Busca en Nuestro Sitio

26 junio 2011

Caballos Indígenas


Rocío Betelu Jeldez, de Argentina realizó la traducción de este excelente artículo sobre caballos en la América antigua, contestando cualquier duda sobre su existencia en la época del libro de Mormón, ya que desde la época de José Smith se creía que los caballos fueron introducidos por los Españoles a este continente. Del mismo modo, quienes aun desconocen esta evidencia, siguen pensando lo mismo.
El artículo fue escrito por el investigador Daniel Johnson, autor del libro "An LDS Guide to Mesoamerica" quien amablemente nos autorizó a traducir y publicar esta investigación y otras que próximamente estarán disponibles al lector. Además, Daniel nos impartió recientemente una interesante Charla online desde EE.UU. sobre "Mesoamerica y El Libro de Mormon".


Comparaciones del Libro de Mormón

Caballos Indígenas

Por Daniel Johnson
Traducción: Rocio Beteul Jeldez Argentina

“Y ocurrió que encontramos en la tierra de promisión, mientras viajábamos por el desierto, que había animales de toda especie en los bosques, tanto la vaca como el buey, y el asno, y el caballo, y la cabra, y la cabra montés” (1 Nefi 18:25).

Con estas escasas palabras, Nefi provocó una larga controversia moderna. La sóla mención de la existencia de caballos en la América Antigua ha convertido al Libro de Mormón un blanco de críticas a lo largo de los años. Después de todo, es de conocimiento público que los caballos fueron introducidos en las Américas por los españoles, ¿no es verdad? ¿No es eso lo que nos enseñaron a todos en la escuela?

Los apologistas SUD han ofrecido distintas explicaciones posibles para responder a este aparente anacronismo. Una explicación popular es que Nefi está usando la palabra “caballo” para describir un gran mamífero desconocido para él. Esta es una respuesta válida, ya que los animales desconocidos pueden ser difíciles de nombrar. El Hipopótamo obtuvo su nombre de los Griegos, quienes decidieron llamar a este extraño animal un “caballo del agua”, aunque nadie en la actualidad confundiría a los dos animales. ¿Hicieron Nefi y sus subsecuentes registradores sencillamente lo mismo? Es interesante notar que de los seis animales mencionados, hay realmente sólo tres especies principales descritas: el buey y la vaca son méramente términos específicos de género para referirse a los bovinos, el asno y el caballo son realmente ejemplares muy similares, y cuál es la diferencia entre una cabra y una cabra montés? Los nombres que Nefi eligió serían un excelente tema para un estudio ulterior, pero eso está fuera del propósito de este artículo.

El mamífero nativo más grande comunmente conocido, que ha habitado antiguamente estas áreas, es el tapir. Se ha hecho la sugerencia de que quizás ese era el “caballo” al cual Nefi se refería. A primera vista, este no es un mal argumento. De acuerdo con el cura español Diego de Landa, “Hay tapires... Son del tamaño de mulas comunes, son muy rápidos, con pezuñas partidas como el ganado... Ellos (los Mayas) los llaman tzimin, y por esto le dieron este nombre a los caballos”.

Es interesante que los Mayas utilizaran su propio término para referirse a los tapires y  a los caballos españoles. No tenían otro nombre para esos extraños animales, así que decidieron lo siguiente: nombrarlos según un animal que ya conocían y que encontraban similar. ¿Hizo Nefi lo mismo pero a la inversa llamando caballos a los tapires?

Dentro de todo, esta explicación tiene sentido, pero no persuade a muchos oponentes del Libro de Mormón. Y parece que deberíamos ser capaces de establecer un mejor desafío para los críticos. ¿Qué tal si Nefi y sus sucesores realmente escribieron acerca de los caballos tal como los conocemos? Se a hecho el anuncio, por muchos autores SUD, de que se han visto caballos en el arte mesoamericano de vez en cuando, pero estas imágenes son en ocasiones difíciles de rastrear y a menudo son muy subjetivas. Un ejemplo intrigante se encontró en Chichén Itzá. Está localizado al lado de un edificio llamado el Templo de los Paneles de Pared. En sus costados norte y sur, tiene bloques esculpidos con escenas de diversos animales. Uno de los bloques muestra una imagen que ha sido interpretada por algunos eruditos SUD como un hombre de pie al lado de un pequeño caballo. Se muestra aquí esa imagen con un contorno añadido para demostrar que los detalles persisten en la desgastada fachada. Ciertamente puede ser un caballo, pero es difícil saberlo con seguridad. El tallado es definitivamente precolombino, pero la mayor parte de la construcción en Chichén data de los siglos IX y X d.C. mucho después del sellado del Libro de Mormón. Esto significaría que el conocimiento de la existencia de caballos sobrevivió por un largo tiempo, si es que los verdaderos animales no lo hicieron. Si no es una representación de un caballo, sino de otro animal en concreto, entonces el único candidato conocido es el tapir. Esta y otras escasas imágenes son fascinantes, pero no deberían ser tomadas como prueba. No convencen a los críticos tampoco.

Afortunadamente, hay una fuerte evidencia de la existencia de caballos en la antigua Mesoamérica. Lo que puede resultar sorprendente es que este no es un anuncio controversial y se ha conocido por algún tiempo. En 1895, Henry Mercer exploró 29 cuevas en la Península de Yucatán buscando evidencia de habitación pehistórica. En las Cuevas de Lotlún en Yucatán encontró los huesos de muchos animales antiguos, pero no fósiles. Entre su excavación y 1977, fueron encontrados huesos de caballos antiguos en Huechil Groto, en este mismo sistema de cuevas. Exactamente cómo llegaron allí resulta desconocido, pero es probable que hayan sido traídos por los habitantes primitivos ya que se cree que los hombres originarios cazaban a los caballos nativos. Debido a que estos huesos no están fosilizados, hay un límite de qué tan antiguos podrían ser. Una acotación atormentadora (pero rara vez mencionada) es que este caballo permanece en algunas cuevas donde fue encontrado junto a vasijas y otros artefactos humanos.

No hemos encontrado ninguna información de la antigüedad de los mismos, pero está en duda que las personas fuera de la Iglesia estarían tan interesadas en esta temática como nosotros lo estamos. La falacia de que los caballos no son nativos de este hemisferio y que fueron introducidos por los europeos aún se mantiene con nosotros, aunque este y otros ejemplos de caballos antiguos han sido conocidos por muchas décadas. El hecho de que hayan sido encontrados en esta área de la cueva indica casi certeramente el contacto con el hombre antiguo; esto no puede ser negado por más tiempo. La única pregunta es cuándo y por qué (o si) los caballos fueron extintos en este hemisferio.

