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22 octubre 2012

Calzadas en el Libro de Mormón

El Libro de Mormón menciona “calzadas”, un término que podría considerarse muy moderno para ser mencionado en un libro de más de 2.000 años de antigüedad, sin embargo, la arqueología nuevamente confirma la historicidad del registro Nefita.
Autor: John Tvedtnes. 
Traductor: Antonio A. Caballero Prieto.


Pregunta:

¿Es anacrónico que se mencionen "calzadas" en el Libro de Mormón, (Helamán 7:10; 14:24; 3 Nefi 6:8; 8:13) considerando el conocimiento casi universal de que las primeras carreteras de América fueron construidas sólo después de la colonización del Nuevo Mundo por los europeos?

Respuesta:

Aunque en nuestro tiempo el término "calzada" hace referencia a carreteras bien pavimentadas para el tráfico de automóviles y camiones, su uso es anterior a la era moderna. De hecho, el término se usa 25 veces en la versión Reina-Valera (RV) de la Biblia, la cual fue traducida cerca de cuatro siglos antes de la invención del automóvil. A diferencia de nuestro uso moderno de la palabra, en las escrituras puede referirse a los senderos o rutas utilizadas para el tráfico de personas o de animales, aunque puede hacer referencia a carreteras mejoradas. Algunas de las calzadas mencionadas en 3 Nefi fueron destruidas y desmoronadas en el momento de la muerte de Cristo (3 Nefi 8:13), por lo que puede que los colonizadores europeos no las hubieran reconocido.

Excelentes y extensas redes de carreteras son bien conocidas en todo Centro y Sudamérica, algunas de las cuales concuerdan con la época del Libro de Mormón. Una calzada de superficie dura en la península de Yucatán, México y otra en Cerros fueron datadas al 300 a.C.. En Belice otra calzada se utilizó entre los años 150 y 50 a.C.. Al parecer los norteamericanos precolombinos de ciertas regiones estaban familiarizados con las carreteras o “calzadas”. Un nuevo erudito ha descubierto lo que parece haber sido un camino de 60 millas de largo que unía los centros ceremoniales Hopewell en Newark, Ohio, y Chillicothe. Una red mucho más pequeña de carreteras abarcó la región Anasazi del suroeste de Estados Unidos. Un erudito escribió que “en Yucatán fueron construidos caminos [Mayas] que reúnen todos los principios conocidos sobre la construcción de carreteras. . . La buena ingeniería y la minuciosidad de su construcción compiten con los famosos caminos del imperio romano o con las autopistas actuales. En la antigüedad, Chichén Itzá y todas las ciudades, fueran grandes o pequeñas, de la península de Yucatán, estaban vinculadas por una red de calzadas suaves y de superficie dura... esta tierra... Una vez tuvo las mejores carreteras del mundo."

Carretera Prehispánica de Guayabo, Centro América 
Comentario de un lector:

"Después de haber andado por muchos caminos fangosos de América Central, puedo dar fe de que en una cultura económicamente avanzada se tendrían que desarrollar caminos que pudieran hacer frente a las vacas y los caballos y no convertirse en un agujero de barro a la primera señal de lluvia; esto para que la economía pudiera tener alguna posibilidad de llegar a ser tan grande o tan dinámica como la que se describe en el Libro de Mormón".

Fuentes
  1. Enlace a la versión original: http://www.bmaf.org/node/412

19 octubre 2012

Nueva información acerca de Mulek, “hijo del rey”

¿Sabías que ha sido encontrada fuerte evidencia que apoya la existencia de un hijo del Rey Sedequías no mencionado en la Biblia, pero sí en el Libro de Mormón?
Autor: Robert F. Smith.
Traductor: Antonio A. Caballero.

"Ahora bien, no había tantos de los hijos de Nefi, o sea, tantos de aquellos que eran descendientes de Nefi, como de los del pueblo de Zarahemla, el cual era descendiente de Mulek, y de aquellos que salieron con él al desierto." (Mosíah 25:2)
Mulek, hijo de Sedequías, es mencionado muchas veces en el Libro de Mormón (ver Mosíah 25:2; Helamán 6:10; 8:21), pero no en la Biblia (por lo menos no de forma reconocible para las personas) hasta hace muy poco. Ahora algunos estudios bíblicos comparten la siguiente declaración del Libro de Mormón: El rey Sedequías tuvo un hijo llamado Mulek.

En el verano del año 586 a.C., cuando las tropas del rey Nabucodonosor se abrieron camino a través de las murallas de Jerusalén, Sedequías, rey de Judá y una gran compañía de guerreros, intentaron escapar durante la noche hacia el este, siendo alcanzados por las tropas babilónicas en las llanuras de Jericó. Presumiblemente muchos de ellos escaparon, pero el propio Sedequías fue capturado y llevado a la presencia de rey Nabucodonosor en Ribla (en el río Orontes, justo al sur de Kadesh, hoy en día llamado Siria). Allí, como condena por romper su sagrado juramento de lealtad hacia el rey, los babilonios forzaron a Sedequías a presenciar la ejecución de sus hijos capturados, le sacaron los ojos y le llevaron a Babilonia con cadenas de bronce (ver 2 Reyes 25:4-7; 2 Crónicas 36:13).

