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19 noviembre 2009

Los descendientes de José vendrían a los collados eternos

Encontramos otro pasaje bíblico con fuertes vínculos hacia El Libro de Mormón en Génesis, capítulo 49. 


Tomado de "Pruebas bíblicas sobre la Iglesia restaurada y el Libro de Mormón", Pág.30-31
Duane S. Crowther.



Recordemos algo sobre la historia del Antiguo Testamento para preparar el marco para esta profecía. Recuerden que Abraham era el padre de Isaac y que Isaac era el padre de Jacob; y Jacob fue el padre de los hijos que llegaron a ser las cabezas de las doce tribus de Israel. El Señor Jehová cambió el nombre de Jacob por el de Israel. Jacob tuvo un hijo que era particularmente notable. Fue José, el que fue vendido  a Egipto por sus hermanos. Después de que José salvó al pueblo de Egipto y a todas las naciones a su alrededor de los efectos de los siete años de hambruna, llegó a ser el segundo del Faraón.

Al final de Génesis leemos cómo Jacob, para entonces ya un anciano cercano al fin de sus días, pronunció bendiciones proféticas sobre sus hijos y sobre dos de sus nietos. En Génesis, capítulo 49 encontramos esas bendiciones proféticas dadas a sus descendientes. En Génesis 49:22-26, se encuentran las palabras proféticas que pronunció acerca de los descendientes de José, y esas palabras describen hechos que sucedieron en los registros del Libro de Mormón:
"Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vastagos se extienden sobre el muro. Le causaron amargura, le asaetearon. Y le aborrecieron los arqueros; mas su arco se mantuvo poderoso, y los brazos de sus manos se fortalecieron por las manos del Fuerte de Jacob (Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel), por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre. Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos serán sobre la cabeza de José, y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos."
Analicemos esta gran bendición, porque encontramos varias frases que se aplican solamente en el recuento de Lehi y su pueblo, quienes fueron descendientes de José.

El versículo 22 dice: "Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vastagos se extienden sobre el muro." Veamos si podemos comprender esta frase. "Rama fructífera es José" quiere decir que iba a tener muchos descendientes. Iba a ser una rama fructífera junto a una fuente, o junto al mar, y sus vastagos iban a extenderse sobre el muro. En la antigüedad, el pueblo de Israel era un pueblo de tierra, no de navegación, y el mar formaba un muro. Sin embargo, la profecía de José era que un vastago de la casa de José iba a cruzar ese muro, o sea, cruzar el mar. Y eso fue exactamente lo que sucedió cuando la familia de Lehi construyó un barco y navegaron por el muro, que era el mar.

Encontramos otra frase que es muy significativa. En el versículo 26 dice: "Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores, hasta el término de los collados eternos ....". ¿Qué quiere decir esto? Nos dice hacia dónde fueron los descendientes de José que cruzaron el gran océano. Si vemos un mapa mundial y buscamos la cordillera de montañas más grande, encontraremos los collados eternos. Esos collados eternos son las montañas que surgen del mar, muy al norte en la punta occidental de Alaska. Las montañas emergen del mar, luego hacen curva hacia Alaska y Canadá y los Estados Unidos, México y Centro América, y continúan hasta llegar a la punta de América del Sur, donde desaparecen nuevamente en el mar. Son verdaderamente collados eternos sin ningún principio o fin visibles. Es la cordillera más grande de la tierra.

Queda claro que Jacob sabía lo que sucedería con la colonia del Libro de Mormón cuando predijo que algunos vastagos de José, no todos, sino algunos, se extenderían sobre el muro; que sus descendientes serían grandemente bendecidos, y que esas bendiciones serían mayores que las bendiciones de sus hermanos, porque se extenderían hasta el final de los collados eternos, cuando vinieran a las Américas. Profetizó que esas bendiciones serían sobre la cabeza de aquél que fue apartado de entre sus hermanos. Ese es Lehi—nosotros creemos que vino con su pueblo y se establecieron en las Américas.

Habrá algunos que no estén de acuerdo con esta interpretación, pero si deciden no estar de acuerdo, entonces tendrán que dar su propia explicación. Primero, quiénes serían los vastagos de José que se extenderían sobre el muro; segundo, dónde estaba ese muro; tercero, dónde está la tierra de los collados eternos hacia donde se extenderían esos vastagos; y cuarto, deberán explicar quién sería separado de entre sus hermanos, que era descendiente de José. Ese es mi desafío hacia ellos: dar una explicación adecuada de estos cuatro enunciados.

