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04 octubre 2007

Un estudio sobre el lenguaje usado en El Libro de Mormón

Por John A. Tvedtnes.


Moroni, el último de los profetas que se hizo cargo del documento que conocemos como el Libro de Mormón, escribió: "hemos escrito estos anales según nuestro conocimiento, en los caracteres que entre nosotros se llaman egipcio reformado; y los hemos transmitido y alterado conforme a nuestra manera de hablar. Y si nuestras planchas hubiesen sido suficientemente amplias, habríamos escrito en hebreo; pero también hemos alterado el hebreo" (Mormón 9: 32-33).

Esto sugiere que, aunque los nefitas emplearon caracteres egipcios, el hebreo siguió siendo su lengua nativa mil años después de que sus antepasados hubieran salido de Jerusalén para asentarse en el Nuevo Mundo. En el artículo anterior, sugerí que probablemente escribieron un texto hebreo haciendo uso de caracteres egipcios, y mostré ejemplos de tales textos procedentes del antiguo Cercano Oriente. Siendo así, no nos debería extrañar que se encontraran indicios del original en hebreo en la traducción al inglés del Libro de Mormón. Uno de tales indicios se advierte en el uso de consonantes en los nombre del Libro de Mormón, las cuales coinciden con las usadas en hebreo (1).

Modismos hebreos

Algunas expresiones de las que se utilizan en el Libro de Mormón deben de haber parecido extrañas cuando se publicó en 1830, porque no están en buen inglés. Sin embargo, son expresiones válidas en hebreo, lo que nos da una idea de la lengua a partir de la cual tradujo José Smith.

Un ejemplo es lo que se denomina el "estado de construcción", en el que encontramos dos nombres hebreos, uno tras otro, con una estrecha relación gramatical. Por ejemplo, en inglés, se dice stone altar (lit. piedra altar, 'altar de piedra'), si bien en hebreo sería "altar piedra". Pero para poder reflejar, de manera correcta, la relación entre los dos nombres hebreos, es necesario decir "altar de piedra", aunque la palabra "de" no existe en el hebreo bíblico. Cuando el Libro de Mormón utiliza expresiones tales como plates of brass (lit. planchas de bronce) en vez de brass plates (lit. bronce planchas, 'planchas de bronce'), y mist of darkness (lit. niebla de oscuridad) en vez de dark mist (lit. oscura niebla), no hace sino reflejar el orden de palabras hebreo.

El acusativo cognato es un modismo hebreo en el que un verbo va acompañado de un objeto directo (acusativo) que se deriva de la misma raíz que el verbo. Algunos ejemplos del Libro de Mormón son: I dreamed a dream (lit. soñé un sueño), cursed with a sore cursing (lit. maldecidos con una grave maldición) (en vez de cursed sorely, lit. gravemente maldecidos), work all manner of fine work (lit. trabajaran toda clase de finos trabajos) (en vez de work well, lit. trabajaran bien), y judge righteous judgment (lit. juzgasen juicios justos) (en vez de judge righteously, lit. juzgasen justamente). Las expresiones de este tipo son redundantes en inglés, pero necesarias en hebreo.

Palabras con significado hebreo

Algunas de las palabras que se emplean en la traducción al inglés del Libro de Mormón reflejan un significado hebreo. Por ejemplo, Alma 49: 22 habla de "las piedras y flechas que les arrojaron". Mientras que el verbo "arrojar" tiene sentido en el caso de las piedras, para las flechas se utilizaría el verbo "lanzar". De hecho, el verbo hebreo yrh, que significa "arrojar" (por ej. piedras, como en Números 21: 30; Job 38: 6), también significa "lanzar" cuando se trata de flechas (ej. Éxodo 19: 13; 1 Samuel 20: 11; 20; 36-37; 2 Reyes 13: 17; 19: 32).

En 1 Nefi 1: 6, leemos que mientras Lehi "estaba orando al Señor, apareció una columna de fuego y habitó [dwelt] sobre una roca ante él". El término inglés dwelt normalmente implica mucho tiempo, por lo que habría sido mejor usar sat (lit. 'se sentó') o rested (lit. 'descansó'). Es significativo que el verbo hebreo ysb tiene ambos significados, "morar/habitar" y "sentarse". Por ejemplo, los hijos de Jacob "se sentaron a comer" (Génesis 37: 25), pero "Israel habitó en aquella tierra" (Génesis 35: 22). En ambos pasajes se usa el mismo verbo.