Otros huesos de caballo han sido descubiertos en áreas cercanas del Yucatán. Además de los hallazgos de Mercer, otras cuevas han arrojado restos similares. Se encontraron dientes de caballo en Ch' en Mul, en Mayapán, un importante sitio postclásico en la península. Como en los ejemplos anteriores, fueron encontrados entre fragmentos de vasijas, y a juzgar por su localización y grado de mineralización, se piensa que son precolombinos también. Al menos para 1957, esta información había sido publicada en las revistas científicas. Los expertos tuvieron que admitir que realmente habían caballos precolombinos en el Yucatán, pero no desearon implicar que fueron conocidos entre los mayas, estableciendo vagamente que los restos debían ser de una época pre-maya. Aún más extraño, esta información aparentemente revolucionaria fue relegada a una sola página de la sección de Notas Generales, cerca del final del “Diario de Mastozoología”. Lo encontramos apretado entre “Tres registros adicionales de los ciervos hembra dotados de astas” y “Longevidad de los mamíferos en cautiverio”.

Aunque esta información ha estado disponible por décadas, los críticos han señalado la mención de los caballos en el Libro de Mormón como un anacronismo y una evidencia de su invención moderna. En el pasado, su inclusión pareció un poco problemática, pero debe recordarse que la creencia prevalente durante la época de José Smith (y en algún grado, aún en la nuestra) era que no había caballos en América antes de la llegada de los españoles así que ¿por qué mencionarlos siquiera? No obstante, según las explicaciones de Arnold Frieberg, el Libro de Mormón no dice nunca que alguien montó un caballo. De hecho, las referencias de ellos son infrecuentes. De acuerdo con Eter 9:19, los Jareditas tenían caballos. Estos aparentemente permanecían aún cuando la familia de Lehi llegó a tierra, porque Nefi los menciona brevemente junto con otros animales de gran tamaño en 1 Nefi 18:25. Algunas generaciones después, Enós 1:21 relata que los Nefitas tenían muchos caballos entre sus rebaños. El rey lamanita, Lamoni, se describe como poseedor de caballos y carros en Alma 18:9-10. En Nefi 6:1, los nefitas todavía tenían caballos entre sus animales cuando retornaron a sus tierras luego de luchar contra los ladrones de Gadiantón.

Ahora que sabemos que los caballos realmente vivieron al menos en la Península de Yucatán mientras esta estaba habitada, ¿hay alguna forma de saber cuánto tiempo estuvieron allí? El artículo en el “Diario de Mastozoología” simplemente establece que esto fue durante una “época pre-Maya”. Esta es una declaración muy amplia. Mayapán fue la última gran capital Maya, que floreció luego del colapso de Chichén Itzá hasta aproximadamente 1440 d.C. Es seguro decir que no había caballos en Yucatán ni en ninguna otra parte de Mesoamérica para entonces. Pero, ¿que tal si algunos caballos sobrevivieron en áreas lo suficientemente remotas y en números lo suficientemente pequeños como para no ser notados por los conquistadores españoles?

Tal posibilidad existe. Una raza de caballo, conocida alternativamente como el “Bashkir rizado” o el “Rizado norteamericano”, es inusual no sólo por su manto rizado e hipoalergénico. Sus orígenes permanecen todavía desconocidos y son el sujeto de mucho debate. Baskir es una región de Rusia, que no tiene caballos con manto rizado. Sin embargo, el Lokai, una raza de Tajikistán, a veces tiene el pelaje crespo. El “Rizado de norteamérica” puede haber descendido de estas u otras razas asiáticas, pero a principios de 1800, Charles Darwin notó caballos rizados en Sudamérica mucho antes de alguna documentación conocida de su transporte desde Asia. No puede demostrarse ninguna conexión entre los Rizados norteamericanos y los Bashkirs. Cómo el caballo rizado llegó a las Américas es aún un misterio, a pesar del corriente estudio e investigación. Hay incluso cierta especulación fuera de la comunidad SUD, entre expertos en equinos de que los rizados podrían haber cruzado a través del estrecho de Bering desde Asia en la antigüedad y sobrevivido hasta épocas modernas, convirtiéndose esencialmente en una raza nativa americana. Entonces pudieron haber pasado desapercibidos para los colonos Europeos hasta el siglo XIX. ¿Podrían estos ser los caballos de Nefi?

Esto sin decir que las culturas Mesoamericanas identificadas actualmente no tenían animales de carga hasta donde sabemos. Ni hay alguna evidencia de carros más allá de literas cargadas por sirvientes, así que los carros y caballos del rey Lamoni son una anomalía. Los carros sólo son mencionados esta única vez entre los lamanitas, y una vez entre los nefitas, usados durante una evacuación a gran escala. Pequeñas figuras rodadas identificadas como juguetes han sido encontradas y son facilmente reconocidas por eruditos no-SUD, pero no han sido encontrados ejemplares prácticos, a gran escala. ¿Qué eran estas figuras animales dotadas de ruedas? Se ha sugerido que no serían juguetes si habían sido enterradas con adultos, así que debe haber un importante simbolismo detrás de la forma de la rueda. Es aún un misterio que no ha sido explicado completamente el por qué estas culturas posteriores al Libro de Mormón, que eran avanzadas en tantas maneras aparentemente no pusieron en práctica este principio que entendían claramente.

Quizás, algunas culturas americanas antiguas si utilizaron la rueda sin dejar ningún rastro de su uso, que ha sobrevivido los siglos. Tal vez los “carros” del Libro de Mormón no tenían ruedas en absoluto y eran usados como transporte personal, ya que su propósito nunca está identificado completamente. Quizás los caballos nativos que habían estado en esta área desde tiempos prehistóricos sobrevivieron y fueron domesticados un poco por algunos pueblos del Libro de Mormón. Puede que nunca lo sepamos con seguridad, pero los hallazgos en Loltún y otras localidades en Yucatán afirman que los caballos estaban en América antiguamente y sirvieron al menos con un propósito para el hombre primitivo, el de la comida. No es irracional sugerir que una población sobrevivió más tiempo del que actualmente se cree. El hecho de que hayan sido encontrados huesos y dientes de caballos nativos antiguos, pero no fosilizados, en conexión con fragmentos de alfarería hace esta hipótesis aún más plausible. La última mención de caballos en el Libro de Mormón ocurre en los rudos 26 d.C. ¿Estaban extintos para el fin del registro? Es posible. Esto podría explicar por qué los Aztecas y los Mayas que encontraban los caballos españoles estaban tan confundidos, al no haber visto nunca nada como ellos antes.

La gran evidencia de caballos precolombinos significa que no debemos ser apologistas acerca de su aparición en el libro de mormón, ni tenemos que ir a largas distancias para explicarlos. Aún hay algunos elementos controvesiales en el registro escritural que puede que nunca seamos capaces de explicar, pero la existencia de caballos en la América antigua no es uno de ellos. El caso está cerrado en ese tema. Cuando los llevadores de registros nefitas escribieron acerca de caballos, aparentemente se referían a caballos tal como los entenderíamos nosotros. La única pregunta que queda es si tenían manto rizado o no.

