Interesante descubrimiento muestra detalles que sumados todos, unen y testifican de algo, la veracidad del libro de mormom
INSCRIPCIONES EGIPCIAS EN AMÉRICA
Con el paso del tiempo, los investigadores tenaces suelen obtener nuevas informaciones que enriquecen trabajos anteriores. Es el caso de Paul Gallez en relación a los antiguos egipcios en América, publicado en Predescubrimientos de América [Instituto Patagónico, Bahía Blanca, 2001, p.52 y ss.]. Dice el sabio belga-argentino: “en 1976, Barry Fell [América A.C. Los primeros colonizadores del Nuevo Mundo. México, Diana, 1983]dio su traducción de una inscripción trilingüe hallada en el túmulo funerario de Davenport, en Iowa, describiendo la celebración egipcia del Año Nuevo en el equinocio de marzo. Las tres lenguas son el egipcio, el ibero púnico y el libio. Esta lápida ha sido fechada alrededor del año 800 a.J.C., durante la XXIª dinastía (libia) de Egipto. Las expresiones referidas a la astronomía y a la religión en la escritura hierática egipcia no difieren más que en textos copiados por manos diferentes”.
Según la televisión francesa –escribe Paul Gallez-, una momia egipcia de la misma XXIª dinastía fue perfumada con tabaco y cocaína, dos productos típicamente americanos [“Predescubrimientos de América”, Bahía Blanca, 2001].
Un descubrimiento sensacional, también de Barry Fell, es el uso de signos jeroglíficos por los indios Micmac de Acadia, la parte del Canadá situada al norte del Maine y al sur del estuario del río San Lorenzo. Esta tribu, que pertenece al grupo algonquino (*), fue evangelizada en el siglo XVIII por el abate Maillard (**), quien escribió en jeroglíficos, para sus parroquianos, un catecismo, una historia religiosa, el rito de la misa, las oraciones principales y algunos salmos. Para sus compatriotas franceses, Maillard redactó en 1738 su Manuel hieroglyphicus Micmac. Se ha creído durante dos siglos que Maillard había inventado estos signos jeroglíficos para escribir las oraciones de sus fieles, pero en 1823, sesenta y un años después de la muerte de Maillard, Champolion empezó a descifrarlos. Ahora Barry Fell ha demostrado que estos jeroglíficos egipcios son muy similares a los de los Micmac. ¿Cómo pudo Maillard aprender la escritura egipcia antes que Champolion revelara su lectura e interpretación? Respuesta inevitable, sentencia Gallez: los Micmac conocían y usaban la escritura jeroglífica egipcia y la habían aprendido de los propios egipcios. Cómo y cuándo, si por colonización o de otra manera, son problemas sin resolver, pero haberlo planteado ya es un gran progreso para la ciencia. Lo cierto es que los algonquinos contemporáneos celebran cada año la llegada de sus ancestros a América por mar, pero no saben ni de dónde ni cuándo vinieron.
Evidencias científicas, arqueológicas, lingüísticas y culturales del Libro de Mormón

Busca en Nuestro Sitio
16 diciembre 2007
INSCRIPCIONES EGIPCIAS EN AMÉRICA
Etiquetas:
Egipto America,
Evidencia
13 diciembre 2007
El valle de lemuel y el Rio de Laman
Otro viejo argumento para atacar el Libro de Mormón siempre fue la geografía Arábiga que describía. Pero qué sorpresa cuando se fueron haciendo diferentes descubrimientos que sólo confirmaron la veracidad del Libro de Mormón
Francisco J. Ruiz de Mendoza
Universidad de La Rioja
EL VALLE DE LEMUEL Y EL RÍO LAMÁN
En el capítulo 2 del primer libro de Nefi, en el Libro de Mormón, se relata la primera parte del éxodo de la familia de Lehi, su huida, relativamente precipitada, de Jerusalén hacia zonas deshabitadas y, suponemos, donde la familia pudiera estar a salvo de posibles perseguidores que deseaban quitar la vida a Lehi. Según el relato, Lehi y los suyos descendieron “por los contornos de las playas del mar Rojo” y viajaron por el desierto “por los lados que están más próximos a este mar”, durante tres días (1 Nefi 2: 5). Entonces encontraron un valle situado a la orilla de un río que fluía constantemente e iba a desembocar (“desaguaba”) en el Mar Rojo (1 Nefi 2: 6, 8-9). Se ha especulado mucho acerca de la posible localización de este valle y río, especialmente porque comúnmente se ha venido aceptando -también en la época de José Smith- que en Arabia no existen ríos con caudal permanente (cf. Brown, 2002: 60). De hecho, si el Libro de Mormón hubiera sido escrito de manera fraudulenta por José Smith o alguno de sus contemporáneos, la referencia al valle y al río a tres días de distancia al sur de Jerusalén, con los conocimientos del momento, no era una opción nada inteligente.