En Alma 13: 18, leemos que Melquisedec "era rey de Salem; y reinó bajo su padre". Para una mente inglesa, esto implicaría que Melquisedec gobernaba a la vez que su padre mientras éste todavía vivía. Pero no ocurre así en hebreo, en el que la palabra que significa "debajo" también quiere decir "en lugar de", como en Génesis 4: 25, donde Dios da a Eva otro hijo "en lugar de Abel, a quien Caín mató", o en Génesis 22: 13, donde Dios proporcionó a Abraham un carnero para sacrificarlo "en el lugar de su hijo" Isaac. En varios pasajes, se usa esta palabra para referirse a alguien que sirvió como rey en sustitución de su predecesor (1 Reyes 3: 7; 2 Reyes 14: 21; Jeremías 22: 11; 37: 1), igual que sucede en el pasaje del Libro de Mormón.

El primero de los que escribió el Libro de Mormón, Nefi, cuenta cómo obtuvo un documento, escrito sobre planchas de bronce, de una "tesorería" de Jerusalén (1 Nefi 4: 20, 24). Para el lector moderno, puede parecer extraño que se guardasen libros en una tesorería en vez de una biblioteca. Parecería más lógico guardar los libros en una biblioteca que en una tesorería. Sin embargo, los pueblos antiguos guardaban con frecuencia documentos en las tesorerías. Un solo pasaje bíblico, Ezra 5: 17-6:2, habla de una "casa del tesoro" que contenía documentos escritos. La palabra que se usa en arameo para "tesoro" en este pasaje es ginzayyâ, de la raíz que significa "guardar, ocultar" tanto en hebreo como en arameo. De la misma raíz es el término hebreo mishnaico gnîzah, que designa un depósito para rollos de sinagoga deteriorados, y gannaz, "archivero" o encargado de registros. La práctica de depositar rollos deteriorados en la tesorería de una sinagoga continúa en el judaísmo hasta hoy. Algunos pueblos antiguos, incluidos los griegos, guardaban documentos en sus tesorerías.

En el capítulo quinto de su libro, Jacob, hermano de Nefi, narra una parábola sobre un olivo plantado en un "viñedo". Lo más lógico sería que un olivo estuviera en un huerto y las vides en un viñedo. Pero de nuevo encontramos referencias antiguas según las que se plantaban árboles en los viñedos. El rey israelita Ahab le pidió a Naboth: "Dame tu viñedo, que yo lo pueda tener como jardín de hierbas (verduras)" (1 Reyes 21: 2). 
De manera similar, en los Cantares de Salomón 8: 11-13, el viñedo se considera como un jardín. Un capítulo antes, leemos que las granadas crecían en el viñedo junto con las uvas (Cantares 7: 12). En Lucas 13: 6-9, se habla de una higuera plantada en un viñedo. En la Mishnah judía (Zeraim 4: 1-8:1), leemos que los rabíes de hace dos mil años discutían sobre qué otras cosas se podían cultivar en un viñedo sin quebrantar la ley mosaica sobre las diversas especies. La mayoría pensaba que en un viñedo se podían plantar verduras, granos, y flores, con tal que hubiera suficiente espacio entre las varias especies. También trataban la cuestión de si se debían dedicar más cuidados a las vides que a los árboles, fueran frutales o no; a este respecto, mencionan tanto el olivo como la higuera (Zeraim 4: 1-8:1). La palabra que se usaba en egipcio antiguo para "viñedo" también significa "jardín", que unas veces se escribe con el determinante ideográfico de vid y otras con el de árbol. El escriba egipcio Any menciona doce vides que él plantó en su jardín, junto con 100 higueras, 170 datileras, y otras plantas.

Juegos de palabras hebreas

En ocasiones, hay pasajes del Libro de Mormón que tienen más sentido cuando nos damos cuenta de que en hebreo habría en ellos juegos de palabras. Uno de los más conocidos se encuentra en la historia de unos conversos lamanitas, a quienes los nefitas permitieron habitar la tierra llamada Jersón (ingl. Jershon). Este nombre, aunque no se documenta en la Biblia, posee un auténtico origen hebreo: la raíz yrs significa 'heredar', y el sufijo -ôn es un toponímico2. Es teniendo esto en mente como debemos interpretar las palabras de Alma 27: 22 ("y esta tierra de Jersón es la que daremos a nuestros hermanos por herencia"), Alma 27: 24 ("para que hereden la tierra de Jersón"), y Alma 35: 14 ("tienen tierras para su herencia en la tierra de Jersón").