01 mayo 2011

La falsa contradición del pecado en los niños atribuída al Libro de Mormón

¿Es realmente contradictorio el texto de Salmos 51:5 con Moroni 8:8 respecto al pecado en los niños?
Autor: Israel González

Como la crítica propone que Salmos 51:5 y Moroni 8:8 supuestamente se contradicen, empecemos por dar una definición a contradicción.

Definición de contradicción

El término contradicción se define como la presencia de una  “afirmación y negación que se oponen una a otra y recíprocamente se destruyen” (Diccionario Real Academia, 2011).

Durante el análisis de cada “contradicción” atribuída por los detractores del Libro de Mormón a la escrituralidad del mismo en supuesta oposición al Evangelio contenido en la Santa Biblia, veremos que cada una de ellas caerá como falsa en alguno de los siguientes tres casos:
  1. Las afirmación que la crítica pone como bíblica realmente no es de la Biblia.
  2. Las afirmación mormónica* que la crítica pone como mormónica realmente no es del Libro de Mormón.
  3. Las afirmaciones que la crítica pone como opuestas realmente no se contradicen, es decir, no se destruyen entre sí sino que pueden convivir en uno o más contextos escriturales juntas, dandole un sentido de riqueza a la verdad del Evangelio.
* Notas: acuñaremos un nuevo sentido al termino “mormónico(a)” para resumir que cierto contenido se deduce directamente del Libro de Mormón, y lo preferiremos al termino “mormón” que folkloricamente es asociado a todo el canon y la cultura de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

El presente es sólo un extracto del futuro articulo "Las falsas contradicciones atribuídas al Libro de Mormón", articulo aún en edición de una lista de "serias supuestas contradicciones doctrinales", que el autor publicará en el presente año 2011,  a modo de defensa apologética del libro y para confirmar la fe de los Santos de los Últimos Días y sus simpatizantes.

El método de refutación

Dado que las críticas exponen contradicciones, hemos seguido un método que respete la definición, de modo de verificar si es efectivo de que las afirmaciones se destruyen. Para ello seguiremos la siguiente metodología:
  1. Trataremos de identificar de forma concisa cuales son las dos afirmaciones contrapuestas por cada crítica.
  2. Evaluaremos si la afirmación es bíblica, haciendo referencias cruzadas sola y únicamente con el contenido Bíblico.
  3. Evaluaremos si la afirmación es mormónica, haciendo referencias cruzadas sola y únicamente con el contenido del Libro de Mormón
  4. En el caso que 2 y 3 sí sean correctos, pasaremos evaluar si las afirmaciones en realidad se contradicen. Para ello veremos si la afirmación mormónica destruye a la bíblica y/o si bíblica destruye a la mormónica; o realmente pueden convivir.
  5. En el caso que 2 o 3 no sean correctos, trataremos de trazar una hipótesis del porqué las críticas llegan a ser descritas por su autor como contradicciones.
Crítica

"El Libro de Mormón enseña que los niños pequeños no son capaces de [cometer] pecado porque no tienen una naturaleza pecaminosa (Moroni 8:8). En contraste, la Biblia en el Salmo 51:5 enseña claramente que tenemos una naturaleza pecaminosa desde nuestro nacimiento: "He aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre" (Fuente: http://www.irr.org/mit/espanol/bib-bom-sp.html, anexo agregado entre corchetes cuadrados)

La crítica plantea, entonces, estas dos afirmaciones contrapuestas:
  1. Afirmación bíblica: La humanidad tiene una naturaleza pecaminosa desde su nacimiento.
  2. Afirmación mormónica: La humanidad no tiene una naturaleza pecaminosa desde su nacimiento.
La afirmación sí es bíblica

Para la respuesta a esta crítica definiremos la naturaleza pecaminosa como la presencia de corrupción en el cuerpo y/o espíritu que lo hacen estar manchado en el cielo, nos referiremos a una naturaleza intrínseca, del ser, que se manifestará en el tiempo en los actos y no se hará visible en la niñez primera.

En este sentido en la Biblia encontramos numerosa evidencia que la humanidad completa - incluyendo a los infantes - es efectivamente pecaminosa desde o a partir (y no antes) de la caída de Adán:
  1. Porque el día en que de él comieres, de cierto morirás (Génesis 2:17)
  2. Porque no hay hombre que no peque (1 Reyes 8:46)
  3. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre (Salmos 51:5)
  4. Tu primer padre pecó, y tus enseñadores transgredieron contra mí (Isaías 43:27)
  5. Nuestros padres pecaron y han muerto, y nosotros llevamos su castigo (Lamentaciones 5:7)
  6. ¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón; limpio estoy de mi pecado? (Proverbios 20:9)
  7. Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque (Eclesiastés 7:20)
  8. Sea recordada ante Jehová la maldad de sus padres, y el pecado de su madre no sea borrado. (Salmos 109:14)
  9. La muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron (Romanos 5:12)
  10. En Adán todos mueren (1 Corintios 15:22)
  11. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros (1 Juan1:8)
La afirmación no es mormónica

Asombrosamente también el Libro de Mormón respalda total y absolutamente que la humanidad tiene naturaleza pecaminosa intrínseca tal cual la Biblia. El libro a menudo se referirá a este estado pecaminoso, como un estado  “caído” y “perdido”. Otras veces como “estado natural”. Otras, como “pecaminoso”, “carnal” y “corrupto”. Veremos que ese estado el libro lo enseña como “para siempre”. El hombre por sí sólo no podrá librarse de él.

Estas múltiples citas hechas por diferentes personajes, desde diferentes culturas, en diferentes períodos de tiempo, respaldan directa o indirectamente una naturaleza caída para toda la humanidad como raza independiente de su edad (bebés, niños, jóvenes o adultos), sexo (hombres o mujeres) u otro patrón de clasificación.

