdo con los registros que se conservan de entrevistas con personas allegadas a José Smith y Oliverio Cowdery, Smith nunca pronunció los nombres durante la traducción del libro ni Cowdery tuvo nunca que adivinar cómo se escribían. Los nombres fueron siempre deletreados por José Smith. Es por esta razón que no fueron alterados en la traducción.

FIGURAS POÉTICAS Y EXPRESIONES ARÁBICAS

No podemos dejar de considerar en esta reseña la existencia de figuras poéticas arábicas en El Libro de Mormón, figuras que no están en la Biblia, y que se explican por la proximidad cultural del grupo de Lehi con los árabes del desierto. La expresión “vapor de tinieblas”, que describe un fenómeno del desierto (1 Nefi 8:23), aparece en uno de los tempranos poetas árabes del desierto, al-Ajajj (AHLWARDT 1903), así como “un campo grande y espacioso, a semejanza de un mundo”, presente en la poesía árabe como maydân, que significa justamente “el mundo como campo grande y espacioso”; o la expresión “río de aguas”, que sólo emplearía un hombre del desierto, o la “fuente de aguas sucias”, que tiene su equivalente en el sayl árabe. Aparte hay otras figuras más sutiles, pero demasiado semejantes para ser consideradas casuales a la ligera: el vocativo “mormónico” “Oh, que tú...”, traduccíon literal del típico vocativo árabe Yâ laytaka; el juramento “Como vive el Señor...”, equivalente al juramento árabe wa hayat Allah, etc. etc.

No sólo nombres de personas, sino los nombres de lugares designados por la expedición de Lehi y sus descendientes presentan una exactitud etimológica difícil de inventar: Irreántum, que el mismo Libro de Mormón dice que significa “muchas aguas” (1 Nefi 17:5), es, en egipcio y en copto, justamente eso, “gran lugar que contiene agua” (SPIEGELBERG); Shazer, donde se muda el grupo de Lehi (1 Nefi 16:13-14), es una palabra común entre los árabes palestinos, que transcribiríamos como shajer, y que los árabes egipcios pronuncian shazher, lo cual significa “arboleda” (CONDER, 1876); Nahom, donde es enterrado Ismael (1 Nefi 16:34), presenta la raíz árabe NHM, con el significado básico de “suspirar, lamentarse”, cuando, casualmente, las hijas de Ismael “se lamentaron sobremanera a causa de la muerte de su padre” (1 Nefi 16:35; JAUSSEN, 1901).

EL SOPORTE: PLANCHAS DE ORO

Por último, José Smith indicó que El Libro de Mormón estaba originalmente escrito en planchas de oro. Si hubiese sido una invención suya, podía haber fácilmente afirmado que el libro había sido traducido de papiros egipcios, de tablillas de madera (como en algunos registros romanos) o de tablillas de arcilla, que eran los métodos de transcripción antigua más conocidos en aquella época. No obstante, Smith siempre sostuvo que los anales estaban escritos en planchas de oro. Aun habiendo testimonios escritos por testigos que afirmaban haber visto las susodichas planchas, la crítica se mostró escéptica a creer que planchas de ese tipo se hubiesen utilizado alguna vez para conservar y escribir registros. No fue hasta el siglo XX que se hicieron descubrimientos arqueológicos revolucionarios que apoyarían las afirmaciones de José Smith sobre las planchas de oro. Más de un siglo después de la publicación de El Libro de Mormón, publicado en el año 1830, se desterraron, entre otras, planchas de cobre hebreas del siglo XII A.C., planchas de oro con el registro real de Darío, planchas de bronce con textos en egipcio reformado en Byblos, planchas de metal con la Crónica Demótica de Egipto, sarcófagos con tablas de oro escritas en una lengua desconocida, etc. (ALBRIGTH 1939).

Como conclusión, apoyamos la parte de la crítica que sostiene que José Smith no pudo ni plagiar ni copiar los nombres de El Libro de Mormón . No existe la posibilidad de que, como hemos mencionado anteriormente, este joven sin estudios ni conocimientos de lenguas antiguas ni arqueología, pudiese haber inventado o plagiado estos nombres inusuales. Tampoco consideramos creíble que los hubiese podido escribir casualmente, por cuanto justamente estos nombres poco comunes siguen las leyes y modas que datan de muchos siglos A.C., conocimientos que no estaban ni al alcance de Smith ni de ninguna persona contemporánea a él, ya que se descubrieron gracias a estudios realizado muchos años después.

CINDIA ESCALANTE MATTSSON

Filóloga. Universidad de Gotemburgo

Bibliografía:

· W. AHLWARDT, Sammlungen alter arabischer Dichter. Berlín, Reuther & Reichard, 1903

· William ALBRIGHT, “A Hebrew Letter of the Twelfth Century”, Bulletin of the American Schools of Oriental Research, febrero 1939.

· Claude R. CONDER, “Notes on the Language of the Native Peasantry in Palestine”, Palestine Exploration Fund Quaterly, 1876

· Antonin JAUSSEN, “Chronique”, Revue Biblique 10, 1901:607

· Joseph OFFORD, “Further Illustrations of the Elephantine Aramaic Jewish Papyri”, Palestine Exploration Fund Quaterly, 1917.