Encontramos otro juego de palabras en 1 Nefi 16: 34, donde leemos "que murió Ismael, y fue enterrado en el lugar llamado Nahom. Y sucedió que las hijas de Ismael se lamentaron sobremanera a causa de la muerte de su padre". El nombre Nahom deriva, como resulta evidente, de la raíz hebrea nh.m, 'lamentarse, consolar'.

Nombres del Libro de Mormón

Algunos eruditos han investigado los nombres del Libro de Mormón y han señalado que muchos de ellos poseen etimología hebrea, incluso en los casos en que no aparecen en la Biblia. Así, por ejemplo, el nombre de Zarahemla, la capital nefita, procede del hebreo zerac-h.emlah, 'semilla/simiente de compasión'.

Ciertos nombres del Libro de Mormón hacen uso del gentilicio hebreo, que denota origen étnico o geográfico. En hebreo, -î es el sufijo gentilicio en masculino singular. En el Libro de Mormón se encuentra en nombres como Moroni ('moronita, de la tierra de Morón'), Lamoni ('lamanita'), y Muloki ('mulekita'). Mulek fue hijo de Sedequías, el último rey de Judá, por lo que es muy significativo que su nombre se derive de la raíz hebrea para "rey".

Hay unos pocos nombres en el Libro de Mormón, tales como Nefi, Paanchi, y Pahorán, que son de origen egipcio, y reflejan el hecho de que el libro se escribió originalmente con caracteres egipcios.

Formas poéticas hebreas

En el Libro de Mormón también se encuentran estructuras poéticas hebreas. Las dos formas más frecuentes son el paralelismo y el quiasmo. El paralelismo consiste en la repetición de un verso, a menudo sustituyendo elementos clave del mismo, mientras que el quiasmo (nombre que procede de la letra xi, X) es un paralelismo invertido, en el que el segundo verso se construye en orden inverso en relación con el primero. 

Veamos unos ejemplos de ambas estructuras, tomados de Isaías 2: 2-3:

El monte de la casa del Señor
a será establecido en lo alto de los montes,
a' y será exaltado por encima de las colinas;
b Y todas las naciones correrán a él.
b' Y muchas personas irán
y dirán, Venid, y subamos
c al monte del Señor,
c' a la casa del Dios de Jacob;
d y nos enseñará sus caminos,
d' y caminaremos por sus senderos;
e porque de Sión saldrá la ley,
e' y la palabra del Señor de Jerusalén.

Cada par de versos numerados contiene una construcción paralela. Así, en a-a', "será establecido" se corresponde con "será exaltado", y "lo alto de los montes" con "por encima de las colinas". En b-b', "naciones" se relaciona con "personas" y "correrán" con "irán". En c-c', "monte del Señor" tiene como correlato "casa de Dios". En d-d', "nos enseñará" está en relación con "caminaremos" y "sus caminos" con "sus senderos". Los versos e-e' constituyen estructuras quiásticas; en ellos, "de Sión", al principio de e, se corresponde con "de Jerusalén", al final de e', mientras que "la ley", que está al término del verso e, se halla en relación con "la palabra de Dios", que está al comienzo de e'.

El Libro de Mormón hace uso de estas dos antiguas formas poéticas y a veces sus quiasmos son bastante complejos. Seguidamente reproducimos uno de los ejemplos más sencillos de quiasmo, tomado del relato de la señal del nacimiento de Cristo que se encuentra en 3 Nefi 1: 15:

a porque he aquí, a la puesta del sol
b no hubo obscuridad;
c y el pueblo comenzó a asombrarse
b' porque no hubo obscuridad
a' al caer la noche.

En la época en que José Smith tradujo el Libro de Mormón, apenas se acababa de descubrir la presencia de quiasmos en la Biblia; de hecho, la mayoría de los eruditos en cuestiones bíblicas la desconocían, y no digamos la gente corriente. José Smith no sabía hebreo por aquel entonces; no obstante, su traducción al inglés refleja la estructura de la lengua hebrea. )Cómo es posible esto? Mientras que los no creyentes podrían atribuirlo a una mera coincidencia, los que aceptan la autenticidad del Libro de Mormón como un texto israelita antiguo también aceptan el testimonio, dado por José Smith, de que fue a través de la inspiración divina como sacó a la luz el Libro de Mormón para la gente de nuestra época.