Sedequías cautivo en Babilonia

Según nos cuenta el Libro de Mormón, ese no fue el final de la historia. Un hijo [del rey Sedequías], llamado Mulek escapó (ver Omni 1:15-16; Helamán 8:21), aunque esos detalles permanecen en la sombra. Desde que [Mulek] llegara por primera vez a la tierra de Desolación, en la costa este (ver Alma 22:30-31; Helamán 6:10), probablemente viajaría a Mesoamérica a través del Mediterráneo, cruzando el océano Atlántico y atravesando el Caribe, posiblemente con ayuda fenicia.
La primera evidencia de la existencia y huída de Mulek, hijo de Sedequías, puede ser encontrada en 2 Reyes 25:1-10, donde se informa que Nabucodonosor y “todo su ejército” esparcieron “a todos los hombres” y “a todo el ejército [del rey]” y quemaron “todas las casas de Jerusalén”, y con “todo el ejército” destruyeron las murallas. Aunque, en el medio de todo esto, solamente en 2 Reyes 25:7 se omite la palabra todos cuando se hace referencia a la muerte de “los hijos” de Sedequías, dejando abierta la pregunta de si fueron o no asesinados todos sus hijos.

Recientemente los eruditos Bíblicos han tenido algunas cosas interesantes que decir sobre un personaje llamado Malaquías. Jeremías 38:6 habla de una "cisterna de Malaquías hijo de Hamelec . . . en el patio de la cárcel." pero este nombre Hebreo, MalkiYahu ben-hamMelek, debería de ser traducido "MalkiYahu, hijo del rey", la palabra hebrea melek significa "rey".
¿Sería este MalkiYahu uno de los hijos del rey Sedequías? Varios factores indican que sí lo era, por el hecho de que el título “hijo del rey” era usado a lo largo del antiguo oriente cercano para referirse a los hijos del rey que servían en la administración imperial como oficiales de alto rango [1]. Asimismo hay verdades en la Biblia como que los hijos de los reyes dirigían prisiones (ver 1 Reyes 22:26-27; Jeremías 36:26; 38:6) o realizaban otras funciones oficiales (ver 2 Reyes 15:5; 2 Crónicas 28:7). Por otra parte, en vista del hecho que el nombre MalkiYahu había sido encontrado en dos ostracones de Arad (al sur de Judea), el encargado del Departamento de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, Yohanan Aharoni, dijo lo siguiente: "MalkiYahu es un nombre común e incluso procedente de un hijo contemporáneo del rey Sedequías" [2].
Pero, ¿Fue éste MalkiYahu la misma persona que Mulek? Los estudios sobre estos nombres nos dicen que perfectamente podría haber sido él. Por ejemplo, en el caso de Baruc, escriba de Jeremías, la forma alargada de su nombre, BerekYahu, ha sido descubierto por Nahman Avigad de la Universidad Hebrea de Jerusalén en una imagen sellada [3]. En el documento de Jeremías a Baruc el nombre completo fue acortado.

Sello de Malkiyahu ben hamelek
En vista de esta abreviatura, como en tantos otros nombres bíblicos, no hay razón para que la abreviación de Mulek no fuera posible. Es más, la forma qult del Hebreo arcaico podría dar buena cuenta de ello, y lo cierto es que mulk aparece en ugarítico y en fenicio, significando “de la realeza, sacrificio principesco; Tofet [altar] de la promesa” (al igual que en púnico molk o en hebreo molek [ver Levítico 18:21; 2 Reyes 16:3]; sacrificio infantil [ver Hechos 7:43]), y el significado árabe "reinado, soberanía, dominios" (en amorreo Muluk así como en acadio y eblaíta Malik). Uno podría ser llevado inconscientemente a compararlo con el vocablo maya Muluk, el Bacab-rojo del este, a quien David H. Kelley lo relaciona con “sangre” y con “la devoración de niños” [4].
Recientemente un destacado especialista en el cercano oriente de la antigüedad (no mormón) declaró acerca de que el Libro de Mormón nombre a “Mulek” como un hijo de Sedequías, "Si a José Smith se le ocurrió eso, ¡lo hizo muy bien!" Agregó que las vocales en el nombre podrían ser explicadas como un estilo de pronunciación fenicio. Se encontró asimismo en acuerdo con que "MalkiYahu, hijo del rey" podría ser perfectamente un hijo del rey Sedequías, y que de hecho la abreviación del nombre podría ser Mulek [5].