Aquí agregaremos a cada cita, el autor, la cultura y el año aproximado para poder demostrar que esta creencia era transversalmente aceptada por todos los pueblos del Libro de Mormón:
  1. Todo el género humano se hallaba en un estado perdido y caído, y lo estaría para siempre, a menos que confiase en este Redentor. (1 Nefi 10:6, Lehi el Patriarca, 600 a.C.)
  2. Y el Señor volverá a extender su mano por segunda vez para restaurar a su pueblo de su estado perdido y caído (2 Nefi 25:17, Nefi Primer Rey y Vidente Nefita, 559 a.C.)
  3. Si el conocimiento de la bondad de Dios en esta ocasión ha despertado en vosotros el sentido de vuestra nulidad y vuestro estado indigno y caído (Mosíah 4:5, Benjamín Rey y Vidente Nefita, 124 a.C.)
  4. Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás (Mosíah 3:19, Idem)
  5. De modo que toda la humanidad estaba perdida; y he aquí, se habría perdido eternamente si Dios no hubiese rescatado a su pueblo de su estado caído y perdido. (Mosíah 16:4, Abinadí el Profeta, 148 a.C)
  6. Pero recordad que quien persiste en su propia naturaleza carnal, y sigue las sendas del pecado y la rebelión contra Dios, permanece en su estado caído, y el diablo tiene todo poder sobre él. (Idem)
  7. Y el Señor me dijo: No te maravilles de que todo el género humano, sí, hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y pueblo, deban nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado carnal y caído (Mosíah 27:25, Alma Profeta Nefita en su conversión, 82 a.C.)
  8. Vemos que Adán cayó por comer del fruto prohibido, según la palabra de Dios; y así vemos que por su caída, toda la humanidad llegó a ser pueblo perdido y caído. (Alma 12:22, Alma Profeta Nefita en Tierra de Ammoníah, 82 a.C.)
  9. ¿Quién se hubiera imaginado que nuestro Dios fuera tan misericordioso como para sacarnos de nuestro estado terrible, pecaminoso y corrompido? (Alma 26:17, Ammón el misionero en tierra Lamanita, 90 a.C.)
  10. Decís que éste es un pueblo culpable y caído a causa de la transgresión de un padre. He aquí, os digo que un niño no es culpable por causa de sus padres. (Alma 30:25, Korihor el anticristo en su crítica a la enseñanza de que los niños también participaban de la Caída de Adán enseñada por el Profeta Alma, 74 a.C.)
  11. Porque es necesario que se realice una expiación; pues según el gran plan del Dios Eterno, debe efectuarse una expiación, o de lo contrario, todo el género humano inevitablemente debe perecer; sí, todos se han endurecido; sí, todos han caído y están perdidos, y, de no ser por la expiación que es necesario que se haga, deben perecer. (Alma 34:9, palabras de Amulek compañero misional del Profeta Alma en su misión entre los zoramitas, 74 a.C.)
  12. Todos los hombres que se hallan en un estado natural, o más bien diría, en un estado carnal, están en la hiel de amargura y en las ligaduras de la iniquidad (Alma 41:11, palabras del Profeta Alma en su comisión misional a sus hijos, 74 a.C.)
  13. Y no habría medio de redimir al hombre de este estado caído, que él mismo se había ocasionado por motivo de su propia desobediencia (Idem)
  14. Por la caída de Adán, todos los hombres son considerados como si estuvieran muertos, tanto en lo que respecta a cosas temporales como a cosas espirituales. (Helamán 14:16, palabras del profeta Samuel Lamanita, 6 a.C.)
  15. Porque sabemos que tú eres santo y habitas en los cielos, y que somos indignos delante de ti; por causa de la caída nuestra naturaleza se ha tornado mala continuamente (Éter 3:2, Hermano de Jared Profeta Jaredita, 4.000 a.C)
Por lo tanto la afirmación no es mormónica y por ende es falsa la supuesta contradicción.

No hay contradicción

Lo que posiblemente haya confundido a los autores de la crítica original en Moroni 8:8 sea algo muy sutil en la enseñanza del profeta Mormón en su epístola acerca del bautismo de infantes practicados en el siglo IV en la Iglesia Nefita, y que es el error transversal cometido también por el cuerpo episcopal de los primeros siglos en Roma acerca del mismo tema.

Para ello citemos textual el versículo mencionado así como los versículos del contexto:
“Hijo mío, quisiera que trabajaras diligentemente para extirpar de entre vosotros este craso error; porque para tal propósito he escrito esta epístola. 
Porque inmediatamente después que hube sabido estas cosas de vosotros, pregunté al Señor concerniente al asunto. Y la palabra del Señor vino a mí por el poder del Espíritu Santo, diciendo: 
Escucha las palabras de Cristo, tu Redentor, tu Señor y tu Dios: He aquí, vine al mundo no para llamar a los justos al arrepentimiento, sino a los pecadores; los sanos no necesitan de médico sino los que están enfermos; por tanto, los niños pequeños son sanos, porque son incapaces de cometer pecado; por tanto, la maldición de Adán les es quitada en mí, de modo que no tiene poder sobre ellos; y la ley de la circuncisión se ha abrogado en mí
Y de esta manera me manifestó el Espíritu Santo la palabra de Dios; por tanto, amado hijo mío, sé que es una solemne burla ante Dios que bauticéis a los niños pequeños. 
He aquí, te digo que esto enseñarás: El arrepentimiento y el bautismo a los que son responsables y capaces de cometer pecado; sí, enseña a los padres que deben arrepentirse y ser bautizados, y humillarse como sus niños pequeños, y se salvarán todos ellos con sus pequeñitos. 
Y sus niños pequeños no necesitan el arrepentimiento, ni tampoco el bautismo. He aquí, el bautismo es para arrepentimiento a fin de cumplir los mandamientos para la remisión de pecados. 
Mas los niños pequeños viven en Cristo, aun desde la fundación del mundo; de no ser así, Dios es un Dios parcial, y también un Dios variable que hace acepción de personas; porque ¡cuántos son los pequeñitos que han muerto sin el bautismo! 
De modo que si los niños pequeños no pudieran salvarse sin ser bautizados, éstos habrían ido a un infierno sin fin. 
Porque he aquí, todos los niños pequeñitos viven en Cristo, y también todos aquellos que están sin ley. Porque el poder de la redención surte efecto en todos aquellos que no tienen ley; por tanto, el que no ha sido condenado, o sea, el que no está bajo condenación alguna, no puede arrepentirse; y para tal el bautismo de nada sirve.” (Moroni 8:6-14,22)
En este contexto, es claro que Moroni 8:8 no se dice que los niños son inocentes “de sí mismos”. Si fuese una inocencia esencial o propia del ser.  ¿Porque Mormón usaría el argumento de la “inocencia en Cristo”, es decir, por los méritos del mismo Cristo para apelar a la santidad de los niños pequeños? No habría necesidad de un Redentor si la inocencia celestial de los bebés fuese una inocencia intrínseca. Más aún, si fuese una inocencia esencial, no-ganada por Cristo ¿Qué méritos tiene entonces un Salvador?. Simplemente no se requeriría una redención y una santificación para los infantes.

Moroni 8:8 aduce una segunda razón para la inocencia en Cristo de los bebés y es que “no cometen pecado”. Otra vez aquí no se refiere a la esencia del individuo, sino a intención pecaminosa propia del individuo. Mormón nunca habla que no existe una naturaleza intrínseca pecaminosa en los niños, sino habla de la naturaleza de comisión pecaminosa, la cual, evidentemente no se haya en los bebés e infantes menores. ¿Es lo mismo la naturaleza pecaminosa que la comisión de pecaminosa? No. De la primera por genética adámica todos participamos, dice el Libro de Mormón. De la segunda se hace necesaria la conciencia de la ley, porque es comisión no omisión (Santiago 4:17).

Un antecedente a tomar en cuenta, es que esta inocencia ganada “en Cristo”, queda clara para Mormón sólo después de un proceso reflexivo y luego de una nueva revelación directa de parte del Señor. Entonces, podemos suponer sin equivocarnos, que incluso el mismo Mormón también se cuestionó si el bautismo de bebés era correcto, y ello seguramente debido a que él tenía absolutamente claro que la maldición de Adán incluye a todo hijo de Adán independiente de su edad.