Notas:

1. Ver John A. Tvedtnes, "A Phonemic Analysis of Nephite & Jaredite Proper Names", Newsletter and Proceedings of the Society for early Historic Archaeology No. 141, diciembre 1977.
2. En inglés, la J se pronunciaba antiguamente como Y, al igual que en Alemán.
(Traducido por Estrella La Font Díaz; Rama de Logroño de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días).

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Copyright © 2006, Book of Mormon Research.

¿Qué es El Libro de Mormón?

¿Qué es el Libro de Mormón? ¿Qué contiene? ¿Dónde fue escrito y por quién? ¿Cómo lo obtuvimos?... Algunas preguntas que contesta el siguiente artículo...
Autor: John A. Tvedtnes.
Traductora: Estrella La Font Díaz.

Uno de los libros más populares del mundo, después de la Biblia, es el Libro de Mormón. Desde que saliera a la luz, por vez primera, en 1830, se han publicado unos 78 millones de ejemplares en 94 idiomas; tan sólo en 1997 se distribuyeron más de cuatro millones de ejemplares.

La historia del Libro de Mormón comenzó en la primavera de 1820, cuando un chico americano de catorce años llamado José Smith fue a orar a un bosque que se encontraba cerca de la granja de su familia, en el estado de Nueva York, en Estados Unidos. Él explicó cómo Dios el Padre y su hijo Jesucristo se le aparecieron y dieron respuesta a las preguntas que tenía en lo tocante al tema de la religión. Este fue el principio de su llamamiento como profeta contemporáneo.

Tres años después, se encontraba de nuevo orando cuando recibió la visita de un ángel que le dijo que se llamaba Moroni. "Dijo que se hallaba depositado un libro," escribió José Smith más adelante, "escrito sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los antiguos habitantes de este continente [americano], así como del origen de su procedencia. También declaró que en él se encontraba la plenitud del evangelio eterno cual el Salvador lo había comunicado a los antiguos habitantes. (José Smith-Historia 1:34)

Se le dijo que las planchas de oro estaban escritas en egipcio reformado y que las habían escondido y enterrado en la ladera de una colina que se encontraba cerca del hogar de José, en una caja cuadrada de piedra cubierta por otra piedra redonda más grande. Con el registro se encontraba un antiguo pectoral que contenía dos piedras llamadas Urim y Tumim, que el Señor había preparado para ayudar a José Smith a traducir el antiguo registro. (En la época de la Biblia, los israelitas recibían revelación de Dios mediante el Urim y el Tumim, que el sumo sacerdote llevaba sujetos a un pectoral; cf. Éxodo 28:30. Números 27:21).

Los escritos que se encontraban en las planchas de oro narraban la historia de un antiguo profeta israelita llamado Lehi, que vivió en Jerusalén seiscientos años antes de Cristo. Dios avisó a Lehi de que se aproximaba la destrucción de la ciudad a manos de los babilonios y le dijo que se marchara con su familia y algunos amigos.

Vivieron en tierras deshabitadas por las que viajaron durante ocho años. Cuando llegaron al mar, probablemente en la costa sur de la península arábiga, el Señor les mandó que construyeran un barco en el cual navegaron hasta las Américas. La mayor parte de los estudiosos que aceptan el Libro de Mormón creen que ellos y sus descendientes habitaron principalmente en lo que actualmente es el sur de Méjico y Guatemala.

Una vez en el Nuevo Mundo, este grupo no tardó mucho en dividirse en dos naciones: una de ellas se llamó nefita, en honor del nombre de Nefi, uno de los hijos de Lehi; la otra se denominó lamanita, por ser seguidores de Lamán, hermano de Nefi. Durante los siglos posteriores se produjeron muchas disputas entre ambas. La mayor parte del tiempo los nefitas fueron justos y escucharon a una serie de profetas que predijeron la venida de Cristo y que explicaron detalladamente la Expiación que Él llevaría a cabo. Durante la mayor parte de su historia, los lamanitas no creyeron en Cristo, mientras que los nefitas guardaron por escrito su historia y sus creencias religiosas. El Libro de Mormón contiene un compendio de dichos escritos. 