Fuentes
  1. Anson Rainey, "The Prince and the Pauper," Ugarit-Forschungen 7 (1975): 427-32.
  2. Yohanan Aharoni, "Three Hebrew Ostraca from Arad," Bulletin of the American Schools of Oriental Research, 197 (February 1970): 22.
  3. Nahman Avigad, "Jerahmeel and Baruch: King's Son and Scribe," Biblical Archeologist 42 (Spring 1979): 114-18.
  4. David H. Kelley, "Calendar Animals and Deities," Southwestern Journal of Anthropology 16 (1960): 317-37.
  5. Basado principalmente en investigaciones de Robert F. Smith, febrero de 1984 y apoyado por Benjamin Urrutia en “Insights”, febrero de 1985. Para las últimas declaraciones sobre Mulek y los Mulekitas, ver “the entry on Mulekites” por Curtis Wright en “Macmillan's Encyclopedia of Mormonism” (1991) y un artículo de John L. Sorenson, "The Mulekites,"Estudios de la BYU 30 (verano de 1990):6-22.
  6. Enlace del artículo original: http://maxwellinstitute.byu.edu/publications/books/?bookid=71&chapid=806

17 octubre 2012

Jesús en América: más en documentos históricos

"¿Cómo los aborígenes americanos chilenos pudieron saber de Cristo?" - se preguntó el cronista jesuita Alonso del Valle. 
Autor: Álvaro Figueroa.


“La Histórica Relación del Reino de Chile”, obra escrita por el sacerdote Jesuita Alonso del Valle, es la primera crónica del país de Chile en ser llevada a la imprenta. Posterior a esta publicación se inicia una larga tradición de historiadores jesuitas que aportan grandes investigaciones por toda la América antigua.

El registro de Alonso del Valle está compuesto de ocho temas o libros. Centraremos esta investigación en el “Libro Octavo”, cuyo tema principal es “el principio y progresos que ha tenido la fe en el Reino de Chile”. En este libro están narrados testimonios vividos por el propio Alonso del Valle, quien relata un hecho en particular que lo hace llegar a una interesante conclusión. Cito: 

“Dice que aquellos indios tuvieron resurrección de los cuerpos e inmortalidad del alma; y el citado Garcilaso dice y prueba todo esto mucho mejor. De lo cual me parece se puede colegir que esta gente tuvo alguna noticia del evangelio aun antes que se la diesen los españoles, porque la fe de la resurrección de la carne es tan propia de él, que no parece que pudieran haberla rastreado por otro camino...” [1]

La conclusión del cronista Alonso del Valle una vez estudiados los conocimientos del Creador entre los indígenas Chilenos, es que estos de alguna forma ya tenían un conocimiento del evangelio antes que se lo enseñaran los españoles y que la llegada de la doctrina de Cristo al continente, en particular Chile, sin duda tuvo un fuerte impacto aquellos indígenas. La siguiente cita explica muy bien lo anterior:

“Acerca de la luz que estos indios hayan tenido de Cristo, Señor Nuestro o de su santa ley antes de la entrada de los españoles en sus tierras, no se cosa particular sino que lo que refiere Pedro Bercio, en su geografía, y es que pasando los holandeses por el estrecho de Magallanes, muy a los principios de su descubrimiento los indios de aquella costa los saludaron con el santísimo nombre de Jesús; lo cual parece que da a entender tenían muy de atrás alguna noticia de nuestro Redentor, porque aunque parece que se podía decir que estos indios hubiesen oído este nombre a Magallanes y los que le sucedieron, tan de paso con los indios y esos muy pocos, como queda dicho en su lugar, se les pegase tan presto este nombre y les quedase tan fijo en la memoria, y lo tuviesen tan familiar que saludase con él a los holandeses, particularmente los indios que se han visto en el Estrecho no habitan allí de ordinario , sino que van y vienen de la tierra adentro, y así no serán siempre los mismos los que se han visto de todos los que han pasado por el estrecho y comerciado con ellos, y así parece dificultoso que haya sido esta la ocasión que han tenido de aprender ese modo de saludarse particularmente que siendo herejes casi los más que han frecuentado esta carrera del Estrecho, tendrían los indios muy poco que aprender de ellos en esta parte. 
No se que fuera de esto y los argumentos generales que se han apuntado, de haber llegado Santo Tomás a la América y dado en ella luz de Cristo Señor Nuestro, y de su santa ley, haya otras conjeturas en particular que prueben hayan tenido los indios de Chile, ni los otros de aquel nuevo mundo, conocimiento de nuestra fe y cuando hayan tenido alguno, es cierto que estaba ya tan perdido y olvidado que era como si no fuese.” [2]

La única explicación plausible para el cronista, es que el Apóstol Tomás hubiese llegado hasta América en una fecha muy temprana y fuese él quien compartió el evangelio con los antiguos pobladores habiéndose esparcido su mensaje por todo el continente, pero aún así se cuestiona el hecho de que con el pasar del tiempo este rastro se hubiera perdido.