· Hugh NIBLEY, Lehi in the desert, 1950.

· Hugh NIBLEY, Collected Works, Vol.5.

· Wilhelm SPIEGELBERG, Koptisches Handwörterbuch, 204, 258.

· Harry TORCZYNER, The Lachish Letters. Londres, Oxford University Press, 1938.

· El Libro de Mormón.

· La Biblia.

31 diciembre 2007

El Dr C. Wilfood Griggs ha previsto la notable semejanza del "arbol de la vida"



El Libro de Mormon comparado con otros Escritos de su época


El Dr C. Wilfood Griggs ha previsto la notable semejanza del "arbol de la vida" del libro de mormon y otros textos del siglo 7 d.C encontrados enterrados alrededor del Mediterraneo, Grggs repasó y observó que estaban mas cercanos y particularmente a los textos egipcios, el entonces comparó el sueño de Lehi con estos textos antiguos y concluyó que los relatos del libro de mormon , es altamente similares a los escrituras, de las tablas de metal dela literatura egipcia relacionada (ibid pag. 75)
El Dr H. W Nibley ha examinado 2 secciones de relatos del libro de mormon, el exodo de Lehi de Jerusalen y el minesterio de Jesucristo en la america, en un estudion reciente y rigorosamente comparó, las cartas de Lachis´h, descubiertas en 1935 con la historia de Lehi y encontró paralelos, verdaderamente asombrosas en forma geografica intima e incluso la mencion de nombres y de acontecimientos especificos, Nibley tambien comparó las escrituras cristianas tempranas llamadas literaturas de 40 dias con 3 Nefi en el libro de mormon y encontró otra vez paralelos notables (Ibid pag. 103).
El Dr Eugene England, ha hecho una comparacion de los detalles del viaje arabe de Lehi como se relata en el libro de mormon, publicado en 1830, con resultados culturales, geograficos subcecuentes, este estudio no reveló ninguna contradiccion si no todo lo contrario encontró correspondencia notable y numerosa, England desarrolló la exposicion de que el relato del viaje de Lehi (del libro de mormon ),que atraviesa la penisula arabiga, no la podría escribir alguien, en los años 1820s, de 20 detalles geograficos significativos que se describen en el libro de mormon, pero no conocidos en america en los tiempos de J.Smith sirve como evidencia de que el libro de mormon es un ducumento antiguo con informacion de primera mano (Ibid pag 143)
El Dr Wayne A .Larsen y el Dr Alvin Rencher, han divulgado sus resultados de un analises estadistico del estilo del libro de mormon, usando el analises de programa de compuatadora Wordprint, un metodo para determinar patrones subsecuentes idiocicraticos en las escrituras, de cualquier autor, concluye
1. El libro fue escrito por muchos autores
2. en ninguno de losl ibros que componen el libro de mormon, se asemeja a las obras literarias de los autores comunmente sugeridos como autores del libro de mormon en el siglo 19.
Es claro que todas caracteristicas idnarvertidas del libro de mormon descubiertas por Larsen y el relato de J.Smith y el apoyo fuete sobre el origen del libro de mormon
por Rencher Ibid pag,158

30 diciembre 2007

¿En el principio Dios se “reveló” a la Hispanidad?