Es debido a sus comentarios doctrinales acerca de la Expiación de Jesucristo por lo que se dice que el Libro de Mormón contiene "la plenitud del evangelio" (José Smith-Historia 1:34; Doctrina y Convenios 20:9; 27:5; 42:12; 135:3).

De las muchas historias de las que habla el Libro de Mormón, la más importante trata de cómo Cristo se apareció a su pueblo del continente americano después de su resurrección y ascensión a los cielos. Les enseñó los mismos principios que había enseñado a sus discípulos judíos del Viejo Mundo y organizó la iglesia entre ellos, eligiendo a doce discípulos, los cuales, según Él dijo, iban a ser juzgados, en los últimos días, por los doce apóstoles que Él había elegido durante su ministerio mortal en Tierra Santa. Aún antes de volver a su Padre, Jesús continuó revelando sus deseos a los discípulos nefitas. A su visita le siguió una era de paz durante la cual nefitas y lamanitas vivieron unos doscientos años como un solo pueblo.

Finalmente, la paz se vio desbaratada por el pecado y antes del cuarto siglo después de Cristo, volvieron a producirse nuevas guerras entre las dos naciones. Sabiendo que su pueblo iba a ser destruido pronto por los lamanitas, un profeta nefita llamado Mormón preparó un compendio de los anales sagrados de su pueblo y los dejó en las manos de su hijo Moroni para que los enterrara en un lugar donde Dios los preservaría hasta que otro profeta fuera llamado para traducirlos. Este era el mismo Moroni que, como ángel de Dios, se le apareció a José Smith 1.400 años después.

Los profetas que guardaron los anales que luego se convertirían en el Libro de Mormón testificaban de Cristo tanto antes como después de su venida. El primero de ellos, Nefi, escribió: "Y ahora bien, mis amados hermanos, y también vosotros los judíos y todos los extremos de la tierra, escuchad estas palabras y creed en Cristo; y si no creéis estas palabras, creed en Cristo. Y si creéis en Cristo, creeréis en estas palabras, porque son las palabras de Cristo, y él me las ha dado, y enseñan a todos los hombres que deben hacer lo bueno" (2 Nefi 33:10). Cien años después, en su prefacio, Mormón escribió que el propósito de este libro era "convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo, el eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones." Por esta razón en 1987, se le dio al libro el subtítulo de "Otro Testamento de Jesucristo."

Las planchas de las que se tradujo el Libro de Mormón fueron devueltas al ángel antes de que se publicara la traducción en inglés. Pero varias personas más las vieron y las tocaron. Entre estas personas hubo tres testigos, Oliverio Cowdery, David Whitmer y Martín Harris, que dieron testimonio de que el ángel Moroni les había enseñado las planchas y el pectoral con el Urim y el Tumim; testificaron que el ángel había pasado las hojas una a una para que pudieran ver los grabados que había en ellas; también declararon que habían oído la voz de Dios, proveniente del cielo, que les dijo que la traducción del registro era correcta. En otra ocasión, José Smith llevó a un grupo de otros ocho hombres al bosque, donde les enseñó las planchas y les permitió cogerlas y pasar las páginas. Todos estos hombres hicieron un relato escrito de sus experiencias, que aparece al comienzo del Libro de Mormón. Aunque, más tarde, algunos de ellos se indispusieron con José Smith y ya no le siguieron más, nunca negaron su testimonio, y muchos de ellos continuaron reafirmándolo hasta su muerte.

Durante el transcurso de la traducción del Libro de Mormón, José Smith y su escriba, Oliverio Cowdery, oraron en cuanto a algunas de las cosas que encontraron en el texto, como por ejemplo la necesidad de un bautismo realizado por la autoridad apropiada del sacerdocio. A José se le había dicho, en su visión de 1820, que esta autoridad se había perdido en la tierra, pero que sería restaurada en un futuro próximo. El 15 de Mayo de 1829, cuando estaban orando en el bosque, al lado del río Susquehanna, cerca de Harmony, Pennsylvania, José y Oliverio recibieron la visita de Juan el Bautista, ahora resucitado, quien había bautizado a Cristo unos dieciocho siglos antes. Juan puso sus manos sobre sus cabezas y les ordenó al Sacerdocio Aarónico, confiriéndoles así autoridad para bautizar. En el transcurso de algunas semanas después de este suceso, tres apóstoles de la antigüedad, Pedro, Santiago y Juan, vinieron y ordenaron a los jóvenes al Sacerdocio de Melquisedec, lo que les daba autoridad para imponer las manos y otorgar el don del Espíritu Santo, así como para volver a organizar la Iglesia de la antigüedad.