Como Alonso del Valle, una gran cantidad de cronistas registraron haber descubierto indicios de un conocimiento previo de las enseñanzas de Cristo en la temprana América; aborígenes que mantenían un conocimiento y que lo aplicaban a sus vidas ¿fue santo Tomás quien enseñó estas verdades a los ancestros del continente americano? o ¿fueron los profetas del Libro de Mormón quienes emprendieron esta tarea? Dos preguntas que aumentan nuestro interés y deseo de saber la verdad.

Sin embargo parece poco probable que el viajante Apostol Tomás haya en verdad efectuado un viaje trans-atlántico dado que la tradición cristiana temprana de Asia atestigüa que él fue martirizado y muerto en India [3]. Por ende debemos encontrar otra explicación. Y la actual explicación más razonable es que efectivamente aquellas fueron las reminiscencias culturales que dejaron tras de sí las enseñanzas del propio Jesús y la relación de Él con sus profetas cristianos del Libro de Mormón de los siglos inmediatamente anteriores a Cristo y después de él, en la América antigüa.

El Libro de Mormón nos entrega una manera de saber con certeza si esta posición es cierta. Está escrita en Moroni 10:4:

“Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas; y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo;”

¿Quieres saber la respuesta?, te aseguro que encontrarás la más grande y magnífica evidencia que jamás podrías encontrar, una respuesta de Dios a tu corazón.


Fuentes
  1. pág. 470 Histórica Relación del Reino de Chile, Alonso de Ovalle
  2. pág. 474, Histórica Relación del Reino de Chile, Alonso de Ovalle
  3. "Early references about the Apostolate of Saint Thomas in India, Records about the Indian tradition, Saint Thomas Christians & Statements by Indian Statesmen". Nasrani Syrian Christians Network. 2007-02-16.
Agradecimientos especiales a la hna. Mercedes Olivares, quien nos facilitó el libro “Histórica Relación del Reino de Chile” y nos indicó específicamente las citas expuestas en este artículo.

15 octubre 2012

El Libro de Mormón, un códice auténtico

El Libro de Mormón cumple asombrosamente con las características de forma, naturaleza y funciones de un auténtico códice mesoamericano.


Autores: Donald W. Parry, Daniel C. Peterson y John W. Welch.
Traductor: Antonio A. Caballero.



El registro nefita es un documento que se asemeja en su forma, naturaleza y funciones (de hecho, en los puntos característicos) a lo que cabría esperar de un antiguo códice mesoamericano, un tipo de documento que era completamente desconocido para José Smith.

En la época en la que vivó [José] Smith, el único objeto mesoamericano que había sido descrito por cualquier fuente en la lengua inglesa, algo parecido a un códice, era el "Calendario de piedra” azteca. Fue fotografiado en un libro de Humboldt publicado en Londres en 1814 [1], aunque por aquel entonces nadie le daba mucho sentido. Nada de lo sugerido por Humboldt arrojaba luz alguna sobre los documentos escritos por nativos americanos, ni los relacionaba con el Libro de Mormón. Además, la probabilidad de que el trabajo esotérico de los sabios alemanes hubiera sido accesible desde cualquier lugar en los Estados Unidos es extremadamente pequeña, excepto para un puñado de las mejores bibliotecas de la costa atlántica, a las cuales José [Smith] no tuvo acceso antes de que el Libro de Mormón fuera publicado. 


Códice Maya expuesto en el Museo de Copan, Honduras.
Agradecimientos por foto a Wjirling Phoenix

La sola idea de que un gran número de libros fueron escritos y preservados en cualquier cultura americana antigua era contraria a la noción universal sostenida por los ciudadanos, tanto alfabetizados como rústicos de los Estados Unidos, de que los "indios” sólo eran “salvajes". En Helamán 3:15, Mormón habla de "muchos libros y muchos anales de todas clases" entre su pueblo en el siglo I a.C., algunos conservados por lamanitas, aunque la mayoría por nefitas. Habían sido "transmitidos de una generación a otra " (v. 16). Los españoles observaron (en documentos que José Smith no pudo haber conocido) que un gran número de libros nativos (muchos guardados con gran reverencia como registros sagrados) estaban en uso cuando llegaron a México a principios del siglo XVI. El arqueólogo Michael Coe cree que "deben de haber habido miles de esos libros en la época clásica" (generalmente 300-900 d.C.) [2]. Sólo cuatro se han conservado de la zona maya. Pero en la década de 1820, ni siquiera los expertos conocían estos libros mesoamericanos. 