Por ende esta inocencia debiese entenderse como una santificación por gracia libre más que una limpieza esencial de los niños pequeños: un perdón gratis en Cristo, tan libre y universal que no exige arrepentimiento ni sacramento religioso alguno. Por ende podemos, efectivamente concluir que hay un pequeño y muy breve lapsus de tiempo (8 años según la Tradición revelada en el mormonismo) entre la concepción dentro de la matriz de la madre y el despertar de conciencia del individuo, donde es perdonado y santificado por medio de la gracia redentora del Salvador de forma libre y universal hasta que la conciencia se arraiga en su ser y ese individuo deje de ser inocente (sin conocimiento del Evangelio) y empiece a pecar vía comisión voluntariosa (u omisión voluntariosa).

Esta “inocencia ganada” por el Expiador para los que posean pecados en un estado de inocencia, entonces, puede incluir perfectamente a los que nunca pudieron oír la ley como los discapacitados mentales de por vida o los miles y millones a quienes jamás llegó el conocimiento de la ley, los principios y las ordenanzas (sacramentos) del Evangelio de Jesucristo.

Esta “inocencia en Cristo” haya su justificación en pasajes de las Escrituras bíblicas también (mencionar otros como Juan 1:10, donde el teólogo explica que la luz de la gracia de Cristo ilumina a cada concebido independiente de condición alguna), así como en la revelación moderna de la tradición mormona, pero el más relevante y clarificador, y seguramente el que ocupaba la mente de Mormón al meditar en la función de Jesucristo como el Sumo Sacerdote Expiador y Redentor la naturaleza pecaminosa - dado que Mormón tenía acceso a los Libros de Moisés - haya sido el que sigue:

“Y el sacerdote hará expiación por la persona que haya pecado inadvertidamente; cuando peque sin darse cuenta delante de Jehová, hará expiación por ella, y le será perdonado”. (Números 15:28)

Así vemos que la ley de Moisés guardaba de tiempos antiquísimos el simbolismo del perdón también para el inocente. No eran inocentes de sí mismos, sino que era la expiación la que posibilitaba el perdón a tales pecadores. Tal perdón por gracia requerirá de una acción activa de parte del pecador solamente cuando haya adquirido conciencia de sus actos ante la ley. Ello concuerda en todo con el pasaje de Moroni 8:8.

Por todo lo expuesto hemos demostrado que la “contradicción el pecado en los niños” no existe en el Libro de Mormón. El Libro de mormón jamás expone que los niños no tienen una naturaleza intrínseca pecaminosa (es más, dice que sí la tienen; ver referencias citadas) sólo expone que Cristo los justifica y santifica por medio de Su Expiación y que esa santificación es válida en sus primeros años de vida o hasta que entiendan la Ley. Luego de ésto se les requiere el arrepentimiento y el bautismo.

24 abril 2011

Evidencias circunstanciales del Libro de Mormón


 Traducción: Marco Royo.
Autorizado por Jeff Lindsay  de su sitio personal http://www.jefflindsay.com/.

El presente artículo, ha sido traducido de http://www.jefflindsay.com/bme12.shtml. para los lectores de habla hispana.

The Prophetic Book of Mormon: New Approaches to Book of Mormon Study, Hugh Nibley, realiza una excelente observación acerca de las evidencias indirectas y circunstanciales que sostienen la autenticidad del Libro de Mormón (p. 71):

Evidencia circunstancial. Totalmente aparte de los contenidos del Libro de Mormón y de las evidencias externas que pudieran apoyarlo, existen ciertas circunstancias referentes a su producción que no se pueden explicar sobre otras bases que las dadas por José Smith. Se pueden enumerar brevemente:
  1. Existe el testimonio de los testigos.
  2. La juventud y la inexperiencia de José Smith en el momento en que tomó plena responsabilidad de la publicación del libro - prueba (a) que no pudo haberlo producido por si mismo y (b) que no estaba actuando para alguien más, pues su conducta mostró siempre una sorprendente independencia.
  3. La ausencia de notas y fuentes.
  4. El corto tiempo de producción.
  5. El hecho de que sólo exista una única versión del libro publicado (con cambios menores en cada edición). Esto es lo más significativo. Ahora se sabe que el Corán, el único libro que reclama igual grado de certeza e inspiración divinas, se reeditó al menos tres veces en vida de Mahoma. Lo que nos conduce a:
  6. La posición indubitable e inmutable de José Smith referente a sus revelaciones, posición que sorprendía a Eduard Meyer más que otra cosa [1]. Desde el momento en que salió a la luz el Libro de Mormón, José Smith nunca dejó de llevarlo al extranjero, y nunca cambió su actitud hacia ello. ¿Qué escritor creativo no se avergonzaría de la producción de tal juventud e inexperiencia después de veinte años? ¿Qué impostor no estaría despierto noches seguidas preocupándose de los deslices y errores de este producto masivo y pretencioso de su indiscreción y picardía juveniles? Pero puesto que el profeta recibía revelaciones de continuo, nada habría sido más fácil, tenido la menor sombra de duda que publicar una edición nueva, revisada, y mejorada, o renombrar totalmente el libro, limitar su circulación, decir que consistía de misterios sólo al alcance de los no iniciados, decir que sólo se debiera interpretar en un sentido "religioso", o sustituida por algo más. Los Santos que creían al Profeta, eran los únicos que tomaban el libro seriamente de alguna manera.
  7. Nunca ha habido un hálito de misterio alrededor del Libro de Mormón; no ha habido secretismo relacionado en el tiempo se su publicación o en la actualidad; existe una completa falta de sofistería o política en los análisis del Libro de Mormón; no juega ningún papel en la historia de la Iglesia como títere; nunca hay disputa sobre su naturaleza o contenidos entre los líderes de la Iglesia; nunca hay manipulaciones, explicaciónes o compromisos. El libro ha disfrutado de ventas ilimitadas en todas las épocas.
  8. Por último, aunque el éxito del libro no es prueba de su divinidad, el tipo de persona que lo ha pedido leer - sincero, sencillo, directo, sumamente equilibrado, y nada místico - es evidencia circunstantial de su honradez. Tiene unos seguidores muy vigorosos.
Fuentes:

1. Eduard Meyer, Ursprung und Geschichte der Mormonen (Halle: Niemeyer, 1912), 59-83, esp. 72, 80-83; publicado también como The Origin and History of the Mormons, tr. H. Rahde and E. Seaich (Salt Lake City: University of Utah Press, 1961), 37-56.