El seis de abril de 1830, se organizó oficialmente la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Fayette, Nueva York, reconociéndose a José Smith como profeta de Dios. Durante los años siguientes la iglesia creció y se restauraron varios oficios del sacerdocio; entre éstos se incluían los de apóstol, setenta, patriarca, obispo, élder, presbítero, maestro y diácono, todos los cuales se conocían en la antigua Iglesia Cristiana.

A partir de este pequeño comienzo, la Iglesia ha crecido hasta tener más de diez millones de miembros en más de 200 países. Casi la mitad de ellos se encuentran en América Latina y en las naciones que bordean al Océano Pacífico. Una cuarta parte de los miembros de la Iglesia son de habla hispana y se espera que, con el rápido crecimiento en la América Latina, el español llegará a ser algún día la lengua fundamental de la Iglesia. El portugués, el tercer idioma más utilizado entre los Santos de los Últimos Días, sólo se habla por uno de cada diecisiete miembros.

Frecuentemente a los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se les llama incorrectamente "mormones" porque creen en el Libro de Mormón; pero son seguidores de Jesucristo, no de Mormón que fue un siervo de Cristo. Aceptan tanto la Biblia como el Libro de Mormón, pero también creen en la revelación moderna. El octavo artículo de fe de la iglesia declara: "Creemos que la Biblia es la palabra de Dios hasta donde este traducida correctamente: también creemos que el Libro de Mormón es la palabra de Dios." El noveno artículo declara: "Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios."

Durante los próximos meses, examinaremos algunos de los contenidos del Libro de Mormón y los compararemos con lo que se conoce de la Biblia y con los descubrimientos históricos y arqueológicos que se han producido desde la época de José Smith. Comenzaremos viendo cómo el Libro de Mormón nos ayuda a entender la Biblia como registro histórico y como la palabra de Dios. Después de esto, estudiaremos el origen del Libro de Mormón, que compararemos con el de otros documentos antiguos que han sido descubiertos a lo largo del último siglo, como es el caso de los rollos de pergamino del Mar Muerto. Después examinaremos varios aspectos de las investigaciones actuales que se están haciendo sobre el Libro de Mormón, incluyendo sus orígenes lingüísticos y su relación con el antiguo Israel.

Nota biográfica

John A. Tvedtnes es director jefe de proyectos de la Fundación para la Investigación de la Antigüedad y de Estudios Mormones, que reside en Provo, Utah, Estados Unidos. Ha estudiado en la Universidad de Utah, la Universidad de Brigham Young, la Universidad de California (Berkeley) y la Universidad Judía de Jerusalén. Es licenciado en Antropología, y posee otros títulos universitarios en estudios del Oriente Medio y en lingüística; actualmente se encuentra terminado su trabajo de cara a la obtención del título de doctor en egipcio y lenguas semíticas. Nacido en Estados Unidos, el señor Tvedtnes también ha vivido en Suiza (un año), en Francia (un año y medio) y en Israel (ocho años y medio). Ha escrito cuatro libros y alrededor de 120 artículos; lleva diecisiete años ejerciendo la docencia universitaria en Israel y Estados Unidos.

Unidos en amor y testimonio: Un discurso del Elder John K. Carmack

"Los miembros de la Iglesia están unidos en Cristo por medio del amor y el testimonio. El sendero de esta dispensación que conduce a nuestro Salvador pasa por José y el Libro de Mormón".

Élder John K. Carmack
De los Setenta

Hace diecisiete años, durante la sesión del domingo por la tarde de la conferencia general, respondí a la asignación del presidente Hinckley de hablar en nombre de seis hermanos a los que recientemente se nos había llamado como Setenta. Me hallaba aguardando mi turno entre dos grandes apóstoles, los élderes Marvin J. Ashton y Bruce R. McConkie. Sentí su amor y apoyo mientras contemplaba con inquietud la congregación de santos reunidos en el Tabernáculo. Dicho sea de paso, hoy día el número es cuatro veces más grande. El élder Ashton, al percibir mis sentimientos, me susurró: "Sé que es una vista asombrosa, pero son sus amigos". Al ponerme de pie para discursar por primera vez, sentí el amor de los santos derramarse sobre mí, y desde entonces, en todas partes del mundo a donde nos han llevado mis asignaciones, mi esposa, Shirley, y yo hemos sentido ese mismo amor y hemos intentado corresponderlo.