Nuestra información sobre el perfil del Libro de Mormón viene de las declaraciones hechas en dos cartas que escribió el profesor Charles Anthon, años después de que Martin Harris fuese a él con una muestra del exótico escrito que José Smith había copiado de las "planchas de oro". Lo que mostró, dijo Anthon, eran "caracteres singulares... dispuestos y colocados en columnas perpendiculares, y todo finalizado con el tosco trazado de un círculo, dividido en varios compartimentos y arqueado con varias marcas extrañas” [3]. Anthon comparó este perfil, en términos generales, a un manuscrito azteca, el único tipo de libro nativo que él conocía. Pero dichos libros aztecas, datados cerca del tiempo en que los españoles conquistaron México, no fueron considerados como "libros". Los registros más parecidos a los conservados por Mormón y sus antecesores eran de la zona de la lengua maya, y ninguno de esos se hicieron públicos hasta más tarde en el siglo XIX. El "Anthon transcript" (la muestra de caracteres copiado de las planchas) confirma su naturaleza "singular". Las marcas no se asemejan a ninguna escritura que resulte familiar para cualquier erudito de la década de 1830. De hecho, los paralelismos más claros son signos de un artefacto mexicano que no fue descubierto hasta la década de 1960 [4]. 

Curiosamente, los registros nefitas sobre planchas metálicas se usaban antiguamente para grabar los mismos tipos de elementos e información que fueron encontrados en registros de los nativos mesoamericanos. Poco o nada de ese contenido podría aparecer en cualquier libro escrito por un joven granjero de Nueva York: eventos clave que afectan al destino de los linajes gobernantes, las comunicaciones diplomáticas, anales de eventos registrados al final de cada año, las cartas de corresponsales, historia política, las cuentas detalladas de batallas y las guerras, las descripciones y la historia de las prácticas sagradas, los datos de la agenda, profecías, las aventuras de los héroes, genealogías y listas de tributo, entre otros [5]. Por otra parte, los diversos materiales se ordenan de manera intrincada a diferencia de lo que se encuentra en cualquier otro volumen escrito del siglo XIX, aun así, las partes tan dispares del registro nefita demuestran ser notablemente consistentes en cuanto a cómo fluyen y se interconectan [6].

Decenas de declaraciones que reflejan extrañas creencias religiosas y místicas, y símbolos exóticos son también encontradas en el texto del Libro de Mormón. Muchas de éstas son similares a las creencias y significados que encontramos en libros sagrados de la antigua mesoamérica, pero los modernos no lo reconocen, como: nociones de un océano subterráneo, montañas artificiales sagradas, un árbol santo en el centro de la tierra y canibalismo ceremonial [7]. 

El Libro de Mormón resulta ser el tipo de libro que ningún chico de granja neoyorquino del siglo XIX (incluso hoy) pudiera soñar con escribir o producir si lo tuviera. La información que sería necesaria, incluso para el más sofisticado de los eruditos o escritores de cualquier lugar, para acercarse a los libros que tenemos en nuestras manos, era simplemente inaccesible para cualquiera en la década de 1820. Los elementos mesoamericanos que conocemos ahora no salieron a la luz hasta mediados del siglo XX o más tarde. 

Fuentes
  1. Alexander von Humboldt, las investigaciones relativas a las instituciones y Los monumentos de los antiguos habitantes de América. . . (Londres: Longmans, 1814).
  2. Michael D. Coe, "Early Steps in the Evolution of Maya Writing", en “Origins of religious Art and Iconography in Preclassic Mesoamerica”, ed. Henry B. Nicholson (Los Ángeles: UCLA Centro de Publicaciones Latino-Americano, 1976), 110. 
  3. Citado por B. H. Roberts, en “A Comprehensive History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints” (Salt Lake City: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1930), 100-107; también en “FARMS staff, Martin Harris Visit with Charles Anthon: Collected Documents” en "Shorthand Egyptian" (FARMS [Foundation of Ancient Research and Mormon Studies], 1990), 16-18. 
  4. Véase David H. Kelley, "A Cylinder Seal from Tlatilco, American Antiquity” 31/5 (1966): 744—45; y Carl Hugh Jones, "The 'Anthon Transcript' and Two Mesoamerican Cylinder Seals” en " Newsletter and Proceedings of the Society for Early Historic Archaeology” 122(Septiembre 1970): 1—8. 
  5. Véase John L. Sorenson, "The Book of Mormon as a Mesoamerican Record", en “Book of Mormon Authorship Revisited”, ed. Noel B. Reynolds (Provo, UT: FARMS, 1997), 391-522. 
  6. Véase, por ejemplo, Melvin J. Thorne, "Complexity, Consistency, Ignorance, and Probabilities," en “Book of Mormon Authorship Revisited”, ed. Reynolds, 179-94, y John W. Welch, "Textual Consistency," en “Reexploring the Book of Mormon”, ed. John W. Welch (Provo, UT: FARMS, 1992), 21-23. 
  7. Véase John L. Sorenson, "The Book of Mormon as a Mesoamerican Codex, "Newsletter and Proceedings of the Society for Early Historic Archaeology” 139 (Diciembre 1976): 1—9.
  8. Enlace del artículo original: http://www.bmaf.org/node/447

11 octubre 2012

Extranjeros barbudos en Mesoamérica

Interesante evidencia arqueológica de indígenas con rasgos físicos hebreos en Mesoamérica en el siglo IV a.C, coincide con el tiempo de los hebreos nefitas.