¿En el principio Dios se “reveló” a la Hispanidad?
por David Elizalde

www.arbil.org/113hisp.htm

Los pueblos hispanos comparten desde mucho antes de su encuentro, una tradición, una cultura. En el Popol Vuh (o libro sagrado de los mayas) encontramos un prater cristianismo
La humanidad dividida
Hubo un tiempo en que le tocó a España unir dos civilizaciones que permanecían separadas físicamente (por el mar Océano) pero unidas trascendentalmente. En aquel momento los que dirigían los destinos de España basaban sus decisiones en la Biblia y las enseñanzas de Jesucristo. Dios se había “revelado” a ambos lados del océano, les había enseñado el camino, y no quería que sus hijos permaneciera sin encontrarse y no tuvieran la revelación completa.
En la zona norte de Centroamérica, en la región que ocupa actualmente Guatemala, existió un reino de la civilización maya, el Reino Quiché. Gracias a esta sociedad, podemos darnos cuenta de la “unión” que ya existía entre los habitantes del Viejo y el Nuevo Mundo, y muy especialmente en el destino que esperaba a los españoles y que desembocaría en la Hispanidad. Se halló una narración precolombina, basada en la tradición quiché, que trata de contar de alguna manera el origen del mundo, de la civilización, y diversos fenómenos de la naturaleza.
El Popol Vuh (o libro sagrado de los mayas)
Dicha narración se conoce como Popol Vuh o Popol Wuj (en lengua quiché se conoce como “Libro de la Comunidad” o “Libro del Consejo” – Vuh sería “libro” y Popol puede interpretarse como “comunidad, reunión, casa común” –). La primera versión escrita de la cual se tiene registro fue elaborada en lengua quiché utilizando caracteres latinos entre los años 1554 y 1558. Dicha versión permaneció oculta hasta 1701, cuando los mayas quiché de la comunidad de Santo Tomás Chuilá (hoy Chichicastenango, Guatemala) mostraron la recopilación de sus historias y mitología a un sacerdote dominico: el párroco Fray Francisco Ximenez, el cual, debido a que los caracteres del manuscrito eran latinos, pudo sumergirse en su traducción y descubrir su significado.
Se desconoce el original del Popol Vuh, pero sin duda debía ser una acumulación de jeroglíficos que los sacerdotes se dedicaban a interpretar con la finalidad de mantener vivos los orígenes de su pueblo y la base de su religión.
El Popol Vuh está dividido en cuatro partes:
La primera habla de la creación: los dioses crean el mundo, los primeros seres humanos (de madera, que posteriormente son convertidos en monos), y cómo los dioses destruyen al arrogante Vucub-Caquix.
La segunda parte narra historias de Hunahpú e Ixbalanqué; la tercera describe la creación de los primeros hombres reales (de maíz), cómo hablan el mismo lenguaje y posteriormente se dispersan; y la cuarta habla de la destrucción del Quiché y enumera las generaciones.
La Biblia maya
El libro sagrado por excelencia de los mayas guarda unas similitudes conmovedoras con la Biblia y la religión cristiana. El génesis del primer capítulo del Popol Vuh guarda conexiones incuestionables con el del Antiguo Testamento (libro sagrado para judíos y cristianos, y profético para los musulmanes).
Es digno de destacar al menos cuatro áreas de yuxtaposición entre la Biblia y el Popol Vuh:
1. La Trinidad: en el libro de los quichés se habla de tres personas celestes que siendo cada una de ellas un dios, entre todas ellas son un único dios (“el Corazón del Cielo”). Estas tres personas son Caculha Huracán, Chips-Caculhá y Raxa-Caculhá. Y entre las tres se ponen de acuerdo para provocar la creación, y crean al hombre para que les invoque y les adore.
2. La Creación: “todo estaba en calma, en suspenso, existía sólo el cielo y el Corazón del Cielo”, “llegó aquí entonces la Palabra”. Esto nos conecta con el Evangelio de San Juan en donde se dice que “en el principio existía la Palabra”. Los dos libros sagrados hablan de la Creación: “¡Qué se llene el vacío! …” (se dice a los quichés), y “haya un firmamento por en medio de las aguas …” (se exhorta a los judeocristianos). Los dos libros hablan de la voluntad de los creadores en que se haga la luz y aclare.
El orden creacional es idéntico en el Popol Vuh y en el Génesis: se separan las aguas, se crea la luz, las hierbas y la vegetación, se crean los animales, y finalmente se crea el hombre. “De tierra, de lodo, hicieron la carne del hombre” (aunque esta experiencia deberá repetirse al no lograr lo deseado) sentencia el Popol Vuh.
3. El Diluvio: “una inundación fue producida por el Corazón del Cielo”, “un gran diluvio se formó”, porque los nuevos seres eran altivos, vanidosos y frívolos, por lo que “enseguida fueron aniquilados, destruidos, …”. ¿No es acaso estremecedor este relato similar al del diluvio bíblico?
4. El Demonio: otro aspecto llamativo es la similitud con el Ángel Caído. Antes de la existencia del hombre “aún no había sol”, sin embargo había un ser orgulloso de sí mismo que se llamaba Vacub-Caquix, el Lucifer de los mayas.
La revelación divina
Las coincidencias del libro prehispánico maya con el Antiguo Testamento y en especial con el Génesis, hace que al que lo lee se le pongan los pelos de punta. Cotejando la Biblia con el Popol Vuh, se observa la existencia, en el inicio de los tiempos, de una fuente común de revelación divina. Pero ¿cuándo se separó este tronco común maya-judeocristiano?. La respuesta la encontramos en las migraciones espaciadas y muy diversas que llegaron al continente americano a lo largo del neolítico superior y a través del océano Pacífico, trayendo consigo un bagaje cultural propio.
Múltiples son las coincidencias entre ambos libros sagrados, lo que potencia aún más los lazos de unión que conforman la Hispanidad. Estábamos predestinados a alabar a Dios en comunión, los españoles del viejo mundo y los indígenas de allende los mares.
El adelantado Pedro de Alvarado probablemente no se cruzó con las enseñanzas del Popol Vuh, quizás tan sólo llegó a conocer a los ídolos mayas, suplantadores de la tradición del pueblo quiché, adoptados por las diferentes invasiones toltecas que recibió este pueblo creyente.
Cuando don Ramiro de Maeztu cita en el Preludio de “Defensa de la Hispanidad” el verso de Ovidio «Impetus ille sacer, qui vatum pectora nutrit», adivinamos que en ese ímpetu sagrado, que es la corriente histórica de que han de alimentarse los pueblos, simbolizaba (con los ojos puestos en nuestra epopeya católica) un ímpetu más alto aún, y que es el del Espíritu Santo
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David Elizalde

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