La unidad de los santos es única y poderosa. La he visto y percibido prácticamente en cada continente y en las islas del mar. Esa unidad es uno de los motivos principales del progreso de la Iglesia; sin ella, fracasaríamos. Tal y como explicó Jesús: ". . .toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá"1. La división y las fallas abundan en el mundo, mas "uno somos todos, uno en verdad"2. Disfrutamos de esa unidad bajo la dirección espiritual de nuestro profeta. Nuestras posesiones, estado social o color de la piel no importan; el banquete del Evangelio está libremente al alcance de todos los que deseen participar de sus manjares. Jesús dijo a Sus discípulos: "Vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos"3. La Iglesia avanza tranquilamente en crescendo, al igual que una orquesta sinfónica se aproxima al punto culminante, fortaleciendo las comunidades a medida que crece.

Disfrutamos de esa unidad a través del amor; no podemos comprarla ni forzarla. Nuestro método consiste en "persuadir. . . y con sabiduría, amor y luz bendecir. . . Pero jamás la mente del hombre forzar"4. Cuando actuamos de forma diferente, reducimos nuestro derecho a que se nos reconozca como discípulos de Cristo. "En esto conocerán todos [los hombres] que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros"5.

Ese amor unificador viene combinado con nuestro testimonio personal. Si se les pidiera, casi cada miembro podría y accedería a compartir su testimonio en esta conferencia. Sí, estamos unidos en amor y testimonio.

Mi testimonio está edificado en las firmes convicciones de que el Libro de Mormón es verdadero y que Jesús es nuestro Salvador, un cimiento espiritual que me ha ayudado a resistir las tormentas de las dificultades y la duda. Comencé a leer el Libro de Mormón cuando era joven y he continuado aprendiendo y bebiendo de su espíritu con cada estudio.

Estuve en el último grupo de misioneros que fueron llamados antes de que las demandas de la guerra con Corea llamara a filas a nuestros jóvenes, y participé en cinco días de capacitación en la casa de la Misión Salt Lake, en la calle State. Uno de nuestros instructores fue Bryant S. Hinckley, un prominente líder de la Iglesia y un maestro estimulante que invitó a los misioneros allí reunidos a compartir los motivos por los que creían que el Libro de Mormón era verdadero. Yo me quedé asombrado por la gran variedad de razones que expusieron. En aquella ocasión sugerí que, aparte del testimonio del Espíritu, me había impresionado el número de nombres nuevos de personas, lugares, animales y cosas que había en el libro.

Cincuenta años después todavía me siguen impresionando esos nombres nuevos. Cuando los arqueólogos informaron sobre el descubrimiento de unas piedras en el sur de Arabia con el nombre "Nahom" grabado en ellas, presté mucha atención. Dichas inscripciones parecen datar del año 700 a.C. Leemos que Ismael fue enterrado en un lugar llamado Nahom, uno de los nombres que me impresionaron.

Sigue aumentando la evidencia de la autenticidad del Libro de Mormón. Durante su misión en Alemania, Jack Welch encontró unos versículos en el libro de Mosíah que formaban claramente un quiasmo o configuración de ideas en forma de X. Ese hallazgo evidenciaba una autoría antigua en vez de moderna, y los eruditos continúan encontrando y publicando nuevas reflexiones sobre lo que dice el libro y cómo lo dice. Un distinguido profesor de literatura ha publicado recientemente un estudio que ha hecho del Libro de Mormón durante su vida, detallando su sorprendente variedad de formas literarias6. Los estadísticos han descubierto evidencias de múltiples autores del libro; y aunque todas estas evidencias hayan contribuido a mi testimonio, el testimonio original y poderoso del Espíritu Santo ha permanecido firme e inquebrantable, y se ha repetido en muchas ocasiones.