Autor: V. Garth Norman.
Traductor: Joel Molina.

Registro Maya, encontrado
en Iximch, Guatemala

Antropólogos americanos, sumergidos en la teoría de la evolución aislacionista en el origen y desarrollo de las antiguas civilizaciones americanas, tienden a evitar el tema de los importantes contactos transoceánicos del tipo registrado en el Libro de Mormón. Sin embargo, la fallecida historiadora de arte mesoamericano, Tatiana Proskouriakoff, publicó un artículo en 1968 en el cual reconoció figuras preclásicas barbudas en la escultura de La Venta (a fines del período Olmeca-Jaredita y principios del período Mulekita) como “extranjeros barbudos”. Sin embargo, no sugirió una obvia procedencia Medio Oriental debido a la falta de evidencias más concretas, siendo que los exploradores mar-oceánicos del mediterráneo y el atlántico fueron vitales para establecer vínculos comerciales con esa civilización. Muchas figuras barbudas que datan de los primeros tiempos nefitas son prominentes en las esculturas que están en Izapán como también en La Venta (por ejemplo, Estelas de Izapa 5, 11, 67; Estela de La Venta 3 y Altar 3).

Es un hecho que los indios americanos no tenían tanto vello facial como para que les creciera barba [1]. Así que, ¿cómo se explica que existan numerosas esculturas y retratos de terracota de indios barbudos? Considerando su importancia, tendría que haber otra raza predominante dentro de las culturas avanzadas de Mesoamérica que dejó de existir. Una explicación lógica es presentada en el declive de los pueblos nefitas del Libro de Mormón. Mormón siendo un descendiente puro de Lehi (3 Nefi 5:20), implica que un importante número de la población nefita mantuvo sus rasgos medio-orientales. Nefi también vio en una visión que su posteridad sería destruida en la guerra con los lamanitas cuatro generaciones después de la venida de Cristo (1 Nefi 12:19-20). La muerte del pueblo de Mormón en la guerra y la mezcla de los sobrevivientes con la población mesoamericana lamanita dominante, debe haber agotado el gen “barbudo“ para cuando los españoles llegaron y conquistaron en Mesoamérica en el siglo XVI.

Diane Wirth (1986:32) citó una importante investigación de Alexander Von Wuthenau (1969:a2): 
“Empecé un intenso estudio de las cabezas de terracotas precolombinas. Lo que yo buscaba eran las típicas cabezas ‘indígenas’. Pese a ello, no pasó mucho tiempo en que no pude descubrir las típicas cabezas indígenas, sino solamente descubrí cabezas de aquellos ‘indígenas originales’. Las primeras figuras que encontré tenían características mongoloides, y todo tipo de gente blanca, especialmente de raza semita con o sin barba. Lo que se considera ‘indígena genuino’ se desarrolló solamente, hasta donde yo soy capaz de juzgar, sobre estas representaciones de terracota, al principio y a mediados del período clásico, y probablemente derivaron de otras formas originales.” [2]
Kirk Magleby en un artículo de la FARMS hizo un análisis de más de 230 figuras barbudas del arte mesoamericano y encontró una distribución importante en la zonas de alta civilización. Aunque las figuras barbudas datan de todos los períodos de tiempo, Magleby encontró que eran más frecuentes durante el tiempo del Libro de Mormón antes del 300 a.C y relativamente poco frecuentes en los tiempos de la llegada española.

Registro Precolombino encontrado en
Veracruz, Cerro de las Mesas, México

Piedra tallada descubierta en Monte Albán, México

Fuentes
  1. Wirth 1986, p. 29, citando a Sylvanus G. Morley, 1956, p. 23.
  2. Alexander Von Wuthenau (1969:a2)

09 octubre 2012

Las siete tribus primitivas de Mesoamérica

¿Existen registros de la Antigua América que coincidan con tradiciones narradas en el Libro de Mormón?
Autor: Diane E. Wirth, MA.
Traductor: Antonio Caballero.


En el Libro de Mormón se describen a las siete tribus como una evolución de las familias que vinieron al Nuevo Mundo provenientes de Jerusalén. La primera mención de estos grupos de linaje es alrededor del 544 a.C., cuando las tribus fueron individualmente llamadas como nefitas, jacobitas, josefitas, zoramitas, lamanitas, lemuelitas, e ismaelitas (Jacob 1:13). Casi 700 años más tarde, estas divisiones tribales patriarcales fueron mencionadas de nuevo, indicando la naturaleza duradera de esta tradición (4 Nefi 1:38). Con el paso del tiempo, el orden de los nombres sigue siendo el mismo, la última referencia aparece en Mormón 1:8, poco antes de la desaparición de la nación nefita como resultado de la guerra. De estas escrituras sabemos que las siete familias fueron recordadas en un lapso de 866 años en el Libro de Mormón. No se puede empequeñecer la importancia de estos linajes, ya que incluso se mencionan en Doctrina y Convenios 3:17-18.