Hoy en día se han identificado varios parajes que se adecúan, de una forma u otra, a lo descrito por Nefi en relación con su primer lugar de campamento. Uno de ellos es el Valle del Buen Nombre, con un río de caudal permanente que atraviesa las montañas de granito de la orilla oriental del Golfo de Aqaba, a unos cien kilómetros al sur de Aqaba, y que, a pesar de que actualmente se extrae un volumen importante de agua del mismo, todavía llega prácticamente a la orilla del Mar Rojo.
El valle es impresionante, por lo escarpado de su relieve, lo que dota de mayor contenido a las palabras de Lehi cuando le dijo a su hijo Lemuel: “¡Oh, si fueras tú semejante a este valle, firme, constante e inmutable en guardar los mandamientos del Señor”. Las mismas palabras habrían carecido de impacto para Lemuel en un paisaje menos impresionante. Pero aún hay algún detalle adicional muy significativo. Tengamos en cuenta, un versículo antes, las palabras de Lehi a su hijo Lamán: “¡Oh, si fueras semejante a este río, fluyendo continuamente en la fuente de toda justicia!”. El lector de los dos primeros capítulos del primer libro de Nefi, al llegar a ambos versículos no puede sino quedarse un tanto extrañado. ¿Por qué Lehi usa este tipo de lenguaje figurado? ¿Por qué pone el nombre de sus hijos mayores, Lamán y Lemuel, al valle y al río respectivamente?
La segunda pregunta se nos aclara más adelante, en el versículo 11: “Esto habló por causa de la dureza de cerviz de Lamán y Lemuel; pues he aquí, murmuraban contra su padre en muchas cosas, que era visionario, y los había sacado de Jerusalén, abandonando la tierra de su herencia, y su oro, y su plata y objetos preciosos, para perecer en el desierto [...]”. Evidentemente, Lehi estaba sumamente preocupado por la ínfima sensibilidad espiritual de sus dos hijos mayores, comparable a la de los judíos que buscaban matarle, y se esforzaba por encontrar la mejor forma de dejarles una impresión espiritual duradera, como se hace patente en un comentario posterior de Nefi (v. 14): “Y aconteció que mi padre les habló en el valle de Lemuel con poder, pues estaba lleno del Espíritu, al grado de que sus cuerpos temblaron delante de él, y los confundió, de modo que no osaron hablar contra él [...]”. Este comentario nos lleva a la primera pregunta, por qué Lehi usa lenguaje figurado y, en relación con este interrogante, por qué pone al río el nombre de Lamán y al valle el nombre de Lemuel.
En mi opinión, la respuesta tiene que ver con dos hechos: uno, la antigua costumbre de poner nombres nuevos a lugares que adquirieran algún significado especial, aun a sabiendas de que el nombre se perdería, como ya advirtiera Hugh Nibley en su obra Lehi in the Desert (p. 75-76), costumbre que muy difícilmente podía conocer José Smith; dos, el fuerte valor significativo de la forma de lenguaje figurado escogida por Lehi en esta ocasión, la de un símil basado en una vivencia específica de la familia (la presencia de un accidente orográfico imponente) que, además, incorporaba, como ya notara John Tvedtnes (1986: 64), un interesante juego de palabras que difícilmente se le pudo haber ocurrido a José Smith. En efecto, una de las palabras que se utilizan en hebreo para designar un río es nahar, cuya raíz (verbal) significa “fluir”; por otra parte, la palabra hebrea ‘eytan, correspondiente a 'valle', es también un adjetivo que significa 'perenne, duradero, firme'. Si Lehi escogió estos términos a propósito, “río” y “fluyendo”, del versículo 9, y “valle” y “firme, constante, e inmutable”, del versículo 10, son en el fondo palabras de la misma raíz, con lo que al juego conceptual provocado por el símil situacional se une, potenciándolo, un importante juego fónico.
Etiquetas:
Evidencia
08 diciembre 2007
Señales del nacimiento de Cristo (video)
Este video fue producido por miembros de la Estaca Chillán, Chile y cuenta el relato transmitido de generación en generación al interior pueblo Mapuche, pueblo originario que habitó gran parte del centro y sur de Chile, a partir del conocimiento que sus antepasados tenían sobre una noche en que no hubo obscuridad.
Este hecho corresponde a una de las señales del nacimiento de Cristo, mencionada en El Libro de Mormón, en 3 Nefi 1: 15 y 19. Señal que además había sido profetizada con anticipación por Samuel el Lamanita.
15 Y aconteció que se cumplieron las palabras que se dieron a Nefi, tal como fueron dichas; porque he aquí, a la puesta del sol, no hubo obscuridad; y el pueblo empezó a asombrarse porque no hubo obscuridad al caer la noche.19 Y sucedió que no hubo obscuridad durante toda esa noche, sino que estuvo tan claro como si fuese mediodía. Y aconteció que en la mañana el sol salió de nuevo, según su orden natural; y entendieron que ese era el día en que había de nacer el Señor, por motivo de la señal que se había dado.
Destacamos quer el personaje protagónico de este video es un mapuche auténtico, miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Etiquetas:
Videos
Suscribirse a:
Entradas (Atom)