De estos puntos, destaquemos el primero, la existencia de testigos. Si el Libro de Mormón fuese un fraude, seguro que José Smith lo hubiera mantenido en secreto. Pero reunió en torno a él a múltiples personas que vieron, hojearon las planchas y permanecieron leales a ese testimonio hasta el fin de sus vidas, aunque muchos de ellos fueron infelices con José Smith a causa de que sufrieron gran persecución por su testimonio. Ni ganaron dinero, ni consiguieron poder pero a pesar de ello nunca negaron su testimonio. Consideremos a Martin Harris, descrito como honrado y respetable incluso por los antimormones que lo conocieron. Fue hombre de probada integridad en su comunidad, un hombre respetado y exitoso que sacrificó mucho para ayudar a avanzar el Libro de Mormón. Pero estaría más tarde en desacuerdo con las normas de la Iglesia y se le excomulgó en 1837. A pesar de eso expresó repetidamente su testimonio del Libro de Mormón, que había visto un ángel, había tocado y hojeado las planchas y sabía que era divino. Su testimonio se ratificó incluso en su lecho de muerte.

Los tres testigos vieron un ángel y las planchas, otros ocho las hojearon y dieron testimonio formal de ello y otro puñado, incluida Emma, la esposa de José, fueron testigos de la realidad física de las planchas de oro y de la divinidad del Libro de Mormón. Ninguno de los testigos negó la autenticidad y la divinidad de ese libro. ¿Qué embaucador tan loco permitiría que otros supieran de su fraude, que pudiera tener cómplices para sacrificar a todos y que mantengan repitiendo la mentira - incluso después de haberse indispuesto y amargado con la fuente de la mentira? ¿Qué estafador se permitiría el lujo de obligar a sus camaradas conspiradores, cuando al final todos tendrían que admitir que todo el mundo sospechaba que era fraude y brindar una suave venganza para los que fueron arrastrados a ellos?

Sencillamente no tiene sentido que el Libro de Mormón fuera un fraude. Deténganse en pequeñeces del idioma de la versión del rey Jacobo I u otros detalles, pero cómo se puede explicar convincentemente el elemento más básico aquí descrito: la realidad y la divinidad de un antiguo registro tiene múltiples testigos fidedignos que insistieron que el Libro de Mormón era verdadero hasta el final de sus vidas. ¿Cómo se puede ignorar tal testimonio?

Los testigos no eran granujas de mala reputación en sus comunidades, sino que eran personas respetadas que arriesgaron y perdieron mucho por su apoyo al Libro de Mormón. Consideren el testimonio de muchas personas no mormonas referentes a Martin Harris, como lo documentó Milton V. Backman, Jr., en Eyewitness Accounts of the Restoration (Salt Lake City: Deseret Book Co., 1983), pag. 144 - 145:

Después de convertirnos en amigos cercanos o conocidos de varios testigos del Libro de Mormón, muchas personas no mormonas también declararon que los testigos que conocían, eran hombres de integridad. Ningún individuo que tuviera sólo un leve trato con esos hombres escribió que fueran deshonestos, de sinceridad fingida o jueces incompetentes de los sucesos. En vez de denunciar su carácter, muchos críticos de la Iglesia que conocieron a los testigos, declararon que eran individuos dignos de confianza. En 1830, por ejemplo, Martin Harris viajó a Geneva, New York, en un intento de asegurar un préstamo de 13.000 dólares de Charles Butler, financiero y filántropo que fundó la Union Theological Seminary. Butler escribió que Harris le trajo una carta de presentación de Mr. Jessup (probablemente Henry Jessup), prominente líder de la Iglesia Presbiteriana. Butler dependia de las recomendaciones de Jessup respecto del carácter y estado financiero de quienes buscaban préstamos en el área de Palmyra. Según Butler, Jessup presentó a Martin Harris como un "granjero muy digno e importante, que poseía una granja muy excelente que tenía una seguridad muy amplia para la suma de dinero que deseaba obtener." Aunque a Butler le impresionó favorablemente las credenciales de Harris, el financiero decidió no concederle el préstamo cuando se enteró que el dinero se destinaría para la publicación de la "Biblia Mormona. " [1]

Además de Henry Jessup, otros que vivían en Palmyra juzgaban que Martin Harris era honrado y responsable. En 1829, el Palmyra Freeman informaba que uno de los pocos individuos que creían en la historia de la "Biblia Dorada" era Martin Harris, "granjero honrado e industrioso" de Palmyra. [2] Mientras viajaba por el oeste de New York en 1831, James Gordon Bennett, periodista del New York Courier and Enquirer supo de los que le entrevistaron que Martin Harris tenía reputación de ser "granjero respetable . . . muy trabajador . . . importante" y se le conocía por su "sobriedad." [3] Cuando Martin Harris dejó Palmyra para reunirse con los Santos de los Últimos Días en Ohio, el Wayne Sentinel informó que Harris fue uno de los primeros colonizadores de ese pueblo y "siempre ha ostentado el carácter de ciudadano honorable y honrado". [4] Y después de publicar el testimonio de los tres testigos en su historia del mormonismo, Pomeroy Tucker escribió: "Cómo reconciliar el hecho de que Harris firmó su nombre a tal afirmación, en vista del carácter de honestidad que siempre se le ha concedido, es algo que no se puede explicar fácilmente." [5]

Fuentes citadas por Backman:
  1. Parte del escrito a máquina se encuentra en la Charles Butler Collection, Library of Congress.
  2. "Golden Bible," Rochester Advertiser and Telegraph, August 31, 1829, reimpresión de un artículo publicado en el Palmyra Freeman.
  3. Leonard J. Arrington, "James Gordon Bennett's 1831 Report on 'The Mormonites," BYU Studies 10 (Spring 1970):355, 358 y Hillsborough Gazette (Ohio), October, 29, 1831.
  4. Wayne Sentinel, May 27, 1831.
  5. Tucker, Origin, Rise and Progress of Mormonism, pp. 69-71. Para más referencias de que Harris era "considerado un ciudadano honrado, industrioso por sus convecinos" véase E. D. Howe, Mormonism Unvailed, p. 13 y Palmyra Courier, May 24, 1872.
Richard Lloyd Anderson en Investigating the Book of Mormon Witnesses (Salt Lake City: Deseret Book Co., 1981, pp. 101-103) también analiza el testimonio de no mormones respecto a Martin Harris:

El homenaje más inusual a este testigo del Libro de Mormón viene de un obituario escrito treinta y cuatro años antes de su muerte. Probablemente a causa de actividades de otro Harris, el informe se esparció por todos los periódicos de Estados Unidos en 1841, diciendo que Martin Harris había sido asesinado en Illinois por hablar contra el mormonismo. Esto lo corrigió enseguida el Painesville Telegraph, que reportaba desde la residencia de Harris en Ohio que aún estaba vivo para leer "lo que se decía de él después de muerto." Mientras tanto Alvah Strong en Rochester se había basado en la historia de circulación nacional del asesino y había escrito una detallada estimación de su conocimiento cercano. Strong, distinguido editor y líder de la comunidad respetado en Rochester, había trabajado antes como joven impresor en Palmyra inmediatamente después de la publicación del Libro de Mormón y durante el apogeo de la prédica pública de Martin Harris en esa comunidad. Basándose en esto y otro conocimiento personal, resumió la admiración por este testigo y el prejuicio contra su testimonio que caracterizaba a la comunidad que lo conocía:
"Hemos recordado al Señor Harris como un hombre honrado. Nos familiarizamos con él en Palmyra, en la primavera de 1828, poco después de que se encontraran las planchas de las que se dijo que se habían traducido el Libro de Mormón. . . . Aunque iletrado y de actitud supersticiosa, había mantenido largamente un carácter irreprochable de probidad. . . . Sus vecinos y conciudadanos con los que trabajó incesantemente y con gran seriedad, lo recordaban más como un ser crédulo que deseoso de engañar a otros conscientemente; pero aún se le expuso a muchas mofas e increpaciones, las cuales soportó con la mansedumbre que la convertiría en mejor causa." [Rochester Daily Democrat, June 23, 1841.]
Su éxodo de Palmyra ocasionó un conmovedor homenaje delante del público por E. B. Grandin, editor del Wayne Sentinel en los años cruciales entre 1827 y 1832 e impresor del Libro de Mormón. Grandin quizá conocía a Harris más íntimamente que cualquier otro no mormón. El diario de Grandin revela a Harris como un hombre meditabundo y religiosamente independiente. Este editor pintó la despedida de Martin Harris para Ohio con otros Santos de los Últimos Días en 1831. Es impresionante que la aprobación directa de honradez del financiero del Libro de Mormón provenga del hombre con quien tuvo continuas relaciones de negocios. Martin Harris aprobó esta prueba práctica con distinción:
"El Señor Harris se encuentra entre los primeros habitantes de esta ciudad, y ha portado siempre el carácter de hombre honrado y honesto y un vecino dispuesto y benevolente. Ha obtenido una fortuna respetable con trabajo honrado y ha dejado un gran círculo de allegados y amigos." [Wayne Sentinel, May 27, 1831.]
Orasmus Turner, quien había sido aprendiz de impresor en Palmyra, escribió negativamente del Mormonismo en 1852, pintando a Harris como un fanático que, sin embargo, era "el propietario de una buena granja y un ciudadano digno y honrado" (O. Turner, History of the Pioneer Settlement of Phelps and Gorham's Purchase (Rochester, 1852), p. 215, citado por R.L. Anderson, "Martin Harris: The Honorable New York Farmer," Improvement Era, Vol. 72, No. 2 (Feb. 1969), pp. 18-21).

Testimonios parecidos de personas de fuera de la Iglesia se ofrecieron para el carácter de Oliver Cowdery y de David Whitmer (cita de Backman, pp. 146-148):

Después de dejar la Iglesia en 1838, Oliver Cowdery establecíó cálidas amistades con un número de no miembros. Samuel Murdock, abogado que llegó a ser "íntimo allegado" de Cowdery mientras residía en Kirtland, escribió que estaba en deuda con él por su "especial bondad" y "las muchas lecciones de instrucción" que recibió de él. Murdock concluyó que Oliver Cowdery era uno de los individuos más "amables, generosos, y de gran corazón" que jamás hubiera conocido. [1] El juez William Lang, socio de bufete de Oliver Cowdery en Tiffin, Ohio, escribió que se le confiaban muchas oportunidades "de estudiar y amar su noble y verídica humanidad." Según Lang, Cowdery era "un abogado capaz y gran defensor. . . . Era modesto y reservado, nunca hablaba mal de nadie, [y] nunca se quejaba." [2] Poco después de que Oliver Cowdery se mudara de Tiffin, el Seneca Advertiser informaba que se había nominado a Cowdery como el candidato demócrata para la cámara de Representantes en Wisconsin. Durante sus siete años de residencia en Tiffin, el artículo proseguía,
"nuestro estimado amigo . . . se ganó una envidiable distinción en este lugar y de su circuito judicial como un abogado sólido y capaz y como un ciudadano altamente estimado. Su honradez, integridad y laboriosidad eran dignos de imitación para todos, mientras que sus incuestionables capacidades reflejaban crédito tanto para si como para la profesión de la que era miembro." [3]
Al enterarse de la muerte de Oliver Cowdery, La Ray County Missouri Bar Association declaró formalmente que "la abogacía había perdido a un miembro cumplidor y la comunidad a un ciudadano digno y valioso." [4] Y el Seneca Advertiser declaró que "se apenaron al conocer . . . de la muerte de . . . (su) muy estimado amigo y ciudadano formal cercano, Oliver Cowdery. . . . Era un hombre de una gran capacidad, y durante su residencia entre nosotros se ha granjeado el cariño de todos los que le conocieron en los tratos de la vida privada y social." [5]

También no miembros de la Iglesia certificaron que John y David Whitmer eran "verídicos, honrados, y ciudadanos respetuosos de la ley." Después de vivir en Richmond, Missouri, durante 43 años, David Whitmer obtuvo las firmas de 22 prominentes ciudadanos de esa ciudad, incluyendo al alcalde, abogados, jueces, banqueros, comerciantes, y funcionarios públicos que verificaron que "lo habían tratado larga e íntimamente" y sabían que "él era un hombre de gran integridad y de indudable verdad y veracidad." [6] Pocos días después de su muerte, el Richmond Democrat publicó un artículo que expresaba aparentemente las opiniones de muchos amigos de David Whitmer respecto de su carácter y su testimonio del Libro de Mormón.

No ha habido hombre aquí que hubiera entre nuestro pueblo más amigos y muy pocos enemigos. Honrado, concienzudo y honesto en todos sus tratos, justo en el juicio de sus semejantes, y abierto, varonil y franco en su trato, hizo amigos duraderos que lo amaron hasta el fin . . .
Los escépticos se podrán burlar y mofar si quieren, pero ningún hombre puede escuchar al señor Whitmer cuando habla de su entrevista con el ángel del Señor, sin ser conavencido a la fuerza de que había oído a un hombre honrado decir lo que honradamente cree que es la verdad. [7]

A causa de que se han preservado más de cien declaraciones personales o descripciones de entrevistas con los tres testigos (y también existe el testimonio adicional de otros ocho testigos), el testimonio de los testigos del Libro de Mormón es el mejor documentado que cualquier otra declaración de revelación directa de la historia del mundo. [8] La sorprendente armonía de informes de diferentes épocas y circunstancias, junto con numerosas referencias en cuanto al carácter que retratan a los testigos como hombres de integridad, es una evidencia concluyente de la veracidad de los testimonios publicados en el Libro de Mormón. Estas numerosas afirmaciones y entrevistas también sirven como evidencia de que pese a la amarga persecución, las pruebas económicas, la crítica pública, y la apostasía de la Iglesia, los once testigos nunca desviaron su convicción de que cuidadosamente examinaron las planchas de metal, y de que el Libro de Mormón fue producto de la traducción de ese registro. Incluso cuando seis de los once rechazaron el liderismo de José Smith a fines de la década de 1830, ninguno de ellos negó su convicción de la autenticidad del Libro de Mormón. Los testimonios publicados de los once testigos nos habilita a comprender mejor el único suceso de la historia eclesiástica de la humanidad y dar sustento al testimonio de José Smith de que once hombres examinaron de hecho el antiguo registro que tradujo "por el don y poder de Dios."