Antes y después del fin de la nación nefita en el año 385 d.C., la genealogía seguía siendo extremadamente importante para las culturas mesoamericanas. Las antiguas tradiciones, transmitidas oralmente de una generación a otra, hablaban de sus antepasados, los cuales eran parte de las siete tribus primitivas. Estas leyendas mesoamericanas están registradas en murales, estelas, monumentos y en códices, y fueron recitadas fortuitamente a los clérigos españoles, quienes crearon un registro de las diferentes versiones.

Bernardo de Sahagún observó que los nativos equiparaban el simbolismo descrito en las siete cuevas, con el de barcos, y sugirió que estas tribus cruzaron las aguas en busca de un paraíso terrestre. A propósito de esto, escribió:

“En cuanto al origen de estos pueblos, en el informe que ese anciano [del centro de México] da es que llegaron por mar… en algunos barcos de madera…. Sin embargo se conjetura, por una información encontrada entre todos estos indígenas, que venían de siete cuevas y que estas siete cuevas son los siete navíos o galeras en las que los primeros pobladores de estas tierras llegaron…"[1]

¿Están los Hopi relacionados con los mayas? Según dice Frank Waters, los “hopis vivieron primeramente en siete puesivi o cuevas”. De allí emigraron hacia el norte, estableciendo a su gente y sus pueblos en concordancia con los nombres de las “cuevas o cavernas-útero” [2]. Estos acontecimientos pueden referirse al Periodo Clásico Tardío de Mesoamérica cuando muchas personas se mantenían en movimiento, a causa de las guerras, las enfermedades y el hambre que asolaban gran parte de Mesoamérica. Pero por la misma razón, el mito puede ser comparado con épocas anteriores, con acontecimientos que se remontan a los mitos de las tempranas llegadas al Nuevo Mundo a través del mar.

Izapa, Chiapas y México cuentan con muchas estelas hermosas e interesantes. La estela 67 parece retratar a un hombre barbudo en un barco, montando una ola invertida del océano. La ola invertida enseña acerca del inframundo acuático donde los muertos entran y el renacimiento tiene lugar.

Según Garth Norman, autor de Izapa Sculpture, la Estela 67 puede aludir a una migración de personas procedentes de una tierra de más allá del mar. Él sugiere que las tradiciones de los Mayas Quiché, sobre viajar en la oscuridad, pueden referirse al viaje por el inframundo acuático para llegar a esta tierra [3]. No sería descabellado comparar el vasto mar por el que viaja un barco con el inframundo y el barco con un portal desde el cual se sale de ese angustioso lugar para llegar a la luz del mundo actual. Desembarcar en tierra desconocida puede ser interpretado como el nacimiento en un mundo nuevo o nueva era, y por lo tanto entrar en la categoría de mito de la creación, el inicio de los linajes, la aparición del hombre primitivo, y así sucesivamente.

El clasificador numeral de cuevas en yucateco es “ak”, que forma parte de la palabra aktun “cueva”. El clasificador “ak” también se utiliza para palabras tales como: canoas, botes, casas y contenedores [4]. Todas estas palabras tienen relación con cosas que mantienen a las personas y los objetos en entornos seguros. Las estelas 3 y 6 en Izapa muestran representaciones de barcos ilustrados como elementos en forma de U. En cada caso, el barco está en el aire, significando posiblemente: el vehículo que transporta al mesoamericano fallecido a los cielos. Esto es similar a la barca solar de la mitología egipcia, la cual baja por el río que está en el cielo, la Vía Láctea. En cualquier caso, el barco está en el símbolo con forma de “U” de la matriz [5].

Aunque la leyenda de las siete cuevas proviene principalmente de los pueblos mexicanos de habla náhuatl, hubo una adopción generalizada de este mito entre otros pueblos, como es evidenciado por los Mayas Quichés. Tulán Zuyua o vukub pek, vukub Zivan “siete cuevas, siete cañones”, es mencionado en el Popol Vuh [6].



“Siete cuevas, siete cañones”


“Siete lugares de matorrales o huecos”
                               
La tumba del sumo sacerdote de Chichén Itzá en Yucatán también sustenta la creencia en este mito originario de pueblos situados en una zona de habla no náhuatl. Al igual que en la tierra de origen de los Quiché, el nombre original de Chichén Itzá ha sido Ucil-Abnal, “Siete Lugares de matorrales o huecos” [7].

Los anales de los Cakchiqueles, una historia Maya, se refieren una y otra vez a las siete tribus primitivas como los colonizadores originales que vinieron del otro lado del mar [8].

¿Hacen referencia estos documentos de las siete tribus, así como los otros mencionados aquí, al concepto largamente mantenido, de representar a los siete linajes mencionados en el Libro de Mormón? Sólo podemos especular que este sea el caso. Lo que sí sabemos es que después de la época del Libro de Mormón, esta leyenda ha formado parte de la tradición oral de los indígenas Mesoamericanos desde hace muchos, muchos años.