También me pregunto si apreciamos plenamente el valor y la fortaleza del testimonio de los testigos que aparece publicado en cada ejemplar del Libro de Mormón. Oliver Cowdery, David Whitmer y Martin Harris vieron las planchas y el ángel, y José también mostró las planchas de oro a otros ocho hombres que las vieron y las palparon7. Dichos testigos no negaron sus testimonios, ni jamás han sido éstos impugnados. Los ocho testigos adicionales, de hecho, testificaron: "Hemos visto y sopesado [las planchas], y [José] Smith las tiene en su poder". Los testigos han sido importantes para mí. El Señor dijo a José que las declaraciones de éstos probarían "al mundo que las Santas Escrituras son verdaderas, y que Dios inspira a los hombres y los llama a su santa obra en esta edad y generación, así como en las antiguas"8.

Tras haber descubierto que el Libro de Mormón es verdadero, debemos preguntarnos: "¿Cuál es su mensaje?". Alma --y, a propósito, el profesor Welch afirma que recientemente se descubrió el uso antiguo de la palabra Alma--, al hablar al pueblo de Gedeón, hizo hincapié en el mensaje central del libro, y dijo: ". . .muchas cosas han de venir; y he aquí, hay una que es más importante que todas las otras, pues he aquí, no está muy lejos el día en que el Redentor viva y venga entre su pueblo"9. Sí, por supuesto, Alma. . . la venida de Jesús y Su Expiación, efectuada en Getsemaní y en la cruz, son de seguro más importantes que cualquier otro conocimiento que pueda obtener una persona. Y el Libro de Mormón es "Otro testamento de Jesucristo", como proclama su subtítulo.

Incluso antes de leer el Libro de Mormón, tenía un testimonio infantil de Jesús. La primera vez que fui consciente de Él fue cuando mi abuela Carmack, una artista conocida en su comunidad, me mostró la belleza de la puesta de sol en Arizona, y luego me preguntó: "John Kay, ¿quién creó este mundo maravilloso?"; y respondiendo a su misma pregunta dijo: "Jesús creó este mundo. Sí, Él lo creó". Por supuesto que mi abuela tenía razón; Jesús, el hijo de Dios, creó los mundos bajo la dirección del Padre10. Por cierto, los abuelos no deben subestimar la influencia que tienen en la vida de sus nietos.

La expiación de Cristo es la doctrina central, pero aún de mayor consuelo y beneficio ha sido lo maravillosamente accesible e individual que ha sido Su misericordia y ayuda en mi vida. Estas conocidas palabras encierran mis sentimientos sobre ese aspecto importante de la influencia y el ministerio de Jesús.
"En vida o muerte, salud o dolor,
a ricos y pobres que tengan su luz,
en mar o en tierra, en todo lugar,
de todo peligro os libra Jesús"11.
Durante esos momentos caóticos por los que parecemos pasar; cuando padecemos ansiedad o desesperación; cuando se nos malinterpreta o menosprecia; según se requiera, nuestro Salvador puede socorrernos y ayudarnos en momentos de necesidad, y lo hará. Su socorro nos da paz. ¿Acaso no dijo Él: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo"?12. ¡Ah, cuánto he precisado esa paz! Y la he recibido en condiciones diversas, según lo exigían mis circunstancias y mi situación.

Para concluir, los miembros de la Iglesia están unidos en Cristo por medio del amor y el testimonio. El sendero de esta dispensación que conduce a nuestro Salvador pasa por José y el Libro de Mormón13. Por ellos podemos saber que la relación que el Nuevo Testamento hace de Jesús es verdadera. Jesús es nuestro Salvador y Redentor. Debemos aprovechar toda oportunidad para proclamar: "Aleluya, ¡grande eres Tú!".

El presidente Hinckley es Su profeta en la tierra. Ésta es Su Iglesia. Ruego que nuestra unidad sea una evidencia al mundo de que somos discípulos Suyos. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Fuentes

1. Mateo 12:25.
2. "Con valor marchemos", Himnos, Nº 159.
3. Mateo 8:11.
4. "Know This, That Every Soul Is Free", Hymns, Nº 240.
5. Juan 13:35.
6. Richard Dilworth Rust, Feasting on the Word: The Literary Testimony of the Book of Mormon, 1997.
7. "El testimonio de ocho testigos", Libro de Mormón.
8. D. y C. 20:11.
9. Alma 7:7.
10. Véase Hebreos 1:1–2.
11. "Qué firmes cimientos", Himnos, Nº 40.
12. Juan 16:33.
13. D. y C. 5:10.

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