Fuentes citadas por Backman:
  1. Samuel Murdock al Editor de Dubuque Daily Times, April 13, 1893, citado en R. Etzenhouser, From Palmyra, New York, 1830, to Independence, Missouri, 1894 (Independence, Mo.: Ensign Publishing House, 1894), pp. 338-41.
  2. W. Lang, History of Seneca County (Springfield, Ohio: Transcript Printing Co., 1880), pp. 364-65.
  3. The Seneca Advertiser (Tiffin, Ohio), May 5, 1848, p. 2.
  4. Circuit Court Journal, Ray County, Missouri, March 5, 1850. Para más referencias del carácter de Oliver Cowdery y sus actividades después de que dejó la Iglesia, véase Richard L. Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses (Salt Lake City: Deseret Book Co., 1981), pp. 38-44.
  5. The Seneca Advertiser (Tiffin, Ohio), November 1, 1850, p. 2.
  6. Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses, pp. 72-76, 131-33. La afirmación respecto del carácter de David Whitmer firmada por veintidós prohombres de Richmond, Missouri, se publicó en el Richmond Conservator, March 25, 1881, y en un panfleto escrito por David Whitmer, Address to All Believers in Christ, pp. 9-10. Se conserva una fotocopia del documento en los Archivos de la Iglesia y en Ebbie L. V. Richardson, "David Whitmer: A Witness to the Divine Authenticity of the Book of Mormon" (Master's thesis, Brigham Young University, 1952.) Véase también el Apéndice F de Backman.
  7. Richmond Democrat, January 26, 1888, y reeditado February 2, 1888, en el mismo periódico. Véase también Richmond Conservator, January 26, 1888. El Richmond Conservator informaba que David Whitmer había vivido en Richmond durante 46 años "sin mancha o tacha." Gozaba de la "confianza y la estima de sus vecinos," añadía este informe, y se le consideraba "un buen ciudadano." (Richmond Conservator, August 22, 1881.)
  8. Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses, p. 79.
Poco antes de la muerte de Whitmer, the Chicago Tribune Correspondent publicaba sobre él:
"David Whitmer, el último de los tres que testificaron de la verdad del Libro de Mormón, se encuentra moribundo en su casa de Richmond. Anoche llamó a su familia y a sus amigos a la cabecera de su cama, y compartió el testimonio de la verdad del Libro de Mormón y de la Biblia. (Chicago Tribune Correspondent, 23 January 1888, citado en Lyndon W. Cook, David Whitmer Interviews: A Restoration Witness (Grandin Book Co., 1993), p. 220, y citado en la página de Mike Ash "Book of Mormon Criticisms: David Whitmer.")
Después de su muerte otro periódico, el Richmond Conservator, traía este informe:
"El domingo por la noche antes de su muerte llamó a su familia y a su médico de cabecera el Dr. George W. Buchanan a la cabecera de su cama y dijo, "Doctor, ¿considera que estoy en mis cabales?" a lo que el doctor replicó: "Sí, se encuentra en sus cabales, acabo de tener una conversación con usted." Luego se dirigió a todos los presentes y dijo: "Quiero dar mi último testimonio. Deben ser fieles en Cristo. Quiero decirles que la Biblia y el registro de los nefitas, (El Libro de Mormón) son verdaderos, por lo que pueden decir que me han oído proclamar mi testimonio en el lecho de muerte...."
El lunes por la mañana de nuevo llamó a los que estaban presentes al lado de su cama, y les dijo que había visto otra visión que le reconfirmaba la divinidad del "Libro de Mormón," y dijo que había visto a Cristo en la plenitud de su gloria y majestad, sentado sobre su trono blanco en el cielo, esperando recibir a sus hijos. (Richmond Conservator Report, 26 January 1888, citado n Cook, p. 226, tal como se cita en la página de Mike Ash "Book of Mormon Criticisms: David Whitmer; véase también Andrew Jenson, Latter-day Saint Biographical Encyclopedia: A Compilation of Biographical Sketches of Prominent Men and Women in the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 4 vols, Salt Lake City, p. 269."
Para más detalles impresionantes, por favor véanse las siguientes páginas:

Book of Mormon Witnesses de Richard L. Anderson.

La página de Mike Ash sobre "Los Tres Testigos" y sus refutaciones de ataques de antimormones respecto a Oliver Cowdery, David Whitmer, y Martin Harris.

Comments on the Book of Mormon Witnesses: A Response to Jerald and Sandra Tanner de Matt Roper.

Desafía la lógica que hombres de carácter generalmente elogiados pudiean ser parte de una combinación fraudulenta que no les atraería ninguna ganancia y luego quedarse con esa combinación y salir de ella para refrendar el fraude hasta el fin de sus días, aún después de volverse decepcionado con el organizador a quien se habían opuesto en otras cuestiones. Tendrían todos los motivos para exponer a José Smith como fraude, si su testimonio no fuere verdadero. La fiabilidad y coherencia del testimonio del Libro de Mormón exceden todas las normas legales para un testimonio fidedigno. No se puede ofrecer motivo alguno de sus testimonios en sus vidas que la de su integridad ampliamente reconocida, causándoles mantener su posición a causa de lo que sabían que era cierto, a pesar de todas las dificultades que les ocasionaron.

Muchos anti-mormones han tratado de desacreditar a los testigos, pero sus esfuerzos requieren el abandono de lo que ellos bien conocían: la honestidad y la honradez. Hasta la fecha ningún crítico antimormón ha podido refutar o explicar convincentemente la abrumadora evidencia en derredor del testimonio de los numerosos testigos del Libro de Mormón. De hecho, cuando los antimormones intentan desacreditar a los testigos, casi universalmente alegan que la masiva documentación de Richard L. Anderson y otros serios eruditos sobre este tema no existe. Más que confrontar la erudición existente, tratarán de ridiculizar a los testigos con pocas nociones insidiosas acerca de su baja inteligencia, relaciones familiares (varios de los ocho testigos tenían relaciones mutuas), ilusiones hipnóticas, o de que algunos de ellos dejaron la Iglesia, tratando falsamente sugerir que habían negado su testimonio del Libro de Mormón, etc. Pero el documento es claro: ningún testigo jamás negó su testimonio del Libro de Mormón, y muchos les oyeron repetir su testimonio hasta el fin de sus vidas. 

Sólo se puede concluir lo obvio: esas personas vieron las planchas de oro y supieron sin ninguna duda que procedían de Dios. Si el lector está de acuerdo con algo más de lo que José Smith hizo o dijo, es el momento de reconsiderar la posibilidad de que el Libro de Mormón es un auténtico registro divino con apoyo fidedigno y convincente. Afortunadamente, la verdad sobre los testigos del Libro de Mormón es el convincente relato de hombres de noble integridad y valor que proclamaron el testimonio de algo divino.

Adsense2