Fuentes


  1. Bernardino de Sahagún, Historia General de las Cosas de Nueva España, Introducción al Primer Libro, México, 1946, citado en “La Arqueología y el Libro de Mormón” por Milton R. Hunter (Salt Lake City: Deseret Book Company, 1972), 44. 
  2. Frank Water, México Mystique (Chicago: Swallow Press, 1975), 168-170 
  3. V. Garth Norman, Izapa Sculpture, Parte 2 (Provo: New World Archaeological Foundation, Universidad Brigham Young, 1976), 154-158. 
  4. Andrea J. Stone, images from the Underworld: Naj Tunich and the Tradition of Maya Cave Painting (Austin: Prensa de la Universidad de Texas, 1995), 35. 
  5. Véase el Capítulo VIII de Parallels: Mesoamerican and Ancient Middle Eastern Traditions, por Diane E Wirth (St. George, UT: Stonecliff Publishing, 2003). 
  6. Denis Tedlock, Popol Vuh: The Definitive Edition of the Mayan Book of the Dawn of Life and the Glories of Gods and Kings (Nueva York: Simon and Schuster, 1985), 360. 
  7. Ralph L. Roys, “Imperios indígenas de Yucatán”, en Revista Mexicana de Estudios Antropológicos 20:153-177. 
  8. The Annals of the Cakchiquels, traducido del maya cakchiquel por Adrián Recinos y Delia Goetz (Norman: Universidad de Oklahoma, 1953), 59, n.59. 
  9. Enlace artículo original: http://www.bmaf.org/node/213

05 octubre 2012

El escrito hebreo más antiguo de la historia es mezcla con egipcio

¿Sabías que el escrito semita más antiguo que se ha descubierto es hebreo antiguo mezclado en jeroglificos egipcios? Una evidencia más para el Libro de Mormón.

Autor: Israel González


El Libro de Mormón nos presenta, en sus primeras páginas, a hebreos que dominaban el lenguaje egipcio. La evidencia del contacto literario entre las culturas egipcias y hebreas no es evidente para el público en general. Bajo ese desconocimiento, muchas veces, se presenta la premisa que es contradictorio que hebreos supiesen escribir en egipcio e incluso mezclen el hebreo y el egipcio. El Libro de Mormón, ya para el siglo VII a.C. muestra a hebreos reformando el egipcio y escribiendo textos religiosos en éste.

Hace muy pocos años, la Universidad de Jerusalén confirmó que unos textos que por muchos años se supusieron de un egipcio antiguo, fueron confirmados como proto-hebreo y consecuentemente traducidos. Estos textos se hallaron en las pirámides del Rey Unas y datan desde el tercer milenio antes de Cristo; lo cual presenta una evidencia del uso conjunto entre egipcio y hebreo aún varios siglos antes del siglo VII a.C.

“Prof. Steiner, miembro destacado del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad Hebrea de Jerusalén y de la Academia de la Lengua Hebrea, ha descifrado una serie de textos semitas en varias secuencias de jeroglíficos egipcios durante los últimos 25 años. En su conferencia en la Universidad Hebrea [de Jerusalén], proporcionó la interpretación de pasajes semitas en los textos egipcios que fueron descubiertos con hace más de un siglo, inscritos en los muros subterráneos de la pirámide del rey Unas en Saqqara, en Egipto. La pirámide data de la 24 ª siglo aC. Los egiptólogos están de acuerdo en que los textos son más antiguos. Las fechas propuestas que oscilan entre el 25 y el 30 siglos antes de Cristo. No hay textos semíticos uniformes que en este período hayan sido descifrado antes de éste nunca ...
"Este hallazgo debiese ser de gran interés para los historiadores de la cultura", dijo el profesor Steiner. "Los lingüistas también estarán interesados ​​en estos textos. Muestran que el proto-cananeo, el ancestro común de los fenicios, moabitas, amonitas y hebreos, existía ya en el tercer milenio antes de Cristo como idioma distinto al arameo, ugarítico y el semítico. Éstos proporcionan la primera evidencia directa de la pronunciación del egipcio en este período temprano". Los textos también serán importantes para los estudiosos bíblicos, ya que arrojan luz sobre varias palabras raras en la Biblia - dijo. 
Este es un descubrimiento sensacional, dijo Moshe Bar-Asher, Bialik Profesor de Lengua Hebrea en la Universidad Hebrea y el presidente de la Academia de la Lengua Hebrea. "Es la primera certificación de una lengua semítica, en general, y el proto-cananea, en especial".[1]
Fuentes
  1. The Hebrew University of Jerusalem. "Earliest Semitic Text Revealed In Egyptian Pyramid Inscription." ScienceDaily, 30 Jan. 2007. Web. 5 Oct. 2012.

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