Cuando leo los escritos de los estudiosos de la Biblia, me parece que no tienen ninguna respuesta a esas cuatro preguntas. No pueden identificar quiénes eran los vastagos o cuál era el muro sobre el cual se extenderían, o dónde estaría la tierra de los collados eternos, o quién era el descendiente de José que sería separado de entre sus hermanos. Sin embargo, encontramos todas esas respuestas en el Libro de Mormón porque cumple las profecías de la Biblia.

18 noviembre 2009

La muerte de Labán

Gentileza de: Jorge Albarran Riquelme
www.mistraduccionessud.es.tl


En el primer capítulo del Libro de Mormón, nos vemos confrontados con la decisión que Nefi debe tomar de matar a Laban. Incluso el Espíritu debe razonar con él y recordarle las promesas divinas para él y su posteridad si es obediente a los mandamientos de Dios. Cuando Truman G. Madsen, un recientemente fallecido y renombrado profesor de la BYU, tuvo hace algunos años la oportunidad de compartir este episodio del Libro de Mormón con sus alumnos de medio oriente, le llamó la atención su reacción. Contraria a nuestra mentalidad occidental, ellos no podían comprender por qué Nefi se demoró tanto en cumplir con el mandato.

Al parecer, una de las razones más influyentes en la reacción inicial de Nefi fue el hecho de que nunca antes había derramado sangre inocente y que “[deseó] no tener que [matar a Labán].” (1 Nefi 4:10). No fue precisamente el argumento que el Espíritu le recordó de que “…es preferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad” (1 Nefi 4: 13) lo que prolongó su decisión. Por el contrario, Nefi, como judío, conocía este principio, y este es precisamente un punto que emerge como una evidencia arqueológica recientemente redescubierta a favor del Libro de Mormón.

En este sentido, me encontré una muy interesante presentación de video en YouTube de un miembro de la Iglesia, el hno. Kerry Shirts, de Idaho, Estados Unidos, y conocido como “The Backyard Professor”, (“El Profesor del Patio”). El hno Shirts señala en su sitio de YouTube que le encanta aprender idiomas antiguos. De hecho conoce el hebreo, griego, latín, alemán, francés, el egipcio hieroglifico, el árabe, el copto y el sánscrito. Además enseña hebreo gratis en uno de sus podcasts para que los miembros de la Iglesia puedan leer la Biblia en una de sus versiones originales. Además, ha sido invitado a clases de instituto y participado en diversas presentaciones sobre evidencias arqueológicas del Libro de Mormón y la Biblia, basadas en diversas fuentes antiguas.

En una de sus últimas presentaciones en video, sobre el tema de la muerte de Labán, titulado What is the issue with slaying Laban?!? (¿Cuál es el tema con matar a Labán?), el hno Shirts comienza citando a un famoso erudito SUD, el hermano John W. Welch, en su Libro “Ecoes and Evidences of the Book of Mormon” (“Ecos y Evidencias del Libro de Mormón”), donde se presentan evidencias desde el punto de vista legal. Se menciona la razón legal religiosa o el principio mediante el cual Labán debía ser ajusticiado: “…es preferible que muera un hombre a dejar que una nación degenere y perezca en la incredulidad” (1 Nefi 4: 13). Quinientos años más tarde, Corihor, el primer anticristo del Libro de Mormón, sufre la misma sentencia divina ante Alma, como Sumo Sacerdote y ante el juez superior (Alma 30:47). Nuevamente, se aplica el mismo principio en términos legales de la ley civil y religiosa en casos muy específicos. Uno no puede menos que recordar que el mismo principio lo aplicó el sumo sacerdote Caifás al Salvador: "nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.” (Juan 11: 50). Pero, nos podemos preguntar, si aplicaron esta ley en el tiempo de Cristo, ¿habrá algún precedente anterior en la Biblia?

El hermano Shirts cita a John Welch, a quién le llevó años encontrar la respuesta a esta pregunta. Y la halló accidentalmente al toparse con un artículo de un erudito titulado “The death of one for all: John 11:46-54 in Light of Judaic tradition” (“La muerte de uno por todos: Juan 11: 46-54 a la luz de la Tradición Judaica”) . El artículo mostraba que esta ley bíblica se aplicó en ciertas ocasiones específicas alrededor del 600 a. C., el cual es precisamente el rango de tiempo en que Lehí huye con su familia de Jerusalén y parte rumbo a una tierra prometida.

El precedente se encuentra en 2 Samuel 20. Las tropas del rey David perseguían a Seba, un rebelde político acusado de alta traición. Cuando Seba se refugió en la ciudad de Abel-bet-maaca, Joab, uno de los generales del Rey David, sitió la ciudad y demandó que le entregaran a Seba o destruiría la ciudad. Los ciudadanos de Abel-bet-maaca decapitaron a Seba y arrojaron su cabeza por sobre el muro de la ciudad. Sólo entonces, Joab y sus tropas se retiraron.

Otro caso, aunque más plenamente detallado en la tradición oral judaica del Antiguo Testamento, fue el de Joacim, rey de Judá, quien se sublevó contra el rey de Babilonia aproximadamente al mismo tiempo que Lehí dejó Jerusalén. Nabucodonosor exigió que le entregasen a Joacim o la nación entera sería destruida. Naturalmente, Joacím protestó, y según la tradición oral, argumentó diciendo: “¿Puede él [Nabucodonosor] sacrificar la vida de uno por la de otro?“. A lo que el consejo judío le respondió duramente: “Eso hicieron con Seba, hijo de Bicri.” Entonces, basándose en esta ley, entregaron a Joacim a Nabucodonosor, quien se lo llevó de regreso a Babilonia (2 Crónicas 36:6). Se presume que allá fue finalmente ejecutado.

De este modo, según afirma el hno Shirts, los casos de Labán y Corihor calzan perfectamente con esta antigua tradición judaica, la cual operaba bajo ciertas condiciones. Y es precisamente en el caso de Labán en el cual el Espíritu le indica a Nefi que debía ser aplicada. La reacción de Nefi nos muestra que para él era conocida, otra evidencia arqueológica más a favor del Libro de Mormón, cuyos profetas provenían del mismo trasfondo cultural bíblico. Sin embargo, la mayoría de los eruditos no habían tomado consciencia de esta ley antigua hasta muy recientemente en esta última década.

11 noviembre 2009

Cristo en América, impresionante recopilación de leyendas

Del libro "Caminando en las Américas", de L. Taylor Hansen


Esta reconocida arqueóloga obtuvo su maestría en Arqueología, Antropología y Geología en la Universidad de Stanford. Ella es considerada una autoridad entre los indígenas de Norteamérica y Sudamérica, tras haber estudiado entre ellos durante mas de treinta años.

Taylor realizó una correlación de leyendas de muchas tribus diferentes en todo el continente americano; consultó museos, bibliotecas y expertos en folclore, además fue respaldada por excavaciones de antiguas ruinas, documentando cada uno de sus descubrimientos recopilados durante 25 años.

En su libro "Caminado en las Américas", hace una relación de muchas leyendas oídas por los nativos. Lo interesante es que en todas ellas existe un denominador común, todas coinciden en decir que sobre el continente Americano hace ya 2.000 años, un hombre blanco apareció entre ellos y les enseñó un mensaje de amor, realizando impresionantes milagros, sanando enfermos y resucitando muertos. Luego se fue y tal cual lo hizo el Salvador Jesucristo, les prometió un día regresar. 

La autora en el libro realiza el siguiente comentario:
"La información que doy aquí es sólo para que vean las leyendas por sí mismos. Para determinar dentro de su propio corazón, si este profeta era realmente Jesús o de algún otro.
¿Es aquí donde Jesús iba cuando hablaba a sus apóstoles de ir a cuidar a sus ovejas de otros? 
Juan 10:16 "Y tengo otras ovejas que no son de este redil, aquéllas también debo traer, y oirán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor ..."
Estas palabras son realmente impresionantes, considerando que no se trata de un miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días.

A continuación citaremos una de estas leyendas:
"Estaba con barba, y pálido , sin duda, un hombre blanco. Sus ojos eran como gris-verde como el agua, aún verdes, y tal como variable en su color. Vino a nosotros un día en el amanecer y la luz le acarició el cabello con el brillo del oro o rojo hasta que brilló como el cobre recién extraído. Sin embargo, Él no era como los hombres de su pueblo. Este era un dios, con alma de gran estatura. Si tocaba a un hombre que estaba herido, uno se convirtió en curado.
Su vestido era largo y blanco hasta el ruedo, que casi se escondió sus sandalias doradas. Todo el mundo quería hacerle ropas blancas, porque entonces dejaría atrás los viejos, y todo lo que tocaba estaba encantado con su Dios-como el poder de curación.
Vino solo. Organizó las iglesias, Cambio los templos , enseñó el sacerdocio. Algunos dicen que les enseñó un lenguaje secreto con ciertos signos de saludo. No lo sé."
Este fascinante libro es respaldado por la ciencia y escrito por alguien que no tiene ninguna relación con nuestra Iglesia.

Cristo vino a estas tierras, nos enseñó su valioso mensaje que perduró a través de cientos de años en los corazones de hombres que le vieron y escucharon y que traspasaron de padres a hijos este conocimiento hasta el día de hoy.

Lo sabemos por fe, y palabras como las de este nativo americano, solo nos ayudan a fortalecer nuestro testimonio de lo que sabemos, es cierto.

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